En el año 2003, la
corporación Syngenta publicó un aviso publicitando sus servicios en los
suplementos rurales de los diarios argentinos Clarín y La Nación bautizando con
el nombre de “República Unida de la Soja” a los territorios del Cono Sur en los
que se sembraba soja -Integrados por Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y
Bolivia-. A partir de allí, esta declaración explícita de neocolonialismo quedó
como “marca de fábrica” del proyecto que desde las corporaciones se estaba
instrumentando.
LA REPÚBLICA UNIDA DE
LA SOJA RECARGADA
Por Grain
Global Research, July 07, 2013
Durante el año 2012 se produjo en estos países una embestida de las
corporaciones del agronegocio sobre los territorios y las instituciones
imponiendo nuevos transgénicos, mayores riesgos por aplicación de agrotóxicos y
cambios en las políticas que sólo tiene precedentes en la primera imposición de
los transgénicos, durante la segunda mitad de los años 90. Esta nueva avanzada
corporativa se da en un marco distinto, ya que ahora ocurre con la presencia en
toda la región (por lo menos hasta junio del año pasado) de gobiernos
“progresistas” críticos del neoliberalismo y que en algunas de sus políticas
han comenzado a modificar las políticas neoliberales impuestas en los años 90 con
una mayor presencia del Estado regulando la economía y asumiendo un rol activo
en aspectos sociales, educativos y sanitarios.
Sin embargo, en términos de modelo agrícola y producción de alimentos no
sólo no ha habido en todo este tiempo un cambio de modelo ni una autocrítica a
los problemas producidos por la implantación masiva del cultivo de soja
transgénica con alto altos niveles de uso de agrotóxicos. Por el contrario,
este modelo se ha ido consolidando y es defendido a rajatabla por todos los
gobiernos de la región que lo asumen como política de Estado, en todos los
casos. Los graves problemas que han surgido o se han agudizado, tales como los
impactos de los agrotóxicos, los desplazamientos de campesinos y pueblos
originarios, la concentración de la tierra o la pérdida de producciones
locales, son considerados “efectos colaterales” y se abordan, cuando la presión
social lo consigue, de manera fragmentada y puntual. No incluimos en este
análisis a Bolivia, pues si bien la región de la “medialuna”, con Santa Cruz de
la Sierra a la cabeza, es parte de la “República Unida de la Soja” las
posiciones, políticas y debates planteados desde el Gobierno de Evo Morales se
diferencian ampliamente del resto de los gobiernos (y esto le vale el
enfrentamiento con estos sectores del poder de la medialuna que claramente han
planteado su intención separatista).
Ya en otros A Contrapelo 1 2 3 hemos ido denunciando que este avance fue
consolidando la imposición del modelo productivo de los agronegocios, y el Cono
Sur se ha convertido en la región donde más transgénicos se siembran en el
mundo y en la que mayor cantidad de agrotóxicos se aplican per cápita a nivel
global. En este A Contrapelo intentaremos brindar algunas luces que ayuden a
comprender cómo se está produciendo este avance y sus consecuencias a nivel de
las comunidades campesinas y la sociedad en general.
Los impactos del “modelo” no reconocen fronteras entre el campo y la ciudad
y se sienten profundamente en ambos espacios: las poblaciones fumigadas en los territorios
rurales y en las zonas periféricas de las ciudades, las y los campesinas/os
desplazadas que día a día migran para engrosar los cordones de pobreza de las
grandes urbes, las economías regionales destrozadas con su correlato de los
altos precios de los alimentos en las ciudades, los alimentos contaminados
enfermando a unos y a otros. En fin, una catástrofe socio-ambiental que hace
agua por todas partes y que ya no permite “mirar para otro lado”.
Los responsables de esta cadena destructiva son un puñado y tienen nombre y
apellido: Monsanto y algunas corporaciones biotecnológicas más a la cabeza
(Syngenta, Bayer); terratenientes y pooles de siembra que controlan millones de
hectáreas (Los Grobo, CRESUD, El Tejar, Maggi son algunos de los principales);
Cargill, ADM y Bunge transportando los granos al otro lado del mundo. Y, por
supuesto, los gobiernos de cada uno de los países que apoyan de manera
entusiasta este modelo. A ellos se suman un extenso número de empresas que
aprovechan el “derrame” y proveen servicios, maquinaria agrícola, fumigaciones,
insumos, etc.
En números concretos, esta región cubre en la actualidad una superficie de
más de 46 millones de hectáreas de monocultivo de soja transgénica, fumigadas
con más de 600 millones de litros de glifosato y provoca una deforestación de
-como mínimo- 500 mil hectáreas por año.
Quema de un bosque cerca de Mariscal Estagarribia , en la región de
Boquerón de Paraguay. La agricultura industrial en esta región tan seca está
volviendo tierra de cultivo magro este vasto bosque. (Foto : Friends of the
Earth)Quema de un bosque cerca de Mariscal Estagarribia , en la región de
Boquerón de Paraguay. La agricultura industrial en esta región tan seca está
volviendo tierra de cultivo magro este vasto bosque. (Foto : Friends of the
Earth)
Si bien las consecuencias de este modelo se expresan a nivel regional de
manera contundente e interconectada, intentaremos diseccionar sus impactos para
analizarlos de manera más profunda. El telón de fondo del golpe de Estado en el
Paraguay resulta insoslayable, pues es allí donde los poderes fácticos han
actuado de manera más brutal y explícita. Sin embargo, su carácter
ejemplificador es válido para toda la región y sin duda ha intentado marcar un
rumbo y un límite a los gobiernos de la región.
Repasemos un decálogo (con complementos) de los resultados concretos e
indiscutibles de esta última embestida del agronegocio.
El agronegocio mata
Este hecho se ha expresado de manera continua durante estos últimos años y,
tal como lo hemos expresado, fue en Paraguay donde más duramente se han sentido
sus impactos. Quizás podamos ubicar el pico de violencia en la matanza de
Curuguaty, perpetrada el 15 de junio del 2012 en donde –y como resultado de
tensiones y represión estatal y paraestatal- murieron once campesinos y seis
policías. La matanza fue utilizada para emprender el juicio político y dar el
golpe institucional que terminó con la gestión del presidente Lugo.
Previo al Golpe, y más aun posteriormente, se desencadenó una ola represiva
sobre los dirigentes campesinos que -en la nueva etapa- se comenzó a expresar
bajo la forma de asesinatos selectivos que cobraron la vida de los líderes
campesinos Sixto Pérez, Vidal Vega y Benjamín Lezcano, acribillados en un lapso
de 8 meses de gobierno de Federico Franco.4 La CONAMURI (Coordinadora Nacional
de Mujeres Rurales e Indígenas) ha dicho que en el caso del asesinato de
Benjamín Lezcano se observa “el mismo modus operandi que se practicó en los
casos de Sixto Pérez –el 1°de septiembre pasado, en Puentesiño (Dpto. Concepción)–
y de Vidal Vega –el 1°de diciembre último, en Curuguaty (Dpto. Canindeyú). El
objetivo, igualmente, parece ser común: descabezar las organizaciones
campesinas”.5
Marcha de protesta en Buenos Aires por el asesinato de Cristian Ferreyra,
noviembre del 2011 (Foto : GRAIN)Marcha de protesta en Buenos Aires por el
asesinato de Cristian Ferreyra, noviembre del 2011 (Foto : GRAIN)
En Argentina, durante los últimos tres años se produjeron en Santiago del
Estero tres asesinatos de campesinos ligados directamente al avance del modelo
sojero (Sandra Ely Juárez, Cristian Ferreyra y Miguel Galván) y en la
provincias de Formosa y Salta el hostigamiento a las comunidades es permanente
y sostenido.6
En Brasil, también el movimiento campesino y especialmente el MST
(Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra) han sufrido la violencia del
agronegocio y recientemente la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) divulgó un
informe preliminar de la violencia en 2012 contabilizando 36 muertes motivadas
por conflictos agrarios.7 Durante el año 2013 ya son tres los dirigentes del
MST que han sido asesinados (Cícero Guedes dos Santos, Regina dos Santos Pinho
y Fabio dos Santos Silva).
Todo esto se da en el marco de una avanzada de la criminalización de las
luchas sociales que no sólo se expresa en la persecución y estigmatización de
los movimientos sino también en forma concreta en la avanzada de leyes
represivas. El caso de la aprobación de la Ley antiterrorista en Argentina en
diciembre del 2011 se suma a las leyes ya existentes en varios de los países de
la región.
El agronegocio contamina
Una de las grandes mentiras que desde las corporaciones, los medios masivos
y un sector de la academia se utilizó para justificar la introducción de las
semillas transgénicas, fue que las mismas ayudarían a emplear menos agrotóxicos
en la agricultura. Tal como muchas organizaciones lo anunciaron durante las
últimas dos décadas, la realidad ha marcado absolutamente lo contrario y hoy en
día el incremento del uso de agrotóxicos es cada vez más alarmante y sus
impactos en toda la región son cada vez más difíciles de ocultar.
Todo esto no puede extrañarnos si asumimos el hecho evidente de que quienes
impulsan las semillas transgénicas son las corporaciones dedicadas a la venta
de agrotóxicos, con Monsanto a la cabeza, y que las semillas transgénicas que
más se cultivan tienen como característica diferencial la resistencia a
herbicidas.
Brasil está al frente de las estadísticas convirtiéndose desde el año 2008
en el mayor consumidor per capita de agrotóxicos del mundo y responsable del 20
% de todos los agrotóxicos usados en el planeta; con un consumo per cápita de
5,2 litros de agrotóxicos cada año.8 9. La escalofriante cifra de 853 millones
de litros de agrotóxicos empleados durante el año 2011, con un crecimiento del
mercado brasileño del 190 % en la última década, es más que elocuente. El 55 %
de este consumo de agrotóxicos se empleó en cultivos de soja y maíz, siendo la
soja responsable del 40% del consumo total.10 Solamente el glifosato representa
cerca del 40% del consumo de agrotóxicos en Brasil.
Argentina no se ha quedado atrás. Durante el año 2011 se aplicaron 238
millones de litros de glifosato que implican un incremento del 1190 % con
respecto a la cantidad utilizada en el año 1996, año en que se introdujo la
soja transgénica resistente al glifosato en el país.11
En Paraguay, que es el sexto productor mundial de soja transgénica, el uso
de glifosato en las cifras del año 2007 significó la aplicación de más de 13
millones de litros de este agrotóxico.12
En Uruguay, también de la mano del avance de la soja transgénica las cifras
llegan a un mínimo en el año 2010 de más de 12 millones de litros.13 Es
justamente en Uruguay donde en la actualidad, y a raíz de la contaminación del
agua en la ciudad de Montevideo, la población urbana está comenzando a
reaccionar con alarma frente a la falta de disponibilidad de agua potable para
el consumo.
El balance regional nos permite suponer un mínimo de aplicación de más de
600 millones de litros de glifosato, cifra escalofriante y que tiene su
correlato en las innumerables denuncias que se producen cada día por los daños
ya mencionados a la salud, a los ecosistemas, a la agricultura y a las
comunidades que semejante baño de agrotóxicos produce.
Silvino Talavera, de once años, hijo de Petrona Villasboa, murió a
consecuencia deque resultó rociado con plaguicidas durante una fumigación,
mientras transitaba en bicicleta por un camino que conecta dos campos de soja
[soya], a 80 metros de su casa en Pirapey, Itapúa, Paraguay. (Foto : Glyn
Thomas / Friends of the Earth)Silvino Talavera, de once años, hijo de Petrona
Villasboa, murió a consecuencia deque resultó rociado con plaguicidas durante
una fumigación, mientras transitaba en bicicleta por un camino que conecta dos
campos de soja [soya], a 80 metros de su casa en Pirapey, Itapúa, Paraguay.
(Foto : Glyn Thomas / Friends of the Earth)
El glifosato, ampliamente promocionado por su “baja toxicidad” por
Monsanto, está siendo cuestionado por múltiples motivos entre los cuales
debemos destacar:- El impacto en las comunidades ya es imposible de ocultar y
son miles las personas que desde los “pueblos fumigados” denuncian los
problemas de salud que sufren por su aplicación: nacimientos con malformaciones
en aumento, intoxicaciones agudas fatales, problemas respiratorios,
enfermedades neurológicas, aumento de los casos de cáncer, abortos,
enfermedades de la piel, etc.
- Las investigaciones científicas independientes confirman esta grave
problemática y los estudios que vinculan al glifosato con desarrollo de tumores
y malformaciones en el desarrollo de embriones han sido publicadas en los
últimos años en las más prestigiosas revistas científicas.
- Los efectos sobre la salud de los “coadyuvantes” usados en la preparación
del Roundup, principalmente el surfactante Poea (polioxietilamina), también están
demostrados y se lo asocia con daño gastrointestinal y al sistema nervioso
central, problemas respiratorios y destrucción de glóbulos rojos en humanos.
- Los daños ambientales del glifosato también se encuentran ampliamente
confirmados en la realidad de los territorios y en las investigaciones
realizadas: su vínculo con la destrucción de biodiversidad es innegable al
mismo tiempo que su efecto tóxico sobre anfibios está demostrado y publicado.
Pero tan grave como estas cifras, son las del incremento del uso de otros
agrotóxicos que se emplean asociados al glifosato o para compensar su falta de
acción frente al surgimiento inevitable de malezas resistentes. Así es como el
empleo del paraquat ha crecido llegando a utilizarse 1,2 millones de litros en
Argentina y 3,32 millones en los cinco países productores de soja. Es
importante recordar que el paraquat está vinculado a desórdenes neurológicos y
por esta razón fue prohibido en 13 países de la Unión Europea en el año 2003.14
Sin lugar a dudas, el empleo de agrotóxicos es otra de las formas que tiene
el agronegocio de matar.
El agronegocio impone los
transgénicos
La introducción de nuevos transgénicos ligados al uso de nuevos agrotóxicos
es parte de la estrategia de las corporaciones, y ha estado a la orden del día
durante el año 2012.
El anuncio oficial de la presidenta argentina Cristina Fernández en el
Council of Americas el 15 de junio del 2012 sobre las nuevas inversiones de
Monsanto en Argentina preanunció lo que sería durante el resto de año una
catarata de proyectos, anuncios e intentos de modificación de la legislación
que marcó la agenda oficial y corporativa durante los meses siguientes.
Así fue que en agosto del 2012 el Ministro de Agricultura Norberto Yahuar
anunció junto a ejecutivos de Monsanto la aprobación de la nueva soja rr2
“Intacta”, que trae como novedad la acumulación de la resistencia al glifosato
con la producción de la toxina Bt. O sea que la única novedad es la conjunción
de las dos únicas características que la industria biotecnológica logró poner
en el mercado en 20 años de existencia.
Pero además de este anuncio existen aprobaciones y ensayos de campo de
otros transgénicos, entre los que destacan los de soja y maíz resistentes a
nuevos herbicidas, entre ellos el glufosinato y el 2,4 D. Andrés Carrasco,
investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas) de Argentina planteaba hace pocos meses con claridad la problemática:
“hay un aspecto interesante a considerar en lo inmediato en la Argentina, es
que 5 de esos 10 eventos transgénicos aprobados, 3 de maíz y 2 de soja,
combinan la resistencia al glifosato con otra al glufosinato de amonio (un
bloqueante de la síntesis del aminoácido glutamina) para reforzar los efectos
de aquel. La necesidad de asociar en las nuevas semillas el glifosato con el
glufosinato, da cuenta de las inconsistencias de la tecnología de los
transgénicos tanto en su construcción como en su comportamiento en el tiempo.
Sin embargo, se sigue huyendo hacia delante intentando remediar las debilidades
conceptuales de la tecnología transgénica, con soluciones que tienden a ser
cada vez más peligrosas”.15
En Paraguay, a pocos meses del golpe institucional, el Ministerio de
Agricultura aprobó el maíz transgénico que venía siendo resistido por las
autoridades del gobierno depuesto y que enfrenta un rechazo explícito y
contundente por parte de las organizaciones campesinas, debido a la amenaza que
representa para las muchas variedades locales de maíz cultivadas por pueblos
indígenas y campesinos. Así fue como en octubre del 2012 se aprobaron cuatro
variedades de maíz transgénico de Monsanto, Dow, Agrotec y Syngenta.16 Ya en el
mes de agosto el presidente de facto Franco había autorizado por decreto la
importación de semillas de algodón Bt-rr, probando claramente para quién
gobernaba.
En Brasil la escalada comenzó a fines del año 2011 cuando se anunció la
aprobación por parte de la CTNBio (Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad)
del primer frijol transgénico comercial “íntegramente desarrollado en Brasil” y
resistente al mosaico dorado del frijol. Este evento, por ser desarrollado por
una institución pública como el Embrapa y por poseer características distintas
a los transgénicos más difundidos (Bt y rr) fue utilizado como bandera pro
transgénica destacando su importancia “social y alimenticia”.17 Sin embargo, su
aprobación ha sido fuertemente cuestionada por funcionarios públicos, la
comunidad científica y la sociedad civil. Así es que Renato Maluf, presidente
del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea), cuestiona
su rápida liberación en respeto al principio de la precaución. “Creemos que es
una temeridad la prisa por liberar un producto que consumirá toda la población
y sobre el cual no tenemos certeza de seguridad alimenticia y nutricional”,
lamentó. Mientras tanto, Ana Carolina Brolo, asesora jurídica de la
organización humanitaria Tierra de Derechos, coincidió con Maluf al indicar que
“fue una aprobación comercial que tuvo como característica la falta de respeto
a la legislación nacional e internacional de bioseguridad”.18
El balance general es que la avalancha de nuevos transgénicos se ha
intensificado y en la mayor parte de los casos la misma implica su cultivo
ligado a agrotóxicos, en algunos casos los mismos que ya se están utilizando
(glifosato fundamentalmente) y, en otros, la introducción de nuevos herbicidas
aún más tóxicos y peligrosos (dicamba, glufosinato, 2,4 D). En Brasil el
Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA), integrante de la Vía Campesina,
denunció en abril del 2012 la pronta aprobación de semillas transgénicas de
soja y maíz resistentes al herbicida 2,4 D.19 Estas mismas semillas ya se
encuentran en etapa de experimentación a campo en Argentina.
El agronegocio se propone
controlar de manera absoluta las semillas
La imposición de nuevas leyes de semillas también ha estado a la orden del
día en toda América Latina, pero tuvo en Argentina, y con una ligazón directa
al acuerdo con Monsanto antes mencionado, uno de los focos de acción más
visibles y activos. El mismo día del anuncio de la aprobación de la soja rr2
“intacta” el Ministro de Agricultura anunció el envío de un Proyecto de Ley de
Semillas para que fuera tratado en el Congreso antes de fines del 2012.
El proyecto nunca se hizo oficialmente público, ni se sometió a un debate
amplio, si no que fue discutido a puertas cerradas dentro del Ministerio de
Agricultura por una parte de los sectores del agronegocio argentino. Sin
embargo, su contenido trascendió las fronteras del Ministerio y su análisis
permitió confirmar lo que ya se podía presumir luego del anuncio oficial: la
nueva Ley busca subordinar la política nacional de semillas a las exigencias de
la UPOV y las transnacionales.
El Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) denunció que “La ley
propuesta no protege los conocimientos ni la biodiversidad, sólo fomenta la
privatización y protege la propiedad sobre lo que es un patrimonio colectivo de
los pueblos, especialmente de las comunidades campesinas y los pueblos
indígenas; abre las puertas para que se profundice la expropiación y privatización
de la biodiversidad agrícola y silvestre de Argentina; ilegaliza o restringe
gravemente prácticas que han estado en vigencia desde los inicios de la
agricultura, como es el seleccionar, mejorar, obtener, guardar, multiplicar e
intercambiar semilla libremente a partir de la cosecha anterior; fortalece las
condiciones para que se profundice la introducción de nuevos cultivos
transgénicos y su expansión, al otorgar propiedad sobre variedades sin exigir
prueba efectiva de mejoramiento y en base a la simple expresión de un carácter
y otorga a las empresas semilleras el poder de policía, ya que deja en sus
manos el asegurar que las disposiciones de la ley se observen adecuadamente”.20
La movilización de diversos sectores logró que se postergara su presentación
y debate en el Congreso Nacional; pero la amenaza de su imposición permanece
latente.
Es muy claro que controlar este primer eslabón de la agricultura es uno de
los objetivos principales de las corporaciones para de esta manera poder tener
control sobre todo el sistema agroalimentario y garantizarse así un monopolio
sin fisuras. Y también es claro que este control impacta de manera directa
sobre los pueblos, impidiendo el ejercicio de la soberanía alimentaria y
condenando al hambre a millones.
El agronegocio destruye los
bosques
La deforestación en toda la región ha cobrado una escala dramática y aún
con medidas que intentan detenerla (como la Ley de Bosques en Argentina o las
regulaciones que se generan en Brasil) la misma no sólo no se ha detenido sino
que durante estos últimos años se ha intensificado, teniendo como principal
detonante el avance de la frontera agrícola (o el desplazamiento de la frontera
ganadera como consecuencia de lo anterior).
Un vez más, Brasil encabeza las posiciones con 28 millones de hectáreas de
pérdida neta de bosques para el período 2000-201021 con una desaparición de
641.800 hectáreas de bosques amazónicos entre agosto del 2010 y julio del
201122 festejada como un gran triunfo por las autoridades nacionales.
Las cifras para Argentina nos dicen que “entre 2004 y 2012 las topadoras
arrasaron 2.501.912 hectáreas, el equivalente a 124 veces la superficie de la
Ciudad de Buenos Aires. Otra forma de decir lo mismo: en Argentina se arrasan
36 canchas de fútbol por hora. Los datos surgen del cruce de relevamientos
oficiales y de oenegés. El último informe de la Secretaría de Ambiente de la
Nación relevó el período 2006/2011 y contabilizó que se arrasaron 1.779.360
hectáreas de monte nativo”.23
En Paraguay la situación es quizás una de las más graves en términos de
porcentaje de deforestación: por un lado, la deforestación histórica en la
región oriental que significó que entre 1945 y 1997 se perdiera el 76.3% de la
cobertura boscosa original por su conversión a tierras para la producción
agropecuaria.24 Y por otro, la actual deforestación en le región occidental
(bosque chaqueño) donde el año 2011 culminó con una pérdida de 286.742
hectáreas de bosques, lo que superó en un 23% a la cifra de 232.000 hectáreas
deforestadas durante 2010.25
Una mirada global a esta tragedia nos permite cobrar mejor dimensión de los
que está ocurriendo: un estudio publicado por la FAO en el año 2011 26 señala
que el promedio anual de pérdida neta de bosque en el período 1990 y 2005 es de
cerca de 5 millones de hectáreas (en el mundo), de los cuales 4 millones se
encuentran en Sudamérica.
Aquí también el agronegocio vuelve a matar: a los ecosistemas únicos de la
región y a todos los pueblos que durante milenios han vivido, crecido y
convivido con los bosques, cuidándolos y alimentándolos.
El agronegocio concentra la
tierra en pocas manos
La concentración de la tierra es otro de los fenómenos que ha caracterizado
los últimos años de implantación de la soja transgénica en todo el Cono Sur.
Países en los que ya la concentración de la tierra era enorme vieron durante
estos años como esa concentración se profundizaba y se reducía el número de
manos que la controlaban.
Fue también Paraguay, uno de los países con peor distribución de la tierra
en América Latina, donde el impacto se hizo sentir más y hoy ostenta la
escalofriante cifra de un 2 % de los productores controlando el 85 % de la
superficie agrícola. Esta situación se agrava aún más cuando desde los países
vecinos – fundamentalmente Brasil, pero también Argentina- se está produciendo
una embestida sobre sus territorios para avanzar con el cultivo de soja
transgénica.
Veamos algunas de las cifras
en cada uno de los países 27 :
Caseríos precarios a la orilla de la carretera, ocupados por gente
expulsada de su tierra por los monocultivos de soya en el Alto Paraná,
Paraguay. (Foto : Glyn Thomas / Friends of the Earth)Caseríos precarios a la
orilla de la carretera, ocupados por gente expulsada de su tierra por los monocultivos
de soya en el Alto Paraná, Paraguay. (Foto : Glyn Thomas / Friends of the
Earth)
- En Paraguay, en el 2005, el 4% de los productores de soja manejaron el
60% del total de la superficie con este cultivo.
- En Brasil, en el 2006, el 5% de los productores de soja manejaron el 59%
del total del área dedicada a ese cultivo.
- En Argentina, en el 2010, más del 50 % de la producción de soja estuvo
controlada por el 3% del total de productores, a través de extensiones de más
de 5.000 hectáreas.
- En Uruguay, en 2010, el 26% de productores controló el 85% del total de
tierras con soja. En ese mismo año, el 1% del total de los productores tuvieron
a su cargo el 35% de la superficie cultivada con soja.
El modelo impuesto ha significado una profunda transformación en la forma
en que se produce la concentración de la tierra ya que en la actualidad y en su
mayor parte la misma no es adquirida si no arrendada por los grandes
productores. Por otro lado, los productores ya no son personas físicas
identificables sino pooles de siembra alimentados en su mayor parte por grupos
de inversión especulativos.
Las consecuencias para las comunidades locales, campesinos y pueblos
indígenas son siempre las mismas: la expulsión de sus territorios, en
muchísimos casos a través del uso directo de la violencia, como ya hemos
compartido analizando otras facetas de este modelo.
Si bien las cifras de los expulsados son difíciles de evaluar porque no
existen estadísticas certeras para cada país y mucho menos a nivel regional,
algunos investigadores han encontrado, por ejemplo, que en Paraguay el avance
de la soja llevaría a una cantidad de familias campesinas expulsadas que
alcanzaría el número de 143 mil, más de la mitad de las 280 mil fincas con
menos de 20 hectáreas registradas en el censo agropecuario de 1991 28 como
consecuencia del avance de las soja para alcanzar las 4 millones de hectáreas
que el agronegocio se propone. Para Argentina este modelo ha generado un éxodo
rural sin precedentes que para el año 2007 ya suponía la expulsión de más de
200.000 agricultores y trabajadores rurales con sus familias del agro argentino
(26). En Brasil, desde la década de los años setenta del siglo XX la producción
de soja ha desplazado a 2,5 millones de personas en el estado de Paraná y a
300.000 en el de Río Grande do Sul.29
El agronegocio busca
consolidarse como dictador en la República Unida de la Soja
El golpe institucional en Paraguay demuestra cómo el agronegocio, con las
corporaciones actuando junto a los terratenientes y cómplices a nivel nacional,
no se detiene frente a los avances y los límites, que aun tímidamente, intentan
instrumentar algunos gobiernos.
En Paraguay el gobierno del presidente Lugo, aún con minoría parlamentaria,
intentó desde algunas áreas de gobierno (Ministerio de Salud, Ministerio de
Medio Ambiente, Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas –
Senave) poner límites a algunas cuestiones graves como lo son los impactos de
las fumigaciones y la aprobación de nuevos transgénicos, en especial el maíz rr
y el algodón Bt. También estableció un diálogo con las organizaciones
campesinas en la búsqueda de frenar la histórica violencia existente en el
campo fruto de la tremenda concentración de la tierra que existe en el país.
Los poderosos sectores del agronegocio agrupados en la UGP (Unión de
Gremios de la Producción), que cuenta con el apoyo de corporaciones como
Monsanto y Cargill, desató una guerra contra las autoridades responsables de
estas áreas, pidiendo su cabeza y amenazando y ejecutando acciones públicas en
ese sentido.
La matanza de Curuguaty fue la excusa que encontraron para derrocar -de la
mano de sus aliados parlamentarios- al presidente Lugo en menos de dos horas de
sesión y así imponer sus intereses en todos los ámbitos.
Así fue como junto con el presidente Lugo salieron todos los funcionarios
comprometidos con estos procesos de cambio y rápidamente se impusieron las
medidas que el agronegocio pretendía: fin a los límites a las fumigaciones,
aprobación de nuevos transgénicos, promesas de cambio en la Ley de Semillas,
etc.
La reciente elección que consagró al empresario Horacio Cartés como nuevo
presidente llevando nuevamente al gobierno al partido Colorado fue el último
paso para consagrar la impunidad y el poder ilimitado del agronegocio.
Sin embargo, en el resto de los países de la región la situación – si bien
no presenta la cruda realidad de Paraguay- también es evidente la manera en que
el agronegocio establece las políticas públicas en las cuestiones referidas al
agro y la alimentación e interfiere en cualquier intento de modificación de las
mismas desde otras perspectivas diferentes a las de sus intereses corporativos.
Todo esto confirma algo que a nivel global se está haciendo evidente y que
se denuncia en todo el mundo: la democracia es incompatible con el dominio del
control corporativo y es necesario desmantelar sus estructuras para poder
pensar y avanzar en cualquier proceso de democratización que privilegie el bien
común.
El agronegocio somete y coloniza a las instituciones de investigación y que
regulan la ciencia y tecnología en cada país
Las universidades e institutos de investigación de toda la región, salvo
honrosas excepciones, se encuentran colonizadas por el poder y los fondos de
las corporaciones del agronegocio que las utilizan como engranaje para imponer
sus transgénicos y sus modelos de producción industrializados.
Durante el año 2012 cobró estado público y fue denunciado por la sociedad
civil el acuerdo de Monsanto con el INIA (Instituto Nacional de Investigación
Agropecuaria) en Uruguay para incluir en el germoplasma de soja local que
maneja el instituto transgenes propiedad de la empresa.30La firma del acuerdo
fue cuestionada por la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR), la gremial
que agrupa y representa a los productores familiares en la Junta Directiva del
INIA y por diversas organizaciones de la sociedad civil, entre ellas
REDES-Amigos de la Tierra. El convenio, no accesible al público, suscitó un
pedido de informes por parte de legisladores del Frente Amplio (FA).
También con posterioridad al golpe en Paraguay, el nuevo ministro de
Agricultura y Ganadería del país guaraní, Enzo Cardozo anunció que “Paraguay va
a producir su propia semilla transgénica que va a estar a disposición de todos
los productores”. La producción estaría a cargo del Instituto Paraguayo de
Tecnología Agropecuaria (IPTA), que recibiría “transferencia tecnológica” de
Monsanto, para la cual el gobierno comandado por el presidente de facto
Federico Franco pagaría un monto a convenirse.31
Pero Monsanto ya posee acuerdos de “cooperación” con instituciones públicas
en Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil desde mucho antes de esta última
avanzada y las utiliza como mano de obra barata para sus investigaciones y como
cadena directa para realizar la “extensión rural” de sus transgénicos. De la
misma manera muchos de los funcionarios políticos actúan como brazo ideológico
de las corporaciones en sus intentos de imponerse, siendo un caso paradigmático
el del Ministro argentino de Ciencia y Tecnología Lino Barañao, que no pierde
ocasión para ejercer su descarado lobby pro-transgénico.
El agronegocio es una forma
más de extractivismo que está saqueando los territorios
La agricultura industrial es una actividad extractivista porque sus
principios se basan en considerar a los suelos un sustrato inerte del que se
extraen nutrientes (proteínas y minerales) sobre la base de la utilización de
tecnología y productos químicos sin respetar a los suelos como organismos vivos
ni reponer los nutrientes extraídos de forma natural.
Este extractivismo se expresa de manera brutal con el cultivo de soja
transgénica pues ni el discurso de la “siembra directa” puede encubrir la cruda
realidad de que la soja no devuelve ni remotamente la cantidad de nutrientes
que extrae a los suelos, ni puede la siembra directa sostener la estructura y
capacidad de retención de agua de los mismos.
Ya en otros documentos hemos compartido la forma en que en Argentina se
están degradando los suelos y se están extrayendo millones de toneladas de
nutrientes y miles de millones de litros de agua.32
Veamos algunas de las cifras
concretas solamente para Argentina (los valores no están disponibles para los otros países):
El monocultivo de soja repetido año tras año en los campos produce una
intensa degradación de los suelos con una pérdida de entre 19 y 30 toneladas de
suelo en función del manejo, la pendiente del suelo o el clima.
La soja produjo durante la temporada 2006/2007 (con una producción de
47.380.222 toneladas) una extracción neta de:
- 1.148.970,39 toneladas de nitrógeno,
- 255.853,20 toneladas de fósforo,
- 795.987,73 toneladas de potasio,
- 123.188,58 toneladas de calcio,
- 132.664,62 toneladas de azufre y
- 331,66 toneladas de boro.
También cada cosecha de soja que se exporta se lleva 42 mil quinientos
millones de metros cúbicos de agua por año (datos de la temporada 2004/2005).
El agronegocio actúa en
complicidad con los grandes medios masivos de comunicación
Todo este proceso de imposición cuenta en toda la región con un aliado
poderoso: los medios de comunicación corporativos y dominantes que actúan como
brazo comunicacional incondicional del agronegocio (la única condición son la
millonarias publicidades con que se llenan páginas y horas de radio y
televisión).
Los mecanismos con los que funciona esta alianza se reducen a algunos
lineamientos básicos que podemos resumir en:
- La ponderación absoluta de la agroindustria como panacea para la
producción de alimentos creando una ligazón absoluta con el “progreso”, el
“desarrollo” y el bienestar de la sociedad.
- La cooptación del discurso del desarrollo sustentable para convertir,
desde la propaganda, en “sustentable” cualquier iniciativa desde miradas
parciales y fragmentarias.
- La negación absoluta de todo debate o información sobre las luchas
sociales de resistencia, los debates científicos o económicos o los impactos en
las comunidades y en el ambiente.
- La estigmatización y criminalización de los movimientos y organizaciones
sociales mostrándolos como “subversivos”, violentos, antisociales o “atados al
pasado”.
Quizás uno de los países donde esta alianza es más evidente es en Paraguay,
donde la mencionada UGP está vinculada al Grupo Zuccolillo, dueño del poderoso
diario ABC Color que fue uno de los medios desde donde se montó la campaña
golpista contra Lugo. Zuccolillo es además presidente de la Sociedad
Interamericana de Prensa SIP.33
Y por si esto fuera poco: el
agronegocio cambia el clima
El vínculo entre la Crisis Climática que estamos sufriendo a nivel global y
la agricultura industrial se halla ampliamente demostrado y presenta cifras
alarmantes: como mínimo, entre el 44 y el 57 % de los Gases de Efecto
Invernadero (GEI) se deben a la cadena de producción agroindustrial en sus
distintas etapas.
Es evidente que un territorio donde la agricultura industrial se ha
impuesto de manera brutal tiene que ser uno de los principales contribuyentes a
esta crisis global. Pero también resulta evidente en toda la región que la
conjunción de los problemas globales con aquellos regionales tal como la
deforestación están trayendo consecuencias gravísimas, que se sufren en las
zonas rurales con extensos periodos de sequía y ciclos de inundaciones, y en
las ciudades con lluvias, fenómenos climáticos extremos e inundaciones para los
cuales no existe infraestructura capaz de contener y cuyas principales víctimas
son justamente los expulsados del campo.
Consideraciones finales
Esta dramática realidad encuentra en toda la región una amplia y articulada
movilización que está enfrentando el despojo desde la resistencia local, la
movilización, la denuncia pública, la construcción de alternativas y la lucha
en todos los frentes posibles que van desde las vías legales hasta la
desobediencia civil y la recuperación de territorios por parte de las
comunidades despojadas.
Si bien es cierto que existe aún una gran fragmentación de las luchas
sociales, también es una realidad que ninguna de ellas se queda en el análisis,
en la mera lucha puntual, sino que se está construyendo una mirada integral que
pone a la soberanía alimentaria en el centro de las luchas y a la autonomía y
el bien común como horizontes.
Esperamos que este A Contrapelo sume una semilla a los nuevos cultivos y culturas
que en el Cono Sur están germinando.
Notas
2“¿Monsanto prepara el desembarco final sobre
las semillas en América Latina?”, GRAIN, 27 de abril de 2007
4“El asesinato selectivo de líderes campesinos, una
práctica más frecuente”,
BASE-IS, 15 de marzo de 2013
5“Plan de exterminio”, Reportaje a Magui Balbuena de CONAMURI por
Radio Mundo Real, 23 de febrero de 2013
10“Agrotóxicos, segurança alimentar e
nutricional e saúde”,
Associação Brasileira de Saúde Coletiva, 2012
17“Aprueban la producción y comercialización
del primer transgénico brasileño”, Agro Noticias FAO, 16 de septiembre de 2011
19“Brasil: MPA denuncia próxima aprobación de
transgénicos resistentes al 2,4-D”, Vía Campesina , 24 de abril de 2012
20“¡NO a la privatización de las semillas en
Argentina!”, MNCI –
CLOC-VC Argentina – GRAIN – AT – ACBIO, 2 de octubre de 2012
21“¿Tiene sentido declarar un Día
Internacional de los Bosques?”, Boletín N° 188 del WRM, 3 de abril de 2013
24“Paraguay: cómo se pierde el 90% de los
bosques de un país,
Vanessa Sánchez, Soitu.es, 11 de agosto de 2008
29“Una reflexión sobre la reciente expansión del
cultivo de la soja en América Latina”, Segrelles Serrano, José Antonio, Grupo Interdisciplinario de Estudios
Críticos y de América Latina, 25 de junio de 2007
30“Una reflexión sobre la reciente expansión del
cultivo de la soja en América Latina”, Segrelles Serrano, José Antonio, Grupo Interdisciplinario de Estudios
Críticos y de América Latina, 25 de junio de 2007
32“Extractivismo y agricultura industrial o
como convertir suelos fértiles en territorios mineros”, GRAIN, Revista Biodiversidad, sustento y
culturas N° 75, enero 2012
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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