El título del texto no
es ninguna apelación a lo melodramático o a lo cursi, que esté agobiado de
sentimentalismo como podría ser la percepción inicial. No. Todo lo contrario.
Es una fiel constatación de todo lo que le duele a un ser humano que
emigra -más bien huye- por el horror de una guerra y que le hiere
perder a su país, a su familia, a sus hijas, a sus hermanos, a su cultura. Me
imagino han de doler tanto esas pérdidas totales, sin paliativos, sin
disimulos. Por ese el título de la novela: “Cómo me duele la vida sin ti”
“CÓMO ME DUELE LA VIDA
SIN TI”,
BIOGRAFÍA NOVELADA QUE
RECOGE LA VIDA
Y LA OBRA DE ADRIANA
PORTILLO-BARTOW
Por Luciano Castro Barillas
Realmente es un reto, un desafío para todo
escritor, en primer lugar guardar la compostura técnica en un relato de esta
naturaleza, donde por un lado hay hechos reales, verdaderos y, por el otro;
está el aderezo imaginativo, lo estrictamente literario. En este caso, la
dureza de los hechos y la grandiosidad humana rebasa toda pretensión literaria
de trascender, de rebasar como tal, porque a todas luces es y será siempre más
importante el hombre y la vida a la más grandilocuente o ampulosa palabra. La
escogencia de ese tipo de estructura narrativa obedece a la necesidad de
desmarcarse del relato testimonial o el texto documental que puede hacerse
fácilmente ordenando, de la mejor manera, los expedientes de las instituciones
de justicia o de las organizaciones de derechos humanos. Este relato va por la
vía de la amenidad y la fluidez en su lectura, con la inocultable pretensión
que sea leído de un tirón por el ímpetu de su registro emocional. Y es posible
que sea así por las fuerzas que la animan: una sincera admiración por una mujer
de personalidad resuelta que conocí desde adolescente y la otra, el dolor
inconmensurable de tanto guatemalteco víctima de la represión por los poderes
reaccionarios de ese país, absolutamente inalterados, después de transcurridos
15 años de la suscripción de los Acuerdos de Paz. Este libro, esta novela sobre Adriana
Portillo-Bartow (en todo caso es la historia de la familia Portillo Hernández)
hace tiempo debió ser escrita. O posiblemente las cosas siempre llegan en su
justo momento. A Adriana, cuyo nombre
siempre ejerció en mí una especial fascinación desde mi juventud, dejé verla,
de no saber nada de ella durante treinta y un años, aunque enterado estaba de
la terrible tragedia vivida en 1981 en la zona 11 de la ciudad de Guatemala,
cuando la casa de su padre fue asaltada por fuerzas combinadas de seguridad de
la dictadura militar de esos años: ejército, policía y escuadrones de la
muerte; y la posterior desaparición de siete miembros de su familia, incluidas
sus dos pequeñas hijas de nueve y diez de edad. Su lucha por la vida, por la
superación, por sobrevivir, en el más estricto sentido de la palabra; fue
ilustrativa y aleccionadora, sobre todo para aquellas remisas personas que las
derriba la mínima brisa. Adriana se enfrentó a vendavales de todo tipo y se
mantuvo erguida, con fortaleza indescriptible. Se sobrepuso a sus flaquezas, tan
propias de todo ser humano. Encontró en los Estados Unidos los brazos fraternos
y solidarios del pueblo norteamericano y desde allí, luego de tantas penas, de
tantas vicisitudes, quiso seguir luchando por la paz y por la justicia,
trascendiendo el dolor. No conforme con escribir “sus memorias” y refugiarse en
posiciones románticas pequeño-burguesas. Como toda proletaria revolucionaria,
empujó su lucha en escenarios distintos, sin declinar un momento en sus
convicciones. Y eso la hace valer en demasía, pues nunca dejó de lado el
compromiso por los que sufren y por los que no alcanzan, por muchos motivos, la
justicia. No se dio por vencida y el resultado de todo esto es el justo lugar y
reconocimiento que goza entre los círculos de promotores y defensores de los
derechos humanos que reconocen su valía y su importancia de mujer y luchadora
social.
Ya su libro está en preparación en
Guatemala, para ser publicado en el
2013. El título del texto no es ninguna apelación a lo melodramático o a lo
cursi, que esté agobiado de sentimentalismo como podría ser la percepción
inicial. No. Todo lo contrario. Es una fiel constatación de todo lo que le
duele a un ser humano que emigra -más
bien huye- por el horror de una guerra y
que le hiere perder a su país, a su familia, a sus hijas, a sus hermanos, a su
cultura. Me imagino han de doler tanto esas pérdidas totales, sin paliativos,
sin disimulos. Por ese el título de la novela: “Cómo me duele la vida sin ti”.
Esperamos que los lectores puedan dispensarnos un trato exquisito cuando la
lean, a despecho de sus imperfecciones. Y aunque pretendo que esto sea un
secreto entre usted y yo, en este mundo de excesos en términos sociales: redes,
economía, guerras, etc.; déjeme confiarle que Adriana es, por cierto, mi
heroína privada.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
Me alegra saber que se va a publicar esta dolorosa historia que tambien ilustra las experiencias de muchas familias guatemaltecas. Adriana ha movido cielo y tierra para encontrar a su familia, y en el procedo nos ha concientizado e inspirado. Su lucha ha sido de dolor pero tambien de logros y de esperanza. Seguimos caminando con Adriana hasta la tierra prometida en donde esperamos ver justicia y una Guatemala mejor.
ResponderBorrar