INTRODUCCIÓN
¿Una simple ocurrencia? O, ¿hay algo detrás de
esta propuesta de incrementar el número de diputados? En una sociedad como la
guatemalteca donde la corrupción de arriba hacia abajo o a la inversa permea
todo el tejido social, la sandez o el oportunismo político de politiqueros, sin
nada bueno que aportar, es lo que caracteriza su accionar. Por un lado el
gobierno empeñado en la reforma constitucional quiere reducir el número de
“representantes del pueblo”, lo que inevitablemente traería como consecuencia
la preponderancia de los partidos políticos mayoritarios que cuentan con mayores
recursos y espacios para maniobrar políticamente, en detrimento de las
organizaciones políticas minoritarias que no cuentan ni con lo uno ni con lo
otro. Contrario a la propuesta del gobierno, la Mesa Técnica de los Pueblos
Indígenas pretende aumentar el número de diputados de 158 a 356. Según sus
proponentes, esto les daría -contrario a la propuesta excluyente del gobierno-
mayor participación y representatividad política. Ojala y esto fuese así y en
verdad redundara en beneficios tangibles para las excluidas comunidades
indígenas, pero dado lo descompuesto del sistema electoral guatemalteco donde
lo que manda es el billete y no la capacidad política de los aspirantes a un
cargo de elección popular, lo más seguro es que tengamos más de lo mismo; incompetencia,
corrupción e impunidad y menos de lo que más se busca: inclusión. Además el
pueblo no está como para cargar con el peso que significaría mantener a casi
200 nuevos diputados. Busquemos la inclusión en un proyecto político popular de
todos; indígenas y ladinos y no de otro grupo más, de intereses particulares, revestido
de etnicismo a todas luces oportunista. Marvin Najarro.
OCURRENCIAS INDÍGENAS
E INVIABILIDADES
INDÍGENAS
Diputados analizan Reformas Constitucionales con visión indígena.
(Foto Prensa Libre: Jessica Gramajo)
Por Valentín Zamora Altamirano
Agosto 28, 2012
La pregunta es ¿por dónde pasan, antes de
hacerse públicos, realmente, este tipo de razonamientos? ¿O quién promueve este
tipo de ideas distópicas en límite de la
fullería y el oportunismo político? Es indudable que los pueblos
indígenas buscan la inclusión, pero francamente, buscar de ese modo el
principio de representatividad y la consecuente delegación del poder, eligiendo
un diputado por municipio, es algo que solo el grupo interesado puede verlo
bien. Estamos hablando de 184 diputados más, de casi doscientos mangantes
consumados que presionarán hasta la desesperación el presupuesto nacional, las
finanzas públicas, pero principalmente al pueblo quien es el que al final
pagaría este tipo de ocurrencias indígenas “incluyentes”. Los pueblos
indígenas, desde siempre divididos, son hasta la fecha incapaces de presentar
una propuesta unitaria sobre sus reivindicaciones. La abundancia de
organizaciones y “expresiones” indígenas no reflejan dinamismo en las ideas y
acciones políticas, reflejan ante todo debilidad, porque cuando hay atomización
en los grupos sociales que impulsan las iniciativas políticas ello nos indica
que no hay consensos fundamentales (consensos mínimos, quizá, entre los
grupúsculos de la ocurrencia) y por lo tanto no hay visión estratégica sobre
las grandes tareas pendientes de la política nacional y la sociedad
guatemalteca. Las reivindicaciones indígenas no pueden esperar. Los pueblos
mayenses han esperado lo suficiente. La justicia es apenas un asomo de ese amplio conglomerado humano que viven una
vida sombría y desesperada. El guatemalteco que no esté consciente de esta
realidad, indudablemente, posee una disonancia cognitiva aguda que lo mantiene
al margen de la realidad. O sencillamente es una persona egoísta,
autorreferida, que lo importa solo lo suyo. Lo propio. Lo personal. Lo
individual. Que valida la expresión aquella que “cada cual resuelva sus
problemas”. Es decir, se entienden y se comparten las urgentes e
impostergables necesidades de los pueblos indígenas, pero tampoco se puede
aceptar -porque resulta de suyo
inadmisible- que quieren nutrir ese
antro de corrupción con 184 extrañas personas que se dicen a ellos mismos hijos
de la patria, calificativo que seguramente ellos y solo ellos se lo
creen. Esa investidura es demasiado grandiosa, solemne o monumental para
aplicarla a personas que tienen lúcidas ideas tales como la de vender
guaro en los estadios. Por lo tanto, la propuesta de un grupo indígena
de que debe haber un congreso nacional con 334 diputados es dos cosas: una
sandez y oportunismo de primer orden. Solo lo indígena no tiene futuro sin los
ladinos, por supuesto los pobres, porque ambos son hermanos de clase. Ambos son
igualmente marginados y explotados. Cuando esta alianza multiétnica y
multicultural se viva (es decir que ya realmente se ha entendido) podremos
alcanzar todos los pobres en Guatemala la representatividad y la inclusión que
buscamos. Pero otro grupo indígena más, con propuestas originales, según ellos;
ya no por favor. Basta, para que aterrice señora Manuela Alvarado, que pregunte
a los guatemaltecos si están de acuerdo en que se aumente el número de
diputados y le darán como respuesta un rotundo NO, salvándose posiblemente de
una palabra procaz (es decir una mentada de madre) por semejante propuesta de
absoluta inviabilidad y de rechazo
profundo y con coraje de todos los sectores de la sociedad.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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