(…) Pero sólo en el
contexto del golpe podemos comprender las verdaderas causas de la actual
crisis. Antes del golpe ya se había instalado en el país una nociva cultura de
la droga, con expansión de gangas y funcionarios corruptos; pero fue la
criminalidad rampante del nuevo régimen
lo que abrió la puerta a un florecimiento sin precedentes del negocio.
El tráfico de drogas, según fuentes fidedignas, está hoy enquistado en todo el
aparato del Estado, desde el policía de la esquina a los más altos niveles del
gobierno. No sólo los críticos del régimen sino funcionarios como el ministro
de defensa Marlon Pascua hablan de “narco-jueces” que bloquean
investigaciones a los
“narco-legisladores” que manejan los carteles. Alfredo Landaverde, un ex
congresista y comisionado de policía que había investigado el tema declaró el
año pasado que uno de cada diez miembros del congreso es un narcotraficante y
que tenía evidencias que involucraban a prominentes figuras políticas.
Landeverde fue asesinado el 7 de diciembre de 2011.
Mucho más que las
bandas callejeras criminales y los traficantes individuales, ha sido el
mismísimo Estado hondureño el que ha transformado al país, en palabras de
Associated Press, en “uno de los lugares más peligrosos del mundo”.
Washington dice que está
ayudando a sanear la policía hondureña mediante la provisión de fondos
adicionales para “entrenamiento”. Pero como el ex presidente Zelaya me dijo en
una charla mantenida el 1de mayo, la policía es el problema, no la solución.
“Darle plata a ellos es lo mismo que dársela a los narcos”, dice Zelaya. Dana Frank, The Nation
EL PORTAVIONES DE LOS
ESTADOS UNIDOS
(HONDURAS) TIENE
CORRIMIENTO DE CARGA
EN AGUAS CENTROAMERICANAS
Por Luciano Castro Barillas
Nuevamente Honduras, el Congreso Nacional, los
empresarios, el ejército y su presidente espurio, Porfirio Lobo, están
enfrascados en una pelea de perros y gatos por las decisiones de los poderes
formales -pero también muy reales- en lo
que hace a la arrolladora penetración del narcotráfico en toda la
institucionalidad de ese país que no logra salir de su crisis política luego
del golpe de Estado promovido por la oligarquía, el ejército y los inefables
politiqueros (al mínimo de prestigio como los guatemaltecos) que dieron al
traste con un esfuerzo de construcción democrática de la sociedad
hondureña que ha querido desenmarcarse
del destino manifiesto impuesto por los Estados Unidos desde hace décadas.
Zelaya llegó hasta donde los poderes fácticos de ese país y el imperialismo lo
permitieron, pero ahora estas fracciones de clase oligárquica dominadas por la
codicia, la displicencia y el desdén contra el pueblo hondureño; están en
pleito por algo aparentemente anodino: una resolución judicial en contra la
depuración policial fallada por la Corte Suprema de Justicia, específicamente
por cuatro de los cinco magistrados que constituyen la más alta instancia de
administración de justicia en Honduras. Un diputado opositor del partido del
presidente Manuel Zelaya interpuso una moción para que se creara una comisión
investigadora de las dudosas actuaciones de los cuatro magistrados, la cual
podría verse como una intervención en la “sagrada” independencia de los poderes
del Estado. Esta sacralidad aparente no
fue reclamada por los fiscales y abogados corruptos de la superestructura
jurídica burguesa cuando se defenestró al presidente Zelaya, por tanto, no es
creíble ese “respeto” hoy reclamado, sencillamente porque es acomodaticio, todo
un Lecho de Procustes, es decir, calzones puestos a la medida de las clases
dominantes hondureñas.
El presidente Porfirio, ese extraño engendro
ideológico y político formado en la universidad proletaria Patricio Lumumba en
la extinta Unión Soviética, ya no deja nada para la sorpresa, pues es lo
inmanente a su esencia y sustancia: la feo oportunista corrupto, que como era
lógico dio su respaldo a la bancada oficial, promotora de la destitución los
cuatro magistrados, igual de corruptos; quienes amparados en formalidades
jurídicas y bien billeteados por la exponencial bandas de narcotraficantes
hondureños y guatemaltecos que operan en el portaviones, emitieron un fallo
controvertido que declaró inconstitucional un proceso de depuración policial,
que sanearía en alguna medida a una policía igual de corrupta, como casi todo
lo que se mueve en ese país centroamericano; seguridad ciudadana que es
demandado por los hondureños dados los altos niveles de criminalidad organizada
que hay en ese país, que da para exportar granujas a todos los países
centroamericanos y México. En ese pleito de fracciones de clase y coincidentes
intereses, todos los altos representantes de las diferentes instituciones del
Estado se están dando mutuamente la medicina que le dieron a Zelaya:
conspiraciones, traiciones y codicia. Esa guerra entre corruptos se resolverá
en pocos días, cuando reciban una llamada del capitán del portaviones y unos
jalones de orejas, porque esas aguas no deben volverse procelosas en tiempos de
crisis del imperio. Y ya se sabe con quién van a quedar mal si el fallo
judicial se revierte, sobre todo si ya pagaron en abundancia para mantener esa
clase de policías en quien los ciudadanos hondureños no confían ni aunque sean
sus hermanos o sus primos.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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