Hace unos días en una
de las tantas conversaciones sostenidas vía
telefónica con el muy estimado Profesor, Escritor y Cronista Oficial de la
Ciudad De Jutiapa; Luciano Castro Barillas, le sugerí elaborar un escrito relativo al futbol
guatemalteco, en el cual se abordara sobre las deficiencias y reales
posibilidades de desarrollar un deporte que por su misma naturaleza e
importancia dentro de la sociedad guatemalteca, no se le puede seguir manejando
como ha sido costumbre, ya que, siendo el futbol el deporte que, por excelencia
se practica a nivel nacional y por constituir este la mayor fuente de
esparcimiento para la gran mayoría del pueblo de Guatemala, se hace imperativo
darle un nuevo enfoque, uno que tome en cuenta las aspiraciones y anhelos de un
pueblo sediento de triunfos sobre todo a nivel internacional. Respondiendo a mi
solicitud y con toda la celeridad del caso
El Profesor Luciano me hizo llegar el siguiente escrito, que a manera de
una reflexión dilucida sobre las falencias estructurales que afectan al futbol
nacional así como también de sus reales
posibilidades dentro de un ambiente de desarrollo integral del mismo. Me
permito entonces y de acuerdo con los postulados de este muy humilde blog, que
hoy iniciamos, publicar en su totalidad
el contenido de tan sesuda reflexión futbolera, la cual espero sea leída, analizada como conviene, y por su puesto distribuirla las veces
que sea necesario. Gracias a Luciano por
tan valioso aporte y desde ya te doy la bienvenida como el colaborador estrella
de este nuestro blog: La Cuna Del Sol.---Marvin Najarro.
LA DEMOCRATIZACIÒN Y LA CIENCIA COMO ÙNICOS
CAMINOS
PARA SALVAR AL FÙTBOL GUATEMALTECO
Por Luciano Castro Barillas
Innatos
talentos hay en este país, de sobra, pese a que ocupamos como semifinalistas el
cuarto lugar en desnutrición infantil a escala planetaria. Es probable que
niños y adolescentes desnutridos no sean prometedores prospectos para héroes
deportivos o auténticos campeones, sin embargo, las excepciones, ese
contrasentido de la lógica, se dan: allì està Mateo Flores, ganador de la
Maratòn de Boston en 1955. Jorge Surquè en ciclismo o la selección guatemalteca
de fútbol de 1968 que, como los grandes equipos, goleò a Tailandia cuatro a
cero, empatò con Bulgaria y derrotò a Checoslovaquia con un trabajadísimo tanto
en un juego altamente disputado con un equipo que era en ese momento subcampeón
olímpico. Esta selección paso a la segunda ronda de esa época disputando un
cardiaco encuentro contra Hungrìa
-campeona olímpica- que a duras
penas logró batir al arquero chapìn una sòla vez. Eran otros tiempos y una
manera distinta de practicar el fútbol. La falta de una buena técnica muchas se
veces se compensaba con el coraje y la vergüenza por la defensa de los colores
nacionales. Eran todavía los año en que el fútbol guatemalteco se batìa en
paridad con el fútbol mexicano, al punto que en Tegucigalpa, en el III NORCECA
de 1967, Guatemala derrotò a una potente escuadra mexicana con antológico
golazo de Escopeta Recinos, coronándose campeona del certamen Norte,
Centroamericano y del Caribe de Fùtbol.
Vienen
estas consideraciones por el espejismo, las falsas expectativas creadas por los
guatemaltecos los resultados obtenidos por la Sub-20 en Colombia. El triunfo
fue “espectacular” para los chapines, dado los estándares de fracasos
estrepitosos y sin paliativos a los que estamos acostumbrados de 1968 para
adelante. Tuvieron que pasar 43 años para vivir la dignificación y la nueva
catalogación del fútbol nacional al ubicarnos entre los 16 mejores equipos -no con gran mèrito, por cierto, por los
iniciales 11 goles en contra- tal lo
afirmara en su momento un periodista colombiano de manera educada y mesurada a
Pedro Saùl Ramìrez, comunicador de Telediario, cuando èste ingenuamente
solicitò su impresión sobre la clasificación guatemalteca a octavos de final.
La respuesta de la clasificación atìpica, rara, dejó sin palabras a Ramìrez
que, probablemente en su entusiasmo, fue presa de la alta subjetividad de los
aficionados guatemaltecos al popular deporte, a despecho del irrestricto apoyo
y simpatía suscitado por el equipo no favorito en el encuentro contra Portugal.
Pero
la realidad es otra. El equipo como tal està al 50%. Tiene coraje, bravura,
talento y solicitud sostenida pues hasta el último minuto luchò sin dar ni
pedir cuartel. Me entusiasmò tanto ese
desempeño que por primera vez no nos sentimos humillados los guatemaltecos,
porque de Colombia para atrás las victorias
-si asì les puede llamar- han
sido pìrricas y blandengues, de equipos nacionales inconstantes en la cancha de
juego, sin la regularidad debida. La mentalidad derrotista, perdedora nos hacìa
saltar a la cancha de juego a sabiendas de que ìbamos a perder, pese a las
inspiraciones individuales de un Pescado Ruiz, por ejemplo. Pero el fútbol
nacional necesita de un trabajo de base no empìrico sino científico,
sistematizado a partir de los alevines, benjamines, infantiles, cadetes y
juveniles, no por gusto el fútbol español tiene federadas a las ligas menores a
través de la Real Federaciòn Espoñola de Fùtbol, Chile en la Direcciòn General
de Deportes y Recreaciòn, Mèxico en la Escuela Nacional de Directores Tècnicos
de Fùtbol de la Federaciòn Mexicana, con la perplejidad que genera la
Universidad de Fùtbol de Pachuca. He allì la razón, causa y motivo de los
resultados siempre en ascenso del fútbol mexicano. Ejemplos hay muchos, entre
otros en Italia y Uruguay con su flamante Comisiòn Nacional de Baby Fùtbol.
En
Guatemala se necesita asumir como propia la teoría del fútbol, el programa
modelo y sus objetivos propuesto por el alemán Horst Wein quien afirma que para
hacer un buen fútbol, èste necesita de “un
òptimo modelo de enseñanza-aprendizaje para despertar y desarrollar el
potencial innato de jóvenes futbolistas”. Es, pienso, toda una pedagogìa del fútbol y
prosigue: “Se tienen que tomar en
cuenta las capacidades de respuesta psíquica, física y técnicas en cada etapa
evolutiva. Es decir, una formación sin prisas para obtener los resultados que
deseamos”. Ese trabajo formativo, que no se hace en Guatemala, tiene
una didáctica democrática y moderna, déficit de valor en nuestro país que es
peor que el fiscal. El fútbol es una
pràctica divertida con eficacia de aprendizaje, tal como lo afirma el
licenciado Oswaldo Mèndez de Jutiapa. Es
lo lúdico, el juego en su máxima pureza lo que exige el fútbol en su trabajo de
base. El fútbol no es violencia sino fuerza, técnica y creatividad, de allì que
las generaciones de vàndalos idiotas que pueblan los estadios no tendrán futuro
porque la buena enseñanza del fútbol es un agente de educación y de pacìfica
convivencia. Estos procesos formativos darán como resultado y la vuelta de
algunos años -pues los chicos crecen
pronto- futbolistas con mayor capacidad.
Sin embargo, doblegar la enseñanza tradicional del fútbol no es cosa fácil. El
monstruo de la corrupción institucional ha hecho pedazos todos los
aspectos de la vida social, del cual el
fútbol no se escapa. Directivos, entrenadores y ligas están politizadas, con
trabajos de corto plazo y de escasa visión, donde sería mucho pedir federar a
las ligas menores para la fuga de talentos, si no instituyen en primer lugar escuelas
de formación con bases cientìficas y no como alguien se le imagine que debe
dirigirse y conducirse el fútbol. Hay suficientes personas capacitadas en
nuestro país pero no pueden acceder a la conducción de nuestro fútbol porque
las mismas roscas politiqueras se repiten como el ràbano en las directivas del
deporte nacional.
La
conclusión, la moraleja o enseñanza es la siguiente: Ceballos igual que Gabriel
Navas, el jutiapaneco, son hijos de futbolistas. Cada padre fue dándoles
trabajo de base por crecer a su lado. Maduraràn como futbolistas porque son
talentosos, no obstante, los éxitos vividos como equipo puede que sean efìmeros
y altamente imprevisibles por el contexto social en que les toca nacer y vivir.
Evolucionaràn como talentos individuales pero al final la historia es la misma:
cada cual se formò como pudo y el azar, lo fortuito, el coraje y el amor a su
país hizo lo demás. Para surja un equipo nacional consistente, sostenido y
competitivo falta mucho y las medidas a tomar para mejorar nuestro fútbol deben
ser inmediatas. Asunto nada fácil en un país sumido en la violencia politiquera
tradicional, donde los perdedores de la contienda electoral harán la vida
imposible a los ganadores con oposiciones irracionales extremas y sistemáticas.
Los triunfadores, como siempre, se subirán en el potro cerril de la prepotencia
y el abuso, destrozaràn aùn màs a Guatemala en los cuatro años que vienen,
independiente de quien llegue al poder y, en este desastre antinatural, se va
de bruces nuestro fútbol. Impulsemos un fútbol que no sea dreams, pues ese es un sueño mariguano del emir de Qatar y su
inagotable dinero.
Chano muy buen comentario. Hemos habido buenos jugadores jutiapanecos. La poca ambicion y oportunidad han sido el problema
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