INTRODUCCIÓN
En una nota anterior me referí al Congreso de
la República de Guatemala, como a la “casa de los horrores”, pues ese
recinto donde se reúnen o mejor dicho coluden en el arte de la transa y las
fullerías los mal llamados representantes del pueblo o sea los diputados,
tiene de todo, menos de legislatura sensata y comprometida con los intereses
del pobre pueblo que los eligió, precisamente, para servirles y no para
burlarse de él proponiendo idioteces, como esa, de que por “ley” se venda
cerveza en los estadios. La brillante propuesta del diputado José Gándara del
partido Compromiso Renovación y Orden (Creo que son lo mismo) es otra muestra
de la inconsecuencia y falta de seriedad política de estos señores que no
teniendo otra cosa que hacer en beneficio del pueblo Guatemala, recurren a ese
tipo de actuaciones que hacen que las mulas, nobles y muy inteligentes
animales, se sientan ofendidas por la comparación. Pero ojo, que entre tanto
horror que produce esa gente está la propuesta -nefasta por cierto- de
reforma constitucional y de la ley electoral, que de materializarse conducirá,
como ya lo han advertido varias voces, al cierre de los espacios políticos en
los que puedan operar todas aquellas organizaciones políticas y populares que
representan una alternativa de oposición al actual sistema político, que la
derecha intenta imponer por la vía de la manipulación y el contubernio;
al pueblo de Guatemala. Tiempos nuevos y viejas contradicciones que
irremediablemente harán que la historia se repita. Marvin Najarro.
IDIOTECES
PARLAMENTARIAS
EN EL CONGRESO DE
GUATEMALA
Integrantes de bancada Creo anuncian iniciativa para vender licor en estadios. |
Por Valentín Zamora Altamirano
Agosto 23, 2012
¿Y este loco de dónde salió?, se preguntaron,
entre perplejos y encolerizados, miles de ciudadanos guatemaltecos cuando los
medios de comunicación difundieron la insólita y descabellada propuesta de un
parlamentario del partido Compromiso, Renovación y Orden, CREO, cuyo
lanzamiento a la palestra política nacional vendía la idea de que se trataba de
un partido con filiaciones de intelectuales universitarios, capas medias
medianamente cultivadas, pero sobre todo de personas honestas no experimentadas
en política criolla (que equivale a ser experto en fullerías, añagazas y
frecuentes tartamudeos de promesas electorales incumplidas) y que por lo tanto
garantizaban a la hora de ganar las elecciones, de llegar a la administración
del Estado, no al poder; impulsar un gobierno sin salpicaduras o, digamos,
bodoques de corrupción, en un clima político nacional caracterizado por la
inexistencia de auténticos espacios de análisis y debate. La interlocución
política en países como Guatemala no existe. Todas las instancias de aparente discusión para la búsqueda de consensos
creadas por el sistema son sencillos corros para hablar ligerezas, reír,
bromear, subestimar de la lucha de los
movimientos populares y su convicción de crear un mundo mejor. El diálogo
político ha sido sustituido por la transa política, el arreglo amañado, la
añagaza para seguir día a día, semana tras semana, año con año y cada cuatro
años (al momento de las elecciones) con
sus banales ofrecimientos de un mundo político nacional sin ninguna
credibilidad, pues incluso las personas que son “activistas” o “afiliados” carecen
de convicciones. Se mueven en esos espacios egoístas y pestilentes a muladar
callejero, de los tantos que abunda por las calles de las ciudades de
Guatemala; por encontrar un trabajo. Si esto no ocurre, inmediatamente
abandonan esos recintos y esas relaciones y van a donde puede entreverse,
siquiera, la posibilidad de solucionar sus urgencias económicas. Ese es el
mundo de la política de Guatemala: un mundo signado por la necesidad, por la
miseria de tanto ciudadano que no ve, lamentablemente, otra solución a la
búsqueda de trabajo que acercarse a ese mundo de la oferta y la demanda, de la
compra-venta de voluntades. Por ello, cuando un parlamentario de la
nueva derecha guatemalteca propone como iniciativa de ley al pleno del
congreso que por ley se “permita vender cerveza en los estadios”,
uno se pregunta ¿que hay al interior de esas cabezas? ¿Por qué tanta
frivolidad? ¿Por qué tanta mediocridad? ¿Por qué tanta estupidez e
incompetencia? Vaya, diputados o parlamentarios no necesitan la apología o
propaganda de un partido nuevo, diferente y alternativo. Son la misma basura,
la derecha que se recicla de mil maneras pero que en esencia son lo mismo:
representantes legítimos -no de sus
votantes- de un sistema decadente, de una delicuescencia de ideales, de una
derecha que no puede ofrecer nada más para la vida y el futuro de este país y
que orilla, peligrosamente con las actuales propuestas de reformas
constitucionales y ley electoral, al cierre de espacios políticos, que
conducirá, inevitablemente como a finales de la década de los años 70 -óiganlo bien los irresponsables- al relanzamiento de una nueva lucha armada.
Cuando los espacios de debate político se cierran, surgen las expresiones de
fuerza como lógica política. Los guatemaltecos son un pueblo que ya está
curtido en muchas batallas de la lucha de clases, es un pueblo veterano y
experimentado en la lucha contra el poder oligárquico-militar, y ante este
cierre de espacios que está a la vuelta de la esquina, tendrá las respuestas
que el caso amerita.
Publicado por LaQnadlSol
CT.,USA.
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