Sin duda el complaciente
silencio de los EEUU, al igual que el de las
potencias europeas, ha sido crucial para que Israel a través de su política de
la “ambigüedad estratégica” -que ni confirma, como tampoco niega estar en
posesión de armas nucleares- haya sido muy efectivo a la hora de enfrentar las
demandas de la ONU y de la AIEA para que se integre al Tratado de No
Proliferación de Armas Nucleares, así como también para ser parte de un Medio
Oriente libre de armas nucleares.
EL ARSENAL NUCLEAR DE ISRAEL
Y
LA POLÍTICA DE LA ABIGUEDAD ESTRATÉGICA
Vista aérea reactor nuclear en Dimona, Israel
|
A pesar de la indignación y la masiva cobertura de los medios de
comunicación sobre las armas químicas de Siria y las hipócritas demandas para
que se “cumpla con las normas internacionales”, estos mismos medios apenas han
mencionado la votación en las Naciones Unidas del 20 de septiembre sobre si
Israel, debería o no, pasar a formar parte de la comunidad internacional
permitiendo que los inspectores de armas nucleares conozcan el estado de lo que
por décadas y hasta ahora ha estado escondiendo –un programa de armas nucleares
en toda su extensión. La propuesta presentada por los países árabes en la
conferencia anual de la Agencia Internacional de Energía Atómica fue derrotada
por 51 votos en contra y 43 a favor. Los Estados Unidos, Inglaterra y Francia
votaron en contra.
La historia ya ha sido reportada muchas veces, la prensa internacional la
ha divulgado desde 1,960. Es del común conocimiento en los Estados Unidos, En
Europa, en el Mundo Árabe, de hecho, en todo el mundo. Los detalles históricos
son muy bien conocidos. En 1955, el presidente de los EEUU, Dwight Eisenhower
le facilito a Israel su primer reactor nuclear en Nahal Sorek, en 1964, Francia
colaboró con Israel en la construcción del reactor nuclear de Dimona en el Desierto
de Negev, en 1965, Israel extrajo por medio de sus espías, 200 libras de uranio
altamente enriquecido para la fabricación de armas nucleares (weapons-grade
uranium) de la compañía, Corporacion de Equipo y Material Nuclear de
Pensilvania en los Estados Unidos. En 1968, Israel secuestró una
embarcación de Liberia y se apoderó de su cargamento de 200 toneladas de
óxido de uranio concentrado (yellowcake). Israel ha poseído bombas nucleares
desde principios de los 1970 y se sabe que, a pesar de que EEUU lo ha
desmentido oficialmente, Golda Meir, la cuarta primer ministro de Israel
supuestamente se preparó para lanzar 13 bombas nucleares sobre Siria y Egipto
en 1973. Fue la intervención de Henry (como lo reporto la revista Time) la que
impidió que se cometiera un acto de genocidio cuando estableció el mayor puente
aéreo de la historia para la entrega masiva de armamento a Israel que
necesitaba revertir el curso de la guerra de 1973. Israel colaboró con
Sudáfrica en el desarrollo de armas nucleares hasta que el régimen del
apartheid sudafricano colapsó en 1994.
Desde entonces, los expertos han estimado que Israel posee un arsenal
nuclear arriba de los 400 artefactos nucleares, incluyendo armas termonucleares
con rango de megatón, como también bombas de neutrones, armas nucleares
tácticas y maletines nucleares. Además posee el sistema de
misiles para su lanzamiento con un
alcance de 11,500kms (que pueden sobrepasar la distancia de Irán). Además
Israel cuenta con submarinos capaces de lanzar ataques nucleares, como también
los jets de combate con capacidad para realizar ataques con armas nucleares.
En resumen Israel es una potencia nuclear con un arsenal que lo ubica en la
sexta posición a nivel mundial, además, es el único país en el Medio Oriente
que posee armas nucleares. También posee el cuarto ejército más grande del
mundo y un amplio arsenal de armas químicas y biológicas. De acuerdo a lo dicho
por un alto oficial de la inteligencia israelí, citado por Sunday Times, “Escasamente
existe una forma de armas químicas o biológicas, conocidas o desconocidas…que
no sea producida en el Instituto Biológico en Nes Tziyona”.
Con todos estos antecedentes es conveniente preguntarse ¿Por qué Israel,
hasta la fecha, no ha firmado ninguno de los tratados sobre la proliferación de
armas nucleare (NPT, por su siglas en ingles) y de armas químicas (CWC, por sus
siglas en inglés)?
Sin duda el complaciente silencio de los EEUU, al igual que el de las
potencias europeas, ha sido crucial para que Israel a través de su política de
la “ambigüedad estratégica” -que ni confirma, como tampoco niega estar en
posesión de armas nucleares- haya sido muy efectivo a la hora de enfrentar las
demandas de la ONU y de la AIEA para que se integre al Tratado de No
Proliferación de Armas Nucleares, así como también para ser parte de un Medio
Oriente libre de armas nucleares. Esta política de la “ambigüedad” con relación
a su programa nuclear ha sido la base que históricamente ha empleado Israel
para sustentar sus razones estratégicas y de seguridad, pues siendo la única
“democracia occidental” en el pleno corazón de una región hostil y rodeado de enemigos
que buscan aniquilarlo, necesita de una estrategia defensiva capaz de disuadir
y mantener bajo control a sus rivales. Controlar a sus rivales árabes,
continuar con sus ambiciones expansionistas en los territorios ocupados de
Palestina, pero sobre todo, mantener su supremacía militar en todo el Medio
Oriente, es la razón principal por la que Israel probablemente nunca acepte ser
parte de los tratados internacionales contra las Armas de Destrucción Masiva.
Recientemente esa política de la ambigüedad ha estado siendo cuestionada,
sobre todo, ahora que las armas de destrucción masiva de Siria están entrando
en su fase de desmantelamiento y las recientes declaraciones del presidente de
Irán, Hassan Rouhani en la Asamblea de la ONU, sobre la disposición de su país
en resolver de una manera justa y apropiada el impase sobre su programa nuclear
con los Estados Unidos. Israel, sin embargo, parece no estar inclinado a
aceptar las demandas de la comunidad internacional y de varias voces dentro de
la sociedad israelí para que declare su arsenal nuclear. El beligerante
discurso de Benjamín Netanyahu contra Irán en la ONU y la reafirmación del
incondicional apoyo estadounidense por parte del presidente Obama, reconociendo
tácitamente el derecho de Israel a la posesión de armas de destrucción masiva,
no auguran nada positivo del lado israelí.
En su diatriba dirigida a Irán en la ONU, Netanyahu exigió que los iraníes desmantelen
completamente su programa nuclear, como condición para un arreglo, de lo
contrario Israel se reserva el derecho a actuar, sin el permiso de nadie, para
impedir la amenaza que el programa nuclear de Irán representa para la
existencia del Estado Judío, aun y cuando Irán, como ya ha sido confirmado por
las agencias de inteligencia de los EEUU, no está en posesión de ningún
artefacto nuclear. Sin embargo, Netanyahu no mencionó la amenaza nuclear que
su país representa en toda la región del Medio Oriente.
Similar al extremista argumento del primer ministro israelí, ha sido el
trato que Irán ha recibido del régimen de Obama, los neoconservadores, el lobby
judío y sus secuaces en el congreso y de medios de prensa, como el New York
Times, quienes niegan el derecho que Irán tiene, como parte del NPT, al
enriquecimiento nuclear. Al contrario y
en lugar de mencionar el hecho de ser Israel el único país con armas nucleares
en el Medio Oriente, piden no tomar al
pie de la letra los últimos ofrecimientos de Irán para alcanzar un acuerdo y
hablan de apretar aún más la tuerca del embargo económico y de la opción
militar que sigue estando sobre la mesa.
La política del “no pregunte, no diga” que los EEUU ha practicado en
relación a las armas nucleares de Israel, ha sido un factor de mucho peso en la
sustentación de la política de la “ambigüedad nuclear” que por años ha
mantenido Israel. Pero según estiman algunos analistas y medios de prensa, como
el Haaretz israelí, ya no es posible para Israel seguir adherido para siempre a
esa política y es probablemente solo cuestión de tiempo antes de que los EEUU
insista en que Israel cambie su política. Las conversaciones programadas para
finales de octubre en Ginebra entre delegados iraníes y estadounidenses y otros
miembros del P5 + 1, para explorar posibles opciones diplomáticas para resolver
la disputa nuclear que permitiría a Irán hacer uso de su derecho al desarrollo
nuclear con fines pacíficos y levantar las sanciones que le han sido impuestas,
seran muy importantes, pero además servirán para poner a prueba la voluntad de
los Estados Unidos para establecer un zona libre de armas nucleares en el Medio
Oriente, sin embargo, para que eso sea posible será necesario que Israel,
primero, declare su arsenal nuclear y luego se someta a las inspecciones de la
AIEA, como lo ha solicitado el presidente de Irán.
La apertura al dialogo iniciada por Irán y la aparente buena intención del régimen
de Obama para negociar, han creado optimismo entre algunos sectores de opinión
que ven una excelente oportunidad para acabar con el impase nuclear iraní y con
la política de la “ambigüedad nuclear” israelí que tanta antipatía y problemas
le han acarreado a EEUU en la región. La cuestión, de acuerdo a algunos
analistas, es si Washington estaría dispuesto a separar su política de
hostilidad hacia Irán de la de Israel.
Dicho de otro modo: ¿es el régimen sionista un apéndice fastidioso de
Washington, que podría ser descartado, o es una parte integral de la política
exterior de EE.UU? Una perspectiva benigna, es que si los EEUU pudieran
extirpar la belicista influencia sionista, estarían en condiciones de conducir
con más ética sus relaciones exteriores con Irán (y otros países).
El problema con esta esta benigna perspectiva es que, erra en comprender el
papel fundamental de Israel en las relaciones exteriores de Estados Unidos.
Israel no es sólo una entidad por la que Washington sufre como resultado del
exceso de los grupos de presión sionistas y los sobornos en el congreso. Aunque
en parte es eso, pero más fundamentalmente, Israel sirve para proyectar el
poder y los intereses imperialistas estadounidenses en el Medio Oriente. La
afrenta al derecho internacional y los derechos humanos que encarna el régimen
israelí, los conflictos y las guerras que atiza, todas estas violaciones son
parte integral de como el imperialismo de EEUU afirma su hegemonía en toda la
región del Medio Oriente y más allá.
Después del rechazo a la resolución presentada por los países árabes en la
asamblea anual de la AIEA que pedía que Israel pusiera su arsenal nuclear bajo
la supervisión de la ONU y que ratificara el NPT, los israelíes proclamaron
victoria y la sabiduría inherente en su política de la ambigüedad. Pero como
señala el Haaretz, el voto de rechazo de 51-43, aparentemente, es una prueba
positiva de la sabiduría de esa política israelí, que le permite seguir
manteniendo la ambigüedad y la negativa de adherirse al TNP (sólo otros cuatro
países no han firmado) y la cual el mundo en silencio acepta. Pero Jerusalén,
remarca el Haaretz, debe entender que esto es una ilusión peligrosa. La
victoria en el voto de Viena se logró por la enorme presión ejercida sobre
muchos países por parte de Estados Unidos. Con el debido respeto a las urgentes
llamadas telefónicas que el primer ministro Benjamin Netanyahu hizo a numerosos
líderes mundiales, lo que inclinó la balanza fueron las conversaciones
mantenidas por los representantes del gobierno de Estados Unidos en Washington.
Esta declaración del diario israelí es en sí muy reveladora y le pone un
manto de sospecha a las reales intenciones de Washington en relación a las
negociaciones con Irán. Después de todo, esta semana el presidente Obama en una
reunión con Netanyahu en la Casa Blanca, le reiteró que los EEUU no permitirán
que Irán desarrolle armas nucleares y que "todas las opciones, incluida la
opción militar, estaban todavía en la mesa". También, esta misma semana en
una conferencia en Washington del lobby judío, J Street, el vicepresidente Joe
Biden en una de sus acostumbradas indiscreciones, dijo: "Si no existiera
un Israel, nosotros tendríamos que inventarlo, para asegurarnos de que los intereses
estadounidenses sean preservados [en Oriente Próximo]…
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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