Parafraseando al gran
pensador revolucionario C. L. R. James, nosotros podríamos decir que las
revoluciones no ocurren en las urnas, ellas simplemente se registran allí, y
mientras la dialéctica es en la práctica más compleja, existe una verdad
fundamental en esta afirmación. Esta elección, como el mismo Chávez, es el
resultado de algo más profundo que se ha estado desarrollando por décadas y que
se ha acelerado considerablemente en años recientes. Es únicamente captando
esta verdad fundamental que nosotros podemos tener la esperanza de contribuir a
una mayor profundización de la Revolución Bolivariana en los próximos seis
años.
LA BOLETA Y LA BALA
Por George Ciccariello-Maher
Counterpunch, octubre 2012
Caracas.
El discreto encanto de la
burguesía
Cometimos el error de volar a Caracas en el momento en que Chávez estaba
cerrando su campaña en la capital, tres millones de partidarios
camisas rojas atestaban siete grandes calles de la ciudad (la oposición
orgullosamente cacareaba de haber llenado la Avenida Bolívar la semana
anterior). En medio del tráfico, los minutos alargándose en horas, el triunfalismo de nuestra camarada taxista
adquirió la forma de sarcasmo: “Usted ve todo este tráfico”, ella insistió,
señalando los cientos de buses y carros
llenos de partidarios de Chávez con las ventanas abiertas, sonando bocinas y
ondeando banderas, “esta es la prueba de que el Presidente será derrotado”.
Al otro lado de esta poderosa segregada metrópolis, la tensión era palpable
pero su origen no estaba claro. Exclusivos supermercados estaban igual de
atestados que las calles del centro de la ciudad, pero en lugar de los pobres
que se dirigían a casa después de la marcha triunfante que para muchos selló la
victoria, esta vez eran las bien acomodadas clases media y alta acaparando
margarina, harina de pan para hacer arepas y kilos de azúcar. Muchos, sus
compras completas, lanzaban unos cuantos bolos
a un trabajador para empujar el carrito de las compras en las disparejas
aceras: tal es su innegable encanto.
Esta histeria resuena y es avivada por la prensa de la oposición domesticamente
e internacionalmente y algunos de los temores son cómicos en el mejor de los
casos, como sucedió, con el autoproclamado exilio quienes la tuvieron muy
difícil para encontrar una tarjeta telefónica prepagada en uno de los
vecindarios más ricos de Venezuela: seguramente el mundo debe estar
aproximándose a su final. Mientras que nosotros esperamos tales cosas de la a
menudo descartada como los vestigios de la “rancia oligarquía”, podría decirse
que lo más sorprendente fue la cobertura en la víspera de la elección provista
por Roy Carroll del The Guardian, quien publicó un montón de disparates
para crear la impresión de que la campaña de Chávez estaba trastabillando en medio
de su patente inhabilidad para gobernar el país.
¿De qué tienen miedo, estos domésticos y forasteros sembradores de
incertidumbre y discordia? Una combinación de un temor irracional, racista y
clasista del Chavista - el otro - y un profundo temor de ellos mismos: el
conocimiento de que si algo pasa después de la elección, será con certeza a
causa de ellos. Para los Chavistas, conocimiento de la posibilidad de un “Plan
B” de la oposición es el único impedimento en sus expectativas de una victoria.
Preparandose para un Plan B
La noche antes de las elecciones, yo atendí a una reunión clandestina de
seguridad en un barrio del suroeste
de Caracas, sin duda una de las muchas espontaneas reuniones de revolucionarios
para discutir los posibles escenarios de seguridad que la elección podría
ocasionar. Los participantes discuten un plan para escapar anónimamente del
vecindario en caso de un golpe o de enfrentamientos locales, pero bullendo bajo
la superficie está la cuestión de qué hacer si Chávez pierde, sabiendo
perfectamente que muchos de los más militantes colectivos tienen la intención
de no aceptar la derrota. “Los Tupamaros no se van a sentar con los brazos
cruzados” sugiere alguien.
Esta cuestión de si reconocer o no una victoria de la oposición en las
urnas está completamente entrelazada con la certitud de que tal victoria no es
posible: como lo dijo en conferencia de prensa el ex vicepresidente y actual
alcalde del occidente de Caracas, Chávez perderá cuando las ranas echen pelos (when frogs grow hair). Pero también
existe la muy real y abierta cuestión de si semejante paso atrás puede ser
justificado de ajustarse a las formalidades de la democracia representativa que
siempre ha sido vista con sospecha por las bases revolucionarias que buscan
construir una forma de democracia más directa y participatoria.
Alguien más rechaza la mera sugerencia de abandonar el barrio: “Nosotros no podemos ser carne de cañón, pero ¿por qué vamos
a huir?”. El espectro del golpe de Pinochet en Chile flota pesadamente, una
referencia constante apunta a esperanzas destruidas y errores cometidos y la
mayoría de los colectivos revolucionarios parecen haber aprendido las lecciones
fundamentales de la tragedia chilena. Como alguien lo dijo, “Yo nunca he tenido
confianza en la policía, en los militares”, y el único baluarte digno de
confianza contra las fuerzas de la reacción es la autodefensa popular.
“Va haber un peo”
A las 3:15 en la mañana, el toque de Diana despertó a la ciudad de su tensa
duermevela. Aquí el imperativo de votar temprano es tomado con la mayor
seriedad, y antes de las 4 am muchos en los baluartes de Chávez han tomado ya
sus posiciones afuera de los centros de votación.
Lo primero que hago en la mañana con algunos camaradas es dirigirme al
históricamente combativo vecindario 23 de Enero para tomar el pulso del grupo
más radical del movimiento Chavista, esos colectivos revolucionarios armados y
milicias populares cuya razón de existir es una abierta afrenta al monopolio de
la fuerza del Estado. Cuando nosotros nos aproximamos a los estudios de Radio
23 Combativa y Libertaria, los vigías nos divisan y una motocicleta nos sigue
muy despacio para asegurarse de que no venimos con malas intenciones. Glen, un
líder revolucionario local con problemas de visión hace poco para calmar su
radicalismo revolucionario, nos habla con franqueza sobre cómo ve el escenario:
“creemos que va a haber un peo”, la
oposición rehusará aceptar los resultados de la elección y causará
alguna clase de disturbios.
Las a menudo tensas relaciones entre las docenas de colectivos armados
operando en el 23 han sido puestas a un lado para dar lugar a las preparaciones militares y políticas en
caso de tal eventualidad: “candela que se
prenda candela que apagamos” (whatever fires they light, we will put out),
aquí no se está hablando del todo metafóricamente. La oposición ha hecho uso de
su riqueza para acumular armamento, él me dice, pero esto no les preocupa mucho
a ellos, pues las pistolas vienen con balas
no bolas (they come with bullets but
not the prerequisite “balls”) para presionar el gatillo.
Glen es sin ambigüedades más Chavista que cuando hable con él hace cuatro
años en medio de exacerbadas tensiones entre los colectivos y la policía.
Ninguna cantidad de intermitentes tensiones con el gobierno puede justificar un
retorno al pasado: “antes nosotros éramos perseguidos, estuvimos en prisión,
nos asesinaban… Gracias a Chávez
nosotros ya no somos clandestinos”. Son precisamente aquellos que han sentido
el plomo caliente de los pasados gobiernos quienes están menos dispuestos a
aceptar un retroceso y Glen no es la excepción: Ellos no crean que exista un
chance de que Chávez pierda la elección, pero si esto fuera a pasar, ellos en
lo absoluto no tienen la intención de aceptar los resultados, a pesar del hecho
de creer que Chávez lo hará.
Pero el también ve las elecciones como el “último chance” de Chávez: las masas
populares apoyan a Chávez, pero tienen una “ira contenida” hacia los abusos
perpetrados por aquellos que a menudo visten las camisas rojas del Chavismo.
Las fuerzas de la revolución únicamente serán socavadas si candidatos corruptos
e inconsecuentes son impuestos desde arriba en las elecciones regionales que se
avecinan. “Cada día la guerra, el combate se intensifica y la derecha, los majunches no dan tregua, ellos no
descansan en su esfuerzo para retomar los espacios de poder” ahora controlados
por los revolucionarios.
El día que esta revolución se vuelva reformista, todo estará perdido:
“Chávez es nuestro vocero. No es que él sea indispensable, pero en este momento
él es indispensable.” A pesar de su abierto y total apoyo por su líder sin el
cual una guerra civil será casi que inevitable, Glen sin embargo no se anda con
rodeos: “O Chávez asume la tarea [de profundizar el proceso] o que se vaya a la
mierda.”
Entre constituyente y
constituido
En un poderoso ejemplo de las peculiaridades de la Venezuela
revolucionaria, en donde nosotros hablamos con Glen está ubicado a tan solo
unos minutos de caminata desde la destartalada vía del barrio hasta donde Chávez se está preparando para votar. La prensa
y sus partidarios se reúnen bajo el caliente sol y esperan más de dos horas por
el Comandante para que muestre su
cara, estallando en vivas por cada ministro y líderes políticos locales que
arriban a la escena. Cuando Chávez el mismo llega, la bulla es ensordecedora: Uh, Ah, Chávez no se va (Chavez isn’t
going anywhere) Pa’lante, Pa’lante,
Pa’lante Comandante (onward, onward, onward Comandante).
Ninguna de estas cosas es sorpresa, pero menos notable es el hecho de que estos oficiales
electos, estos representantes del pueblo quienes ocupan posiciones dentro de
las estructuras del poder constituido, están saludando a las encantadoras
multitudes de pie bajo murales y pancartas de otro colectivo revolucionario
más, Alexis Vive, el cual a la vez que apoya al gobierno similarmente mantiene
una fiera actitud de independencia del poder centralizado del estado.
Esta peculiar relación entre el poder del constituyente y el constituido
por la autoridad del estado el cual caracteriza nuestro itinerario a lo largo
del día, es un profundo y frecuentemente incomprendido elemento del proceso
político que está teniendo lugar en Venezuela. Mucha de esta incomprensión, sin
embargo, viene del hecho de que el poder constituido es muchas veces vacilante
en cuanto a reconocer públicamente a sus propios constituyentes
revolucionarios. Chávez frecuentemente condena como “ultra - izquierdistas” las
provocativas acciones de los colectivos y lo hace con mayor énfasis en el caso
del colectivo La Piedrita, liderado por Valentín Santana, quien en el papel al
menos está siendo buscado por la policía para ser arrestado. Pero como me dice
un militante, fue a solicitud del mismo gobierno de Chávez que Santana ha
permanecido apenas visible en las vísperas de la elección, ya que tales
provocaciones podrían únicamente dañar loe esfuerzos de reelección del
presidente. Tal incomodidad a la
cercanía de los movimientos por aquellos con la tarea de gobernar es entendible,
pero también es el motor más poderoso que este proceso revolucionario tiene.
Por la tarde, con la barriga llena de ese delicioso guisado de sancocho que no se encuentra en las
secciones más ricas de la ciudad, me dirijo al barrio sureño de El Valle, donde la organización revolucionaria
Bravo Sur ha establecido una sala
situacional. Estas salas son,
como las reuniones de seguridad la noche previa, cuarteles provisionales
establecidos para monitorear el actual desarrollo de los eventos y tomar las
decisiones necesarias por cualquier eventualidad. Un muchacho de 10 años de
edad se para, mostrando su dedo pulgar derecho, pintado para que luciera como
si él, también, había votado, pronunciando un improvisado discurso sobre su
esperanza de que Chávez ganará y, de que si él
no gana, estamos perdidos (we are all
lost).
Conforme la tarde
se transforma en noche, sin embargo, el optimismo en el salón cede para dar lugar a una clara
preocupación, avivada por el flujo de mensajes de texto desde todos los puntos
del país y rumores de que Chávez ha perdido en su estado natal de Barinas
debido a los malos manejos de su familia (esto resultó ser falso), que su
ventaja según los primeros reportes se había reducido a un simple 7 por ciento
y que algunas provocaciones armadas de la oposición estaban teniendo lugar en
Petare, el más extenso y peligroso de los barrios
de caracas. A las 6:45 textos desde el palacio de Miraflores hablan de un
margen del 12 por ciento, otros del 15 por ciento, pero al cierre de las
votaciones, nadie está tranquilo.
Soldados y Revolucionarios
Es el momento de
desplazarse rápidamente por toda la ciudad una vez más, de regreso a la
capital, esta vez sentado precariamente en la parte trasera de una motocicleta.
Un camarada me pregunta, ¿“quieres ir seguro o rápido”? “Ambas cosas” no
parecen ser opciones disponibles y por lo tanto me he decido por lo último.
Mientras nos movilizamos velozmente por toda la ciudad, deteniendo apenas en
las luces rojas de los semáforos, extraños desde las esquinas de las calles
gritan “¡Ganó!”: ¡“El Ganó”! De
regreso al corazón de la revolución, 23 de Enero, la celebración ha empezado. A
pesar de la ley seca (dry law) ron y
cerveza fluyen libremente y muchos no han dormido por 36 horas. En medio del
sonoro reggaetón y el ruido de los motores de las motocicletas, una mujer
vestida de rojo exalta a su “maravilloso presidente, quien siempre ha tenido
sus pies en la tierra como nosotros”.
Mientras estoy de
pie hablando con ella en la recientemente renovada Plaza Che Guevara que da a
la coordinadora Simón Bolívar, El Consejo Nacional Electoral anuncias que
Chávez ha sido reelecto por un margen de diez puntos porcentuales. El barrio explota y los juegos pirotécnicos
aparecen en el cielo sobre 23 de Enero. Mientras que un 10 por ciento sería una
victoria arrolladora en cualquier otra parte, la celebración es más un alivio
que cualquier otra cosa: para un candidato que gano por más del 20 por ciento
en el 2006, esta elección fue muy apretada como para causar confort.
En la
Coordinadora, las particularidades de esta revolución sin precedentes están
completamente a la vista. Dos miembros de la infantería llegan en una
motocicleta con AK-47s, desmontan, y para la alegría de la multitud gritan ¡“Viva
Chávez”! Claramente ellos han estado aquí antes y caminan con confianza hacia
la Coordinadora, que está ubicada dentro en una antigua estación de policía y
centro de tortura. En una poderosa y emocionante expresión de la fusión sin presidentes
de soldados y revolucionarios que ha emergido en años recientes, uno de ellos
calurosamente abraza a Juan Contreras, un militante por largo tiempo y fundador
de la Coordinadora quien por muchos años fue la figura emblemática de la lucha
contra el orden existente. Observando a estos soldados uniformados y armados
abrazar a alguien que fue considerado un terrorista gran parte de su vida, me doy cuenta que tan
lejos estamos de lo que sucedió en Chile.
En este momento,
cientos de balas de pistolas y fusiles automáticos vuelan desde todos los
techos, y hasta los soldados de infantería se encogen cuando una tanda de cohetillos
falla a tan solo 20 pies de distancia. Alguien se entera que el candidato de la
oposición Henrique Capriles Radonski se está preparando para hablar y nosotros
nos amontonamos dentro del salón de la Coordinadora, revolucionarios
desarrapados, simpatizantes foráneos y colaboradores y soldados con armas
automáticas colgando de sus hombros, para escuchar con un sorprendente respeto
a Capriles aceptar la derrota.
Parafraseando al
gran pensador revolucionario C. L. R. James, nosotros podríamos decir que las
revoluciones no ocurren en las urnas, ellas simplemente se registran allí, y
mientras la dialéctica es en la práctica más compleja, existe una verdad
fundamental en esta afirmación. Esta elección, como el mismo Chávez, es el
resultado de algo más profundo que se ha estado desarrollando por décadas y que
se ha acelerado considerablemente en años recientes. Es únicamente captando
esta verdad fundamental que nosotros podemos tener la esperanza de contribuir a
una mayor profundización de la Revolución Bolivariana en los próximos seis
años.
Traduccion por: Delmar Manuel
George
Ciccarielo-Maher ensena teoría política en la Universidad de Drexel en Filadelfia y es el autor de We Created Chávez: A
People’s History of the Venezuelan Revolution, próximamente de Duke University Press.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
Gracias por la traduccion, pana. George
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar