INTRODUCCIÓN
Las elecciones presidenciales en Venezuela, quizás
las más importantes y cruciales en lo que va de este siglo en toda Latinoamérica,
están a escasas horas de celebrarse y con ellas, dependiendo de los resultados,
se definirá el destino no solo de la Revolución Bolivariana, sino también el de
todos los procesos políticos democráticos latinoamericanos que, actualmente y como alternativa a los
esquemas políticos y económicos impuestos desde las sedes del poder global, se
están desarrollando en varios países de la región. No es solamente la
supervivencia de la Revolución Bolivariana y sus logros, sino, y lo que es lo
más importante, la consolidación definitiva del Socialismo de Siglo XXI que
tiene que ser la meta inmediata e impostergable de la revolución venezolana. La
lucha es incesante y sin tregua y no hay que caer en triunfalismos prematuros
producto de interpretaciones erróneas del sentimiento popular y por ello
desestimar al rival, que aunque de alguna manera disminuido, sigue teniendo
todos los recursos a su alcance como para dar un giro de ciento ochenta grados
y propinarle un serio revés a los logros
y aspiraciones de las clases populares
venezolanas, latinoamericanas y del mundo que han visto en el proyecto
Bolivariano un ejemplo digno de imitar. Las líneas están muy bien definidas y
no hay lugar para posiciones intermedias, por un lado el presidente Chávez que
representa la continuidad y consolidación del proyecto revolucionario
Bolivariano, que tantos beneficios le ha traído al pueblo venezolano y por el
otro, Capriles, el caballo de batalla del imperialismo neoliberal que cuenta
con el decidido apoyo de la oligarquía internacional hoy más que nunca urgida de recuperar lo que
la revolución les ha arrebatado. Es importante notar que las elecciones en
Venezuela están siendo observadas con mucha atención, principalmente en los Estados
Unidos, pues dependiendo de los resultados y de quien sea el ganador, así mismo
será la reacción y la posterior planificación de acciones de parte del
imperialismo norteamericano. Marvin
Najarro.
EL SOCIALISMO DEL
SIGLO XXI
DA UN PASO MÁS EN SU
CONSOLIDACIÓN
Por Luciano Castro Barillas
Las encuestas tienen poco fiabilidad, con
frecuencia son manipuladas, aunque las personas que se dedican a este tipo de
negocios de preguntar a determinado grupo de personas sobre preferencias apelan
a la cientificidad, para justificar su trabajo. Las encuestas políticas en no
pocas ocasiones han resultado en absolutos fiascos y perplejidad cuando los
candidatos hechos nudo de ilusiones resultan perdiendo el cargo presidencial,
la alcaldía o una diputación y por supuesto su dinero, porque en ninguna parte
del mundo resulta barata la promoción de una imagen o la comunicación de una
idea, cuando las hay. Por ello, aunque la Revolución Bolivariana da la impresión
de ser irreversible por el amplio respaldo social, una fuerza armada más que
profesional compenetrada de un profundo sentido patriótico y una clase política dirigente con
convicciones de construir una Patria Socialista, que resuelva al menos para
empezar las profundas contradicciones antagónicas de la sociedad venezolana,
distensionadas gracias a los logros sociales, políticos e ideológicos de ese
ingente deseo por construir la utopía de la felicidad.
El triunfalismo es peligroso y el optimismo
debe manejarse con cautela. Nada está escrito de tal manera que no pueda ser
inalterable. Venezuela es una economía petrolera cuya bonanza depende del
precio de los hidrocarburos y por lo tanto vulnerable. Así como los ingresos
pueden dispararse favorablemente, también puede los precios desplomarse y
causar no daños, sino estragos a este tipo de economías cuyo crecimiento tiene
innegables dificultades. El imperialismo y sus aliados internos no dejan de
conspirar y no desaprovecharán ocasión para infiltrarse en la mínima fisura de
la estructura de poder. Tampoco es cierto que esta elección defina el proyecto
de la Revolución Socialista, no obstante un eventual triunfo de Chávez – por lo
mucho que falta por hacer- comienza a hacer más expedito el camino del progreso,
la democracia y el desarrollo.
No podemos caer en el error de la futurología
política pero si podemos afirmar que un eventual fracaso de Chávez significará
un total retroceso de los logros alcanzados y el retorno de su materia prima
principal -el petróleo- a manos de quienes desde hace más de un siglo
la han disfrutado a manos llenas. La oligarquía venezolana ha perdido la
iniciativa política pero no está sola: cuenta con el más formidable aliado como
lo es Estados Unidos y en segundo lugar su riqueza personal. Tampoco creo que
el protagonismo actual de la izquierda
no sea irreversible: los errores hacen perder prestigio y sin prestigio
se pierde el poder. Por ello esperamos las personas democráticas del mundo que
el posible triunfo de Chávez fortalezca los procesos de cambio en América
Latina y haga más fecunda aún las relaciones con todos los países del
mundo -como el caso de Irán- para
construir un mundo mejor. El domingo siete estarán los resultados en horas de
la noche y será hasta en ese momento que pueda opinarse sobre la base de los
hechos. Todo lo demás son especulaciones que no son una buena contribución a la
causa de la democracia y la realidad.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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