INTRODUCCIÓN
¿Y quién no? La obsolescencia del marxismo, su decadencia y su fin como
doctrina de los pobres la tenían que propalar los capitalistas y sus comparsas
esparcidos por todos los rincones del mundo y que están, por cierto, no solo en
las clases acomodadas y poseedoras de la sociedad, sino en el seno mismo de la
clase trabajadora desinformada. Digamos, los desclasados por
ignorancia y los desclasados que son tal por ser, sencillamente, renegados.
Francis Fukuyama, un intelectual con un cerebro demasiado penetrado por la
enajenación académica y la anticiencia, llegó a afirmar con precipitación en su
texto exitoso pero sin razón, El
fin de la historia, que la dinámica capitalista y sus antivalores iba a enseñorearse por todo el mundo, y en
cierta medida, no le faltaba razón, pero le falta agregar que esa globalización
era el preludio, el entrante, la precuela de lo que se avecinaba: la crisis en
caída libre del capitalismo mundial a causa de una creencia torpe que el valor
de cambio (la especulación financiera) prevalecería sobre la interactuación
económica de los individuos en el valor de uso de la mercancía (lo que se
necesita para vivir). La capacidad de consumo crea acumulación de masa
monetaria y ésta masa si es sana retorna en inversiones de riesgo (fábricas) y
no en fáciles especulaciones financieras. El desmedido afán de codicia sin
esfuerzo productivo es la causa de la crisis mundial, porque resulta mucho más
fácil crear un banco que hacer funcionar una fábrica con apetecibles
mercancías. El marxismo, pues, es un instrumento teórico, una herramienta, una
doctrina para que los pobres, con su machete bien afilado, como dijera Lenin (…)
boten la maleza de la ignorancia, de las patrañas capitalistas. Las
capas medias jóvenes y empobrecidas de Europa ven obligado el retorno al
estudio de los clásicos y se dan cuenta, sin que nadie los manipule,
como dicen los reaccionarios guatemaltecos a los luchadores sociales; por un
sencillo elemento epistemológico, de aprendizaje básico: los golpea la realidad
económica y los asuela la pobreza, la incapacidad de consumo de bienes y
servicios. Pero lo sintomático-dramático de esta crisis son los resultados de
la encuesta en Alemania, la sociedad más próspera y estable de de la unión
europea: el 52% afirma que el capitalismo es inadecuado como forma de
organización social y el 43% manifiesta la necesidad de retorno al socialismo.
Lo dicen las nuevas generaciones de alemanes y lo dijo una vez Ignacio
Ellacuría, el sacerdote español asesinado por la Fuerza Armada de El Salvador
en 1989 y rector de la Universidad Centro Americana, unos meses antes de su muerte: “Nosotros
no tenemos la culpa que los jóvenes se entusiasmen más por Marx que las ideas
capitalistas”. Luciano Castro
Barillas.
¿POR QUE SE ALZA EL
MARXISMO DE NUEVO?
Por Stuart Jefries
The Guardian, 4 de
julio de 2012
El capitalismo está en crisis en todo el mundo, pero, ¿cuál diablos es la
alternativa? Pues, ¿qué pasa con las reflexiones de un cierto filósofo alemán
del siglo XIX? Sí, Karl Marx se va al mainstream,y Dios sabe dónde
va a terminar.
El conflicto de clases que antes parecía tan sencillo. Marx y Engels
escribieron en el segundo libro más vendido de todos los tiempos, El
Manifiesto Comunista: “La burguesía produce, ante todo, sus propios
sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente
inevitables” (El libro más vendido de todos los tiempos, por cierto, es La
Biblia, que sólo se siente como si fuera 50 Shades of Grey).
Hoy, 164 años después de que Marx y Engels escribieron acerca de
sepultureros, la verdad es que pasa casi exactamente lo contrario. El
proletariado, lejos de enterrar el capitalismo, lo mantiene con vida. Exceso de
trabajo, los trabajadores mal pagados, supuestamente liberados por la
revolución socialista más grande de la historia (la Revolución China) son
conducidos al borde del suicidio para mantener a los de Occidente jugando con
sus iPads.
La ironía apenas ha disminuido en los principales pensadores marxistas de
hoy. “La dominación del capitalismo a nivel mundial depende hoy de la
existencia de un partido comunista chino que da, a las deslocalizadas empresas
capitalistas, mano de obra barata para bajar los precios y privar a los
trabajadores de los derechos de autoorganización”, dice Jacques Rancière, el
pensador marxista francés y profesor de Filosofía en la Universidad de París
VIII.” Afortunadamente, es posible esperar un mundo menos absurdo y más justo
que el de hoy”.
Esa esperanza, tal vez, explica otra verdad improbable de nuestros tiempos
económicamente catastróficos, el renacimiento del interés por Marx y el pensamiento
marxista. Las ventas de El Capital, la obra maestra de Marx de
economía política, se han disparado desde 2008, al igual que las de El
Manifiesto Comunista y los Grundrisse (o, para darle
su título de inglés, Elementos de la Crítica de la Economía Política).
Sus ventas aumentaron cuando los trabajadores británicos rescataron a los
bancos para mantener el sistema en decadencia y los hocicos de los ricos firmes
en sus comedores, mientras el resto luchamos en la inseguridad del empleo,
entre deudas o algo peor. Incluso hay un director chino teatro llamado He
Nian, que aprovechó renacimiento de Das Kapital para crear una performance musical.
El teórico revolucionario de exuberante barba, Karl Marx fue elegido
recientemente de una lista de 10 aspirantes para aparecer en una nueva emisión
de la tarjeta MasterCard de los clientes de un banco alemán de Chemnitz. En la
Alemania Oriental comunista, entre 1953 y 1990, el distrito de Chemnitz se
llamaba “Karl Marx Stadt”. Es evidente que, más de dos décadas después de la
caída del Muro de Berlín, la antigua Alemania del Este no ha retocado su pasado
marxista. En el año 2008 -informa Reuters- una encuesta de Alemania del Este
reveló que 52% cree que la economía de libre mercado es “inadecuada” y el 43%
dijo que quería que volviera el socialismo. Carlos Marx puede estar muerto y
enterrado en el cementerio de Highgate, pero está vivo y coleando, entre el
hambre de crédito de los alemanes. ¿Marx habría apreciado la ironía de su
imagen implementada en una tarjeta para que los alemanes se endeuden más? Se
podría pensar.
Esta semana en Londres, varios miles de personas asistirán a “Marxismo
2012”, un festival de cinco días organizado por el Partido Socialista de
los Trabajadores. Es un evento anual, pero como menciona la organizadora José
Choonara “El renacimiento del interés por el marxismo, sobre todo para la gente
joven proporciona herramientas para analizar el capitalismo y las crisis
capitalistas, en particular como la que padecemos ahora”, dice Choonara.
Se ha producido un gran número de libros de importante relevancia para del
marxismo. El profesor de literatura inglesa Terry Eagleton publico el año
pasado un libro titulado “¿Por qué Marx tenía razón?” El filósofo
francés maoísta Alain Badiou publicó un pequeño libro rojo llamado “La
hipótesis del comunismo” con una estrella roja en la portada (muy Mao, muy
actual) en la que llama a los fieles a marcar el comienzo de la tercera era de
la idea comunista (las dos primeras han ido desde el establecimiento de la
República Francesa en 1792 con la masacre de los comuneros de París en 1871, y
desde 1917 hasta el colapso de la Revolución Cultural de Mao en 1976). ¿No es
todo esto alucinante?
¿No son acaso las ideas de Marx tan útiles para nosotros como el telar a
mano para repuntar la reputación de Apple para la innovación? ¿Es acaso
irrelevante el sueño de la revolución socialista y la sociedad comunista en
pleno 2012? Se me ocurre sugerir a Rancière que la burguesía ha dejado de
producir sus propios sepultureros, pero se niega a ser pesimista “La
burguesía ha aprendido a hacer que los explotados paguen sus crisis y a usarlas
para desarmar a sus adversarios, pero hay que revertir la idea de la
necesidad histórica y concluir que la situación actual no es eterna. Los sepultureros
aun están ahí… en forma de movimientos populares, de trabajadores en
condiciones precarias, como los trabajadores sobreexplotados de las fábricas en
el Lejano Oriente de hoy. En Grecia y otros lugares también hay señales de que
hay una nueva voluntad de no dejar que nuestros gobiernos y nuestros banqueros
impongan sus crisis a las personas”.
Ese es al menos el punto de vista de un profesor marxista de más de 70 años
¿Qué pasa con los jóvenes marxistas? Pregunto a Jaswinder Blackwell-Pal, una
joven inglesa de 22 años de edad, estudiante de arte dramático en el Goldsmiths
College de Londres, que acaba de terminar su curso de Licenciatura en Inglés y
Teatro, ¿por qué se considera que el pensamiento marxista sigue siendo
relevante? “El punto es que los jóvenes de hoy no existían cuando Thatcher
estaba en el poder, o cuando el marxismo se asoció con la Unión Soviética”,
dice. “Tendemos a ver el marxismo más como una forma de entender lo que estamos
pasando en estos momentos, piense en lo que está sucediendo en Egipto, cuando
Mubarak cayó fue tan inspirador que se rompieron muchos estereotipos… Se supone
que la democracia no es algo por lo que el mundo musulmán deba pelear. Se
reivindica la revolución como un proceso, no como un evento. Así que hubo una
revolución en Egipto, una contrarrevolución y una
contra-contrarrevolución. Lo que hemos aprendido de ella es la importancia de
organización”.
Esto, sin duda es la clave para entender el renacimiento del marxismo, en
Occidente: para los más jóvenes, que no esté contaminado por la asociación con
los “gulags estalinistas”. Para los más jóvenes también, el triunfalismo de
Francis Fukuyama en su libro de 1992 “El fin de la Historia”, en que el
capitalismo parecía incontrovertible y su derrocamiento imposible imaginar.
Blackwell-Pal hablará el jueves sobre el Che Guevara y la revolución cubana
en el festival de marxismo. “Va a ser la primera vez que hable de marxismo”,
dice con nerviosismo. Pero ¿cuál es el punto sobre el pensamiento de Guevara y
Castro en los tiempos que corren? ¿Sin duda, la revolución socialista violenta
es irrelevante para las luchas de los trabajadores hoy en día? “¡No, en
absoluto!”, responde. “Lo qué está pasando en Gran Bretaña es muy interesante.
Tenemos un gobierno muy débil envuelto en luchas internas. Creo que si
realmente nos organizamos lo podemos derrocar”. ¿Podría Gran Bretaña tener su
plaza Tahrir, el equivalente al movimiento 26 de Julio de Castro? Deje que la
joven sueñe. Después de los disturbios del año pasado y hoy con la mayor
parte de Gran Bretaña alienada de los ricos en el gabinete de su gobierno, sólo
un tonto se lo descarta.
Para una perspectiva diferente, me reúno con Owen Jones, un chico de 27
años perteneciente a la nueva izquierda y autor del best seller político
de 2011, “Chavs: la demonización de la clase obrera”. Mientras viaja en
un tren a Brighton para dar una conferencia. “No va a haber una revolución
sangrienta en Gran Bretaña, pero hay esperanza de una sociedad diferente para
los trabajadores”, señala.
De hecho, dice, en la década de 1860, el Marx más tardío imagino una
sociedad postcapitalista, ganada por medios distintos a la revolución violenta.
Echa un vistazo a la expansión del sufragio y otros medios pacíficos para
lograr la sociedad socialista. Hoy ni siquiera la llamada izquierda trotskista
piensa en la revolución armada. La izquierda radical diría que “la ruptura con
el capitalismo sólo puede lograrse por la democracia y la organización de los
trabajadores para establecer y mantener esa sociedad justa contra las fuerzas
que intentan destruirla”.
Jones recuerda que su padre, un militante de la década de
1970, era partidario de la idea “entrista” de asegurar la elección de un
gobierno laborista para luego organizar a los trabajadores para asegurar la
entrega del gobierno. “Creo que ese es el modelo“, dice. Dicho esto,
después de hablar, Jones me escribe, dejando claro que no es un defensor
militante trotskista. Más bien quiere un gobierno laborista en el poder que
llevaría a cabo un programa político radical. Tiene en mente las palabras del “Manifiesto
del Trabajo” de las elecciones de febrero de 1974, que expresa la
intención de “provocar un cambio fundamental e irreversible en el equilibrio de
poder y la riqueza en favor de los trabajadores y sus familias”. Deja a
un joven soñar.
Lo que llama la atención en el éxito literario de Jones es que se basa en
el renacimiento del interés por la política de clases, que es la piedra
fundamental de Marx y Engels, el análisis de la sociedad industrial.
“Si lo hubiera escrito cuatro años antes, habría sido despachado por
ocuparme de un concepto de 1960″, dice Jones. “Pero la clase está de
regreso en nuestra realidad, porque la crisis económica afecta a las personas
de maneras diferenciadas, y porque el mantra del comunitario “Todos estamos
juntos en esto” es ofensivo y ridículo. Es imposible discutir ahora,
como se argumentó en la década de 1990 que “todos son de clase media Las
reformas de este gobierno son reformas de clase, basadas en subidas del IVA que
afectan a los trabajadores de manera desproporcionada.
“Es una guerra abierta de clases”, dice. “La clase trabajadora va a estar
peor en 2016 de lo que estaba a `principios de siglo. Sin embargo a uno lo
acusan de ser un luchador de clase si se levanta el 30% de la población que sufre
de esta manera”.
Esto concuerda con lo que me dijo Rancière. El profesor sostuvo que “una
cosa sobre el pensamiento marxista que se ha mantenido sólida es la “lucha de
clases”. La desaparición de nuestras fábricas, es decir, la
“desindustrialización” de nuestros países y la externalización del trabajo
industrial a los países donde la mano de obra más barata y más dócil, ¿qué otra
cosa puede significar si no un acto de lucha de clases por parte de la
burguesía en el poder?”
Hay otra razón por la que el marxismo tiene algo que enseñarnos en nuestro
camino para entender la depresión económica con excepción de su análisis de la
lucha de clases, su análisis de la crisis económica. En su tomo de nuevo
formidable “Menos que Nada: Hegel y la sombra del materialismo dialéctico”
Slavoj Zizek trata de aplicar el pensamiento marxista a las crisis
económicas que estamos sufriendo en estos momentos. Zizek considera que el
antagonismo de clase fundamental está entre el “valor de uso” y “valor de
cambio”.
¿Cuál es la diferencia entre los dos? Cada producto tiene un valor de uso,
explica, se mide por su utilidad en la satisfacción de las necesidades y
deseos. El valor de cambio de una mercancía, por el contrario, tradicionalmente
se mide por la cantidad de trabajo que representa. Bajo el capitalismo actual,
argumenta Zizek, el valor de cambio opera manera autónoma. “Se transforma en un
espectro de auto-propulsión del capital, que utiliza las capacidades
productivas y las necesidades de las personas reales sólo como su encarnación
temporal desechable, Marx derivó la noción de crisis económica a partir
precisamente de esta brecha. Una crisis ocurre cuando la realidad alcanza la
ilusión de la autogeneración del espejismo del dinero que engendra más dinero;
esta locura especulativa no puede seguir indefinidamente, tiene que explotar en
crisis cada vez más graves. La raíz ultima de la crisis, para Marx es la brecha
entre el uso y el valor de cambio: la lógica del intercambio sigue su propio
camino, su propia danza hecha, con independencia de las necesidades reales de
la gente real”.
En estos tiempos difíciles, ¿quién mejor para leer que el teórico más
catastrofista de la historia humana, Karl Marx? Sin embargo, el renacimiento
del interés por el marxismo se ha encasillado como una apología del
totalitarismo estalinista. En un blog reciente sobre “el nuevo comunismo” de la
revista Asuntos Mundiales, Alan Johnson, profesor de la “teoría y
la práctica” en Edge Hill University, en Lancashire, escribió: “Una visión del
mundo que fue la fuente de un inmenso sufrimiento y miseria, y la responsable
de más muertes que el fascismo y el nazismo, está montando su regreso, una
nueva forma de totalitarismo de izquierda que no solo disfruta de la celebridad
intelectual, sino que además aspira al poder político”.
“El nuevo comunismo no importa debido a sus méritos intelectuales, sino
porque todavía puede influir en las capas de los jóvenes europeos en el
contexto de una democracia social agotado, la austeridad y una cultura de
autodesprecio intelectual”, escribió Johnson. “Tentador como es, no podemos
darnos el lujo de mover la cabeza en señal de rechazo y pasar de largo”.
Ese es el temor: que estos desagradables pedorros de la vieja izquierda,
como Zizek, Badiou, Rancière y Eagleton, corrompan las mentes de los jóvenes
inocentes. Pero, ¿la lectura de Marx y Engels, la crítica del capitalismo
significa necesariamente ser responsable de más muertes que los nazis?
Seguramente no hay una línea recta desde El Manifiesto Comunista de
los gulags, y ninguna razón para pensar que los jóvenes “zurdos” necesitan
adoptar acríticamente a Badiou en su momento más escalofriante. En su
introducción a una nueva edición de El Manifiesto Comunista, el
profesor Eric Hobsbawm indica que Marx tenía razón al afirmar que “las
contradicciones de un sistema de mercado basado en ningún otro vínculo entre el
hombre y el hombre que el frío interés y el cruel pago en efectivo, un sistema
de explotación y de la acumulación sin fin, nunca se puede superar: que en
algún momento en una serie de transformaciones y reestructuraciones, el
desarrollo de este sistema esencialmente desestabilizador dará lugar a un
estado de cosas que ya no puede describirse como capitalismo”.
Esa es la sociedad postcapitalista soñada por los marxistas. Pero,
¿cómo sería realmente? “Es muy poco probable que tal sociedad postcapitalista
se asemeje a los modelos tradicionales de socialismo y menos aún a los
“socialismos reales de la era soviética”, sostiene Hobsbawm, quien agregó que,
sin embargo, implica necesariamente un cambio de la apropiación privada de la
gestión social a escala mundial. “Qué formas puede tomar y hasta dónde
deberíamos incorporar los valores humanistas de Marx y el comunismo de Engels,
dependerá de la acción política a través del cual se produzca este cambio”.
Este es sin duda el marxismo en su forma más liberadora, lo que sugiere que
nuestro futuro depende de nosotros y nuestra disposición de lucha. O, como
afirman Marx y Engels al final de El Manifiesto Comunista:
“Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los
proletarios no tienen nada que perder salvo sus cadenas, en cambio tienen un
mundo que ganar…”
Marxismo 2012, University College y Friends Meeting House de Londres, 5-9
de julio. Más información: marxismfestival.org.uk
Fuente:http://www.guardian.co.uk/world/2012/jul/04/the-return-of-marxism?fb=native&CMP=FBCNETTXT9038
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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