(...) Cuando Santos declara su
vocación de proyectarse sobre el “mundo entero” lo que esto significa es su
voluntad para convertirse en cómplice de Washington, para movilizar sus bien pertrechadas fuerzas
más allá del territorio colombiano y para intervenir en los países que el
imperio procura desestabilizar. Y no es un secreto para nadie que la primera en
esa lista no es otra que Venezuela. Es poco probable que su anuncio signifique
que está dispuesto a enviar tropas a Afganistán u a otros teatros de guerra. La
pretensión de la derecha colombiana, en el poder desde siempre, ha sido
convertirse, especialmente a partir de la presidencia del narcopolítico Álvaro
Uribe Vélez, en la “Israel de América Latina” erigiéndose, con el respaldo de la
OTAN, en el gendarme regional del área para agredir a vecinos como Venezuela,
Ecuador y otros -¿Bolivia, Nicaragua, Cuba?- que tengan la osadía de oponerse a
los designios imperiales. Eso y no otra cosa es lo que significa el anuncio de
Santos, por más que en horas recientes por boca de su ministro de Defensa, Juan
Carlos Pinzón, se hubiera dicho que “La
OTAN tiene países miembros y países socios.
SANTOS Y EL INGRESO DE
COLOMBIA A LA OTAN:
GRAVES CONSECUENCIAS
GEOPOLÍTICAS
Por Atilio Borón
Implicaciones geopolíticas
del ingreso de Colombia a la OTAN
El anuncio del presidente de Colombia Juan Manuel Santos de que “durante
este mes de Junio suscribirá un acuerdo de cooperación con la Organización del
Tratado Atlántico Norte (OTAN) para mostrar su disposición de ingresar a ella”
ha causado una previsible conmoción en Nuestra América. Lo pronunció en un acto
de ascensos a miembros de la Armada realizado en Bogotá, ocasión en la cual
Santos señaló que Colombia tiene derecho a "pensar en grande", y que
él va a buscar ser de los mejores "ya no de la región, sino del mundo
entero". Continuó luego diciendo que "si logramos esa paz”
–refiriéndose a las conversaciones de paz que están en curso en Cuba, con el
aval de los anfitriones, Noruega y Venezuela- “nuestro Ejército está en la
mejor posición para poder distinguirse también a nivel internacional. Ya lo
estamos haciendo en muchos frentes", aseguró Santos. Y piensa hacerlo nada
menos que asociándose a la OTAN, una organización sobre la cual pesan
innumerables crímenes de todo tipo perpetrados en la propia Europa (recordar el
bombardeo a la ex Yugoslavia), a Irak, a Libia y ahora su colaboración con los
terroristas que han tomado a Siria por asalto.
Jacobo David Blinder, ensayista y periodista brasileño, fue uno de los
primeros en dar la voz de alarma ante esta decisión del colombiano. Hasta ahora
el único país de América Latina “aliado extra OTAN” había sido la Argentina,
que obtuvo ese deshonroso status durante los nefastos años de Menem, y más
específicamente en 1998, luego de
participar en la Primera Guerra del Golfo (1991-1992) y aceptar todas las
imposiciones impuestas por Washington en muchas áreas de la política pública,
como por ejemplo desmantelar el proyecto del misil Cóndor y congelar el
programa nuclear que durante décadas venía desarrollándose en la Argentina. Dos
gravísimos atentados que suman poco más de un centenar de muertos –a la
Embajada de Israel y a la AMIA- fue el saldo que dejó en la Argentina la
represalia por haberse sumado a la organización terrorista noratlántica.
El status de “aliado extra OTAN” fue creado en 1989 por el Congreso de los
Estados Unidos –no por la organización- como un mecanismo para reforzar los
lazos militares con países situados fuera del área del Atlántico Norte pero que
podrían ser de alguna ayuda en las numerosas guerras y procesos de
desestabilización política que Estados Unidos despliega en los más apartados
rincones del planeta. Australia, Egipto, Israel, Japón y Corea del Sur fueron
los primeros en ingresar, y poco después lo hizo la Argentina, y ahora aspira a
lograrlo Colombia. El sentido de esta iniciativa del Congreso norteamericano
salta a la vista: robustecer y legitimar sus incesantes aventuras
militares -inevitables durante los
próximos treinta años, si leemos los documentos del Pentágono sobre futuros
escenarios internacionales- con un aura de “consenso multilateral” que en
realidad no tienen. Esta incorporación de los aliados extra-regionales de la
OTAN, que está siendo promovida en los demás continentes, refleja la exigencia impuesta por la transformación
de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en su tránsito desde un ejército
preparado para librar guerras en territorios acotados a una legión imperial que
con sus bases militares de distinto tipo (más de mil en todo el planeta), sus
fuerzas regulares, sus unidades de “despliegue rápido” y el creciente ejército
de “contratistas” (vulgo: mercenarios) quiere estar preparada para intervenir
en pocas horas para defender los intereses estadounidenses en cualquier punto
caliente del planeta. Con su decisión Santos se pone al servicio de tan funesto
proyecto.
A diferencia de la Argentina (que en el 2012 afortunadamente perdió el status de “aliada extra-OTAN”) el caso colombiano es muy especial, porque desde
hace décadas recibe, sobre todo en el marco del Plan Colombia, un muy
importante apoyo económico y militar de Estados Unidos –de lejos el mayor de
los países del área- y sólo superado por los desembolsos realizados en favor de
Israel, Egipto, Irak y Corea del Sur y algún que otro aliado estratégico de
Washington. Cuando Santos declara su vocación de proyectarse sobre el “mundo
entero” lo que esto significa es su voluntad para convertirse en cómplice de
Washington, para movilizar sus bien
pertrechadas fuerzas más allá del territorio colombiano y para intervenir en
los países que el imperio procura desestabilizar. Y no es un secreto para nadie
que la primera en esa lista no es otra que Venezuela. Es poco probable que su
anuncio signifique que está dispuesto a enviar tropas a Afganistán u a otros
teatros de guerra. La pretensión de la derecha colombiana, en el poder desde
siempre, ha sido convertirse, especialmente a partir de la presidencia del
narcopolítico Álvaro Uribe Vélez, en la “Israel de América Latina” erigiéndose,
con el respaldo de la OTAN, en el gendarme regional del área para agredir a
vecinos como Venezuela, Ecuador y otros -¿Bolivia, Nicaragua, Cuba?- que tengan
la osadía de oponerse a los designios imperiales. Eso y no otra cosa es lo que
significa el anuncio de Santos, por más que en horas recientes por boca de su
ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón,
se hubiera dicho que “La OTAN tiene países miembros y países socios.
Como socios podemos recibir capacitación y ofrecer conocimiento. Lo que
Colombia pretende con la OTAN es un acuerdo de cooperación para tres temas
específicos: derechos humanos, justicia militar y educación a las tropas”.
¡Pobre Colombia, si acude a una
organización criminal como la OTAN para
ser instruida en esas materias!
Pero hay algo más: con su decisión Santos también pone irresponsablemente
en entredicho la marcha de las conversaciones de paz con las FARC en La Habana
(uno de cuyos avales es precisamente Venezuela), asestando un duro golpe a las
expectativas de colombianas y colombianos que desde hace décadas quieren poner
fin al conflicto armado que tan indecibles sufrimientos deparó para su pueblo.
¿Cómo podrían confiar los guerrilleros colombianos en un gobierno que no cesa
de acentuar su vocación injerencista y militarista, ahora potenciada por su pretendida
alianza con una organización de tintes tan delictivos como la OTAN? Por otra
parte, esta decisión no puede sino debilitar –premeditadamente, por supuesto-
los procesos de integración y unificación supranacional en curso en América
Latina y el Caribe. La tesis de los “caballos de Troya” del imperio, que
repetidamente hemos planteado en nuestros escritos sobre el tema, asumen
renovada actualidad con la decisión del mandatario colombiano. ¿Qué hará ahora
la UNASUR y cómo podrá actuar el Consejo de Defensa Suramericano cuyo mandato
conferido por los jefes y jefas de estado de nuestros países ha sido consolidar
a nuestra región como una zona de paz, como un área libre de la presencia de
armas nucleares o de destrucción masiva, como una contribución a la paz mundial
para lo cual se requiere construir una política de defensa común y fortalecer
la cooperación regional en ese campo? El Presidente Evo Morales ha solicitado
una reunión de urgencia de la UNASUR para tratar el tema, pero le cabe al
gobierno de Ollanta Humala, que ejerce la presidencia pro-tempore de la UNASUR,
hacer circular la propuesta, consultar a los otros países y resolver sobre la
misma. Sorprende comprobar que poco o nada se ha escuchado sobre este tema en
los ámbitos oficiales de Argentina y Brasil.
Es indiscutible que detrás de esta decisión del presidente colombiano se
encuentra la mano de Washington, que paulatinamente convirtió a la OTAN en una
organización delictiva de alcance mundial, rebalsando con creces el perímetro
del Atlántico Norte que era su límite original. No menos evidente fue la
directiva de Obama en el sentido de impulsar, poco después de lanzada la
Alianza del Pacífico –una tentativa de resucitar el ALCA con otro nombre- la
provocadora reunión de Santos con el líder
golpista venezolano Henrique Capriles. Lo mismo puede percibirse ahora, dadas
las graves implicaciones geopolíticas que tiene esa iniciativa al tensar la
cuerda de las relaciones colombo-venezolanas; amenazar a sus vecinos y
precipitar el aumento del gasto militar en la región; debilitar a la UNASUR y
la CELAC; alinearse con Gran Bretaña en
el diferendo con la Argentina por Las Malvinas, dado que esa es la postura
oficial de la OTAN. Y quien menciona esta organización no puede sino recordar
que, como concuerdan todos los especialistas, el nervio y músculo de la OTAN
los aporta Estados Unidos y no los otros estados miembros, reducidos al triste
papel de simples peones del mandamás imperial. En suma: una nueva vuelta de
tuerca de la contraofensiva imperialista en Nuestra América, que sólo podrá ser
rechazada si se combinan la masiva movilización de los pueblos y la enérgica
respuesta de los gobiernos genuinamente democráticos de la región, algo que
apenas se ha insinuado en estas horas. Esa será una de las pruebas de fuego que
unos y otros deberán enfrentar las próximas semanas.
Publicado por LaQnadlSol
CCT., USA.
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