Y no es para menos! Sentirse contento en Guatemala en
estos días parecería ser una hazaña o un asunto de malabaristas, pues las cosas
están tan mal en todos las esferas de la vida nacional, que tener uno el
sentido de la normalidad es de por si un logro de grades magnitudes. Pero de
repente, en medio de tantas calamidades y sin que nadie ni siquiera remotamente
lo atisbara, surge lo inesperado: Tres jóvenes guatemaltecos de eminente extracción popular; de la provincia; de los barrios marginales; del
campo, pero con el enorme orgullo de ser guatemaltecos de corazón y sin mayores
pretensiones más que la entrega y el sacrifico por esa tierra que llamamos patria,
desde Guadalajara, México. En una épica jornada digna de los grandes atletas, le han brindado a la sufrida Guatemala un triunfo
sin parangón y una alegría inconmensurable
que ni en lo más recóndito de nuestras ilusiones
esperábamos los guatemaltecos. JAMY,
MIRNA Y ERIK, el cielo y la tierra Chapines les felicitan y agradecen por
tan excelso triunfo. Salud! Y que la gloria sea para ustedes.
A continuación La Cuna del Sol, con todo el rigor y
mordacidad propias del profesor Luciano Castro Barillas, le da curso a la
siguiente nota periodística alusíva a dicho evento.----Marvin
Najarro
GUATEMALA ES TIERRA DE GRANDES ATLETAS LOS
QUE NO
SIRVEN SON LOS DIRIGENTES DEPORTIVOS
Por Luciano Castro Barillas
El
triunfo de los marchistas, Jamy Franco de 20 años, Mirna Ortiz de 24 y Erick
Barrondo, un corajudo jovencito de una aldea de Santa Cruz Verapaz, nos ha
llenado de un desbordado contento y satisfacción como guatemaltecos, un país
signado por el oportunismo, la descalificación, la corrupción, la violencia y
la miseria. El entusiasmo, como un amanecer luminoso, se instaló debidamente en
nuestros corazones después de tanta mujer descuartizada con que nos horrorizan
a diario, luego de tanto diputado gángster que hará estragos en la
institucionalidad del país y la moribunda democracia; al rato de tanto alcalde
ladrón que ve en el erario municipal la oportunidad de ingresar al exclusivo
grupo de los potentados y al instante de tanta indiferencia e ineficiencia de
los administradores del Estado, sin obviar claro está, el desempleo, las
inundaciones y su secuela de destrucción material y humana; la ubicua y
desagradable presencia de dos candidatos presidenciales para la segunda vuelta
que ni licuados ambos hacen una aceptable persona. Contra toda esa negatividad
y realidad catódica, la alegría cundió en este pueblo asolado por la amargura y
el cotidiano desencanto, cuando tres muchachos de origen humilde (una de ellas
creció en una de las zonas rojas de la ciudad, la zona 18), de extracción
popular y de hogares donde no florece, precisamente, la abundancia y las
comodidades. Cuando los vimos triunfantes, compitiendo contra atletas de países
con mejores apoyos que los brindados por el nuestro, tuvimos un lento proceso
de asimilación. Y no era para poco: habían hecho el uno dos y Barrondo en
hombres hacía lo propio. Lo de los marchistas fue único, apoteósico, porque de
principio a fin, sin vacilar un momento, con toda la certeza en sus piernas,
conquistaron las medallas de oro y plata desde los primeros pasos. Realmente
fue un triunfo arrollador, sin paliativos, espectacular, nunca visto en la
historia del deporte nacional. En su humildad, una de ellas, dijo que “no tenía conciencia que nosotras éramos
las más fuertes”, por los eternos conflictos de baja autoestima de los
guatemaltecos, quien el palo y muerte de tanta dictadura nos ha hecho seres
inseguros e inconsistentes. Sin embargo, este triunfo no puede ser atribuido a
las autoridades del deporte guatemalteco, esa
gente mediocre sólo son estorbo, atraso, entorpecimiento y mezquindad en
todas las expresiones de la vida y del deporte, al punto, solo para citar un
ejemplo, que el profesor cubano y entrenador de los marchistas, Rigoberto
Medina (Maca), sufre el regateo una y otra vez los términos de su contrato de
trabajo gracias a los idiotas que dirigen la Federación de Atletismo. Lo
devengando por el profesor Medina es modesto si se compara con los salarios
devengados por los directores técnicos de la selección mayor de fútbol que,
realmente, lo único hecho en los últimos 40 años ha sido llenar de
frustraciones a los guatemaltecos, sobre todo a los jóvenes, con sus resultados
de pesadilla y de definitivos buenos
para nada. Los millones de quetzales de los contribuyentes
guatemaltecos echados a perder solo ha servido para crear una cohorte de
directivos mañosos, empezando por el señor Salguero, quien en su alto cargo en
la FIFA, ha hecho de las suyas en algunas decisiones muy cuestionables relacionadas
con el manejo de dinero, no obstante, sigue en el cargo. Por supuesto, como
todo truhán, es muy probable que haya logrado desvanecer los cargos en su
contra, como sucede con todos los delincuentes de cuello blanco. El colmo de los
directivos de la Federación de Fútbol es que las disputas internas de ese
mundillo de porquerías en que se ha transformado esa institución, no hizo
posible la participación de la Sub 20 que tan buen papel hizo en el Mundial
Juvenil de Colombia. El mundo de los directivos del deporte guatemalteco es una
apestosa cloaca donde el dinero es el motivo sublime de la presencia de esos
desaprensivos sujetos en esas instituciones. Lo que no es nada insólito en
nuestra querida Guatemala donde hasta una ex presidenta de la Corte Suprema de
Justicia está en el bote por un hecho criminal de alto impacto. El fútbol tiene indudablemente un enorme poder
de seducir multitudes pero para Guatemala hace ya varios años es un mal
negocio, una pésima inversión. Debemos cambiar de símbolo nacional deportivo ya
que el fútbol no está condiciones de continuar siéndolo, pues por su número
resulta altamente oneroso para un país con la miseria financiera como el
nuestro, que de hecho, vive de la caridad internacional.
Hagamos
lo de Cuba, cuyo fútbol es intrascendente, pero cosecha medallas y campeones en
otras disciplinas deportivas. Quitémosle el abundante dinero a la Federación de
Fútbol de Guatemala por sus miserables resultados en más de 40 años. No se
puede seguir despilfarrando el dinero nacional en tan menesterosos resultados. Es
muy probable que la depuración de las instituciones del deporte guatemalteco se
logre cuando carentes o con limitados fondos y no teniendo nada que agarrar, estas personas vividoras y
atorrantes (auténticos huevones
virtuales y orondamente bien acomodados) se larguen y hagan un gran favor sin
su presencia a la Patria y al Deporte Nacional.
El
agotamiento de la paciencia nacional contra esos directivos va por el camino de
la defenestración, pues llegará el momento luego de tanto abuso, que sean
lanzados por las ventanas del Palacio de los Deportes, porque como a los
diputados, el pueblo sencillamente ya no los aguanta. Serán colgados, como
dijera hace ya muchos años el poeta Otto René Castillo, por la ira incontenible
del pueblo.
Publicado por Marvin Najarro
CT, USA.
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