lunes, 27 de agosto de 2012

OCURRENCIAS INDÍGENAS…




INTRODUCCIÓN

¿Una simple ocurrencia? O, ¿hay algo detrás de esta propuesta de incrementar el número de diputados? En una sociedad como la guatemalteca donde la corrupción de arriba hacia abajo o a la inversa permea todo el tejido social, la sandez o el oportunismo político de politiqueros, sin nada bueno que aportar, es lo que caracteriza su accionar. Por un lado el gobierno empeñado en la reforma constitucional quiere reducir el número de “representantes del pueblo”, lo que inevitablemente traería como consecuencia la preponderancia de los partidos políticos mayoritarios que cuentan con mayores recursos y espacios para maniobrar políticamente, en detrimento de las organizaciones políticas minoritarias que no cuentan ni con lo uno ni con lo otro. Contrario a la propuesta del gobierno, la Mesa Técnica de los Pueblos Indígenas pretende aumentar el número de diputados de 158 a 356. Según sus proponentes, esto les daría -contrario a la propuesta excluyente del gobierno- mayor participación y representatividad política. Ojala y esto fuese así y en verdad redundara en beneficios tangibles para las excluidas comunidades indígenas, pero dado lo descompuesto del sistema electoral guatemalteco donde lo que manda es el billete y no la capacidad política de los aspirantes a un cargo de elección popular, lo más seguro es que tengamos más de lo mismo; incompetencia, corrupción e impunidad y menos de lo que más se busca: inclusión. Además el pueblo no está como para cargar con el peso que significaría mantener a casi 200 nuevos diputados. Busquemos la inclusión en un proyecto político popular de todos; indígenas y ladinos y no de otro grupo más, de intereses particulares, revestido de etnicismo a todas luces oportunista.  Marvin Najarro.






OCURRENCIAS INDÍGENAS

E INVIABILIDADES INDÍGENAS

Reformas constitucionales
                Diputados analizan Reformas Constitucionales con visión indígena. 
                                       (Foto Prensa Libre: Jessica Gramajo)



Por Valentín Zamora Altamirano
Agosto 28, 2012

La pregunta es ¿por dónde pasan, antes de hacerse públicos, realmente, este tipo de razonamientos? ¿O quién promueve este tipo de ideas distópicas en límite de la  fullería y el oportunismo político? Es indudable que los pueblos indígenas buscan la inclusión, pero francamente, buscar de ese modo el principio de representatividad y la consecuente delegación del poder, eligiendo un diputado por municipio, es algo que solo el grupo interesado puede verlo bien. Estamos hablando de 184 diputados más, de casi doscientos mangantes consumados que presionarán hasta la desesperación el presupuesto nacional, las finanzas públicas, pero principalmente al pueblo quien es el que al final pagaría este tipo de ocurrencias indígenas “incluyentes”. Los pueblos indígenas, desde siempre divididos, son hasta la fecha incapaces de presentar una propuesta unitaria sobre sus reivindicaciones. La abundancia de organizaciones y “expresiones” indígenas no reflejan dinamismo en las ideas y acciones políticas, reflejan ante todo debilidad, porque cuando hay atomización en los grupos sociales que impulsan las iniciativas políticas ello nos indica que no hay consensos fundamentales (consensos mínimos, quizá, entre los grupúsculos de la ocurrencia) y por lo tanto no hay visión estratégica sobre las grandes tareas pendientes de la política nacional y la sociedad guatemalteca. Las reivindicaciones indígenas no pueden esperar. Los pueblos mayenses han esperado lo suficiente. La justicia es apenas un asomo de  ese amplio conglomerado humano que viven una vida sombría y desesperada. El guatemalteco que no esté consciente de esta realidad, indudablemente, posee una disonancia cognitiva aguda que lo mantiene al margen de la realidad. O sencillamente es una persona egoísta, autorreferida, que lo importa solo lo suyo. Lo propio. Lo personal. Lo individual. Que valida la expresión aquella que “cada cual resuelva sus problemas”. Es decir, se entienden y se comparten las urgentes e impostergables necesidades de los pueblos indígenas, pero tampoco se puede aceptar  -porque resulta de suyo inadmisible-  que quieren nutrir ese antro de corrupción con 184 extrañas personas que se dicen a ellos mismos hijos de la patria, calificativo que seguramente ellos y solo ellos se lo creen. Esa investidura es demasiado grandiosa, solemne o monumental para aplicarla a personas que tienen lúcidas ideas tales como la de vender guaro en los estadios. Por lo tanto, la propuesta de un grupo indígena de que debe haber un congreso nacional con 334 diputados es dos cosas: una sandez y oportunismo de primer orden. Solo lo indígena no tiene futuro sin los ladinos, por supuesto los pobres, porque ambos son hermanos de clase. Ambos son igualmente marginados y explotados. Cuando esta alianza multiétnica y multicultural se viva (es decir que ya realmente se ha entendido) podremos alcanzar todos los pobres en Guatemala la representatividad y la inclusión que buscamos. Pero otro grupo indígena más, con propuestas originales, según ellos; ya no por favor. Basta, para que aterrice señora Manuela Alvarado, que pregunte a los guatemaltecos si están de acuerdo en que se aumente el número de diputados y le darán como respuesta un rotundo NO, salvándose posiblemente de una palabra procaz (es decir una mentada de madre) por semejante propuesta de absoluta inviabilidad  y de rechazo profundo y con coraje de todos los sectores de la sociedad.










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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