lunes, 21 de noviembre de 2011

JUSTICIA MADE IN USA PARA EL ROBIN HOOD GUATEMALTECO



Ahora le toca el turno a Alfonso Portillo Cabrera de enfrentar a los tribunales de justicia norteamericanos. Por cierto Estados Unidos se considera exento de muchos de los tratados y leyes de carácter internacional cuando se trata de sus propios ciudadanos - una muestra más de su arrogancia imperial – se arroga el derecho, esto en consonancia con su papel de gendarme mundial, de juzgar y condenar infaliblemente a todo aquel, sin importar su estatus, acusado de conspirar o de cometer crímenes que atenten contra los intereses o la seguridad nacional del país. Alfonso Portillo, parece, nunca supo lo de Manuel Noriega quien después de haber sido útil a los intereses norteamericanos terminó siendo juzgado y enjaulado por revelarse en contra del patrón al cual le había servido. Ciruiosamente Portillo también está siendo investigado en Francia. Más recientemente Qaddafi aunque de manera más cruel pagaría cara su osadía  al no haber aprendido de la historia. Pero por el momento dejemos de lado a Portillo de quien se encargará el profesor Luciano Castro Barillas y toquemos por un breve instante lo que está sucediendo en Kuala Lumpur, Malasia. Sucede que en ese país Asiático el Tribunal de Crimenes de Guerra, por primera vez en la historia, estará llevando a cabo (Nov.19-22, 2011) audiencias judiciales para determinar la culpabilidad por cargos de  crímenes de guerra, en contra de dos ex jefes de estado: George W Bush (ex presidente EUA) y Anthony L. Blair (ex premier Británico). A ambos se le acusa de crímenes en contra de la paz al haber planeado, preparado e invadido el Estado soberano de Iraq en violación de la Carta de la ONU y de la Ley Internacional. El mismo tribunal ha presentado cargos en contra de un segundo grupo que incluye además de George W. Bush a Donald Rumsfeld, Dick Cheney, Alberto González, David Addington, William Haynes, Jay Bybee y Jonh Yoo. A este segundo grupo se le acusa por Crímenes de Guerra y Tortura. Al haber participado de manera voluntaria en la formulación de órdenes ejecutivas y directivas para excluir la aplicabilidad de todas la leyes y convenciones internacionales como: La Convención en contra de la Tortura de 1984, la Convención de Ginebra III de 1949, la Declaración de los Derechos Humanos y la Carta de las Naciones Unidas en relación a la guerra lanzada por los Estados Unidos y otros en Afganistán en el 2001 y en Iraq en marzo del 2003. Aunque el juicio que está teniendo lugar en los Tribunales de Guerra de Kuala Lumpur así como el veredicto que de ahí emane son y serán de carácter simbólico, no dejan de sentar un enorme precedente moral. Pues la ley ante todo es una institución de carácter moral, y aunque estos señores de la guerra y la destrucción no paguen sus crímenes confinados tras las rejas, su condición de seres morales quedara manchada con sangre para siempre y en entredicho con la historia.----Marvin Najarro.

Acontinuacion el profesor Luciano Castro Barillas.









            

        AL ROBIN HOOD GUATEMALTECO, ALFONSO PORTILLO,
      YA SE LO LLEVARÁN LOS GRINGOS, AFORTUNADAMENTE

Por Luciano Castro Barillas


            
Tan habituados están los gringos en andar recogiendo, encarcelando o asilando a toda la porquería reaccionaria internacional que, el hecho de llevar a su territorio al ex presidente Alfonso Portillo para juzgarlo por  la comisión del delito de lavado de dinero en su sistema financiero, hacen de ese país del norte el mayor estercolero o sentina del mundo. Sus grandes logros tecnológicos son opacados muchas veces por su cavernícola política interna e internacional basada en la opresión, la discriminación, la explotación, la agresión, el chantaje y la mendacidad. La semana anterior el presidente guatemalteco Alvaro Colom ha sido víctima de las fuerzas ultraconservadoras y terroristas guatemaltecas quienes no se han ahorrado calificativos groseros e irrespetuosos apóstrofes siguiendo la tónica dado por el reo Alfonso Portillo, quien despotricó contra el mandatario por la única razón de autorizar como Jefe de Estado la extradición de este pillo de siete suelas que presume de Robin Hood, aquél  bandido inglés que defendía las causas de los pobres y oprimidos de la Inglaterra Medieval de finales del siglo XIV asaltando a los ricos del gobierno y la Iglesia y que vivía en rigurosa austeridad en los bosques de Sherwood y Barnsdale. Lamentablemente este ladrón generoso con los desposeídos tiene en Guatemala un mal imitador, el archiladrón Alfonso Portillo, que con inigualable maña y picardía encandiló a miles de humildes de guatemaltecos  -muchos de los cuales siguen con los ojos redondos  de pazguatería todavía-  sobre que su corrupta gestión tuvo una proyección democrática y popular , es decir, que su gobierno fue para los pobres y de los pobres y que por esa razón él fue castigado por los ricos, por su actitud preferencial hacia los menesterosos. Semejantes argumentos son la pieza de oratoria política de más refinado cinismo y demagogia, como corresponde al populismo (gobierno de limitados alcances sociales que no llegan a reformas, mucho menos a transformaciones y que se mueven en el ámbito del asistencialismo clientelar, no el de la asistencia social auténticamente solidaria)  Veamos, pues, como está todo este rollo embaucador y demagógico del último de los Tigres de Ixcán (no por valiente felino, sino porque este oscuro personaje granuja y represor del Ixcán de los años 70 le cupo el insólito honor de ser el primer ejecutado por el Ejército Guerrillero de los Pobres, EGP). 
            
Portillo es una persona con muy buena formación académica. Se hizo abogado y economista en la Universidad de Chilpancingo, Guerrero, México; llegando a obtener un doctorado.  Simpatizó, como todo estudiante de ciencias sociales de la época, con la lucha revolucionaria, sin embargo, pudieron más sus intereses personales y no pasó de ser un diletante, un aficionado, de las grandes tareas y compromisos de la Revolución proletaria guatemalteca de la década de los 70 y 80. De extracción pequeño burguesa (fracción de clase individualista e inconsistente política e ideológicamente) Portillo, al final, privilegió sus estudios y, sus simpatías con la Revolución, quedaron sencillamente en eso: simpatías. Ese fue todo y el tan publicitado pasado revolucionario con que vino encandilando incautos cuando en 1985 apareció vinculado  -como proverbial oportunista-  a la Democracia Cristiana de Vinicio Cerezo, a la postre ganador de las elecciones de 1986. Pero Vinicio, docto en fullerías como el aludido y fijándose en sus bien afilados dientes y ambición desmesurada, no le dio mayor participación, o al menos no pudo Alfonso Portillo conquistar los espacios deseados.
            
De allí El Mofletes guatemalteco (en México y Guatemala le dicen cachetes) anduvo interactuando con la mafia política y empresarial de nuestro país hasta encontrar espacios idóneos y tierra fértil para hacer florecer su oportunismo y marrullería, al punto que, el supuesto izquierdista que pregonaba a los cuatro vientos haber sido un exiliado en México y no un criminal (asesinó a dos estudiantes en Chilpancingo en una reyerta callejera de borrachos) prófugo de la justicia mexicana, coincide en una coyuntura de maldad y perversión con el más emblemático genocida nacional, el general Efraín Ríos Montt; quien por inconfensables razones -fuera de la agudeza del análisis político y más en el ámbito psicológico-  lo hace su ahijado. Lo apadrina. Iba Portillo, a partir de ese momento, a ser  la pieza útil, la bisagra, la articulación y la alfombra por donde pasaría todo el saqueo de los recursos nacionales que tenía planificada la mafia política y empresarial organizada alrededor de ese proyecto político antipatriótico  de nombre tan anacrónico (Frente Republicano Guatemalteco, FRG, que era fiel reflejo de las ideas propias de La Ilustración francesa del siglo XVII sobre el orden, tal el lema del enloquecido general que proclamaba a los cuatro vientos cuando había sido gobernante de facto: No Abuso, No Robo, No miento, lema que lo invirtió, haciendo todo lo contrario: robó, mintió y sobre abusó con su política criminal de 600 aldeas arrasadas). Ya en el poder Portillo hizo un gobierno desastroso caracterizado por el más escandaloso latrocinio que se tenga noticia en la historia de Guatemala. Ninguno de sus funcionarios pudo reclamar el mínimo de honradez. Quien no roba 10 millones, robó 20 o 350 como los que desfalcaron al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y recibieron una sentencia ridícula de 12 años de cárcel. Fue el caso de criminales organizados que asaltaron el poder. Muchos de ellos en la actualidad purgan penas de prisión, no obstante lo dicho, en el imaginario popular guatemalteco está muy arraigada la idea de que Alfonso Portillo fue el mejor presidente que ha tenido Guatemala y qué los ricos lo encarcelaron por defender a los pobres. ¿De dónde proviene semejante disparate? Es sencillo de explicarlo.
            
Alfonso Portillo trabó una buena relación con las personas del mundo empresarial-financiero, principalmente con Francisco Alvarado Mc Donald, el más prestigio banquero de esos años, el cual se convertiría en el financista fundamental de la campaña electoral del FRG. El asumir el poder, Portillo inicia una política no de confrontación, sino de exclusión de algunos sectores empresariales; no por haber diferencias ideológicas y políticas  -ni muchos menos-  sin por asuntos de dinero. La burguesía agroexportadora tuvo problemas con Portillo porque fue la menos generosa en sus aportes de campaña, principalmente el sector de los azucareros, que tenía fuertes identificaciones con la fracción de una derecha más moderada representada, entre otros, por los Arzú del Partido de Avanzada Nacional, PAN. La oligarquía comercial e industrial se vio favorecida con contratos de suministros al Estado sobre facturados, con todo, nunca estuvieron contentos porque Alfonso Portillo le gustaba coger el rábano por las hojas y era dado por hablar con el dueño del circo, no con los animales. Hizo buenas migas con la oligarquía financiera y no por gusto transfirió dinero público, a manera de pago por financiarlos en la campaña, de casi 4 mil millones de quetzales a Francisco Alvarado MacDonald, propietario de los bancos gemelos (Metropolitano y Promotor). Nunca hubo pleito entre Portillo y los ricos del nivel más alto de la oligarquía guatemalteca, todo lo contrario, las identificaciones y colaboraciones fueron profundas y efectivas. Hubo sí, como parte de la demagogia, apoyo puntual al programa de fertilizantes (Portillo imitando al Che Guevara en las jornadas voluntarias de corte de caña en Cuba, cargó unos dos quintales como parte  de la propaganda oficial).  
            
Ese tipo de acciones le identificaba con los desposeídos, la gente del campo, que por primera vez veían a un presidente bajar a esos niveles de humildad. El tipo de cambio también se mantuvo estable por esos años como resultado de los acuerdos con la oligarquía financiera y por lo tanto se vivió una inflación moderada, pero esos mínimos logros se sobredimensionaban con la propaganda oficial. Sin embargo, el robo galopante y descomedido que ocurría en todos los ministerios o entidades autónomas se mantenía bastante oculto y no es sino hasta los últimos meses de su mandato que la crisis de latrocinio explotó y fueron inocultables los hechos flagrantes de corrupción. Es decir, lo poco que benefició a los sectores populares (pues los anteriores gobiernos habían sido peores) salían pagados al cien por ciento. Crear identificaciones aparentes con los sectores populares era parte de la demagogia orientada a mantener una base social de apoyo que le creara impunidad estando en el poder y ya fuera de él.
            
Por ello la partida de Alfonso Portillo a los Estados Unidos saneará en una gran medida el escenario político nacional, que este personaje inefable, controvertido, incoherente y de voz incierta tanto llegó a enrarecer y que tanto daño hizo a la Nación guatemalteca. Su legado real de latrocinio será una marca insuperable por muchos años, pero parece que su destino está definido y pagará, de algún modo, al daño hecho al pueblo de Guatemala, donde un importante sector sigue manteniendo la percepción que el fue el mejor presidente de Guatemala, por encima de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán.
            
Las demás consideraciones corren por su cuenta.

           
           


 Publicado Por: Marvin Najarro
CT, USA. 

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