lunes, 30 de enero de 2012

Brutalidad policial en los U.S.A



La brutalidad policial se define como el uso indiscriminado de fuerza excesiva, ya sea física, verbal o de intimidación psicológica llevada a cabo por un oficial de policía. Es una entre varias formas de conducta indebida por parte de la policía, que incluye: falsos arrestos, intimidación, perfil racial, represión política, vigilancia excesiva, abuso sexual y corrupción policial. La brutalidad policial esta largamente extendida aun en aquellos países que la tipifican como un delito y en donde es castigada, como en los Estados Unidos. Un  caso reciente que ha atraído la atención nacional es el de un grupo de policías de la ciudad de East Haven, Connecticut, que según noticia publicada por el New York Times (25/01/12) ha tiranizado a los latinos vecinos de esa comunidad. De acuerdo a dicho medio de prensa, ese grupo de policías a quienes designa como una pandilla conocida como los Miller’s boys (los muchachos de Miller) han sido arrestados por la autoridades del FBI después de que una investigación del Departamento de Justicia determino en su reporte, que el sargento Jonh Miller y tres de sus subordinados (los Miller’s boys) habían cometido los delitos de conspiración, falsos arrestos, uso de fuerza excesiva y obstrucción de la justicia. En lo que el Departamento de Justicia describió como años de maltrato a individuos, especialmente hispanos, así como los intentos de los agentes policiales por encubrir tales actos criminales. Los oficiales eran más que bien conocidos en la comunidad, quienes de acuerdo a las versiones de los residentes y de las autoridades federales, eran muy temidos. Ellos paraban y detenían a la gente, particularmente inmigrantes, sin razón alguna. Les daban bofetadas, los golpeaban o los pateaban cuando ya estaban esposados y en una ocasión estrellaron la cabeza de un hombre contra una pared. Perseguían y arrestaban a los residentes, incluyendo al cura párroco de la localidad que trataba de documentar el comportamiento de la policía. Seguidamente en una conferencia de prensa el Fiscal General de Connecticut, David B. Fein dijo lo siguiente: “no hay lugar para el uso excesivo de fuerza en una estación de policía o en las calles, no hay lugar para falsedades en los reportes de la policía.” “Ninguna persona está sobre la ley, y ninguna persona aun cuando haya sido arrestada por un crimen, le debe ser negada la protección de la ley.”

Las palabras expresadas por el Fiscal General simple y sencillamente no se ajustan a la realidad de los hechos, ya que el caso de abuso de autoridad por parte de la policía en la localidad de East Haven es tan solo uno entre miles que se reportan cada año a todo lo largo y ancho de los Estados Unidos, y en los que la policía actuando y abusando de todo el poder que le otorga la ley, la arremeten contra todo aquel o aquellos, que según su concepción del orden; son un peligro para el orden establecido, es decir el orden establecido por quienes detentan el poder real. Según datos estadísticos del The National Police Misconduct Stactistics and Reporting Project (NPMSRP), entre abril del 2009 y junio del 2010 se cometieron en todo el país 5,986 actos de brutalidad policial, resultando en 382 fatalidades como consecuencias de las acciones criminales de los agentes del orden. La brutalidad policial como herramienta represiva y de control poblacional en manos del estado, es un fenómeno que a diario se manifiesta en aquellas ciudades en donde habitan grandes sectores de personas de color (termino eufemístico que se utiliza para designar a negros, latinos y asiáticos). Esas personas de color, jóvenes en su mayoría, diariamente son sometidas al acoso, asalto, arrestos ilegales y en no pocos casos la muerte a manos de los agentes del orden; como lo ejemplifica el caso del joven de 24 años de edad Everardo Torres, residente en la localidad de Madera, California, quien el 22 de octubre del 2002 resulto muerto de un disparo cuando ya estaba esposado en la parte trasera de un vehículo de la policía de Madera. El joven Everardo Torres era un excelente boxeador quien había sido designado para integrar el equipo olímpico de los Estados Unidos. El 1 de enero del 2009, en otra muestra de brutalidad policial, el joven afroamericano de 22 años de edad Oscar Grant, fue muerto a sangre fría de un disparo en la espalda por un policía en la ciudad de Oakland, California. La escena capturada en las videocámaras de teléfonos celulares horrorizo a mucha gente. Inmediatamente después y como siempre sucede en este tipo de fatales incidentes en los que se ve involucrada la fuerza policial, el sistema (la policía, sus abogados, el fiscal de distrito, la ciudad, y los medios de prensa) propaga toda clase de explicaciones (desinformación): que el policía matón era un novato pobremente entrenado, que quiso utilizar el taser (electroshocks), que estaba asustado, que es un racista solitario, que fue un terrible e inexplicable error. Pero lo que estos eventos muestran en realidad, es que, esas “explicaciones” son mentiras designadas para encubrir la verdad de que, el abuso policial y las muertes resultantes del mismo, no son simples errores o accidentes aislados provocados por oficiales indisciplinados, es la culminación de una orgía de violencia perpetrada por pandillas de policías en contra de personas de color (latinos y negros) que incluye el perfil racial, insultos, amenazas con tasers, asaltos y detenciones ilegales.

Inmigrantes, vendedores callejeros y jóvenes (negros y latinos) son un blanco fácil debido a la escasa protección que tienen para protegerse de los abusivos policías quienes sienten que pueden aterrorizar e intimidar a estas personas con total impunidad. Bajo el pretexto de la guerra contra el crimen, la guerra contra las drogas y la guerra contra el terrorismo, existe una guerra en contra de las minorías. En contra de los pobres, los inmigrantes, los jóvenes, los trabajadores y de aquellos que protestan en contra de las injusticias del sistema capitalista - los manifestantes en Wall Street y en otras localidades como en Oakalnd - . La fuerza policial y la brutalidad  que esta despliega como herramienta represiva, ha sido diseñada por el sistema, no para proteger al pueblo, sino para mantenerlo oprimido y bajo control. En muchos casos, como en el de East Haven, Connecticut, la policía cuyos miembros mayormente blancos viven en la zonas suburbanas, actúa como fuerza de ocupación en aéreas minoritarias. Esto, conjuntamente con la crisis social en los Estados Unidos, ha creado las condiciones para la epidemia de brutalidad policial.

La última muestra de brutalidad policial ha tenido lugar en la ciudad de Oakland, California, en donde una manifestación de Indignados ha sido violentamente reprimida por la policía con más de 300 personas arrestadas.

Marvin Najarro









Publicado por: Marvin Najarro
Ct., USA.

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