sábado, 18 de enero de 2014

LA DEA Y EL CARTEL DE SINALOA

La cooperación entre Washington y los carteles mexicanos de la droga, lo beneficioso que ha resultado el TLCAN para el contrabando de narcóticos y el desempleo y desplazamiento que ha causado entre millones de mexicanos son aspectos que Nick Alexandrov toca en el siguiente artículo.


LA DEA Y EL CARTEL DE SINALOA


Por Nick Alexandrov

El crimen organizado: Una tradición americana

El  periódico mexicano El Universal, informó el 6 de enero que Washington y el cártel de Sinaloa han cooperado durante años. El abogado de Sinaloa Humberto "Loya-Castro declaró que los agentes [DEA] le dijeron que, a cambio de información sobre organizaciones rivales de tráfico de drogas, el gobierno de los Estados Unidos estuvo de acuerdo ... no interferir con sus actividades del tráfico de drogas y las del Cártel de Sinaloa", revelan documentos judiciales dados a conocer.

Estas revelaciones deben ser consideradas junto con las de la intrépida periodista Anabel Hernández publicadas en Los Señores del Narco, traducido como Narcoland en el lanzamiento en idioma Inglés del otoño pasado. Su principal argumento, según explicó en Democracy Now! el pasado mes de septiembre, es que en México no existe "realmente una guerra contra los cárteles de la droga. Lo que existía en el gobierno de Felipe Calderón era una guerra entre los cárteles, y el gobierno tomó partido en esa guerra, protegiendo al cártel de Sinaloa".

El Presidente Calderón, durante su mandato de seis años que finalizó en 2012, presidió sobre una inédita matanza -Le Monde estima que durante el tiempo que él ocupó el cargo, probablemente fueron asesinados unos 120,000 mexicanos- y la distribución sin precedentes de fondos de financiación de los EE.UU -más de $ 1 mil millones en Abril de 2013- "a los militares mexicanos, la policía y al sistema judicial para su equipamiento", resumió Laura Carlsen del Centro para la Política Internacional. Cuando terminó su mandato, Calderón huyó hacia una institución que seguramente ignoraría la sangre en sus manos -es decir, Harvard, donde él fue un Mason Fellow en la Escuela Kennedy de Gobierno.

Entre los anteriores ganadores de este reconocimiento se incluye a Héctor Gramajo Morales, uno de los arquitectos de la ola de violencia genocida que se desató a través de la campiña de Guatemala en la década de 1980, y quien fuera el orador invitado en la Escuela de las Américas, en diciembre de 1991, durante sus ceremonias de graduación. Uno se pregunta si, con motivo de la ocasión, él impartió su filosofía política: "Usted no tiene que matar a todos para completar el trabajo" masacrar a 30% de la gente era más razonable, subrayó.

En su análisis de la política mexicana de Washington, Carlsen señaló que Thomas Shannon, subsecretario de Estado de EE.UU para Asuntos del Hemisferio Occidental, comentó en abril de 2007 que la ayuda de EE.UU para las fuerzas de seguridad mexicanas era un medio de "blindaje al TLCAN", el llamado "libre acuerdo comercial ", que cumplió 20 años  al comienzo de este mismo. La disposición, explicó el funcionario de la DEA, Phil Jordan, era un "trato hecho en el paraíso narco".

"Para los cárteles mexicanos de la droga", escribe el profesor del Colegio de Guerra del Ejército de EE.UU, Paul Rexton Kan, "las disposiciones del TLCAN llegaron en un momento oportuno, cuando la interdicción de la cocaína de Colombia en el Caribe por parte de los EE.UU se estaba volviendo cada vez más oneroso para los grupos colombianos, mientras que al mismo tiempo se disparaba la demanda de metanfetaminas en los Estados Unidos", esto se indicaba en "el número de visitas a salas de emergencia relacionadas con la metanfetamina en los Estados Unidos", que "se duplicó entre 1991 y 1994”. El resultado fue que "los cárteles mexicanos fueron capaces de sacar provecho de las nuevas rutas terrestres disponibles para traer cocaína y metanfetamina al mercado de EE.UU" y el contrabando en vehículos comerciales se disparó un 25% en el primer año del TLC -"el incremento más grande de la historia", Kan concluye.

Las conexiones entre el TLCAN, el contrabando de drogas, y la ruina que el "libre comercio" -jerga referida al dumping  del maíz subsidiado por el gobierno de los EE.UU en México- trajo al campo mexicano son raramente examinadas. Dale Wiehoff, del Instituto de Política Agrícola y Comercial, es uno de los pocos escritores que reflexiona sobre estos desarrollos entrelazados, el argumentó el verano pasado que la explosión en los números de jóvenes mexicanos "desempleados y desplazados eran vulnerables a los cárteles de la droga [.]" El desplazamiento es alimentado por la conversión de las tierras dedicadas a la subsistencia en potenciales fuentes de ganancias, con las comunidades agrícolas pobres destrozadas en el proceso. En el estado de Sinaloa, donde se originó el cartel, el TLCAN estimuló estos procesos de transferencia territorial, cuando los agronegocios acumularon parcelas que antes habían sido trabajadas colectivamente.

El pasado otoño, Tracy Wilkinson examinó la coyuntura actual en el diario Los Angeles Times. En las enormes granjas, "la siembra, la escarda, poda y recolección de las hortalizas recaen en los ejércitos de trabajadores de los estados más pobres de México", como Oaxaca, Chiapas y otros devastados por el TLC. Carmen Hernández Ramos "tiene 52 años y parece de 80", y es sólo uno de los muchos trabajadores ahí que "se sienten atrapados", explicó Wilkinson, y se "encuentran alojados en recintos cercados" en regiones desoladas.

Pero no todo el mundo sufre. The Guardian informó en julio de 2012, que HSBC, el mayor banco de Europa, había "lavado billones de dólares para los cárteles de la droga", sus subsidiarias permitieron a los "señores de la droga mexicanos comprar aviones con dinero blanqueado a través de cuentas en las Islas Caimán”. Leopoldo Barroso, un ex funcionario del banco, expresó sus preocupaciones con respecto a "las denuncias de que el 60% a 70% de las ganancias lavadas en México" se mueven a través de HSBC, supuestamente contaminado por estas revelaciones, como si su dinero de algún otro modo hubiera estado limpio. Pero las diferencias entre las actividades comerciales legítimas e ilegítimas son vagas, si aún significativas, como Roberto Saviano observa en su prólogo a Narcoland de Hernández: el libro demuestra que "no es la mafia la que se ha transformado en una empresa capitalista moderna", sino que en su lugar "es el capitalismo que se ha transformado en una mafia."

Otros dirían que esta evaluación no va lo suficientemente lejos -que el crimen organizado es intrínseco al capitalismo, un "fenómeno que complementa y no  esta en conflicto con" la maduración de “las estructuras del poder económico y político” de los  EE.UU, argumenta el historiador británico Michael Woodiwiss, señalando que "Estados Unidos no puede reclamar ninguna legitimidad" en sus supuestas iniciativas contra el crimen. Elija cualquier episodio en la historia del país, ya sea "la frecuente explotación criminal de los afroamericanos y otras personas de la clase trabajadora, la promulgación de leyes de prohibición que fomentaron la corrupción y la empresa criminal", o "la participación de las agencias de inteligencia en las operaciones de tráfico de drogas", y este punto fundamental queda claro. Las recientes revelaciones de la DEA-Sinaloa sólo sirven para enfatizarlo.



Traducido del inglés por Marvin Najarro



Nick Alexandrov, reporta sobre el deterioro del clima político en Honduras en la edición de diciembre de la revista CounterPunch. El reside actualmente en Washington, DC. 









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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