domingo, 6 de enero de 2013

¿QUIEN DICE LA VERDAD?


Ninguno de ambos lados tiene la fortaleza para darle el jaque mate al otro. Los señores de la guerra, pequeños y grandes, se han vuelto los verdaderos gobernantes del país. En Alepo, el corazón comercial de Siria, los rebeldes tienen como principal preocupación el saqueo de la ciudad. La militarización del levantamiento está degradando el original propósito democrático. Exceptuando una intervención foránea en gran escala, un arreglo negociado parece inevitable, aunque puede tomar un largo tiempo en llegar.




¿QUIEN DICE LA VERDAD?
Las contradicciones sirias

                                     Alepo 
Por Patrick Cockburn
Counterpunch                          

¡Qué vergüenza! retumbó en mi teléfono la voz de un intelectual sirio media hora después de mi retorno de Damasco a Beirut. Sonaba tan incoherente en su rabia que era muy difícil saber la razón precisa de sus objeciones, pero mi pecado parecía ser el haber estado en Damasco, haber platicado con miembros del gobierno sirio y concluir que su colapso no estaba a la vuelta de la esquina.

Nuestra conversación no fue de un alto calibre intelectual. Después de un áspero intercambio, le pregunte por que, si él se sentía tan fuerte, “no dejaba de ser tan rudo con gente como yo y, en vez de eso se iba a Alepo y combatía al lado de los rebeldes en lugar de pasar todo el tiempo en los cafés de Beirut”. Poco tiempo después nuestros teléfonos móviles mutuamente se desconectaron.

Conduciendo sobre la corta distancia entre Damasco y Beirut es como cambiar de un planeta a otro. Lo que parece obvio y tiene sentido común en la capital siria, se vuelve controversial y es un punto de vista minoritario al otro lado de la frontera en Líbano. Fuera de Siria ha habido una repetida ofensiva  diplomática y de los medios de prensa que vaticinan la inminente victoria de los rebeldes y la derrota de Bashar al-Assad. Un punto importante ignorado en toda esta especulación es el hecho de que las fuerzas de Assad todavía tienen el control, completamente o en buena parte, de todas las principales ciudades y pueblos de Siria.

La diferencia en percepciones dentro y fuera de Damasco se explica en parte por la forma en que la prensa internacional y regional describe la guerra. Existen muy pocos reporteros en Siria debido a lo difícil de obtener visas. En contraste, los rebeldes han montado una muy sofisticada operación de prensa -a menudo basada en el extranjero- que ofrece detalles inmediatos de cada incidente, muchas veces con el respaldo de convincentes, aunque selectivos, videos en YouTube.

Comprensiblemente, la versión de los eventos difundida por los rebeldes, está fuertemente parcializada hacia su propio lado, demonizando por otra parte al gobierno sirio. Más sorprendente es la voluntad de los medios de prensa internacional, basados regularmente en Beirut pero también en Londres y Nueva York, de regurgitar con escaso escepticismo lo que esencialmente es propaganda de buena calidad. Es como si, previo a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en noviembre, los reporteros extranjeros imposibilitados de obtener visas hayan decido en vez confiar en los militantes del partido Republicano para obtener su información sobre la campaña presidencial - lo que es más, confiar en los activistas republicanos basados en México y Canadá.

Es cierto que existe el estruendo de la artillería en Damasco, pero la ciudad no está sitiada. Las carreteras del norte a Homs y del sur a Deraa están abiertas como lo está la carretera a Beirut. Cuando los rebeldes logran capturar un distrito, la artillería del gobierno lo bombardea, matando a unos y forzando a otros a huir. Para aquellos que viven en las áreas menos dañadas de la capital, existe un temor creciente acerca de lo que depara el futuro, combinado con las apremiantes dificultades del día a día a causa de los cortes en la electricidad y la escases de pan y gas para cocinar.

Los rebeldes están logrando algún progreso en el terreno, pero en general, los sirios enfrentan un impase político y militar. Los asaltos rebeldes sobre Alepo y Damasco han sido vacilantes, pero las fuerzas del gobierno no tienen la fortaleza para expulsarlos de los enclaves de los que se han apoderado. En el norte, en particular, los rebeldes están ganando terreno en el área rural en los alrededores de Hama, Idlib y Alepo, pero su avance es todavía lento.

La revolución se ha transformado en una guerra civil. El levantamiento de los sirios que empezó en marzo del 2011 contra un cruel Estado policial luce cada vez más para los alauitas, cristianos, drusos y otras minorías como una campaña dirigida a su eliminación. Ellos ven en You Tube las imágenes de oficiales alauitas siendo ritualmente decapitados y se preguntan por la suerte que les espera si Assad es derrotado.

Encima de todo esto, existe el temor a la anarquía de parte de la clase media urbana siria que ha visto como Alepo ha sido devastado y creen que lo mismo sucederá con Damasco. Cuando llegué a la capital a inicios de mes le pregunté a un amigo sobre el estado de ánimo y él contestó: “Quince por ciento a favor del gobierno, 15 por ciento en contra y 70 por ciento quieren que esta guerra termine antes de que nos arruine a todos”.

¿Puede romperse el presente impase? Realmente no luce así a no ser que los rebeldes reciban una masiva transfusión de dinero, entrenamiento y armas, y esto no tendrá un impacto decisivo inmediato. Alternativamente, Washington y Londres han estado por mucho tiempo esperando por una ruptura en el liderazgo sirio, pero esto no ha pasado. Inclusive la seguidilla de bien publicitadas deserciones en las últimas semanas no han venido del núcleo del régimen.

Las furias de la guerra civil crecen cada vez con más fiereza. La guerra hace mucho tiempo que alcanzó la etapa de lo que nosotros en Irlanda del Norte nos acostumbramos a llamar “la política de la última atrocidad”, en la que demasiada sangre está siendo derramada para dar lugar a la negociación y el compromiso.

La actitud de los Estados Unidos y sus aliados es cada vez más estrambótica: por una parte, ellos reconocen a la oposición Coalición Nacional como el legítimo gobierno de Siria, pero, por la otra, ellos designan a su fuerza más efectiva de combate, el al-Nusra Front, como “una organización terrorista” ligada a al-Qaida. Igual como en Iraq después del 2003, Siria se ha convertido en un foco magnético para los combatientes yihadistas de todo el mundo musulmán. Washington está mostrando un cada vez decreciente entusiasmo por una victoria militar completa que fortalecería a los militantes yihadistas y disolvería la maquinaria gobernante del Estado sirio.

Un problema para Siria en esta crisis es que hay muchos conflictos envueltos en uno. Los partidarios seculares del levantamiento enfatizan que se trata del “pueblo en contra del régimen”. Ellos minimizan su naturaleza sectaria, afirmando que está siendo exagerado y manipulado por el gobierno. Pero el sectarismo y democracia están entrelazados en Siria, como lo fueron en Iraq. En Iraq, una elección justa significó el gobierno de la mayoría Chiita reemplazando al Sunita. En Siria, esto significa el gobierno del 70 por ciento de la población Sunita reemplazando al Alauita y sus aliados. En ambos países, el cambio democrático ha tenido, o tendrá, explosivas consecuencias sectarias, porque el gobierno de la mayoría significa un cambio en cual una comunidad tendrá el poder.

La crisis siria se hace más complicada y se ve exacerbada por estar en el centro de dos prolongadas disputas regionales. Etas son [1] la creciente confrontación en todo el mundo musulmán entre sunitas y chiitas y, segundo, el conflicto que opone a los EEUU, Israel, Arabia Saudita y sus aliados en contra de Irán y sus pocos amigos.

Es difícil de ver como el presente impase puede ser desarticulado. En Damasco, Alepo y Homs cada vez más se siente como en Beirut durante los 15 años de guerra civil. Partes de estas ciudades se aferran a la vida normal mientras que, unos bloques más allá, en edificios destruidos por el fuego de artillería los francotiradores tienen sus escondites. Ninguno de ambos lados tiene la fortaleza para darle el jaque mate al otro. Los señores de la guerra, pequeños y grandes, se han vuelto los verdaderos gobernantes del país. En Alepo, el corazón comercial de Siria, los rebeldes tienen como principal preocupación el saqueo de la ciudad. La militarización del levantamiento está degradando el original propósito democrático. Exceptuando una intervención foránea en gran escala, un arreglo negociado parece inevitable, aunque puede tomar un largo tiempo en llegar.


                                                  Alepo




Tradujo del inglés por Marvin Najarro










Publicado por LaQnadlSol
 CT., USA.

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