domingo, 16 de diciembre de 2012

¿Y POR LOS NIÑOS PALESTINOS Y SIRIOS…

Obama es un hipócrita, que se limpió unas lágrimas que nunca brotaron. Que no es que haya contenido las lágrimas, sino todo lo contrario: hizo esfuerzos para que le salieran. … Solo cayó en la cuenta de la magnitud del dolor de todo padre o madre que pierde a sus hijos, porque precisamente, en ese momento en que hablaba, se recordó de sus hijas. Pero esa emoción, esa sensibilidad es pasajera. Dentro de pocos días hará lo de siempre: seguir masacrando con su política imperialista a los niños del Medio Oriente, para quienes nunca hubo ni habrá piedad alguna.


¿Y POR LOS NIÑOS PALESTINOS  Y SIRIOS
MASACRADOS HABRÁ UNA LÁGRIMA, OBAMA…?


Por Luciano Castro Barillas


Es un hecho conmovedor y execrable. Las pequeñas víctimas inocentes, a su corta edad, conocieron el horror de la violencia extrema, de la brutalidad de una persona a quien la vida humana le importaba tan poco, porque así lo han aprendido a diario en una sociedad donde la displicencia y el desdén a los menos afortunados se asume como lo más natural del mundo. La industria televisiva y cinematográfica norteamericana son una constante apología al crimen y el desprecio a la vida, pero esto fuera una banalidad, al final, si no existiera la omnímoda presencia de un Estado que en todo el mundo, en todos los rincones de la tierra  -principalmente contra las naciones más débiles y discrepantes política e ideológicamente-  se ensaña con invariable crueldad. De veras que nos duele a todos. Nos lastima a todos ver los pequeños cuerpos de niños que sin saber por qué los sorprendió la muerte atroz, que su escuela, ese lugar donde se juega y aprende, fue un ámbito de terror incontrolable que segó en unos cuantos minutos veintiocho vidas de personas adultas útiles y de niños ilusionados que hoy por la mañana iban al encuentro feliz con sus amiguitos y con sus maestros. Condenable una acción demencial de tal magnitud. Pero ese duelo de los padres, ese dolor de una nación, tiene una disonancia reprochable: ver al presidente Barack Obama con los ojos inundados de lágrimas por la muerte de los pequeños. Pero si esa sensibilidad es tal, si ese dolor como padre es tal “y no como presidente”, tal él lo dijera; ¿dónde están las lágrimas por los niños palestinos masacrados una y otra vez? ¿En qué lugar recóndito de sus escrúpulos de hombre decente se encuentran esas lágrimas por los niños asesinados de Afganistán? ¿En qué medida le duele al presidente Obama los niños que diariamente mueren en Siria a manos de los mercenarios respaldados por su gobierno? ¿Acaso son menos niños, menos humanos los niños palestinos, los niños afganos, los niños iraquíes y los niños sirios? Creo que no. Lo único diferente aquí es la magnitud de la hipocresía de un indigno afroamericano, premiado con el Nobel de la Paz y que sin embargo, luego de las operaciones militares aéreas de Israel contra la Franja de Gaza de hace menos de quince días, proveyó inmediatamente al ejército israelí con explosivos  -bombas y sus variedades letales- porque los anteriores artefactos explosivos fueron utilizados “satisfactoriamente” contra una población civil indefensa, defendida por una cohetería artesanal,  más desafiante que efectiva; que es las artillería del grupo Hamas.

Obama es un hipócrita, que se limpió unas lágrimas que nunca brotaron. Que no es que haya contenido las lágrimas, sino todo lo contrario: hizo esfuerzos para que le salieran. Esas lágrimas de cocodrilo que nunca se asomaron a sus ojos por los niños norteamericanos son las mismas por la muerte de los niños de Palestina, Siria, Irak y Afganistán. Solo cayó en la cuenta de la magnitud del dolor de todo padre o madre que pierde a sus hijos, porque precisamente, en ese momento en que hablaba, se recordó de sus hijas. Pero esa emoción, esa sensibilidad es pasajera. Dentro de pocos días hará lo de siempre: seguir masacrando con su política imperialista a los niños del Medio Oriente, para quienes nunca hubo ni habrá piedad alguna.








Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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