sábado, 10 de mayo de 2014

La Segunda Guerra Mundial continúa… en contra de Rusia

Las potencias occidentales no estaban, en el fondo, motivadas por el deseo de derrotar al fascismo durante la Segunda Guerra Mundial. Estaban motivadas principalmente por el deseo de derrotar, en su opinión, a una Rusia errante. Ese plan no funcionó en ese entonces, pero el motivo estratégico subyacente de subyugar a una "Rusia errante" sigue siendo el mismo en la actualidad.


LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
CONTINÚA… EN CONTRA DE RUSIA


Por Finian Cunningham

Esta semana se observan conmemoraciones que marcan el final, hace 69 años, de la Segunda Guerra Mundial. En realidad, la guerra nunca terminó. Continúa hasta nuestros días.

Para muchos esto puede parecer un oxímoron. Por supuesto, se dirá, la Segunda Guerra Mundial terminó en mayo de 1945. La Alemania nazi fue derrotada, al igual que otras fuerzas fascistas europeas. ¿No se trajo  la paz a Europa y desde entonces han reinado décadas de armonía y prosperidad, bajo los  auspicios benignos de la Pax Americana?

Bueno, sí, en un sentido estricto la guerra se terminó formalmente. Pero las fuerzas subyacentes que engendraron esa guerra siguen activas hoy, perceptibles sólo si refutamos la propaganda de los medios occidentales.

Esta realidad en curso del conflicto se debe a que la Segunda Guerra Mundial, al igual que con la Primera Guerra Mundial, no fue simplemente a cerca de los beligerantes confinados en el tiempo y el espacio. Estas conflagraciones fueron realmente sobre conflictos de poder imperialista y hegemonía cuyas dinámicas aún persisten hasta nuestros días.

El público occidental, inculcado con décadas de  versiones falsas de la historia, tiene una desventaja particular para llegar a una comprensión adecuada de las guerras mundiales. Es comúnmente aceptado que las potencias occidentales, los EE.UU. y Gran Bretaña en particular, pelearon "guerras justas" y resultaron victoriosos contra el despotismo.

No hay duda de que cientos de miles de militares estadounidenses y británicos, hombres y mujeres comunes y corrientes, dieron sus vidas en un esfuerzo noble para derrotar el fascismo. Pero, ¿qué de sus gobernantes? Una versión muy diferente de la historia ha sido ocultada de sus ciudadanos de a pie, una versión que pone a los gobernantes occidentales en una categoría totalmente más perniciosa.

El fascismo europeo liderado por la Alemania Nazi, junto con Mussolini en Italia, Franco en España y Salazar en Portugal, no fue una fuerza aberrante que surgió de la nada durante los años 1920 y 1930. El movimiento fue un cultivo deliberado por los gobernantes del capitalismo angloamericano. El fascismo europeo puede haber sido llamado "socialismo nacional", pero su raíz ideológica era opuesta a revocar el orden capitalista fundamental. Era un impulso  autoritario para salvaguardar el orden capitalista, que consideraba el genuino socialismo basado en los trabajadores como un enemigo a ser aplastados sin piedad.

Esto es lo que hizo al fascismo europeo tan atractivo para la clase dominante capitalista occidental en esos momentos. En particular, la Alemania nazi fue vista por la élite occidental como un baluarte contra la posible revolución socialista inspirada en la revolución rusa de 1917.

Según el historiador Christopher Simpson, en su libro, The Splendid Blond Beast, no es casualidad que la inversión de capital estadounidense en la Alemania nazi entre 1929-1940 fue muy superior que en cualquier otro país europeo,

El rearme industrial de Alemania -a pesar de las restricciones del Tratado de Versalles firmado a finales de la Primera Guerra Mundial- fue ignorado, de hecho facilitado por las clases dominantes capitalistas estadounidenses y británicas. Cuando Hitler anexó Austria y el Sudetenland checo en 1938, fue ignorado. Esto no fue por puro apaciguamiento complaciente, como es la creencia generalizada, sino más bien producto de una cada vez más activa, aunque en secreto, política de la colusión.

Según Alvin Finkel y Clemente Leibovitz en su libro, The Chamberlain-Hitler Colusión, el líder conservador británico Neville Chamberlain y su cohorte gobernante tenían la intención de dar a la Alemania nazi "carta blanca" para el expansionismo hacia el este. El verdadero objetivo de los patrocinadores occidentales de la maquinaria de guerra nazi era un ataque a la Unión Soviética con el fin de destruir, en su opinión, la fuente del socialismo revolucionario internacional. En los años 1930, la existencia misma del capitalismo se tambaleaba al borde del abismo en medio de la Gran Depresión, la pobreza masiva y la efervescencia del descontento popular en los EE.UU, Gran Bretaña y otros países occidentales. Todo el orden capitalista occidental estaba bajo la amenaza inminente de sus propias masas.

Este es el contexto histórico del ascenso del fascismo europeo, respaldado por Occidente. Para las potencias occidentales fue una forma de mantener la hegemonía y eliminar la amenaza de un competidor político representado en la Rusia ascendente. La misma dinámica se conserva hoy en día.

Observe algunas de las figuras indiscutibles de la Segunda Guerra Mundial. La mayor conflagración de la historia resultó en al menos un total de 60 millones de muertos, tanto militares como civiles. Casi la mitad de ese total fue sufrido por la Rusia Soviética y sus vecinos inmediatos. Unos 14 millones de soldados del Ejército Rojo murieron en la eventual derrota de la Alemania nazi, en comparación con menos de 400,000 militares tanto de los EE.UU como de Gran Bretaña. Estos ejércitos occidentales perdieron menos del 4 por ciento del personal en relación a  las bajas del Ejército Rojo.

Alrededor del 90 por ciento de todas las pérdidas del Wehrmacht alemán durante la Segunda Guerra Mundial fueran incurridas en el frente oriental contra la Unión Soviética. Estas cifras nos dicen que no sólo fue la guerra ganada por el Ejército Rojo; también nos dicen hacia donde iba dirigido principalmente el esfuerzo de guerra alemán nazi -la Unión Soviética, como los gobernantes imperialistas occidentales esperaban en su patrocinio inicial de los nazis y otros regímenes fascistas europeos durante la década de los años 1930.

Esto es consistente con el hecho poco conocido que tan pronto como la guerra había terminado oficialmente, los EE.UU y Gran Bretaña comenzaron a reclutar en secreto, los remanentes de la maquinaria de guerra nazi, incluidos los torturadores de las SS, los partidarios fascistas y expertos en cohetes, que fueron desplegados inmediatamente en la Guerra Fría contra la Unión Soviética. Los colaboradores de los nazis entre los fascistas ucranianos jugaron un papel decisivo en la guerra encubierta respaldado por Occidente contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría, al igual que lo hacen hoy en día.

Es cierto que los EE.UU. y Gran Bretaña habían entrado en una alianza de guerra con la Unión Soviética contra la Alemania nazi. Pero esa alianza era más producto de consideraciones tácticas cínicas a corto plazo para acabar con un cliente alemán virulento que se había salido fuera de control. Casi de la misma manera que las potencias occidentales han cultivado clientes despóticos a través de las décadas, sólo para terminarlos en una etapa posterior -el dictador iraquí Saddam Hussein es otro ejemplo.

La Segunda Guerra Mundial fue una derrota heroica del fascismo europeo a manos del Ejército Rojo de Rusia. No puede decirse lo mismo de las potencias occidentales imperialistas. Lejos de eso, de hecho, ellas han sembrado los orígenes de la guerra con su patrocinio encubierto del fascismo europeo y la Alemania nazi en particular, para promover cínicamente sus ambiciones hegemónicas.

Esto explicaría la aparente anomalía de hoy de las potencias occidentales que respaldan un régimen neo-nazi en Ucrania, resaltada contra supuestas conmemoraciones esta semana por la derrota del fascismo europeo hace casi siete décadas. Pero no hay de hecho ninguna anomalía o contradicción. Las potencias occidentales no estaban, en el fondo, motivadas por el deseo de derrotar al fascismo durante la Segunda Guerra Mundial. Estaban motivadas principalmente por el deseo de derrotar, en su opinión, a una Rusia errante. Ese plan no funcionó en ese entonces, pero el motivo estratégico subyacente de subyugar a una "Rusia errante" sigue siendo el mismo en la actualidad.

Las potencias occidentales están de hecho intentándolo otra vez. Ellas están apoyando una vez más las fuerzas fascistas como una manera de atacar a un rival geopolítico percibido a su hegemonía global - Rusia encabezada por Vladimir Putin.

De esta manera, se puede decir que la Segunda Guerra Mundial nunca realmente terminó. Se limitaron a ponerla en pausa. Las mismas fuerzas capitalistas detrás de esa guerra están hoy reactivando su hostilidad histórica hacia Rusia -al igual que la clase dominante angloamericana lo hizo durante la década de los años 1930 a través de sus representantes del fascismo europeo.

¿De qué otra manera podemos explicar la aparente incongruencia de los gobiernos occidentales dando cobertura política, financiera y militar a un régimen fascista en Kiev que está matando a sus propios ciudadanos pro-rusos y empujando una agenda de guerra con la Rusia de Putin? Y, sin embargo, al mismo tiempo, estas potencias occidentales se están revolcando en el orgullo de  haber "ganado d la Segunda Guerra Mundial."

Piense en ello de otro modo. Desde el final formal de la Segunda Guerra Mundial, el imperio angloamericano se ha visto involucrado en al menos 60 guerras abiertas y encubiertas en todo el mundo, con una cifra de muertos estimada de 25 millones, según el historiador William Blum. Durante las décadas del llamado periodo de paz de la posguerra, Washington y su aliado británico ha alistado todo tipo de colaboradores terroristas fascistas, que van desde los dictadores de América del Sur, a los Contras en Nicaragua, a los escuadrones de la muerte en El Salvador, a Al Qaeda en Libia y en estos momentos en Siria, por nombrar sólo unos cuantos. Los fascistas en Ucrania son sólo parte del curso hegemónico, en lo que se refiere al imperio capitalista angloamericano.

La Segunda Guerra Mundial no terminó. Todavía está ardiendo. Diferentes operadores, pero las mismas potencias y la misma hegemonía capitalista en acción.







Publicado por LaQnadlSol
CT., USA. 

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