INTRODUCCIÓN
Como era de
esperarse, la ofensiva “diplomática” desencadenada por los Estados Unidos con
el propósito de restarle peso a la propuesta de la despenalización de la droga
del presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, ha rendidos sus frutos. Se sabe
que el boicot encabezado por uno de los presidentes centroamericanos, Maurico
Funes, presidente de El Salvador, con la complicidad del presidente de
Nicaragua, el sandinista Daniel Ortega, efectivamente, ha cumplido con el
cometido de la Casa Blanca, que es desactivar todo aquello que afecte sus
intereses, para volver a puntualizar aquella vieja expresión de Foster Dulles
cuando afirmó que"los Estados Unidos no tiene amigos, solo
intereses". Indigna sí, la farsa de eso que llaman unidad
centroamericana. Las actuaciones serviles y traicioneras -porque no se le
puede llamar de otra manera- de Mauricio Funes (FMLN) y Daniel Ortega
(FSLN), ambos dizque representantes de la izquierda revolucionaria
latinoamericana que ahora se han puesto del lado del mandamás del norte y a la
vez dejar maltrecha la propuesta del presidente guatemalteco y evanescer
la imagen de Pérez Molina. Por ahí algún diario norteamericano insinúa también
la posibilidad de que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, esté
intentando comerle el mandado a Pérez Molina al ser él quien presente la
propuesta de la despenalización en la próxima Cumbre de las Américas, opinión
probablemente con algún fundamento. Poco importa lo que haga el presidente
colombiano, el golpe está dado, pero lo que indigna y desmoraliza es la acción
desleal de dos supuestos hermanos centroamericanos de izquierda, principalmente
el caso de Ortega, consumado antiimperialista cuando le conviene. Con
izquierdistas así para qué derechistas, pues la moralidad en la política, es
uno de los principios enarbolados por las izquierdas del mundo entero. El
presidente Otto Pérez Molina, contumaz hombre que viene de vivir la guerra, no
cree que ese sea el camino correcto, pues como bien lo ha dicho el Christian
Science Monitor: "Es bueno escuchar a un líder ex militar
reconocer que la opción militar no es la solución. Marvin Najarro
Por Dagoberto Anaya,
periodista independiente salvadoreño.
No simpatizo con
militares porque, aunque se diga lo contrario, su formación militar siempre
pesará fuertemente en sus decisiones políticas. Si los militares son de izquierda o derecha, lo
autoritario, el verticalismo, su voz de mando; no se les quita. Hugo Chávez
está haciendo reformas muy importantes en todos los órdenes de la vida social
de Venezuela, ha recuperado para el pueblo la riqueza petrolera y ha asumido
una franca y desafiante posición antiimperialista, que más que socialista, le
hace un soldado auténticamente nacionalista. No obstante todos estos atributos,
muchas decisiones de él son autoritarias, impositivas, sin consenso y
arrogantes, quizá por ello la naturaleza le dio una lección. Proclamó a los
cuatro vientos ufano que ya no tenía cáncer y ahora resulta que el mal
pernicioso lo tiene bien instalado en la región pélvica nuevamente. Esa
recurrencia patológica lo ha llevado a ser ahora mesurado en sus declaraciones,
o quizá menos optimista sobre los resultados de su vida y más consciente que
las prácticas democráticas pasan por el consenso del entorno gobernante. Goza
de prestigio y aprecio del pueblo venezolano, pero otra cosa es aceptar sus
decisiones unipersonales. En Guatemala hay un militar vinculado con serias
violaciones a los derechos humanos -en
opinión de grupos defensores de los derechos humanos nacionales e internacionales-,
sin embargo he oído de él dos declaraciones que me han hecho pensar y me han
impulsado a escribir este artículo. Declaraciones que podrían estar en boca de
Fidel Castro o Hugo Chávez ante la obstaculización por parte de los Estados
Unidos de su iniciativa de despenalización de las drogas por la incontrolable
violencia en ese país Centroamericano, cuyos costos en vida corresponde a los
centroamericanos y los beneficios a los Estados Unidos, ya que el dinero negro
se queda indudablemente en el sistema financiero gringo y subsecuentemente éste
se inyecta en su industria. Ha dicho este militar, cuando la embajada
norteamericana en Guatemala le envió en menos de 24 horas su desacuerdo por su
iniciativa de despenalización, lo siguiente: “Es que nosotros no vamos a hacer lo que dice los Estados Unidos.
Haremos lo que tengamos que hacer”. Pienso que eso se llama dignidad y apelación
total, sin límites, a la soberanía nacional.
Hoy que se ha hecho público el boicot de los Estados Unidos contra esa
iniciativa y que se utilizó como instrumentos de la política imperialista a dos
partidos de izquierda, pregunto ¿en quién se puede creer? Por El Salvador
gobierna el Frente Farabundo para Liberación Nacional, FMLN, y en Nicaragua el
Frente Sandinista para la Liberación
Nacional , FSLN? El
antiimperialismo de Daniel Ortega es acomodaticio,
como el Lecho de Procustes (bandido de Ática que a sus prisioneros los
atormentaba en una parrilla: si las piernas del infeliz se salían, se las
cortaba y si las piernas eran demasiado cortas se las estiraba), porque cuando
se reúne con Chávez, por ejemplo, proclama a los cuatro vientos su posición
antinorteamericana, probablemente porque quiere quedar bien con el presidente
venezolano. Dice lo que Chávez quiere escuchar. Le afirma de este modo que
andan por la misma línea y atontado, como se le ha visto en los últimos años, es
muy probable que si el presidente de Venezuela en algún momento dejará de darle
la significativa ayuda en dólares y en petróleo para mantener a flote su irrelevante
gestión gubernativa, se cambiaría de bando. Muchas de las mejores personas de
los años de la lucha guerrillera sandinista tomaron sus distancia de este
personaje insaciable de poder, con la mujer incluida, ya acostumbrado a vivir
con toda la ostentación de los hombres acomodados, los cuales echó del poder en
1979. Por su lado el presidente salvadoreño Mauricio Funes defiende a ultranza
el TPS (sin lo cual El Salvador colapsaría y que se ha pagado con trabajo
servil y mercenario en Irak y Afganistán), con declaraciones habituales de
avances en la mejora del país, que nadie
ve por ningún lado, razón por la cual el FMLN no tuvo crecimiento electoral
pues quedaron empatados en las pasadas elecciones, si no es que el balance
favorece a ARENA; por lo cual prestarse al boicot estadounidense en contra de
una iniciativa que intentaba llevar al debate un tema crucial en Centro América
como lo es el narcotráfico, no hace sino pensar de qué tipo o de cuál
imperialismo habla Daniel Ortega y de cual dignidad nacional habla Funes. Con
el caso del papel del presidente de facto hondureño, Porfirio Lobo, ocioso
resulta opinar. De este contradictorio,
alevoso y feo sujeto era lo menos que se podía esperar. Serpea con convicción
ante el imperialismo y es -como su país
Honduras- una alfombra mullida pero
inmunda por la que cualquier gringo puede pasar. En fin, el mundo es loco y
muchas cosas se ven en él, especialmente cuando declara un gobernante de
derecha, de manera audaz y sorprendente, precisamente hoy que se reveló la
verdad del porqué la cumbre de presidentes centroamericanos fracasó: “Los presidentes de Centro América no deben
dejarse presionar por los Estados Unidos. Funes fue utilizado para hacer el
boicot. Los centroamericanos tenemos que tener dignidad, ser capaces de
discutir nuestros propios problemas y no agachar la cabeza ante los Estados
Unidos”. No podría decir a ciencia
cierta si los politiqueros son ahora los de izquierda o los de la derecha, pero
lo único que recupero de todos estos hechos
-con el perdón de los revolucionarios antiimperialistas- es la dignidad de un militar nacionalista guatemalteco
de nombre Otto Pérez Molina.
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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