Mientras leía la nota, la que ustedes estimados lectores leerán enseguida,
pensé por un momento que provenía de alguien que ha estado residiendo en los
USA, pues la claridad del enfoque no deja dudas al respecto. Efectivamente y
durante la década de los 80 el compañero profesor y periodista Luciano Castro
Barillas estuvo residiendo en la Ciudad de Los Ángeles, California, en donde se
desempeñó en las labores propias de todo emigrante, sin importar su situación
migratoria y que se ve obligado a realizar. Es precisamente, y a partir
de ese contacto directo con esa realidad del trabajador emigrante en estas
tierras, que se concretiza su experiencia y conocimiento del tema.
Hablando más concretamente de las remesas en efectivo que los
trabajadores guatemaltecos (legales o ilegales) en los Estados Unidos envían al
país, éstas se estiman que sobrepasan los 4 billones de dólares anuales. Se
sabe que las remesas constituyen una de las mayores (sino la mayor) fuentes de
ingresos económicos que recibe el país por concepto de la exportación
forci-voluntaria de la fuerza de trabajo de decenas de miles de compatriotas
que al ser excluidos por un sistema económico – oligárquico – injusto y harto
explotador, no tienen más remedio que emigrar y ver si es posible, rasguñar el
afamado “American Dream,” el cual en menos de lo que canta un gallo se
transforma en una pesadilla. Las tan ansiadas remesas que los desdichados
trabajadores o jornaleros guatemaltecos envían a sus felices recipiendarios en
Guatemala, van cargadas la mayoría de las veces no solo con el dolor de la ausencia
y la nostalgia, sino que también llevan la marca del abuso, la sobre
explotación y la discriminación a manos de propios y extraños. Detrás de cada
remesa hay una historia de sudor, lágrimas y desencanto. Pero para muchos de
los parientes o amistades que quedaron en casa, esas historias no tienen mayor
impacto emocional, pues hay muchos kilómetros de por medio. Es el color de los
“green backs” (dólares) lo que importa. Los hijos quieren lucir vestimentas de
marca y hasta carro, los hermanos para darse la gran vida en clubes nocturnos,
el padre para aventarse los respectivos “capirulazos,” la inconsecuente y fiel
esposa, para comprarse unas cuantas joyas de buen oro y otras banalidades para
lucirlas al más temido y odiado de los personajes masculinos que siempre andan
al acecho de las mujeres solas; o el amigo que quiere comprarse el más “chic”
de los teléfonos celulares. No debería ser así, esas remesas ganadas y enviadas
con todo el sacrificio y dedicación de esos pobres y sufridos compatriotas
deberían ser usadas para generar bienestar a largo plazo, pero lamentablemente
la obtención de dinero fácil provoca las más irresponsables acciones de variada
e ingrata factura. El dinero dado a veces con extrema generosidad, casi nunca
es bien utilizado, al contrario, las personas en posesión del mismo son presas
del virus del consumismo, el despilfarro; el goce inmediato que promueve
como símbolo de progreso el neoliberalismo económico. Al final todo esto termina
generando una relación de dependencia y holgazanería que da lugar a todo tipo
de críticas, no en contra del sistema que promueve este comportamiento,
sino en contra de las personas que son víctimas inconscientes del mismo.
Las fiestas de fin de año se aproximan, la algarabía, el holgorio, las
comidas apetitosas y los infaltables tragos harán el deleite de muchos, que
posiblemente en medio de tanto festín olvidarán que todo ello es producto de
las “sufridas remesas” que van de los USA. Mientras que aquí en el Norte,
poderoso y rico, el infeliz “wet back” guatemalteco, sufriendo el desencanto y
la frustración por la anhelada cuenta bancaria que no existe y la mal querencia
de sus seres queridos allá en la Guatemala del olvido, no tendrán más remedio
que ahogar sus penas en licor, hacinados en apartamentos apestados de
cucarachas, ratones y chinches. Víctimas de la nostalgia por el amor que ya no
existe, recurrirán a algún oscuro número telefónico para solicitar una pieza de
amor barato. La nostalgia que como sentimiento no sirve para nada, es el único
recurso que les queda para mantener vivo el sentido de pertenencia. Marvin Najarro
NOTA: Capirulazo es un guatemaltequismo que quiere decir trago de
aguardiente.
LAS REMESAS DE LOS EMIGRANTES: FUENTE DEBIENESTAR Y HOLGAZANERÍA
Por Luciano Castro Barillas
Los dólares que envían los emigrantes que arduamente trabajan en los Estados
Unidos son ganados a costa de diversos sufrimientos: exclusión, discriminación,
sobreexplotación, hacinamiento y sufrimiento emocional por el obligado
distanciamiento de sus seres queridos y de su tierra natal. No es fácil obtener
los dólares basados en el trabajo honrado, significa, entre otras cosas,
almorzar en su centro de trabajo llevando sus alimentos que, cuando no hay una
mano generosa de proporcionar un microondas, deben ingerirse fríos. Desoladoras
y oscuras son las madrugadas de invierno, donde los rigores de la estación son
aún mayores cuando se vive pensando en la familia o en las celebraciones
emblemáticas de los chapines como lo es la Noche Buena, los tamales, el ponche
y el estrépito de los cohetes de las doce de la noche. Esos dólares que son
pedidos con tanta facilidad y hasta con cinismo por personas inconscientes,
vienen revestidos de esfuerzo, tristeza o dolor. Vienen impregnados de la
necesaria nostalgia, vienen marcados por la desintegración familiar y vienen
visados por el temor -y a veces el horror- de ser deportados. Pero sobre
todo esos dólares, ese billete verde que impera en el mundo, trae implícito
algo más duro aún: la desesperanza. La ausencia de ilusión de volver a la
patria porque, sencillamente en Guatemala, es poco lo que puede encontrarse y
entonces ¿para qué volver? ¿A hacer qué? ¿A vivir cómo?
Esa es la realidad del emigrante. Aquella persona que por diversas razones (las
económicas, las más) coge camino de los Estados Unidos, principalmente, y con
grandes dificultades y como un extraño inicia una nueva vida, que no es necesariamente
una buena vida. Las penas muchas veces son las mismas, con la diferencia que en
los Estados Unidos se come mejor, se habita mejor, se viste mejor y son más
accesibles los artilugios imprescindibles del estilo de vida actual.
Esos dólares en ocasiones son mal utilizados por los familiares inconscientes
que viven en Guatemala y que imaginan que los emigrantes viven a pierna suelta
e inundados de dólares, viviendo una existencia idílica donde la leche y la
miel mana a borbotones. Todo lo contrario. El empleo en los Estados Unidos
nunca ha sido ampliamente accesible y las condiciones laborales tampoco
fáciles. Pero la valentía y la responsabilidad de los emigrantes se erige ante
el activo compromiso con sus familias y la preocupación por su bienestar, sin
embargo, no muchas veces se da con ellos la reciprocidad. Esos dólares que se
cree ganados, así de fácil, son dispendiados, echados a perder, recibidos hasta
con enfado porque son pocos y sin ningún agradecimiento por aquellos atorrantes
(auténticos huevones) que tienen todo sin trabajar, porque el que trabaja es
otro (el emigrante). Los dólares, ciertamente, han creado bienestar a muchas
familias guatemaltecas pero, lamentablemente, han dado lugar a que surja una
generación de viejos y adolescentes holgazanes que teniendo asegurado un
ingreso -sin trabajar- ven el mundo desde una comodidad indigna y
se tornan en indignos presumidos con el dinero que no les cuesta. Los jóvenes
que viven de las remesas y de la inconsciencia de lo que significa trabajar,
son señoritos que tienen todo o niñas pijas que viven preocupadas por el
sobrepeso y los asuntos de belleza física.
Ese es el saldo negativo de las remesas: hombres de cincuenta años que ya no
quisieron sembrar ni un mínimo barbecho y que decidieron jubilarse muy
anticipadamente haciéndose los viejitos, jóvenes que quieren como regalo de
Navidad un coche porque una prenda mínima se la lanzan por la cara a sus padres
y jovencitas que quieren agasajar a sus amistades en las festividades de
diciembre -la Noche Buena y la noche del Año Nuevo- con el dinero que
otros han trabajado.
Emigrantes heroicos: ¡exijan a sus familiares calidad en el gasto! Y no
contribuyan a crear una generación de guatemaltecos holgazanes.
Desgraciadamente cada palabra aqui publicada por mi tio es cierta a cabalidad, las personas en Guatemala exigen lujos k no merecen! Cuando el verdadero trabajador aqui en los estados a veces se limita a lo basico , cuando la partida de guevones alla se van a sentarse al parque a desperdiciar el tiempo solo esperando con una mano extendida y la otra en los huevos!!
ResponderBorrarDesgraciadamente cada palabra aqui publicada por mi tio es cierta a cabalidad, las personas en Guatemala exigen lujos k no merecen! Cuando el verdadero trabajador aqui en los estados a veces se limita a lo basico , cuando la partida de guevones alla se van a sentarse al parque a desperdiciar el tiempo solo esperando con una mano extendida y la otra en los huevos!!
ResponderBorrarDesgraciadamente cada palabra aqui publicada por mi tio es cierta a cabalidad, las personas en Guatemala exigen lujos k no merecen! Cuando el verdadero trabajador aqui en los estados a veces se limita a lo basico , cuando la partida de guevones alla se van a sentarse al parque a desperdiciar el tiempo solo esperando con una mano extendida y la otra en los huevos!!
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