(…) electo para el cargo
entre mucha controversia politiquera, emitió una circular de fecha 14 de
noviembre de 2012, donde da directrices para la apertura de expedientes e
inicio de investigaciones, lo cual en la práctica se traduce en descargo de
investigaciones y tutela pues todo se remite a los órganos jurisdiccionales
(juzgados, ministerio público, etc.). (…) la actual disposición no hace más que
debilitar aún más la institución, pues aunque no sea así, en el imaginario
popular seguirá el crecimiento exponencial de que esa institución “solo sirve
para proteger a los delincuentes”, dado el actual trabajo de odontología
promovido por el nuevo procurador, lo cual menoscaba sensiblemente sus atribuciones
tal sería “investigar toda clase de denuncias que le sean planteadas por
cualquier persona, sobre violaciones a los Derechos Humanos”…
JORGE DE LEÓN DUQUE,
PROCURADOR DE LOS DERECHOS
HUMANOS
Y ODONTÓLOGO
Luciano Castro Barillas
El ejercicio del cargo de Procurador de
Derechos Humanos puede ser un trabajo inspirador y apasionado, tal tendrían que
ser todas las acciones en defensa de los derechos humanos individuales o colectivos
vulnerados o menoscabados. Es un cargo de alto contenido político y moral, en
el entendido que la política en su esencia y sustancia no es más que la
preocupación y compromiso práctico por los problemas de la sociedad, pues quien
no piensa en los problemas de su país, sencillamente está pensando mal o poco.
Los que no son políticos -el 98% de personas- pero que viven de la política,
medran en los partidos políticos y se reeligen una y otra vez como los
diputados y los alcaldes, quienes indudablemente resuelven sus problemas
económicos personales, no los de la colectividad que dicen representar. Pero un
trabajo como lo es la procuración, promoción y educación de los derechos
humanos puede banalizarse, volverse light; pues ese descafeinado va bien en cuanto
ahorrarse problemas y de paso mantener prestigio y poco desgaste con fines de
perpetuarse en los cargos impulsando una obra “gris”, expresar de ese modo el
agradecimiento a quienes le hicieron el favor de llevarlo al cargo y de paso
dejar como letra muerta “los ideales de que todo poder en el Estado,
procede del derecho y se ejerce conforme a éste; manteniéndose el principio
supremo de respeto a los Derechos Humanos”. Pero el ejercicio del
derecho no necesariamente es el cumplimiento del más alto ideal de la justicia
que es la equidad. De allí que, lamentablemente, al cargo del Procurador de
Derechos Humanos nunca han llegado personas ecuánimes sino oportunistas que
recurriendo al expediente de la politiquería y la formación académica, carecen
de una trayectoria cívica de lucha a favor de las nobles causas de la justicia.
Las personas así son los que “institucionalizan” estos cargos y
los tornan mediocres, no ordenados o mejor administrados. Los Defensores del
Pueblo ciertamente pertenecen a la superestructura del Estado (lo ideológico,
jurídico y político) pero también no pertenecen, en el sentido que el rigorismo formalista, la formalidad
extrema del derecho y su ejercicio, niega la espontaneidad del sentido de la justicia.
¿Qué tendrá problemas un Procurador de Derechos Humanos impetuoso, pero no
menos sensato? Claro que los tendrá y así lo requiere la realidad de este país,
con los más altos índices de violación de derechos humanos en todos los órdenes
de la vida social. Pero un Procurador que no está consciente o que ha hecho la
concesión deliberada al poder político que lo designó ignorará, pasará por alto
su alta investidura “para el cumplimiento de las atribuciones que la Constitución Política
de la República de Guatemala y la ley establecen, no está supeditado a
organismo, institución o funcionario alguno, y actuará con absoluta
independencia. Ahora bien, el actual Procurador de Derechos
Humanos, Jorge de León Duque, electo para el cargo entre mucha controversia
politiquera, emitió una circular de fecha 14 de noviembre de 2012, donde da
directrices para la apertura de expedientes e inicio de investigaciones, lo
cual en la práctica se traduce en descargo de investigaciones y tutela pues
todo se remite a los órganos jurisdiccionales (juzgados, ministerio público,
etc.). ¿Cuál es la lógica de la novísima disposición del Procurador de los
Derechos Humanos? Ni más ni menos que el nivel de apreciación de la realidad
del actual Procurador pues es heredero de una tradición “política” peculiar,
heredada de su padre Ramiro de León Carpio, hombre débil y ambivalente (le
endilgaron el remoquete de Huevos Tibios), incapaz de promover en su momento,
por ejemplo, la investigación debida por el crimen cometido contra su primo,
Jorge Carpio Nicolle, por entonces máximo dirigente del partido Unión del
Cambio Nacional, UCN; ya que el Estado Mayor del Ejército, siempre le metía
miedo, pues el crimen parecía venir de esa estructura. En fin, la actual
disposición no hace más que debilitar aún más la institución, pues aunque no
sea así, en el imaginario popular seguirá el crecimiento exponencial de que esa
institución “solo sirve para proteger a los delincuentes”, dado el actual
trabajo de odontología promovido por el nuevo procurador, lo cual menoscaba
sensiblemente sus atribuciones tal sería “investigar toda clase de denuncias que le
sean planteadas por cualquier persona, sobre violaciones a los Derechos
Humanos” y no formulará, según parece, por razones prácticas,
administrativas y procedimentales; “inmediata denuncia o querella ante el
órgano jurisdiccional competente”. Una procuraduría simplificada a
departamento de quejas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario