INTRODUCCIÓN
En 1956, al comienzo del levantamiento en
Hungría, la embajada norteamericana en Budapest concedió asilo diplomático por
15 años al cardenal Joseph Mindszenty. Irónicamente, la embajada británica en
Teherán, concedió asilo diplomático a disidentes iraníes durante los eventos
que rodearon a la Revolución Constitucional en Irán a principios del siglo XX.
En ninguno de ambos casos los comunistas húngaros o el Imperio Qajar invadieron
con sus fuerzas policiales el territorio soberano de ambas embajadas. Imaginemos
la reacción de Estados Unidos y Gran Bretaña si eso hubiese llegado a suceder.
Entonces, por qué ahora Inglaterra como buen y obediente cachorro de Washington
quiere negarle el derecho de asilo diplomático a Assange (algunos disputan ese
derecho) y amenaza con invadir el territorio soberano de la embajada de Ecuador
en Londres y arrastrar del pelo al fundador de WikiLeaks. Ecuador es un país
pequeño y débil que puede ser fácilmente intimidado por la arrogancia
imperialista occidental que no respeta el derecho internacional cuando de sus
malévolos intereses de dominación se trata. Sin embargo, el pequeño país
sudamericano actuando con apego a ese derecho ha decido valientemente
otorgar protección al perseguido australiano (Australia, su país de origen, siguiendo
instrucciones de su amo, lo ha abandonado). Julián Assange no debe ser
considerado un fugitivo ya que no ha cometido crímenes que ameriten su
extradición a Suecia y posteriormente a Estados Unidos, como claramente es la
intención de este último. El caso de Assange como el del soldado Manning son un
claro ejemplo de la hipocresía democrática occidental, pues mientras a éstos
dos se les persigue por traición a la patria y son considerados un
peligro a la seguridad nacional, las Pussy Riot en Rusia y la bloguera cubana
Yoanis Sanchez son alabadas y defendidas como ejemplos de libertad de expresión
en países con regímenes "dictatoriales" que aparentemente violan ese
derecho ciudadano. Marvin Najarro.
EL MISMO CUERPO CON
DOS CABEZAS
Por Luciano Castro Barillas
La
periodista norteamericana Eva Gollinger, quien desde hace algunos años trabaja
en Venezuela, definió a la perfección la naturaleza de los dos partidos
políticos de los Estados Unidos: “Un solo cuerpo de dos cabezas”. Lo mismo se
puede decir de la relación conchabada, coludida siempre para causar daños a
terceros; de Gran Bretaña y el país
norteamericano. Dentro de las habituales
canalladas de su desacreditada cháchara por la libertad y la democracia, ahora resulta que el imperio no exhibe
ningún interés por la extradición de Julián Assange y no ha tenido ingerencia
en las autoridades judiciales inglesas para que resolvieran a favor de Suecia
la extradición del australiano acusado de delitos sexuales en el país nórdico,
asunto poco probable, porque si de infamias y difamaciones se trata, los Estados
Unidos es, ha sido y será el no va más en abominaciones de este calibre. Bueno,
esa actitud hasta educada de los gringos es asunto que solo ellos se lo
pueden creer. Por debajo, subyace toda una serie de presiones políticas y
diplomáticas para llevarse a Assange, vía Estocolmo, hacia los Estados Unidos y
enfrentar un juicio injusto y la posible aplicación de la pena de muerte o
cadena perpetua, que tanto gusta dictar a los jueces norteamericanos para
satisfacer el morbo del pueblo más desinformado del mundo, sin tomar en cuenta
que las revelaciones hechas por Assange en sitio de WikiLeaks sobre la
hipocresía y acciones criminales del gobierno propuesto como arquetipo de
democracia occidental, fue una oportunidad para “ilustrarse” y entender mejor el tipo de clase política que dirige
y conduce actualmente al desastre a los Estados Unidos. Ya lo había dicho en
una oportunidad el hace pocos días fallecido escritor estadounidense Gore
Vidal: “No sé porque en mi país eligen
para presidente a las personas de la peor categoría”. Pero ese tipo de
declaraciones no se difunden en las grandes cadenas transnacionales de la
información, pero sí adquiere proporciones de pasto de escándalo el hecho de
que un senador sea gay o haya tenido una aventura sexual. La falsa moral gringa
se rasga las vestiduras y significa el fin de una carrera política en la nación
de las más abruptas inmoralidades, sobre todo políticas y económicas. Una falda
privada que caiga o baje algún político en cualquier motel asume
características de crisis de Estado. Así es ese mundo de terribles apariencias.
Pero lo que realmente preocupa en el momento actual es el asilo otorgado por
Ecuador a Julián Assange y donde medió -con las tripas retorcidas de la ira- la
amenaza explícita de las autoridades inglesas de apresar en el interior del
recinto de la embajada ecuatoriana en Londres al prófugo de la venal “justicia
inglesa”. La pregunta es: ¿Quién es el insolente e idiota consumado capaz de
hacer semejante declaración contraria a las normas del derecho internacional?
Las embajadas son territorio soberano en el país donde están acreditadas. Son
por derecho inviolables. Hoy, ante la petición ecuatoriana por la amenaza
proferida y con la pachorra habitual, se convoca a través de la OEA a una
consulta de cancilleres del continente auspiciada en primer lugar por México,
los países centroamericanos y del Caribe. Estados Unidos y Canadá, para variar,
se opusieron, tal lo afirmara la delegada norteamericana ante ese órgano
infuncional: “Creemos que una reunión a nivel de cancilleres no sería útil y podría
ser perjudicial para la reputación de la OEA”. ¿Cuál reputación es la
pregunta? Sólo que sea la que tiene Yoani Sánchez ante la comunidad democrática
internacional: la de una abusiva persona comprada por el dinero, que goza de
una amplia libertad de expresión, que vive con lujo y boato desconocido para la
gran mayoría del pueblo cubano y que, sin embargo, sigue viva, libre, para difundir inexactitudes (que es una manera amable de decirlo) de un
pueblo que conoce y disfruta ampliamente
lo que ella no: dignidad.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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