La largamente esperada
muerte del ex primer ministro israelí, Ariel Sharon, apodado correctamente el
“Carnicero” por los palestinos, por fin ha llegado después de permanecer ocho
años en estado de coma.
EL “CARNICERO” HA MUERTO
Los palestinos tienen razón para celebrar, pues ellos más que ningún otro,
han sido los que han experimentado en carne propia la despiadada furia asesina
de uno de los peores criminales de guerra de los últimos tiempos. Muy frescos
están en su memoria los sangrientos hechos de los campamentos de refugiados de Sabra
y Shatila en Beirut, en septiembre 16-18 de 1982, cuando cientos de refugiados
palestinos, entre hombres, mujeres y niños fueron masacrados por las milicias
falangistas armadas y apoyadas por Israel, las cuales contaron con el permiso
de Sharon quien comandó la invasión militar de Líbano en 1982, con el
expreso propósito de destruir a la OLP, expulsando a tantos palestinos como
fuera posible hacia Jordania y convertir a Líbano en un Estado cliente de
Israel.
Y tal y como lo relatan, el ya fallecido Alexander Cockburn y Jeffrey St.
Clair, en un excelente artículo publicado en Counterpunch, en febrero de 2001,
la historia de Sharon ofrece un record monocromático de corrupción moral, con
un bien documentado registro de crímenes de guerra que se remonta hasta los
inicios de los años 1950.
La primera misión documentada de Sharon en su papel como comandante de la
Unidad 101 fue en agosto de 1953, en el campamento de refugiados de El-Bureig,
al sur de Gaza. La historia israelí de la unidad 101, registra a 50 refugiados
como muertos; otras fuentes alegan 15 o 20. El mayor general Vagn Bennike, el
comandante de la ONU, informó que "las bombas fueron lanzadas" por
los hombres de Sharon "a través de las ventanas de las chozas en las que
los refugiados estaban durmiendo y, cuando huían, fueron atacados con armas
pequeñas y armas automáticas”.
En octubre de 1953, la unidad 101 comandada por Sharon atacó la
aldea jordana de Qibya. Entre las diferentes versiones de lo sucedido ahí, está
la del historiador israelí Avi Shlaim quien describe la masacre de este modo:
"La orden de Sharon era penetrar en Qibya, volar casas e infligir fuertes
bajas en sus habitantes. Su éxito en la ejecución de la orden superó todas las
expectativas. La historia completa de lo macabro que ocurrió en Qibya fue revelado
sólo por la mañana después del ataque. El pueblo había sido reducido a
escombros: cuarenta y cinco casas habían sido voladas, y sesenta y nueve
civiles, dos tercios de ellos mujeres y niños, habían muerto. Sharon y sus
hombres alegaron que creían que todos los habitantes habían huido y que no
tenían ni idea de que alguien se escondía dentro de las casas.
El observador de la ONU en la escena del crimen llegó a una conclusión
diferente: "Una historia se repitió una y otra vez: las balas hacían
añicos las puertas, el cuerpo tendido a través del umbral de la puerta, lo que indica
que los habitantes se habían visto obligados por la enorme intensidad del fuego
a permanecer en el interior hasta que sus hogares volaron en pedazos sobre
ellos”. La masacre de Qibya fue descrita simultáneamente en una carta al
presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 16 de octubre
1953 (S/3113), del Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de
Jordania a Estados Unidos. El 14 de octubre de 1953 a las 9:30 de la noche,
escribió, las tropas israelíes lanzaron un ataque de batallón a gran escala en
el pueblo de Qibya en el Reino Hachemita de Jordania (en ese momento Cisjordania estaba anexada a Jordania).
Según el relato del diplomático, las fuerzas israelíes habían entrado en la
aldea y sistemáticamente asesinaron a todos los ocupantes de las casas, usando armas
automáticas, granadas y bombas incendiarias. El 14 de octubre, los cuerpos de
42 civiles árabes habían sido recuperados; varios cuerpos más estaban todavía bajo los
escombros. Cuarenta casas, la escuela de la aldea y un depósito de agua habían
sido destruidos. Cantidades de explosivos no utilizados, que llevaban marcas de
ejército de Israel en hebreo se habían encontrado en el pueblo. Alrededor de
las 3 de la mañana, para cubrir su retirada, las tropas de apoyo israelíes habían
comenzado a bombardear las aldeas vecinas de Budrus y Shuqba desde posiciones
en Israel.
¿Y qué de la conducta de Sharon cuando era jefe del Comando Sur de las
Fuerzas de Defensa de Israel en la década de 1970? Las "limpiezas" de
Gaza fueron descritas vívidamente por Phil Reeves en un artículo en The
Independent de Londres el 21 de enero de este año.
En su recuento Reev dice que Sharon como jefe del Comado Sur de las FDI
tenía a su cargo la “pacificación” de la recalcitrante Franja de Gaza, y
menciona lo ocurrido en una de las callejuelas de una barriada llamada Camp
Beach, de casas pequeñas de dos habitaciones construida con ayuda de la ONU
para refugiados de la guerra de 1948. El callejón de Ha’d o Wreckage Street (la
Calle de los Escombros) adquirió su nombre después de una prolongada visita de
los soldados de Sharon. Sus órdenes eran arrasar con cientos de casas y abrir una calle ancha y recta. Esto
permitiría que las tropas israelíes y sus vehículos blindados se movieran
fácilmente a través del campamento, para ejercer el control y dar caza a los
hombres del Ejército de Liberación de Palestina.
"'Ellos vinieron por la noche y comenzaron a marcar las casas que
querían demoler con pintura roja’ dijo Ibrahim Ghanim, un trabajador jubilado
de 70 años. 'Por la mañana volvieron, y ordenaron a todos que salieran.
Recuerdo a todos los soldados gritando a la gente, ¡yalla, yalla, yalla, yalla!
Tiraron las pertenencias de cada uno a la calle. Entonces Sharon trajo
bulldozers y comenzó a aplanar la calle. Casi en un día lo hizo todo. Y los
soldados golpeaban a la gente, ¿se imagina usted? ¡Soldados con armas de fuego,
golpeando a niños pequeños!’ Para cuando el trabajo del ejército israelí estaba
hecho, cientos de casas habían sido destruidas, no sólo en la calle Ha’d sino en
todo el campamento. Así dio inicio Sharon a la construcción de una red de anchas
carreteras de seguridad. Muchos de los desplazados se refugiaron en las
escuelas, o se apretujaron en los hogares ya demasiado sobre habitados de sus
familiares. Otras familias, por lo general las que contaban con un activista
político palestino, fueron cargadas en camiones y llevadas al exilio en una
ciudad en el corazón del desierto del Sinaí, entonces controlado por Israel”.
Como lo informó Reeves, la devastación de Beach Camp estaba lejos de ser la
excepción. "En agosto de 1971 solamente, las tropas bajo el mando del Sr.
Sharon destruyeron unas 2.000 viviendas en la Franja de Gaza, desarraigando a
16.000 personas por segunda vez en sus vidas. Cientos de jóvenes palestinos
fueron arrestados y deportados a Jordania y Líbano. Seiscientos familiares de
presuntos guerrilleros fueron exiliados al Sinaí. En el segundo semestre de
1971, fueron asesinados 104 guerrilleros. 'La política en ese momento no era
arrestar sospechosos, sino de asesinarlos', dijo Raji Sourani, director del
Centro Palestino para los Derechos Humanos en la ciudad de Gaza”.
En 1982, como ministro de Defensa en el segundo gobierno de Manachem Begin,
Sharon fue el comandante que encabezó el asalto militar sobre Líbano. Fue un
plan de guerra que causó un sufrimiento indescriptible, alrededor de
20,000 palestinos y libaneses perecieron, más de mil soldados israelíes
murieron. Los israelíes bombardearon a la población civil a voluntad. Sharon se
encargó de supervisar la infame masacre en los campos de refugiados de Sabra y
Shatila. El gobierno libanés contó 762 cuerpos recuperados y otros 1,200
enterrados en privado por los familiares. Sin embargo, al Medio Oriente quizás
se le ahorró algo más peor, gracias a Menachem Begin. Justo en el momento en que la del 82 se estaba poniendo en marcha, Sharon se
acercó a Begin, el entonces primer ministro, y le sugirió que le cediera el
control de gatillo nuclear de Israel. Begin tuvo el suficiente sentido para
rechazarlo.
La masacre de los dos campos contiguos de Sabra y Chatila se llevó a cabo
desde las 6:00 de la noche del 16 de septiembre de 1982, a las 8:00 de la
mañana del 18 de septiembre de 1982, en una zona bajo el control de las Fuerzas
de Defensa de Israel. Los autores eran miembros de la milicia de la Falange, la
fuerza libanesa que fue armada por Israel y su cercano aliado desde el comienzo
de la guerra civil del Líbano en 1975. Las víctimas durante la masacre de 62 horas
incluían a bebés lactantes, niños, mujeres (incluidas las mujeres
embarazadas), y los ancianos, algunos de los cuales fueron mutilados o
destripados antes o después de que fueran asesinados.
Una comisión oficial investigadora
israelí, presidida por Yitzhak Kahan, presidente de la Corte Suprema de
Israel, investigó la masacre, y en febrero de 1983 hizo públicas sus
conclusiones (sin el Apéndice B, que sigue siendo secreto hasta ahora).
En medio de los intentos desesperados de los militares israelíes por
encubrir la evidencia sobre el conocimiento directo de lo que estaba pasando,
la Comisión Kahan se vio obligada a declarar que Ariel Sharon, entre otros
israelíes, tenía responsabilidad por la masacre. El informe de la comisión
declaró : "Es nuestra opinión de que la responsabilidad debe ser imputada
al Ministro de Defensa por haber hecho caso omiso ["completamente
consciente de", habría sido una mejor elección de palabras] del peligro de
actos de venganza y derramamiento de sangre por los falangistas en contra de la
población de los campamentos de refugiados , y habiendo fracasado [es decir,
"con entusiasmo haber tomado esto en consideración"] en tomar en
cuenta este peligro cuando decidió permitir que los falangistas entraran en los
campamentos. Además, la responsabilidad debe ser imputada al Ministro de
Defensa por no ordenar las medidas apropiadas para prevenir o reducir el
peligro de una masacre, como condición para la entrada de los falangistas en
los campamentos. Estas equivocaciones constituyen la falta del cumplimiento de
un deber con el que el ministro de Defensa fue confiado”.
Se puede argumentar firmemente que Sharon representa la política a largo
plazo de todos los gobiernos israelíes, sin ningún oscurecimiento o entorchado
verbal. Por ejemplo: Ben-Gurion aprobó las misiones terroristas de la Unidad
101. Cada gobierno israelí ha condonado los asentamientos y la construcción alrededor de Jerusalén. Fue Ehud Barak quien
dio el visto bueno a la escolta militar de Sharon en su provocadora incursión
que provocó la segunda Intifada y Barak quien superviso la represión militar
letal de los últimos meses. Pero eso no disminuye la sombra siniestra de Sharon a través del
último medio siglo. Esa sombra es mejor evocada por los palestinos y los libaneses
de duelo por los muertos, los mutilados y los desplazados.
Sharon, nacido en 1928 de padres bielorrusos murió el sábado 11 de enero de
2014, a la edad de 85 años. Largo y sangriento ha sido el legado de este siniestro
personaje, epicentro de la brutalidad y maldad, y a quien de ninguna manera se
le puede considerar un “hombre de paz”, como lo han declarado varios de los
líderes del “mundo civilizado” y algunos de los más poderosos medios de prensa,
haciéndole creer a la audiencia en el mundo que alguien como Sharon se había
metamorfoseado de lacra a santo. Su record criminal, las evidencias están ahí,
en Palestina y el Líbano y en otros lugares como Guatemala hasta donde llegó la
mano asesinas de este hombre para colaborar en la matanza y el genocidio de
miles de guatemaltecos. Tarde han reaccionado algunas organizaciones de
derechos humanos, como Human Rights Watch, que ha declarado que es una
vergüenza que Sharon haya muerto sin enfrentar la justicia por su papel en la
masacre de Sabra y Shatila. Pero los palestinos a su manera encuentran una
suerte de justicia divina y celebran con justeza la muerte del “Carnicero”,
como los chilenos celebraron la muerte de Pinochet y como algún día no muy
lejano muchos guatemaltecos celebraremos la muerte del genocida convicto, Ríos
Montt.
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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