jueves, 3 de abril de 2014

Los incansables neoconservadores y Putin

Para los neoconservadores la mayor afrenta de Putin es haber ayudado a Obama a evitar las guerras en Siria e Irán, así como el haber recriminado duramente a Netanyahu y al príncipe Bandar de Arabia Saudita sus provocativas acciones en el conflicto armado de Siria, esas actuaciones del presidente ruso lo pusieron en la mira de gente muy poderosa.


LOS INCANSABLES NEOCONSERVADORES Y PUTIN


Hace unos días nos referimos al hecho de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin le había ofrecido a su homólogo en la Casa Blanca, Barack Obama, de nuevo como en Siria, la posibilidad de una salida negociada al conflicto de Ucrania, exacerbado ahora por la anexión oficial de Crimea a la Federación Rusa después del referendo celebrado en la estratégica península y en el cual la mayoría de la población votó para convertirse en parte de Rusia, como lo había sido antes de la decisión de Nikita Krushov de cedérsela a Ucrania en 1954.  

Las enardecidas reacciones de la jauría neoconservadora a la rápida movida de Putin de anexar  Crimea no se hicieron esperar, y Obama sometido a una intensa presión, inmediatamente cumplió con sus amenazas de represalias contra varios funcionarios rusos. En todas partes en los círculos de poder de Occidente, pero especialmente en Washington, los decibeles del tono de las amenazas han alcanzado niveles de histeria incontrolable entre políticos y comentaristas de todos los medios de desinformación estadounidenses que exigen del presidente Obama asumir una posición acorde con su papel de líder de la mayor potencia del mundo y declare medidas más drásticas y si es posible la confrontación militar para poner al criminal del Kremlin en su lugar. En las páginas editoriales del New York Times y del Washington Post, por ejemplo, connotados neoconservadores han escrito que el único lenguaje que Putin entiende es el de la fuerza y el poder y que para detenerlo en su posterior aventurismo en Ucrania el presidente Obama tendrá que responderle en el idioma que entiende el presidente ruso.  

La hostilidad y el odio de los neoconservadores hacia Putin se desprenden del el obstáculo que el hombre del Kremlin ha representado a sus planes intervencionistas y de “cambio de régimen” tanto en Siria como en Irán. No le perdonan el haber descarrilado esos planes, el haberse convertido en el factor determinante que evitó que el “guerrero renuente” de la Casa Blanca se haya echado atrás  y renunciara a último momento materializar con una lluvia de misiles su amenaza de la línea roja después de los ataques con armas químicas que causaron centenares de muertos en los alrededores de Damasco, y de los cuales fraudulentamente se quiso culpar al gobierno de Assad. Tampoco la “clica” de neoconservadores-sionistas de Washington le perdonan a Vlad, que ha instancias suyas se haya logrado alcanzar  el acuerdo interino entre Irán y el G5+1  en torno al programa nuclear iraní por el cual la Republica Islámica ha suspendido temporalmente las actividades de enriquecimiento nuclear a cambio de un mínimo relajamiento del asfixiante embargo económico que le ha sido impuesto por los EE.UU y sus aliados europeos. Para estos ideólogos neoconservadores, proponentes de la guerra como el único medio de lograr el cambio de régimen y por ende la supremacía absoluta de los EE.UU e Israel en el Oriente Medio, Putin se ha convertido en la mosca en la sopa que  en esta ocasión les ha arruinado su gran sueño de caminar triunfantes por las calles de Teherán. Eso los hacía delirar en los años de G.W. Bush cuando en la preparación del blitzkrieg estadounidense en Irak exultantes acuñaron aquella frase de que “cualquiera puede ir a Irak, solo los hombres con cojones van a Teheran” ("Anyone can go to Baghdad, real men go to Tehran").

Pero Los neoconservadores que desde el inicio de su trayectoria ha demostrado una enorme capacidad para permanecer vigentes, no se darían por vencidos y continuarían con sus campañas de desestabilización y de cambio de régimen, esta vez en Ucrania que todavía estaba pendiente, pues la Revolución Naranja no había respondido a sus grandes expectativas de desestabilizar y truncar el renacer y la amenaza en ciernes del poder ruso simbolizado en la figura del malvado Putin.

Los neoconservadores a quienes algunos daban como una especie en extinción como resultado del fiasco de la guerra de Irak cuando su gran estrategia en el Oriente Medio quedó desacreditada ante muchos estadounidenses que consideraban esa política de cambio de régimen en países opuestos a Israel una pesadilla sin fin, de muerte y destrucción,  no estaban acabados y aun después de esa catastrófica experiencia siguieron teniendo influencia en la política exterior de los EE.UU ya que se habían posicionado muy bien y controlaban instituciones financiadas por el gobierno, como la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en ingles), y se desempeñaban en posiciones prominentes en think tanks como el American Enterprise Institute, el Council of Foreign Relations y el Brookings Institution, además seguían teniendo aliados muy poderosos en el congreso, como los senadores McCain, Lindsey Graham y Joe Lieberman y tenían una presencia muy significativa como comentaristas en los programas televisivos y en las páginas de opinión de medios tan importantes como el Washington Post que se ha convertido en un virtual reducto neoconservador desde donde se agita a favor del intervencionismo militar de los EE.UU.

Con la llegada de Obama a la presidencia y su declarada intención de romper con las política exterior de G.W. Bush basada en el uso de la fuerza militar como medio para intimidar y someter a la naciones que se oponían a su agenda de dominio geopolítico y geoestratégico, se pensó que habría una desbandada neoconservadora -algunos ciertamente hicieron maletas y buscaron empleos en think tanks y ONGs afines a su la ideología- pero los neoconservadores desde que emergieron a finales de 1970 y principios de 1980, como una fuerza notable en Washington, se habían convertido en miembros privilegiados en los círculos de poder y eran admirados y temidos por su ferocidad intelectual pero más que todo, por su capacidad de sobrevivencia en el largo plazo. Ellos se habían garantizado el acceso al dinero del gobierno, incluyendo los abundantes recursos monetarios de la NED cuyo presupuesto se había incrementado a más de 100 millones de dólares durante el régimen de G.W. Bush. NED que fue fundada en 1983 desempeña de forma abierta, a través de la financiación de numerosas ONGs, el trabajo de “promoción de la democracia” –eufemismo por desestabilización y cambio de regímenes- que la CIA había realizado por mucho tiempo en forma secreta en varios países del mundo. Pero en realidad una buena parte del dinero de NED es destinada a las ONGs en Washington, lo que significa que esos fondos sirvieron de gran alivio para los neoconservadores que se quedaron sin trabajo tras la llegada de Obama, quien a pesar de su supuesta oposición a la obsesión guerrerista de los neoconservadores, no tuvo la valentía para purgarlos de su gobierno.

Los neoconservadores quienes se habían ubicado en puestos importantes dentro del gobierno de los EE.UU, desempeñándose como funcionarios públicos o como oficiales en el servicio de relaciones exteriores, permanecieron como una fuerza en la retaguardia en busca de nuevos aliados y dejando pasar el tiempo pacientemente. La estrategia de Obama de formar un gobierno (un “equipo de rivales”, al estilo de Abraham Lincoln) con remanentes de la época de G.W.Bush, como el republicano y aliado de los neoconservadores, Robert Gates en el Departamento de Defensa y el nombramiento de la guerrerista y favorita de los neoconservadores, Hillary Clinton en el Departamento de Estado, no pudo haber llegado en un mejor momento para los neoconservadores, ellos probablemente nunca esperaron tanta suerte.  

La decisión de Obama de incluir en su gobierno a simpatizantes de los neoconservadores, como Gates y Clinton resultó,  primero, en que notables neoconservadores como Frederick Kagan con la colaboración de los dos anteriores más la participación del general Davis Petraeus (favorito de los neoconservadores) terminaran acorralando y convenciendo a Obama para que enviara más tropas a Afganistán imitando la “oleada” (“the surge”) de G.W. Bush en Irak. Según algunos relatos Obama inmediatamente lamentó esa decisión que terminaría agravando la guerra en ese país con los resultados ya conocidos. Otro resultado de la decisión de Obama de formar un gobierno con un “equipo de rivales” fue  que a instancias de Hillary Clinton, otros neoconservadores como Robert Kagan (coautor del Proyecto para una Nueva Centuria Americana) y su esposa Victoria Nuland fueran empleados en puestos de mucha influencia dentro del Departamento de Estado, el primero como un consejero de la Foreign Affairs Policy Board y la segunda como vocera del Departamento de Estado.

Como podemos ver fueron Gates, Petraeus y Clinton quienes les proporcionaron a los neoconservadores un respiro vital y tiempo para reagruparse y reorganizarse. Tras la salida de Clinton del Departamento de Estado y la llegada de John Kerry -con la considerable ayuda del senador “bombas” McCain- los neoconservadores estaban ya listos para retornar con todo el poder y la influencia necesaria para dirigir la política de cambio de régimen en aquellos lugares hostiles al designio imperial de los EE.UU. Victoria Nuland fue promovida al cargo de asistente de la Secretaría de Estado para Asuntos Europeos, desde donde personalmente se encargaría juntamente con el embajador Pyat de poner en marcha el sueño largamente acariciado de los neoconservadores de desestabilizar Ucrania e imponer allí un gobierno títere al servicio de Washigton. En un comentario en el Washigton Post, en septiembre del 2013,  el neoconservador y presidente de NED, Carl Gershman, escribió que Ucrania se había convertido en el “premio mayor” pero que el blanco más apetecible se encontraba más allá de Ucrania, Putin, quien, agregó Gershman “podría encontrarse del lado perdedor no solo en las proximidades de su frontera sino también dentro de Rusia propiamente. En otras palabras el objetivo principal no es solamente el cambio de régimen en Kiev sino también en Moscú. Los neoconservadores fantasean con eliminar al incomodo Putin, colocando en su lugar a alguno de sus fantoches preferidos.

El papel de la Sra. Nuland en la campaña de desestabilización y el posterior golpe de Estado que depuso al gobierno legítimo de Ucrania es ampliamente conocido y no quedan dudas al respecto de su directa participación en el complot, lo cual quedó evidenciado en las conversaciones filtradas entre ella y el embajador Pyat, sobre los pasos a seguir para lograr el cambio de régimen en Ucrania e interrumpir las estrechas relaciones que su gobierno mantenía con Rusia, cuyo presidente, el insoportable Putin, estaba socavando la estrategia neoconservadora de “cambio de régimen” en la importantísima región del Oriente Medio.

Para los neoconservadores la mayor afrenta de Putin es haber ayudado a Obama a evitar las guerras en Siria e Irán, así como el haber recriminado duramente a Netanyahu y al príncipe saudita Bandar sus provocativas acciones en el conflicto armado de Siria, esas actuaciones del presidente ruso lo pusieron en la mira de gente muy poderosa. De no haber sido por Putin los neoconservadores, juntamente con Israel y Arabia Saudita,  abrigaban la esperanza de que Obama atacara a Irán y Siria abriendo la puerta para más cambios de régimen en todo el Oriente Medio, una aspiración central de la estrategia neoconservadora desde la década de los 90.

La arrogancia y el desprecio que los neoconservadores manifiestan por los intereses de los otros son legendarios, asumen que el poderío militar estadounidense y otros medios coercitivos tienen que ser utilizados sobre aquellas naciones que no se doblegan a sus ultimátums o que resisten las maniobras golpistas orquestadas por los EE.UU.

Frustrados y encolerizados por las intolerables acciones de Putin en el Oriente Medio, los neoconservadores   decidieron llevar su estrategia geopolítica a la propia frontera de Rusia. La idea era que al deponer violentamente al legitimo gobierno de Ucrania, Putin, debido a su interferencia con el sueño neoconservador del “cambio de régimen” en Irán y Siria, saldría con un moretón en un ojo. Pero el contraataque de Putin en la península de Crimea, algo que probablemente no esperaban, los ha dejado paralizados de la furia, vociferando a los cuatro vientos contra la ilegalidad de la acción del presidente ruso y la indecisión de Obama, a quien le exigen por todos los medios  que vaya tras Putin escalando aún más la crisis. Algunos de los neoconservadores más prominentes incluso consideran el derrocamiento de Putin como un paso crucial hacia el restablecimiento de la preeminencia de su agenda. El neoconservador Carl Gershman, presidente de NED, escribió en el Washigton Post que, “la decisión de Ucrania de unirse a Europa acelerará el fin de la ideología del imperialismo ruso que Putin representa…. Los rusos también, tienen que escoger, y Putin podría encontrarse del lado perdedor”…

Los dramáticos eventos tras la caída del presidente de Ucrania les ha dado a los neoconservadores,  por lo menos, la oportunidad de profundizar la animosidad entre Obama y Putin. Ellos esperan neutralizar a Putin como aliado de Obama en Siria e Irán donde el presidente ruso ha sido vital en reducir el riesgo de una intervención militar directa de los EE.UU. Obama es un imperialista y un excepcionalita convencido, pero contrario a los impulsos de macho guerrero de su antecesor G.W. Bush, prefiere lograr sus metas a través del uso del poder blando y liderando desde atrás (Libia), sabe que una confrontación directa con Rusia seria de consecuencias catastróficas y mancharía por siempre el legado del primer presidente negro en la historia de los EE.UU.

Recientemente Obama ordenó el cierre y la expulsión de todo el personal de la embajada de Siria en los EE.UU y ha expresado que no hay certeza de un acuerdo definitivo con Irán y de que todas las opciones siguen estando sobre la mesa, incluyendo la militar, para evitar que Irán adquiera armas nucleares y se convierta en una amenaza para la existencia de Israel. Además en su reciente visita a Arabia Saudita prometió incrementar la ayuda a la oposición armada que busca derrocar al presidente Assad. Otros eventos en Siria, como las últimos ataques militares de Israel sobre posiciones del ejército sirio y la participación de Turquía ayudando militarmente a los rebeldes en las zonas de combate de la frontera entre ambos países, sugiere que Obama buscara confrontar y debilitar a Putin en esa región, evitando una confrontación en el propio terreno ruso. Los incansables neoconservadores y sus aliados en Israel  y en Arabia Saudita continuaran con su ofensiva belicosa buscando el involucramiento militar directo de Estados Unidos en Siria e Irán.


Actualización
  
Según informa  Igor Pankratenko en Strategic Culture Foundation:

Fuentes oficiales informaron que durante las negociaciones con el rey Abdullah, el presidente Obama sólo rechazó la idea de ataques militares directos de Estados Unidos contra Siria. Obama consideró todo lo demás, incluyendo, de ser posible, la entrega de los Sistema de Defensa Aérea Portátil (MANPADS, por sus sigla en inglés) a los rebeldes. Los representantes de la Casa Blanca no hablan claramente sobre esto; empiezan a mentir, pero la cuestión en esencia puede considerarse resuelta. Después de las negociaciones, está claro que este verano Riad y Washington, en colaboración con otros “amigos de Siria”, trataran una vez más  de usar armas para “cerrar el tema” de al-Asad y de la República Árabe Siria en su actual forma...

Como resultado de la visita de Obama a Arabia Saudita hay noticias para Rusia. La era en que Washington y Riad estuvieron de acuerdo, aunque a regañadientes, a la participación de Rusia en el proceso del Oriente Medio, con Moscú  teniendo  el estatus indefinido de “copatrocinador de la regularización pacífica”, ha concluido, y se terminó después del referendo de Crimea y la reunificación de Crimea y Rusia. Todos los problemas a nivel regional abordados en el Royal Garden en Riad se discutieron como si Rusia ya no fuera un factor en la región, que Moscú era un obstáculo que debe ser removido de la región de una vez y por todas. En cuanto a la cuestión de la participación de Arabia Saudita en la contienda por la rebaja de los precios de los recursos energéticos y de las monarquías del Golfo sustituyendo con su petróleo y gas  el volumen que Rusia en este momento provee a otros socios estratégicos de los EE.UU, se decidió tratarlo por separado. Esencialmente, los saudíes han dado su consentimiento al respecto. La cuestión será resuelta a nivel de grupos informales de expertos, que serán los que propongan un plan en esta contienda por los precios más bajos. Rusia tiene aproximadamente un año para desarrollar y poner en práctica contramedidas en el ámbito de la estrategia energética. Más tarde, cuando los acuerdos informales se formalicen en los planes y protocolos, Rusia podría terminar en una posición defensiva, que es claramente peor...








Publicado por LaQnadlSol
CT., USA. 

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