INTRODUCCIÓN
La famosa bloguera cubana es sin duda toda una celebridad, ha aparecido en
las portadas de muchas publicaciones del “democrático” mundo occidental, hoy en día saboteando,
instigando guerras, bombardeando y matando civiles inocentes a control remoto en países que se resisten a sus designios
imperialistas. Se ha hecho acreedora a muchos premios y reconocimientos por su “valentía”
en denunciar la opresión a la que es sometido a diario el pueblo cubano por el
brutal régimen comunista que impera en la isla, que cercena toda libertad de expresión.
Yoanis ha sido considerada entre las “100 personas más influyentes en el mundo”
(Time Magazine), ha sido distinguida entre los “diez intelectuales más influyentes
de Latino América en el 2008” (Foreign Policy magazine), entre muchos otros
premios también ha sido galardonada con el premio al periodismo Ortega y Gasset
(2008) y fue declarada una de las “diez personas más influyentes en el mundo en
el 2008” por Gatopardo Magazine. Todo esto tendría merito si no existiera de
por medio un cuarto de millón de euros - razones para conspirar con intereses foráneos
(leer aquí ) en
desprestigiar y subvertir la revolución cubana. En cualquier país “democrático”
del mundo occidental sea España o los Estados Unidos, Yoanis ya estaría siendo
enjuiciada o en prisión sentenciada por cargos de sedición y traición a la patria.
Lo paradójico del caso es que, ella goza de toda la libertad de expresión en
uno de los lugares (según la propaganda desinformativa) con una de las dictaduras mas opresivas del mundo, Cuba.
¿Y SI YOANI SÁNCHEZ FUERA
ESPAÑOLA?
Por Percy Francisco Alvarado Godoy
Rebelión, agosto 17, 2012
Ella camina por las calles, con aparente desenfado, buscando el más mínimo
motivo para escribir un corto tweet, casi siempre cargado de venenosa
manipulación, de sugerencia insana, para vender al mundo mediático, el que la
sostiene artificialmente, la visión de caminar por cualquier arteria de una
ciudad destruida por la guerra y donde apenas se puede sobrevivir entre las
ruinas. Esa visión de cataclismo fabricado, de frustración y lamento, es parte
del producto que trata de vender. Por ello busca y rebusca. Observa a dos
policías en una esquina, vigilando el tráfico o cumpliendo cualquier rutina de
trabajo y ella, simplemente, twittea sobre una enorme movilización policial en
la ciudad.
Ella está ávida, enfermizamente ávida, de cumplir el precepto goebeliano de
que una mentira mil veces repetida puede convertirse en verdad, aunque la misma
esté sostenida por pilares débiles y quebradizos. Por ello, escrúpulo aparte,
transforma la alegría de las gentes en miradas vacías; hace de su agitado
caminar hacia el trabajo, al estudio y el compromiso, un deambular sin rumbo
por la desazón y el pesimismo. Ella sabe mentir, ella sabe fabricar un embuste,
ella sabe sacar partido de la supuesta desgracia ajena.
La fuente de sus twetts, es cierto, está en la calle, en el ajetreo
cotidiano y, sobre todo, en su argucia para montarse en nuestras propias
debilidades. De denunciar honestamente, merecería admiración y respeto. Empero
el leiv motiv de sus comentarios es la búsqueda del poderoso don dinero, el
cual fluye a sus manos como caudales en forma de premios, de envíos de sus
patrocinadores, de pagos por el detestable oficio de mentir y por deformar su
propia realidad. Ese dinero no se lo ofrece una institución de su país u órgano
de prensa nacional. Todo ese dinero procede del exterior, de aquellos que
cuestionan a su propia Patria y le atacan enfermizamente, cargados de odio
irracional e intolerancia. Ella lo sabe y se presta, deliberadamente, para
beneficiar a sus gerentes de la difamación.
Al principio se vendió al mundo con una imagen que a duras penas trata de
mantener: la cubana de a pie. Hoy dista mucho de serlo. Con más de un cuarto de
millón de euros en sus bolsillos, no resiste a la tentación de distinguirse de
los demás. Por ello, para no ser cuestionada, se oculta de sus compinches para
llevar una vida de comodidades, tratando de parecerse a los que critica. Ya no
puede vender la historia del refrigerador vacío, de las horas de espera por un
ómnibus, de la imposibilidad de acceder a hoteles y hermosas playas, de
saborear en restaurantes opíparos manjares. Por obra y gracia del
redimensionamiento mediático, su oportunismo y egolatría, la han convertido en
una aristócrata de la contrarrevolución, en quien solo se compromete a medias,
sin cruzar la línea que puede conducirla a un calabozo o a un juicio por sus
actividades rayanas en la traición. Obviamente, la SINA la cuida y la aconseja:
el trabajo sucio es para los demás, debe haberle dicho Charles Varkclay.
Otras de sus facetas es la de conspirar. Lo hace a diario. Visita embajadas
extranjeras donde recibe órdenes y abundante dinero; recibe emisarios del
exterior con indicaciones para subvertir el orden y luego convoca a otros de su
estirpe para promover actividades contra el orden constitucional. Devenida, aparentemente,
en cerebro pensante, su misión es orientar a quienes van a delinquir, sugerir
maneras de actuación, buscar el rebote mediático, vender un falso mundo
represivo y excluyente. Promete dinero y da dinero, incluso orienta a los otros
cómo conseguirlo. De esta forma, como no vive en Madrid, no se preocupa de que
un juez le aplique el Artículo 17 del Código Penal español, que “se da cuando
dos o más sujetos deciden realizar un tipo delictivo, y llevan a cabo su
ejecución de manera efectiva. La doctrina ha establecido que este delito exige
que los sujetos activos, los conspiradores, decidan todos ellos la efectiva
realización de la conducta con firmeza, aunque existen corrientes doctrinales
que no exigen la participación del sujeto activo como coautor del delito, sino
simplemente un influjo en la decisión de la resolución criminal en los demás.”
Tampoco le preocupa proponer a aquellos con los que se encuentra en su
departamento, en la calle o casa de otros, el inicio de campañas
desestabilizadoras. Ella promete sobredimensionarlos, darlos a conocer al
mundo, tener una fama como la de ella. Como no vive en Madrid, un juez no puede
aplicarle el Artículo 17.2 que “supone que el sujeto activo, el proponente, que
ha resuelto la comisión de un delito, invite a otro a ejecutar el mismo. Este
tipo penal no requiere que el proponente realice materialmente la ejecución de
la conducta, por lo que cabe calificar como proposición la inducción intentada,
que se produce cuando el inducido desiste voluntariamente de la realización del
delito, o cuando sencillamente la inducción no ha conseguido hacer surgir en el
inducido la resolución de realizar el tipo penal.”
Tampoco le preocupa la irreverencia y el irrespeto hacia el gobierno
apoyado por cerca del 97 % de la población. Simplemente cuestiona, no muchas
veces en forma culta, y sí escapándosele alguno que otro epíteto solariego, a
los principales líderes de su país. Siempre habrá una cámara y un micrófono
disponible para ella, siempre habrá un medio de prensa internacional dispuesto
a escucharla para sostener la guerra mediática mantenida contra los que ya no
son suyos, simplemente ajenos y diferentes, aunque conviva con ellos. Como no
vive en Madrid, juez alguno puede aplicarle el Artículo 18 del Código Penal
español, sobre la actividad provocadora “el cual indica, que se considerarán
como tal las conductas dirigidas a incitar a través de imprenta, radiodifusión,
o cualquier otro medio de eficacia semejante, la perpetración de un delito.
Así, este tipo penal exige, a diferencia de la proposición, que vaya dirigida a
una pluralidad de personas indeterminadas y que ésta se haga efectiva a través
de los medios expuestos, u otros análogos. Queda incluida dentro del mismo
precepto, la apología del delito, que se produce cuando, empleando los mismos
medios que exige la provocación, se difundan ideologías que homenajeen la
comisión de delitos o a sus autores”. La subversión, la desobediencia social y
la ofensa contra las instituciones gubernamentales, señora mía, son delitos contemplados
en cualquier Código Penal.
De mucho podría ser acusada, particularmente con el tipo de delito descrito
en el Capítulo IV de dicho Código Penal “De las circunstancias que agravan la
responsabilidad criminal” el cual en su Artículo 22, reconoce como
circunstancia agravante, en su 3.ª circunstancia agravante, “Ejecutar el hecho
mediante precio, recompensa o promesa.”
Todo el mundo sabe que ella no es una luchadora social sino, simplemente,
una asalariada más de la difamación. Pero ella se condena a sí misma, según el
Código citado, en su Título XI, Capítulo I: “De la calumnia”, en sus Artículo
205 y 206, donde podría recibir penas de seis meses a dos años o multa de doce
a 24 meses, de vivir en España, si se propagaran con publicidad y, en otro
caso, con multa de seis a 12 meses.
Prueba de ello es lo dicho por ella en la siguiente entrevista a página
digital del programa Estudio uno, del canal P1, de la Radio pública sueca
publicado el pasado 10 de agosto de 2012 a las 11:51, en el que participó junto
a Mileydi Fougstedt, editora de la revista Misceláneas de Cuba, y Arón Modig,
presidente de la Juventud democristiana sueca.
En un breve fragmento de la entrevista dice nuestro personaje: “En el caso
personal mío, sigo siendo una persona vigilada, observada, mi teléfono
intervenido, y cuando salgo a la calle siempre alguien me persigue. Por suerte
no me han arrestado en los últimos tiempos, creo que mis entradas en el blog y
en Twitter me protegen, por cuanto me conocen fuera de Cuba, pero eso no me da
inmunidad. Un buen día me recoge la policía y me meten en prisión, y Twitter no
podrá detener eso, aunque evite que pase precisamente ahora.
La locutora: ¿Tienes miedo?
Sí, yo tengo mucho miedo siempre, claro, porque sé que vivo bajo un
gobierno totalitario todo el tiempo, que no solamente tiene la legalidad, tengo
miedo de a la policía y las calumnias.
Su paranoia barata es toda una mentira. Ella nunca ha sido golpeada ni
maltratada, tampoco irrespetada, aunque es la artífice de la irreverencia hacia
nuestro gobierno. Uno de sus recientes twitters demostró su falta de escrúpulos
e irrespeto para quien es una de las personas más amadas y admiradas en Cuba,
en ocasión del reciente 86 cumpleaños del mismo:
“¿Se ha convertido Fidel Castro en una figura virtual?”, escribió en
Twitter. “No aparece, pero nos dicen que sigue vivo!!!”.
En otra reciente entrevista, esta vez realizada por Radio Martí, el pasado
13 de agosto de 2012, a las 21:07 horas, dentro del programa 1800 on line,
acompañada por los conductores Juan Juan Almeida y Lizandra Díaz, manifestó:
JJA: Si ahora mismo el presidente de la República, el general Raúl Castro
te llamara por teléfono y te pidiera consejos para solucionar los problemas de
Cuba, qué le dirías? YS: Salga del poder inmediatamente.
A pesar de las injurias, ataques, difamaciones, incitaciones y otros
delitos, se le ha respetado su integridad física, no por temor al peso
mediático que sostiene su insulsa figura, pues ella misma goza de escaso
prestigio dentro del pueblo y dentro de la propia contrarrevolución, la que
cuestiona su ambición y su egolatría sin parangón. Se le ha respetado, incluso,
el dinero malhabido que obtiene a base de mentir y conspirar, dinero que bien
sería utilizado para remodelar aquellos edificios en peligro de derrumbarse,
que tanto "le preocupan". Mas la Revolución no quiere ese sucio
dinero.
Ella manda a la gente a la calle a protestar, pero no corre riesgos. Ella
solo reclama beneficios como viajar al exterior o comprar mediante PayPal.
Parece importarle solo eso. Si fuera española y viviera, por ejemplo, en
Madrid, podría ser juzgada por violar los Artículos 208, 209 y 210 del Código
penal español, recibiendo penas de multa de seis a catorce meses y, en otro
caso, con la de tres a siete meses, por hacer injurias públicas contra nuestros
dirigentes.
Hay dos cosas extremadamente comprometedoras que realiza en estos últimos
tiempos a las que quiero referirme y pueden cambiar su buena estrella,
sostenida artificialmente por los grandes monopolios de la información.
En primer lugar, el trabajo que se encuentra realizando con jóvenes
artistas, reclutándolos para desarrollar proyectos culturales auspiciados por
el enemigo. Jóvenes ilusos, ansiosos de hallar un espacio para mostrar su
talento en medio de la enorme gama de talentos existente en este país. La
manipulación de los mismos, las falsas o maliciosas promesas, son delitos en
cualquier Código Penal.
Por último quiero referirme al hecho más delicado en el que incurre nuestro
personaje, que son los delitos que comprometen la paz y la independencia del
estado, sobre todo cuando se mantienen vínculos sostenidos con representantes
de varios países extranjeros inmersos en una guerra sucia contra su propia
Patria. Si fuera española, cualquier juez de ese país no vacilaría en aplicarle
el Artículo 592, el cual reza: “1. Serán castigados con la pena de prisión de
cuatro a ocho años los que, con el fin de perjudicar la autoridad del Estado o
comprometer la dignidad o los intereses vitales de España, mantuvieran
inteligencia o relación de cualquier género con Gobiernos extranjeros, con sus
agentes o con grupos, Organismos o Asociaciones internacionales o extranjeras.”
Sin embargo, Yoani Sánchez vive en Cuba y se cree impune. No es española,
ni nunca tendrá el valor de los jóvenes del M 15. En todo caso, se alía
ideológicamente al PP y las derechas más conservadoras.
Creo que son un craso error, por parte de ella, sus últimas actuaciones,
tal vez movidas por el mismo sentimiento de impunidad que sostiene a sus socios
terroristas de Miami, como el Consejo por la Libertad de Cuba, del cual recibió
un bochornoso premio.
Por un lado ha andado con suerte pues pocos cubanos conocen sus canalladas
y las ofensas cotidianas emitidas contra Fidel, Raúl y nuestra Revolución. De
darse a conocer esto, no harían falta ni policías, ni las tan “amenazantes”
Brigadas de Respuesta Rápida. Estoy seguro que cualquier viejecita le caería a
sombrillazos en alguna calle habanera o una pequeña niña cubana la vapulearía
por mentirosa.
Demasiado bueno se ha sido con Yoani, pero prefiero no meterme en cosas de
política de Estado. Por mi parte, en mi modesta opinión, creo que se debe ser
tan riguroso con ella, como se es con los provocadores de oficio cuyas campañas
ella alienta y sobredimensiona. Simplemente, creo que al cántaro no le cabe una
gota más. Nuestra soberanía no soporta ser nuevamente ofendida.
Realmente no soy un juez español, ni aquí aplica el Código Penal de ese
país. Tenemos, sin embargo, nuestro propio Código, el que ella vulnera a sus
anchas. ¡Apliquémoslo!
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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