viernes, 20 de enero de 2012

Poniéndole el cascabel al gato (III)


Emprender alguna acción desacostumbrada, innovadora, difícil y hasta peligrosa, podría ser el actual dilema que la recién inaugurada administración del presidente Otto Pérez Molina enfrenta, en este caso con el sector empresarial guatemalteco que habituados a la evasión fiscal y a tributar menos de lo aceptable, aunque fuera algo cercano al 35%, que es lo que nominalmente pagan las corporaciones norteamericanas; será el primer gran escollo a los planes de gobierno de la actual administración. Todo mundo sabe y, como el mismo presidente lo hizo ver en su discurso de toma de posesión, que Guatemala está al borde de la quiebra moral y económica. Ante semejante realidad no le queda al gobierno más que amarrarse bien los pantaloncillos, calzarse los guantes y dirigir los puños con decisión y firmeza hacia donde corresponde, principalmente contra las transnacionales de la minería y el petrloleo cuyas regalías son las más bajas del mundo y totalmente contrarias a los intereses de los guatemaltecos (dan las mineras, por ejemplo, el 1% de beneficio al Estado, contra el 49% de la misma empresa en China o el 37% en México). El consenso como herramienta política puede servir a los fines del gobierno siempre y cuando esto no signifique ceder o claudicar ante las exigencias y posturas egoístas y antipatrióticas del sector empresarial guatemalteco y sus aliados estratégicos internacionales. Según proyecciones, se estima que el déficit fiscal para el corriente año rondara el 3% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que significa que el gobierno no contara con los suficientes recursos económicos para hacerle frente a la enorme crisis en los sectores de salud, educación, trabajo, vivienda, construcción y reparación de las deterioradas redes viales y sobre todo el problema de la seguridad que se espera consuma gran parte del tiempo y recursos del Estado. Ante tal disyuntiva,  el gobierno no se puede quedar de brazos cruzados como ha sido la costumbre en Guatemala. El gobierno no puede constituirse en mendigo de los empresarios, esperando que la buena consciencia de estos les haga reflexionar y decidan contribuir un poco más de ese mísero como ridículo 12% de sus ingresos como lo han venido haciendo hasta los actuales momentos. O ¿a caso esperan los empresarios y el propio gobierno recurrir al endeudamiento externo, o a las generosas remesas (5 mil millones de dólares) de los guatemaltecos que residen en el extranjero? El gobierno de Otto Pérez Molina, si en verdad está comprometido con llevar a cabo las reformas profundas y estructurales de las que habló en su discurso, no tiene más opción que hacer efectivo el poder que le ha otorgado el pueblo de Guatemala, gobernar para el pueblo que tanto necesita del cambio y no para el sector económico que no quiere ni desea cambio alguno. La prueba de fuego ha llegado, Guatemala no da para más, la palabra o las palabras sino se materializan en acciones, sino se materializan en la práctica, de nada sirven. Marvin Najarro

A continuación, en la última de tres entregas, el profesor Luciano Castro Barillas  comenta sobre la primera como crucial prueba de fuego que habrá de definir de una vez por todas el rumbo de la presidencia de Otto Pérez Molina.






PONIÉNDOLE EL CASCABEL AL GATO: LOS RICOS DE
GUATEMALA DEBEN PAGAR IMPUESTOS


Por Luciano Castro Barillas



La prioridad  del gobierno de Otto Pérez Molina en este momento de crisis financiera del Estado  y para evitar el crecimiento de las deudas debe ser el impulso inmediato de la Reforma Fiscal, de lo contrario nada de lo ofrecido se podrá llegar a cabo pues todo proyecto espiritual y material del hombre necesita de bases concretas; en este caso, el dinero. Para nadie es un secreto que el sector empresarial guatemalteco es uno de los más mezquinos del mundo, donde rentabilidades de un 8% (es la media en los Estados Unidos, por ejemplo, y se valora como un buen negocio) resulta despreciable y poco apetecible. Para un empresario guatemalteco, buen negocio ha sido y ojalá ya no lo sea es aquel donde la ganancia anda por la cota del 300%, habida cuenta que un alto porcentaje de los impuestos del sistema tributario de Guatemala se sustenta en la tributación indirecta, es decir, el IVA, el cual es pagado diariamente, sin posibilidades de evasión, por la gran mayoría de la población. De allí una de las explicaciones de la alta aplicación del Sistema de Administración Tributaria. El Impuesto sobre la Renta, ISR, ha sido el que siempre ha perdido el paso en la marcha nacional de la tributación. Los grandes capitales han estado exentos de la real tributación y con miles de subterfugio (doble contabilidad, por ejemplo) han podido eludir sus compromisos. Por ello una rebaja del Impuesto Sobre la Renta para las personas de altos ingresos es semejante a lo hecho por todos los sectores del mundo a escala mundial: los banqueros sencillamente no pagan y ansiosos acuden al papá Estado (luego que lo han maltratado de mil maneras) cuando están con problemas de liquidez, aunque afirman despreciar tal paternidad, según sean sus cariñitos neoliberales.

Mañana (20-01-2012) el Ministro de Finanzas Públicas, Pavel Centeno,  presentará al gabinete de gobierno su propuesta de Actualización Tributaria (así le ha nombrado este gobierno y ya no Modernización Tributaria) para ver la manera de mejorar los ingresos del Estado y para romper el círculo de vicioso del endeudamiento creciente. Ese nuevo paquete o acuerdo de tributación es probable que sea aceptado o rechazado. Si ocurre esto último  -conociendo la naturaleza egoísta de este sector de la sociedad guatemalteca-  a Otto Pérez Molina todo se le hará cuesta arriba y si en algún momento pensó en la solidaridad de este sector, el puño cerrado, duro, dejará de ser contundente y la mano se abrirá para pedirles limosna. Es lo que esperamos los guatemaltecos que no ocurra porque se necesita negociar o imponer la justicia tributaria en el país donde los pobres (ponderando los precarios ingresos) pagan más allá de lo debido y los que tiene más de lo necesario viven desde siglos en el frenesí de la acumulación monetaria. El Ministro de Finanzas declaró lo siguiente con respecto a la reunión de mañana: (…) hay una expresión que siempre uso: los impuestos son impuestos, porque efectivamente son impuestos, y por supuesto la idea del presidente fue consensuarla con todos los sectores, principalmente con los sectores que se han opuesto a estas medidas. Lo que hicimos fue recoger las ideas que todos plantearon; analizarlas, estudiarlas, hacer contrapropuestas y, finalmente, llegamos a un documento que vamos a presentar al gabinete.

Se espera con esta medida recaudar en los cuatro años de gobierno unos  cuatro mil quinientos millones de quetzales, además se contempla también con la promulgación de la Ley Antievasión II la recaudación de mil doscientos millones de quetzales. Todo esto aliviaría en buena medida la crisis financiera del Estado guatemalteco, aunque con la profundidad y ramificación de tanto problema social, económico y político no deja de ser insuficiente. No olvidemos que Guatemala es el país en América Latina que tiene la más baja tributación   -el 12%-  en relación con su Producto Interno Bruto, PIB y que un gran porcentaje de los impuestos recaudados están fundados en la tributación indirecta que se paga diariamente, puntualmente por los sectores populares cuando compran huevos, azúcar o frijoles.

Ahora bien, desde el punto de vista político  (Marx decía que la política es la expresión concentrada de la economía), una renuencia a pagar significará de manera inmediata para el gobierno de Otto Pérez Molina un balde de agua fría y se activará de manera automática la primera gran crisis política de este gobierno pues sus supuestos aliados se saldrían por la tangente y no estarían pensando en el compromiso con la Nación  -que es lo que espera el presidente-  si no, como siempre, en sus intereses de grupo. Pero quien tiene el poder tiene que ejercerlo y como en el actualmente momento cuenta con el respaldo de la población y la coyuntura debería aprovecharla, los impuestos, como dice el Ministro de Finanzas, deben imponerse, pues este país ya no da para más. De lo contrario, si el fracaso  del gobierno de Alvaro Colom fue sobradamente obvio en los dos últimos años; el de Pérez Molina lo sería al mes de empezado. Todo será asunto del carácter y de mano dura esgrimida por el presidente en su campaña pues estamos por acceder a un nuevo futuro si hay personalidad política o nos abocamos a la más terrible decepción y  fuerte confrontación social. Ya no hay salidas. El tiempo nos cogió y cual barco a la deriva por el rompimiento del timón, encallaremos justo en la catástrofe tantas veces anunciada: la explosión social.








Publicado por: Marvin Najarro
Ct, USA.

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