A pesar de los antecedentes
históricos, Occidente sigue creyendo que es el pionero en la senda de las
mujeres y de la igualdad de género a nivel mundial, razón por la que los medios
de comunicación occidentales elogian el papel de sus mujeres como pilotos, sin
ningún conocimiento de que sociedades vistas como otredades, en lugares como
Rusia han estado muy por delante de ellos.
EL PAPEL HISTÓRICO QUE
JUGARON LAS MUJERES SOVIÉTICAS EN
LA DERROTA DE LOS NAZIS EN
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Por Mahdi Darius Nazemroaya
Como en occidente se ignora
a las mujeres como protagonistas en las sociedades otrerizadas: Una
clarificación del logos de las amazonas soviéticas
Debido a las opiniones etnocéntricas occidentales, la mujeres soldados, marineros
y pilotos de Rusia y de otras sociedades otrererizadas (degradadas, alienadas,
vilipendiadas y demonizadas) como China, Irán, Libia y Siria, siguen siendo
invisibles mientras que las mujeres occidentales que sirven en las fuerzas
militares de occidente son ensalzadas como obras maestras de la igualdad entre
los sexos.
Este texto proporciona una visión sociológica de uno de los mayores
acontecimientos conocidos de la historia que involucra a mujeres combatientes: las
mujeres soviéticas en lo que étnico- geocéntricamente es referido en Occidente
como el "Frente Oriental" durante la Segunda Guerra Mundial (o la Gran
Guerra Patriótica, como se le llama en Rusia, Ucrania y las repúblicas de la
antigua Unión Soviética). Por sí mismo o sui generis, el papel de las mujeres
soviéticas en la defensa de lugares como Bielorrusia, Ucrania y Rusia desmiente
cualquier punto de vista que las mujeres sólo son capaces de luchar en las
fuerzas militares occidentales debido al mito de que ellas gozan de un cierto
nivel de igualdad. Este texto, sin embargo, va más allá de tal refutación al
empeñarse en explicar el logos detrás de la movilización y la creación de las mujeres
combatientes soviéticas, mediante el examen de las funciones de los eventos sociales,
las políticas gubernamentales y la ideología. Su objetivo no es sólo para
ilustrar que los logros de las mujeres en las sociedades otrerizadas se
ignoran, sino también para desafiar los puntos de vista de que la mujer (a
diferencia de los hombres ) son simplemente criaturas maternales ligadas a la
vida que no pueden ser parte de una gran presencia en las fuerzas armadas.
Las mujeres de los bendecidos contra las mujeres de los condenados de la tierra
En lo que respecta a los derechos sociales, "La causa es el efecto:
usted es rico porque es blanco, eres blanco porque eres rico," de acuerdo
a Franz Fanon en Los condenados de la Tierra
(1961).
Del mismo modo, con respecto a los derechos de las mujeres la causa es el
efecto: es fuerte porque usted es un hombre, usted es un hombre porque es
fuerte.
Cuando las imágenes de la teniente Helen Seymour de la Real Fuerza Aérea
británica (RAF) saliendo de su jet Eurofighter Typoon en Gioia del Colle,
Italia, emergieron en marzo de 2011, durante la campaña de bombardeos de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Libia, fueron
aclamadas por los medios de comunicación como un triunfo para las mujeres en el
mundo de los asuntos militares y de combate. Los británicos mostraban cómo la
mujer había dado un gran salto hacia adelante cuando la teniente Seymour fue
anunciada como una de los diez pilotos femeninos que volaron un Typoon o jets
Tornado de la RAF. The Guardian en un
artículo de Nick Hopkins titulado,
"La mujer piloto en Libia en misión de combate" (23 de marzo de
2011), explicaba lo siguiente: "Las mujeres han estado volando aviones
rápidos en la Royal Air Force desde 1994, pero no más de 10 están volando el
Tornado o Typhoon en el momento. Sin embargo, el número va en aumento, y cerca
del 12% del personal de la RAF son ahora mujeres”.
Mientras el Evening Standard de
Londres, en un artículo titulado "Top girls -las mujeres que patrullan el
cielo para la RAF" (25 de marzo, 2003) por Jasmine Gardner, se encargaba
de publicar un perfil histórico de las mujeres en la RAF:
Y, al igual que [la teniente] Julie Gibson, que fue la primera mujer piloto
en funciones de la RAF en 1990, [la teniente] Kirsty Moore quien se convirtió en la primera mujer de la
RAF en el equipo Red Arrows en 2009 y [la teniente] Juliette Fleming, quien es
parte de la primera tripulación Tornado totalmente femenina teniendo como su
oficial de sistemas de armas al Líder de Escuadrón Nikki Thomas, la hazaña de Seymour,
nos ha hecho ponernos de pie y rendirle el saludo.
Estos informes de los medios que proyectan el concepto de igualdad entre
los sexos y el tema general de las mujeres en combate merecen atención
sociológica, incluido el escrutinio a través del uso de la gran cantidad de
métodos de investigación que se enmarcan en la escuela del análisis crítico del
discurso (CRA). Este texto tiene como objetivo purgar las actitudes y nociones
etnocéntricas y excepcionalistas que están detrás de las ideas de que las
mujeres, en lo que puede llamarse sociedades mayormente occidentales o de
orientación occidental, como en los Estados Unidos de América o del Estado de Israel,
han llegado a un nivel de igualdad para combatir junto a los hombres. Los
logros de las mujeres en las fuerzas armadas de países como Libia, que,
irónicamente, estaba siendo bombardeada por la Royal Air Force en ese momento,
y de la República Popular de China pasan desapercibidos en Occidente. A través
de un ejercicio de análisis sociológico histórico que examina a las mujeres
soviéticas como combatientes y el logos que les permitió la entrada en el mundo
de la guerra, este texto pretende mostrar que la mujer no sólo ha desempeñado
un papel de importancia histórica en el combate, sino demostrar también, cómo
el papel de las mujeres en las sociedades disociadas no es reconocido en
Occidente.
Las amazonas soviéticas
Aunque la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) era una
sociedad patriarcal en sus raíces, a diferencia de sus contrapartes en Europa
occidental y América del Norte, las mujeres en la sociedad soviética estaban
mucho más involucradas en el desarrollo social fuera de la casa, el comercio,
el arte de gobernar, construcción de la nación, y, finalmente, cuando llegó el
momento, la guerra. Estas mujeres estaban mucho más íntimamente involucradas en
la defensa y en la primera línea de combate de su país que la mujer de cualquier otra sociedad en la
Segunda Guerra Mundial o la Gran Guerra Patriótica, como se le llamaba en la
URSS. Por otra parte, las mujeres soviéticas fueron al Frente Oriental para
combatir contra Alemania y sus aliados del Eje en roles de combate directos que
incluían pilotos de bombarderos,
tanques, ametralladoras, soldados de infantería y granaderos. 800,000 mujeres
fueron directamente al Frente Oriental, que era en realidad una mera fracción
de todas los que se ofrecieron y quería ir (Engel y Posadskaya-Vanderbeck
1998). 520,000 de estas mujeres sirvieron como tropas regulares en el ejército
rojo, mientras que otras 300,000 sirvieron en combate y formación antiaérea (Krylova
2010). En 1943, aproximadamente el 8% del Ejército Rojo estaba compuesto por
mujeres, lo que significaba que casi una de cada diez personas en uniforme era
una mujer, y al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), las mujeres jóvenes
representaban el 70% de todos los jóvenes soldados comunistas (Engel y
Posadskaya-Vanderbeck 1998; Krylova 2010). Este fue un período en el que muchas
mujeres combatientes soviéticas alcanzaron
la fama y se convirtieron en héroes/heroínas de la Unión Soviética, desde
la francotiradora ucraniana Lyudmila Pavlichenko hasta la piloto Nadezhda
Popova, otra ucraniana, quien sirvió en un infame regimiento de bombarderos
llamado las "Brujas Nocturnas"
por los alemanes. Esta no fue además la primera vez que los alemanes se
enfrentaron a las mujeres de la sociedad rusa /soviética, en la Primera Guerra
Mundial, los alemanes habían luchado contra el Batallón de la Muerte de las Mujeres
dirigido por la famosa María Bochkareva/Botchlareva (née Frolkova) de Siberia
(Botchlareva 1918). Los actos performativos de la masculinidad y la feminidad
fueron desafiados por estas guerreras soviéticas, la guerra y la violencia no
eran claramente un espacio exclusivo de los hombres con tan grande presencia femenina
soviética.
El logos detrás de la mujer combatiente soviética y lo que la hicieron
están ampliamente ligados a la ideología revolucionaria de los bolcheviques y a
una cadena de acontecimientos históricos que están vinculados a agitaciones y
conflictos en el Imperio Ruso y la URSS como sucesora. En primer lugar, como
consecuencia del largo período de luchas el número de hombres en la sociedad
rusa/soviética había ido disminuyendo constantemente. A ello se añadía la expansión
de la industria del país y de su necesidad de trabajadores. Esto permitió que
un gran número de mujeres soviéticas tomaran los lugares de los hombres en
empleos tradicionalmente masculinos. Estructuralmente las mujeres en la Unión Soviética fueron
integradas en la fuerza de trabajo (Bisha y otros, 2002; Clemente 1979; Engel y
Posadskaya-Vanderbeck 1998; Campo 1968; Goldman 1993; Hayden [1979] 1984;
Pushkareva 1997). Antes de la aparición de los bolcheviques había un famoso
proverbio en la sociedad rusa, ne zhenat,
ne chelovek, que significaba "no se casó, no es humano" (Stites
1978:8). Esto cambió con los bolcheviques quienes, al menos ideológicamente
veían el matrimonio y la familia burguesa como entidades vinculadas a la
explotación de la mujer. La ideología comunista de los bolcheviques era también
radicalmente abierta a la emancipación de la mujer y su integración en la vida
política. El bolchevismo introdujo nuevas leyes y programas destinados a la
integración y resocialización de las mujeres mientras que política, social,
legal y económicamente las hacía iguales a los hombres en una sociedad
socialista militante. Clement (1979: xii), llama a esto "el gran
experimento soviético en la emancipación femenina", que ella describe como
“uno de los más grandes esfuerzos para liberar a las mujeres jamás realizados”.
Varias guerras consecutivas y la guerra interna también le habían añadido a la
activación política de la mujer y más tarde a la masiva movilización de la
mujer cuando Alemania atacó en 1941; estos eventos se inician con la guerra de
Crimea y luego prosiguen con la guerra ruso-japonesa, la Primera Guerra Mundial
y la Guerra Civil Rusa y termina con la entrada de la Unión Soviética en la
Segunda Guerra Mundial en 1941. Todas estas cosas fueron las variables que
produjeron el entorno social necesario para liberar el potencial de la mujer
soviética como mujeres de armas o mujeres guerreras combatiendo contra las fuerzas
de Hitler. Con el fin del largo período de conflictos y el creciente
pragmatismo ideológico del Partido Comunista, sin embargo, el impulso que llevó
a la creación de la mujer soldado soviética o Zhenshchina-Boets desaceleró y vio algunas reversiones (Krylova
2010). La demografía y las capacidades reproductivas femeninas y la fertilidad
en última instancia, socavaron el programa comunista/socialista para la
movilización de la mujer ciudadana.
Al menos en las opiniones romantizadas, el papel tradicional de la mujer en
el imperio ruso, antes de su sustitución por la Unión Soviética con el ascenso
del bolchevismo, fue confinado al espacio doméstico que se puede resumir como a "guardianes
de la chimenea" (Bisha y otros, 2002). El historiador Hayden ([1979]
1984:2) escribe que la mayoría de las mujeres en el Imperio Ruso tenían muy
poco control sobre sus vidas y que un sinnúmero de canciones e historias en su
cultura (s) eran acerca de "las mujeres jóvenes que eran vendidas en
matrimonio a extranjeros y brutalmente utilizadas como poco más que esclavas de
la casa por sus maridos y parientes políticos". Había, sin embargo, mucho
más que la colección de mujeres finlandesas, polacas, ucranianas, bielorrusas,
rusas, caucásicas, lituanas, alemanas, turcas, y de otras mujeres que componían
el mosaico étnico-lingüístico del imperio ruso. Aunque fue apenas reconocido,
las mujeres históricamente se encontraban entre los autores más destacados de
la literatura rusa en el período imperial (Bisha y otros, 2002; Tosi 2007). [1]
La participación de las mujeres de su sociedad en la guerra tampoco era algo
inaudito. Mujeres como Varvara Bakunina, quien acompañó a su marido en 1796 al
Cáucaso cuando los rusos lucharon para anexar Daguestán, Armenia, Karabaj, y la
región alrededor de Bakú de los iraníes, después de que Irán restableciera su
control sobre Georgia (Bisha y otros, 2002). Las mujeres en Rusia también
lucharon en guerras tan lejanas como en la guerra de 1812 contra la Grande Armée
de Napoleón Bonaparte, el relato más famoso es el de las memorias de Nadia/Nadezhda
Durova que sirvió en el ejército imperial ruso y se retiró como capitán de caballería
(Bisha y otros, 2002; Meyer 1991). Bajo Catalina II se armó toda una compañía
militar de mujeres compuesta de
"mujeres de la nobleza y de las hijas de los griegos Balaklave [de
Crimea]" (Meyer 1991:219).
Guerra, liberalización, y el
surgimiento de la cuestión de la mujer
La guerra de Crimea (Guerra de Oriente; 1853-1856) contra los otomanos,
Gran Bretaña y Francia abrieron sin duda las puertas para el mejoramiento
cívico y de modernización en el Imperio ruso a través de lo que se denomina
como las grandes reformas (Bisha y otros, 2002; Hayden [1979] 1984; Stites
1978). Fue durante la guerra de Crimea que las mujeres rusas, por primera vez
sirvieron como enfermeras militares y como resultado luego pasaron a trabajar
en los campos de la medicina profesional, la enseñanza y como voluntarias
(Bisha y otros, 2002). Aunque el grueso de la población femenina en concreto no
fue específicamente el objetivo, los programas de la Gran Reforma reconocieron
que para modernizar a Rusia toda la población del país necesitaba el acceso a
los servicios y programas gubernamentales, tales como los órganos judiciales
(Bisha y otros, 2002;. Hayden [1979] 1984). Esto motivó realmente a una
asombrosa cantidad de mujeres campesinas a utilizar los tribunales cantonales
campesinos de reciente creación, que alarmaron partidarios de la familia patriarcal
(Bisha y otros, 2002). También dio lugar a que las mujeres asistieran a
conferencias en la Universidad de San Petersburgo en 1859, y al establecimiento
de centros de enseñanza secundaria para las mujeres en 1860, que en teoría estaban
a disposición de todas las clases sociales (Hayden [1979] 1984). La
"cuestión de las mujeres" (llamado zhenski vopros en el idioma ruso) surgió en este período, como
resultado de la derrota de Rusia por la Triple Alianza, anglo-franco-otomana y
fue traída al primer plano por intelectuales como ML Mikhailov (publicación en Sovremennik de 1858 a 1861), quien abogó
por programas de educación como la clave para la emancipación de las mujeres"(Hayden
[1979] 1984. Durante este período de liberalización las universidades se
abrieron lentamente a las mujeres sobre la base de la necesidad de profesionales
y para prevenir que las mujeres de la clase alta volvieran al Imperio Ruso con ideas
radicales producto de sus estudios en universidades extranjeras; también se
establecieron institutos de educación para las mujeres en San Petersburgo,
Moscú y Odessa (Hayden [1979] 1984). Sólo brevemente, de 1891 a 1894 serían las
mujeres excluidas de las universidades (Hayden [1979] 1984).
El movimiento feminista en el Imperio ruso comenzó a declinar en la década
de 1890, debido a que se había alcanzado con éxito su objetivo de abrir a las
mujeres la educación, habiendo las mujeres de la clase alta y media ganado
mayor acceso a la misma (Hayden [1979] 1984). [3] Es también importante tener
en cuenta que estas oportunidades se limitaban a las clases más altas y que los
movimientos feministas eran clasistas y representaban a las mujeres de la clase
alta y media, que representaban una pequeña fracción de la población femenina
de su sociedad, y no representaban a los campesinos y a la clase obrera (narod).
La derrota del imperio ruso a manos de los japoneses en el este de Asia
durante la guerra ruso-japonesa (1904-1905) resultó en la aceleración de las
tendencias y demandas de reforma cívica. Demostró ser un punto de inflexión
para toda la sociedad rusa, incluyendo la mayoría no rusa del imperio y las
mujeres (Mandel 1984). Durante la guerra las mujeres organizaron grupos
feministas, dualmente oponiéndose a la guerra con Japón y exigiendo igualdad de
derechos (Edmondson 1992). El sistema autocrático del país bajo los Romanov se
vería mermado y la liberalización y la movilización política se propagaría por
el país. Esto proporcionaría uno de los ímpetus iniciales dentro del imperio
ruso para las actividades socialistas /comunistas que se habían estado
propagando en las sociedades occidentales de Europa. La evolución de estos
eventos, incluyendo su efecto sobre las mujeres, se puede resumir en las
siguientes palabras:
Primero, en el ámbito político, las fuerzas de la reforma, la revolución y el
conservadurismo se enfrentaron en una confrontación violenta en la revolución
de 1905-1906, un evento en el cual la pérdida de Rusia en la guerra Ruso-Japonesa
de 1904-1905, contribuyó de manera significativa. Nicolás II se vio obligado a
crear un cuerpo legislativo, aunque con un poder limitado, para romper la coalición
revolucionaria. Durante el periodo 1906-1914 la Duma, la nueva asamblea
legislativa rusa, incluyó regularmente entre los temas a debatir, las cuestiones
del sufragio para las mujeres y la mejora de los derechos legales y civiles de
las mujeres. Entre los partidos políticos que surgieron de la revolución había
varias organizaciones explícitamente feministas, lo que reflejaba una división
entre las mujeres políticamente activas, entre las que abogaban por
organizaciones separadas para promover las cuestiones de importancia para las
mujeres y las [mujeres] que creían que la igualdad real para las mujeres podría
lograrse sólo a través de una revolución social (y socialista) (Bisha y otros, 2002:10).
[4]
La "cuestión de la mujer" maduraría como un tema cada vez más
importante a la vez que feministas, radicales y liberales todos buscaban
maneras de encontrar una solución a los problemas de las mujeres en el Imperio
Ruso (Hayden [1979] 1984; Stites 1978).
Los debates y las experiencias de este último período se reflejarían en el
Zhenotdel Soviético o Departamento/Oficina de la Mujer dentro del Partido
Comunista. De acuerdo con la investigación histórica, "[e] l programa y
los métodos empleados por el Zhenotdel para mejorar la condición de las mujeres
rusas/soviéticas se derivaba básicamente de dos fuentes: la teoría y las
tradiciones del movimiento marxista occidental y la experiencia del liberalismo
ruso y el radicalismo en el período de los ocho años anteriores a la revolución
de 1917 "(Hayden [1979] 1984: vii). En términos generales, estos puntos de
vista eran una continuación filosófica de los argumentos por la igualdad jurídica
de los pensadores de la Ilustración, como François-Marie Arouet (Voltaire) y
Denis Diderot, y Charles-Louis de Secondat (barón de Montesquieu) sobre el
papel que desempeña la educación en la desigualdad de género (Goldman 1993).
Las divisiones entre los socialistas/comunistas y no-socialistas/comunistas
también surgirían para cuando se produjo el estallido de la Gran Guerra o
Primera Guerra Mundial (1914-1918). Un gran cisma entre los bolcheviques y las
feministas dentro de la sociedad rus /soviética se traduciría en que:
Las organizaciones feministas restantes cayeron de lleno en el apoyo al
esfuerzo de la guerra, con la esperanza de ganar nuevos seguidores para su
causa de los derechos de las mujeres mediante la demostración de su lealtad y
utilidad [apoyo del Estado] para ganar la guerra. La hipocresía y el
oportunismo de sus acciones ha sido acertadamente descrito por Richard Stites:
“En toda Rusia, las feministas que antes de la guerra habían advertido que sólo
el sufragio femenino salvaría a la humanidad del flagelo de la guerra ahora
entonaban himnos de victoria”. Este comportamiento chovinista por parte de las
feministas fue presentado por los bolcheviques como prueba decisiva del
carácter burgués del movimiento feminista (Hayden [1979] 1984:80).
La Guerra Civil Rusa dio lugar a grandes esfuerzos para movilizar a la
mujer como militantes comunistas y para alistarlas en las posiciones de apoyo
de combate del Ejército Rojo (Hayden [1979] 1984). Aunque las mujeres
desempeñaron un papel predominantemente secundario en el combate directo,
durante la Guerra Civil Rusa, el papel de la mujer en el Ejército Rojo como
combatientes partisanos fue sensacionalizado, romantizado, y celebrado por los
bolcheviques para alentar a las mujeres a abrazar el comunismo, la defensa de
Petrogrado -el nuevo nombre soviético por San Petersburgo- contra el Ejército
Blanco involucró a numerosas mujeres y el sofocamiento de la
sublevación de Kronstadt involucró a 1,300 mujeres del Ejército Rojo; la
publicación Kommunistka teóricamente
basada en las mujeres, informó de que en 1920 alrededor de 1850 mujeres del
Ejército Rojo fueron muertas, heridas, o tomadas prisioneras por el Ejército
Blanco y ejércitos extranjeros de países como los EE.UU, Reino Unido, Canadá,
Francia y Japón que les apoyaban (Hayden [1979] 1984).
La emancipación de la mujer
y el uso soviético de la teoría marxista
Los primeros marxistas han sido criticados por la falta o déficit del análisis
del sexo y género. Esto no quiere decir que la teoría marxista este totalmente
vacía de cualquier análisis significativo de género y sexo o no es compatible teóricamente con
ellos. Teóricamente, es todo lo contrario. El
origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Friedrich Engels
y de las Mujeres en el socialismo de
August Bebel, que fueron ambos publicados en la década de 1880, deja muy en
claro la posición marxista sobre el patriarcado. [5] Antes de esto Engels y
Marx, ya sea por separado o en colaboración como coautores, también publicaron
varias obras relativas a la explotación de las mujeres en las sociedades
capitalistas, en la década de 1840.
En primer lugar, la crítica de Marx y Engels de la llamada "comunidad
de mujeres" (el concepto de que todas las mujeres en una sociedad
comunista utópica futurista se convertirían sexualmente disponible para todos
los hombres ), como "comunismo irreflexivo", se interpreta por los
críticos como algún tipo de apoyo por el patriarcado, cuando en realidad ambos
pensadores sociales se opusieron a ello con el argumento de que "sería reducir
a las mujeres a un pedazo de propiedad comunal y común y representaría más que
un pasaje del matrimonio (una forma de propiedad privada exclusiva ) a la
prostitución en general a toda la comunidad" (Hayden [ 1979 ] 1984:29 ).
Lo que Marx y Engels critican es la transformación de la mujer de ser la
propiedad de un hombre a ser la propiedad de todos los hombres y, no que a las
mujeres se les de la opción de tener relaciones sexuales con quien les plazca, los dos alemanes no estaban criticando la
capacidad de las mujeres de tener el poder de decisión en los asuntos sexuales,
sino la falta de poder que tendría como
parte de algún tipo de un harén futurista. El
Manifiesto Comunista también aclara el hecho de que ellos creían que la
"comunidad de mujeres", ya existía bajo el capitalismo (Engels y Marx
[1888] 2012). Esto deja a la mujer reducida a la propiedad y lleva a los
matrimonios monógamos, la desigualdad de derechos entre los cónyuges y al
matrimonio como un medio para la concentración del capital (Luryi 1980).
En segundo lugar, Marx y Engels son criticadas por decir que a causa del
capitalismo y la Revolución Industrial, la función doméstica de las mujeres
como madres y esposas se vio afectada y erosionada. Engels escribió que la
industrialización y el capitalismo estaban desintegrando a la familia, en La situación de la clase obrera en
Inglaterra, el escribió lo siguiente:
Cuando las mujeres trabajan en las fábricas, el resultado más importante es
la disolución de los lazos familiares. Si una mujer trabaja durante 12 o 13
horas al día y su esposo es empleado ya sea en el mismo establecimiento o en
algunos otros trabajos, ¿cuál es el destino de los niños? Ellos carecen de la
atención y el control de los padres... esto se puede ver por el aumento en el
número de accidentes a los niños pequeños que tienen lugar en el distrito de
fábrica (Field 1968:9). [6]
Declaraciones como esta han sido evaluadas idiosincrásicamente para criticar
a Engels y Marx. Tales críticas no toman en una cuenta el valor holístico de la
obra del dúo. Los dos discutieron que los roles domésticos y generizados de las mujeres, incluyendo su opresión, fueron
el resultado del prototipo de la lucha de clases y uno puede encontrar las
referencias constantes a la opresión de las mujeres por el capitalismo en sus
obras (Field 1968; Hayden [1979] 1984). El sociólogo de la Universidad de
Boston y experto en estudios rusos de
Harvard, Mark Field (1968:8-9) escribe lo siguiente:
Marx y Engels consideraban a la división del trabajo entre hombres y
mujeres para la procreación de los hijos como la primera división del trabajo.
Engels postulaba que la primera instancia del antagonismo de clases en aparecer
en la historia surgió del antagonismo entre el hombre y la mujer en monogamia y
que el primer ejemplo de la opresión de clase fue el de la hembra por el macho,
y se debió a la existencia de la propiedad privada. Visto a través del prisma
de la óptica marxista, la batalla de los sexos era considerado como el
prototipo de la lucha de clases –el hombre se apropió y esclavizó a las
mujeres como sus medios para la producción de herederos "legítimos" a
quienes se les podía transmitir su propiedad privada. De ahí que la institución
de la monogamia, las fuertes sanciones contra la mujer adúltera (pero no contra
el mujeriego), el doble estándar (a favor sólo de los hombres), la existencia y
el fomento de la prostitución y la estigmatización de la madre soltera y su
descendencia (el "natural" o hijo ilegítimo).
Por otra parte, el siguiente pasaje debería también reivindicar a los dos
alemanes de las acusaciones de que ignoraron a las mujeres en su trabajo
teórico:
Las implicaciones, por supuesto, [de las notas de Marx y del texto de
Engels sobre la familia] fueron muy claras. Las mujeres no siempre han
desempeñado un papel subordinado en la sociedad humana, por lo que no había
razón para creer que había algo "natural" a cerca del estatus de
inferioridad de las mujeres en la sociedad moderna. Si las mujeres no siempre
habían sido oprimidas en el pasado, ellas no tenían por qué seguir siendo oprimidas indefinidamente en el
futuro. Según Engels, “que la mujer fue la esclava del hombre en el comienzo de
la sociedad es una de las nociones más absurdas que han llegado a nosotros a
partir del período de la Ilustración del siglo XVIII". Del mismo modo, la idea de que la familia
patriarcal individual había existido desde los albores de la historia fue
igualmente desacreditada [ por Engels y Marx ] por el descubrimiento de los sistemas
de parentesco matrilineal: " ... toda la historia escrita hasta ahora toma
como punto de partida la hipótesis absurda, que se convirtió inviolable en el siglo XVIII, que la familia
individual monogámica, una institución apenas mayor que la civilización, es el
núcleo en torno al cual la sociedad y el estado se cristalizaron gradualmente"(
Hayden [ 1979 ] 1984:33-34 ).
Este pasaje es importante porque no sólo desafía la noción de Estado patriarcal, sino porque
también desafía las opiniones deterministas biológicas que condenaron a la
mujer a un estado natural de inferioridad. Tanto Marx como Engels consideraron
la emancipación de las mujeres como históricamente inevitable (Buckley 1985).
Desde el punto de vista teórico marxista, el patriarcado no se eliminará hasta
que exista una sociedad sin clases.
Los marxistas vieron la "cuestión de la mujer" como una parte de
los grandes temas de la justicia social y la igualdad (Goldman 1993; Hayden
[1979] 1984; Pushkareva 1997; Rosalind1998; Stites 1978). Ellos no consideraron
la desigualdad de sexos como fuera de la misma esfera de la explotación, que
los trabajadores enfrentaban. La
prostitución de la mujer fue incluso llamada por Marx, inhumana y una
particular expresión de la prostitución en general de todos los trabajadores al
capitalismo (Hayden [1979] 1984). Finalmente, Marx incluso citó al filósofo
francés François Fourier diciendo que la medida de la emancipación de la mujer
era la vara natural de medir la emancipación general en una sociedad (Hayden
[1979] 1984).
La familia contemporánea era vista como un constructo burgués, bajo el cual
el hombre controlaba a la mujer en todos los sentidos y era obligada a depender
de él, eso se desvanecería (Engels y Marx [1888] 2012; Campo 1968; Goldman
1993; Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997). Marx declaró:
Por muy terrible y repugnante que parezca la disolución de los viejos
vínculos familiares en el marco del sistema capitalista, sin embargo, la
industria moderna asignando como lo hace una parte importante en el proceso de
producción, fuera de la esfera doméstica, a las mujeres [...] crea una nueva
base económica para una forma superior de la familia y de las relaciones entre
los sexos (campo 1968:10).
Una familia superior, donde todo fuera hermano y hermana, se formaría de
acuerdo a los primeros marxistas. Marx le llamó a esto la "nueva
familia" y los bolcheviques la llamaron la "familia-sociedad"
(Field 1968; Goldman 1993). Sería este concepto de trascender la vieja familia,
y por lo tanto disolver el matrimonio, el que sería central para el proyecto
bolchevique para emancipar a las mujeres en la Unión Soviética. Estos puntos de
vista teóricos que en parte hicieron unirse al movimiento comunista en sus
etapas revolucionarias, son un acto de liberación, tanto personal y sexual para
muchas mujeres jóvenes (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997;
Stites 1978).
La ideología marxista en la
práctica bajo los bolcheviques
Cuando tomaron el poder, un prominente líder bolchevique diría que su
revolución sería recordada en la historia humana por involucrar activamente a
las mujeres, a diferencia de la Revolución Francesa (Stites 1979:317). Antes de
los programas de ingeniería social soviéticos los registros históricos
contienen poca evidencia, aparte de los programas de Pedro El Grande llamados
de occidentalización/europeización, de intentos directos del gobierno para determinar
abiertamente el papel de la mujer en la sociedad rusa / soviética (Bisha y
otros, 2002; O'Malley 2007) [7] Los efectos de la toma del poder sobre la mujer
se pueden resumir así:
[Fue] la primera vez en la historia moderna que el gobierno de cualquier
nación moderna ha anunciado oficialmente su intención de llevar a cabo un
programa a gran escala para la emancipación de la mujer. En momentos en que los
movimientos de mujeres en Occidente se limitaron principalmente a las demandas
de una emancipación política más amplia de las mujeres, el incipiente gobierno
soviético concedió a las mujeres la participación política plena y equitativa
en todos los niveles de gobierno. Por otra parte , el régimen soviético, además
propuso una transformación radical de las condiciones de la vida cotidiana de las
mujeres, lo que incluiría el establecimiento de una amplia red de servicios
sociales destinados a "socializar" el trabajo del hogar de las
mujeres, la liberalización de las leyes del matrimonio y el divorcio, así como
la creación de los programas de "acción afirmativa" con el propósito de atraer a las mujeres al
gobierno, las organizaciones políticas , sindicatos , dirección de la fábrica ,
y las profesiones y oficios especializados . Este fue el programa más radical
de igualdad femenina puesto en marcha por gobierno nacional alguno en los
tiempos modernos (Hayden [ 1979 ] 1984 : iv ) .
Dedicadas ideólogas comunistas como Inessa Armand y Alexandra/Aleksandra
Kollontai, que fue elegida por Lenin para
dirigir el Comisariado de Bienestar Social, establecerían el Zhenotdel
para las mujeres (Clemente 1979; Hayden [1979] 1984). Junto con el Komsomol
(Rama Juvenil del Partido Comunista) y el Partido Comunista, el Zhenotdel
llegaría a formar una de las tres organizaciones más importantes del poder
comunista en la sociedad soviética. Vale la pena citar a Clement (1979: ix)
sobre la vida de Kollontai, quien fue una notable pensadora revolucionaria soviética:
Ella participó en las campañas para la emancipación de la mujer e hizo una
contribución a la literatura sobre la cuestión de la mujer mediante la
exploración de la relación entre la sexualidad y la liberación. Sin embargo,
Kollontai negó con vehemencia que ella fuera una feminista, en su lugar, se
consideraba como una revolucionaria marxista que buscaba la libertad para las
mujeres como parte de la liberación de toda la humanidad del control del
capitalismo. De esa manera ella se diferenció de otros miembros de su
generación que buscaban reformas para las mujeres, convirtiéndose en cambio en
una socialista…
Antes de que los bolcheviques llegaran al poder, el maltrato a la mujer
estaba oficialmente aprobado por el derecho consuetudinario y la dominación de
las mujeres por sus maridos y padres quedó ratificado por el estado imperial (Hayden
[1979] 1984; Stites 1978). En palabras de Hayden ([1979] 1984:2), "una
esposa se veía obligada a obedecer a su marido como cabeza de la familia, a convivir
con él en el amor, el honor y la obediencia ilimitada y proveerle cada
satisfacción y afecto". Las mujeres
tampoco podían trabajar enteramente y conseguir un divorcio era casi imposible
para una mujer (Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997; Stites 1978). Hasta la
toma del poder por los bolcheviques, las mujeres ni siquiera podían ejercer la
abogacía aun si tenían grados académicos, salvo en Siberia (Hayden [1979]
1984).
Como una aplicación de la teoría marxista, a partir de 1917 las leyes del
matrimonio fueron cambiadas por los bolcheviques con el fin de establecer la
igualdad jurídica y social (Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997). En 1918 el
Comité Ejecutivo Central de la Unión Soviética (VTsIK) ratificó el código
completo sobre el Matrimonio, la Familia y la Tutela que "constituyó nada
menos que la legislación sobre la familia más progresista que el mundo había
visto jamás" (Goldman 1993:51). Bajo la ley soviética las mujeres y los
hombres eran jurídicamente iguales y las parejas podían elegir el apellido de
cualquiera de los cónyuges, sólo el matrimonio civil era reconocido, el
divorcio se podía obtener por medio de una simple solicitud por cualquiera de
las partes, tanto los hombres como las mujeres tenían igual responsabilidad por
sus hijos, se requería el apoyo mutuo del uno al otro en los casos en que uno
de los conyugues no pudiera trabajar, y ninguno de los dos estaba obligado a
desplazarse por el país con el otro
(Buckley 1985; Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997; Stites 1978).
[8] Ya en 1930, el poder judicial soviético incluso aclaró que la residencia
común no era necesaria para una pareja casada (Luryi 1980). Las leyes de
propiedad, que favorecía a los hombres fueron abolidas eliminando el concepto de
los hijos ilegítimos; todos los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio
tenían el mismo estatus y tenían derecho al pleno apoyo de ambos padres (Buckley
1985; Goldman 1993; Pushkareva 1997). Las mujeres también conservaban el control
total de sus ingresos y ambos sexos mantenían todos sus bienes propios (Goldman
1993). Estas nuevas leyes probablemente incluso alentaron a que más personas se
entremezclaran entre los diferentes grupos étnicos de la Unión Soviética. Con
la excepción de la península de Yucatán en México, de 1923 hasta 1926, la URSS
fue el único país en el mundo con plena libertad de divorcio (Stites 1978). Por
otra parte, cabe señalar que las leyes soviéticas fueron formuladas a través de
un consenso interno entre los miembros más radicales y los más conservadores,
por lo demás M.A Reisner sugirió que los niños incluso tengan el derecho de
manejar la propiedad y N.A. Roslavets de Ucrania objetó firmemente el matrimonio
registrado como opuesto a la "libertad socialista" (Goldman, 1993).
Las uniones de hecho también recibirían los mismos derechos que los matrimonios
registrados en 1925 (Goldman 1993).
Las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1917 (Pushkareva 1997). Tenían
derecho al empleo y a la educación, el derecho a gobernar y administrar el Estado
en igualdad con los hombres, y se les animó a ser ciudadanas
activas que se superarían para ayudar a la sociedad y no ser incultas, objetos subordinados
a los hombres de su sociedad. Se organizaron tres publicaciones de primer
orden para las mujeres, conjuntamente
con las páginas de las mujeres (stranichki)
en la mayoría de las publicaciones (Hayden [1979] 1984) [9].
El nuevo Código Soviético de la Tierra adoptado en 1922, abolió toda la
propiedad privada, pero permitió a los campesinos mantener comunas agrícolas
reformadas que se democratizaron a través de un nuevo sistema de votación que
incluyó a mujeres y hombres, independientemente de su edad o estado de derecho,
también se les dio derecho a la propiedad dentro de las unidades familiares de
la comuna (dvor) que ya no
descansaban sobre sus esposos o hijos (Goldman 1993:152-163; Pushkareva 1997).
Las mujeres realmente comenzaron a obtener "autoridad indiscutible"
en la sociedad rural (Pushkareva 1997).
Se animó a las mujeres a trabajar en fábricas y fuera del hogar y como resultado,
el estereotipo del ama de casa no parece ser prevalente en la sociedad
soviética (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984). La independencia económica de la
mujer era fundamental para garantizar la emancipación de las mujeres
soviéticas, las mujeres tenían que ser empleadas y trabajar. Esto no era
únicamente una idea comunista. Los movimientos feministas tempranos en la Rusia
zarista estuvieron involucrados en obras de caridad, incluso ellas como no
comunistas comenzaron a desplazarse hacia ideas vistas como importantes para lograr
que las mujeres fueran económicamente independientes (Hayden [1979] 1984;
Pushkareva 1997). Uno de estos proyectos fue el de la "Sociedad de Mujeres
del Trabajo" de Peter/Petr Lavrov, que iba dirigido a reducir la
prostitución, al permitir a las mujeres sostenerse a sí mismas y a sus hijos a
través de la apertura de oportunidades de empleo (Hayden [1979] 1984). Estudios
sociológicos soviéticos también encontraron una relación entre la prostitución
y el desempleo (Goldman 1993:119-120)
Los bolcheviques reconocieron que la mujer aún tenía que hacer un doble
turno a través de lo que se llamó una doble carga de trabajo público y privado
(Buckley 1985; Campo 1968; Goldman 1993). Su proyecto nacional tenía la
intención de transferir el trabajo doméstico de la esfera privada a la esfera
pública, trasformando el trabajo doméstico no remunerado en trabajo comunal
pagado, como por ejemplo, mediante la creación de comedores comunitarios,
guarderías y lavanderías públicas (Buckley 1985; Campo 1968; Goldman 1993;
Pushkareva 1997). Esto estaba basado en la ideología marxista. La ideología alemana esbozó el comunalismo
doméstico como condición previa para la emancipación de las mujeres (Goldman
1993). La licencia de maternidad se introdujo también para asegurarse de que
las mujeres no tuvieran que elegir entre la reproducción biológica y su trabajo
fuera de la casa (Goldman 1993; Pushkareva 1997). El historiador Goldman (1993)
llama a muchas de estas políticas, el resultado del "comunismo de guerra"
debido a su conexión con la producción industrial, que dependía en gran medida
de las mujeres soviéticas.
El Código Penal de 1885 del Imperio Ruso designó el aborto como un
asesinato y lo prohibió y los bolcheviques originalmente también lo prohibieron,
pero todavía era una práctica muy extendida en la sociedad rusa/soviética y el
grupo ruso de la Unión Internacional de Criminólogos en la ciudad de San
Petersburgo pidió su despenalización en 1914, al mismo tiempo que el Tribunal
Supremo soviético incluso reconocía la omnipresencia de aborto para exonerar a
una madre declarada culpable de asesinato por un tribunal de primera instancia
a comienzos de 1920; el aborto sería legalizado en noviembre de 1920 tanto por
los Ministerios de Salud y de Justicia soviéticos, como medio de protección de
las mujeres evitando que se inflijan daño al tratar de llevar a cabo sus
propios abortos o ser explotadas por abortistas especuladores (Buckley 1985;
Engelstein 1991; Goldman 1991, 1993; Stites 1978). [10] La fertilidad fue
importante para los funcionarios soviéticos, el tema del aborto siempre creó tensiones
entre aquellos que lo vieron como un asunto público de población y las mujeres
que no querían tener hijos adicionales.
Estadística social y
dinámica social: tradición versus la mujer proletaria
En la sociedad rusa/soviética se dio una ruptura con la tradición, que
comenzó debido al capitalismo y la industrialización. Cuando los bolcheviques
tomaron el poder en la sociedad rusa/soviética, la industrialización del país
se amplió hasta que alcanzó un ritmo rápido de crecimiento durante la
era estalinista. Ellos implementaron primero sus programas industriales a
través de un proceso llamado "militarización del trabajo" durante la
lucha interna. El final de la guerra civil rusa, sin embargo, puso fin a un
período de lucha prolongada que comenzó con la Primera Guerra Mundial y se les permitió
a muchos hombres volver a la fuerza de trabajo soviético, a expensas de las
mujeres que trabajan (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984). En 1921, en el marco
del Nuevo Plan Económico una gran parte de la fuerza laboral femenina se
convertiría en desempleada, pero el número de mujeres se elevaría gradualmente
a lo largo de la década de 1920 (Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998; Goldman
1993; Hayden [1979] 1984). En 1924 alrededor del 27% de la fuerza industrial
soviética estaría compuesta por mujeres (Hayden [1979] 1984:248). Antes de la
industrialización soviética, las mujeres habían estado acudiendo en pequeños
números a las fábricas industriales rusas de modo que en 1895 componían el 25%
de la mano de obra industrial y el 40% de los empleados en los sectores
textiles en el interior del Imperio Ruso (Hayden [1979] 1984:44). Esta
tendencia fue el resultado de los salarios más bajos pagados a las mujeres y
porque eran menos propensas a ir la huelga. Conforme el país se industrializaba,
el largo período de conflictos aumentaría la necesidad de la mujer trabajadora.
Por ejemplo, en el año 1917, como resultado de la Primera Guerra Mundial las
mujeres rusas/soviéticas componían el 43.2% de la fuerza laboral en la
industria (Meyer 1991:214). La escasez de hombres también llevó a la
feminización pronunciada del sector agrícola y al avance de las mujeres en puestos
de trabajo tradicionalmente masculinos tales como mensajeros, porteadores,
carteros, conductores de tranvía, camioneros, ferroviarios y orfebrería; sólo
en Moscú había 115,000 mujeres que trabajaban en empleos industriales, con 20,000
trabajando en las fábricas de metales (Meyer 1991:213).
La emancipación de las mujeres, sin embargo, requería más que la
industrialización: "Los bolcheviques reconocían que la opresión de la
mujer estaba profundamente arraigada en el modo de vida tradicional de los
pueblos de Rusia y que sería necesario introducir cambios fundamentales en las
relaciones sociales básicas, como el matrimonio y la familia "(Hayden
[1979] 1984: iii-iv). Irónicamente, y tal vez en términos misóginos, el espacio
privado -que era asociado con las mujeres y la familia- causaba disgusto e
incluso era detestado en el sistema normativo socialista/comunista, al
contrario de las sociedades capitalistas. Este punto de vista fue la consecuencia
del énfasis soviético sobre la "familia cívica" del Estado y la lealtad
al país y al público versus el individualismo, el sector privado, y la familia.
El modelo soviético en realidad menospreciaba mucho de lo que tradicionalmente
era considerado femenino:
Sin embargo, mientras que la cultura soviética dio protagonismo a las
mujeres trabajadoras y activistas políticas, también proyectaba otra imagen de
las mujeres como poco ilustradas [bajo guiones de género femeninos], atrapadas
en los asuntos privados y domésticos, y por lo tanto incapaces de jugar un
papel activo en la sociedad. La vida privada, y, por implicación, las
preocupaciones tradicionales de la mujer, fueron desestimados por ser de poca
relevancia a menos que pudieran integrarse en la nueva estructura [socialista
/comunista] social, y aun así [como ciudadanos del Estado] se esperaba que las
responsabilidades sociales de las mujeres tuvieran prioridad sobre su familia
(Hodgson 1998:136).
La moral marxista ahora se enfocaba en "la destrucción de las regulaciones
del matrimonio, que crea la ilusión de que el colectivo comunista de los obreros
puede considerar los intereses de dos miembros casados de forma separada y
aislada de él" (Hayden [1979] 1984:171). La identificación de ambos, el
matrimonio y la familia, como causas fundamentales de la opresión de las
mujeres también se reflejaba en el trasfondo biográfico de muchas mujeres
activistas radicales pre-comunistas, como mujeres de clase media y alta, que
tenían que luchar y resistir a la autoridad de sus padres y esposos sancionada
por el Estado en la Rusia zarista (Hayden [1979] 1984). Por otra parte, bajo la
ideología bolchevique, el concepto de hijo ilegítimo era arcaico (Goldman
1993). Aunque Lenin y ciertos líderes soviéticos tenían opiniones divergentes,
una ontología comunista de la sexualidad fue difundida -por lo menos con algún
éxito- entre la sociedad soviética que aspiraba a tener sexo reconocido como un
acto natural y legítimo que no fuera ni vergüenza, ni pecado, ni atado a la
moral (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Stites 1978). Además, debido a toda la
lucha en este período y a la escasez de hombres, las madres solteras tampoco
eran infrecuentes. Debido a que el gobierno soviético quería elevar las tasas
de natalidad, no permitía la demonización de la mujer con hijos bastardos;
estructuralmente alentó el adulterio y ayudó a normalizar la maternidad soltera
(Goldman 1993).
Irónicamente, muchas de las leyes soviéticas más progresistas, sobre las
condiciones de trabajo de las mujeres, fueron opuestas por las mujeres o
hicieron que gerentes temieran contratarlas (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984).
Como ejemplos, las leyes que prohibían que las mujeres embarazadas trabajaran
por la noche fueron protestadas por las
mujeres embarazadas que dijeron estaban siendo segregadas (Hayden [1979] 1984).
Los programas de guarderías soviéticos fueron en realidad recibidos con alarma
y con implacable resistencia por muchas mujeres y hombres (Hayden, 1979).
Cuando los esposos comenzaron a golpear a sus mujeres sobre ese tema, la rama
femenina del Partido Comunista organizó "tribunales sociales" muy
eficaces para detener la violencia que fueron realizados en público para
ridiculizar a los hombres violentos (Hayden [1979] 1984). La licencia de
maternidad también hizo que muchos gerentes de las fábricas soviéticas
reconsideraran la contratación de mujeres (Goldman, 1993). Funcionarios
soviéticos contrarrestaron esto, decretando que las mujeres y los hombres que
poseían las mismas habilidades tenían que ser terminados en proporciones
iguales, las mujeres embarazadas o con bebés con licencia de maternidad ya no
podían ser despedidas, las mujeres con niños menores de un año de edad tenían
que tener prioridad en el empleo, las mujeres solteras no podían ser expulsadas
de sus alojamientos, y las mujeres que habían perdido sus puestos de trabajo
aún tenían derecho a mantener a sus hijos en las guarderías de las fábricas
(Goldman 1993).
La resistencia masculina a la emancipación comunista de la mujer también
persistió por toda la URSS, sobre todo en el Cáucaso, Volga, y Asia Central
(Hayden [1979] 1984). Se dieron enfrentamientos entre las formas de vida
tradicionales y la ingeniería social soviética. Sin embargo, se hicieron
avances.
Un aspecto importante de la resistencia y el resentimiento contra la política
soviética involucraba los códigos de vestimenta tradicional en la sociedad
rusa/soviética, sobre todo en las regiones periféricas. Los velos tradicionales
usados entre lo que se daba por llamar “las mujeres del Oriente” de la religión
cristiana, judía, budista, musulmana fueron el blanco de la política soviética
y hay casos, como por ejemplo, en el Cáucaso, donde grupos de mujeres se
reunían y se deshacían de sus velos en público, en un encuentro digno de
mención en Moscú una delegación de setenta y cuatro mujeres soviéticas que
pertenecían a los llamadas "nacionalidades orientales" aparecieron
todas cubiertas con sus vestidos tradicionales, de la cabeza a los pies, y
luego repentinamente se quitaron sus vestimentas tradicionales (Hayden [1979]
1984; Stites 1978). La vestimenta tradicional y velos religiosos fueron vistos
por los líderes del Zhenotdel y del Partido Comunista como símbolos del "aislamiento
y la intocabilidad" de las mujeres (1978:333) Stites.
Guerra total y las amazonas
soviéticas
La guerra total ha tenido siempre una interacción interesante con los guiones
de género. Hodgson (1998:135) escribe que "la guerra, se puede argumentar,
pone a los hombres y mujeres de vuelta en sus lugares apropiados [definido por
guiones de género]". Inversamente, Meyer (1991:208-209) en su trabajo
sobre las mujeres rusas en la Primera Guerra Mundial señala que los estereotipos de género se pueden
invertir pues muchos hombres han demostrado ser "sensibles, opuestos a la
violencia, la brutalidad y el asesinato", mientras que muchas mujeres son provistas de la oportunidad
"de demostrar su valía como combatientes". Paradójicamente, mientras
que los hombres sintieron "una falta inusual de poder y libertad de
movimiento ", para las mujeres la primera Guerra Mundial, según lo
describió Sandra Gilbert, fue una experiencia liberadora que sustituyó a sentimientos de
impotencia en el mundo (Hodgson 1998:135).
La movilización de las mujeres soviéticas contra la fuerza invasora del
Wehrmacht alemán puede ser explicada como una sinergia de identidad, conceptos
metafísicos de la feminidad basada tanto en una mezcla de la tradición y la
ideología revolucionaria del Estado, y, finalmente, la supervivencia. La
erudita Hodgson (1998) cree que fue el punto de vista tradicional de la mujer y
la feminidad como "seres morales" y la movilización soviética de las
mujeres como "seres cívicos" lo que impulsó a las mujeres
soviéticas para unirse con sus homólogos masculinos en el ejército soviético e
impulsaron a muchas de las mismas mujeres soviéticas a exigir puestos de
combate. Ella sostiene que una figura como Olga Berggolts (Bergholz) se
convirtió en la poeta laureada de guerra de Leningrado, porque ella era una
mujer, la visión tradicional de la mujer como voces morales en las sociedades
rusas y soviéticas, y el pragmático llamamiento generalizado para tomar las
armas utilizado para movilizar a los hombres soviéticos para proteger a las
mujeres de su país y en última instancia, a la "Madre Patria"
(Hodgson: 1998) [11] Ella también reconoce que las responsabilidades cívicas de
las mujeres en la sociedad soviética que trajo aparejados el socialismo soviético
eran parte integral de este:
Según Elshtain, las mujeres en tiempos de guerra son retratadas como
"seres cívicos que no responden sólo a las demandas de la familia, sino
también a las demandas sociales. Sin embargo, se esperaba que las mujeres
soviéticas cumplieran con estas estas demandas duales en tiempos de paz. Tal
vez esto podría sugerir que la sociedad soviética si bien no estaba realmente
en guerra, se percibía a sí misma como una sociedad que constantemente estaba preparándose
para la guerra. Por otra parte, se había estado esperando que las mujeres después
de la guerra de 1914-1918 y de su breve intervalo como “ciudadanas temporales"
retornaran al [genero] ámbito doméstico (Hodgson 1998:136).
En su trabajo, Hodgson (1998:135), una experta de la lengua rusa y sobre
mujeres escritoras rusas durante la Segunda Guerra Mundial, escribe acerca de
la existencia de "la poesía en tiempos de guerra de algunas mujeres que
sirvieron en el frente" y su reflexión de los efectos de la guerra sobre
las mujeres soviéticas, como liberador, así como traumático, al tener que
asumir los "roles masculinos tradicionales".
Las mujeres rusas/soviéticas que fueron a luchar en el frente oriental
tampoco lo hicieron obligadas por Joseph Stalin y las autoridades soviéticas. Como
actores sociales, tenían los medios y estaban reaccionando en función de los
ajustes normativos del paisaje social de la Unión Soviética/Rusia. En el
contexto de su entorno social, de su sistema normativo socialista/comunista, y de
las identidades de la condición de mujer soviética, retóricamente se puede
preguntar si incluso es correcto decir que fue necesario que las mujeres
soviéticas tuvieran que ser movilizadas para combatir en el Frente Oriental en
1941. Para cuando los bolcheviques ganaron la Guerra Civil Rusa, las mujeres ya
habían jugado un papel activo en todos los lados del conflicto interno (Bisha y
otros, 2002; Hayden [1979] 1984). Incluso se puede postular que las mujeres
soviéticas que lucharon para proteger a su país es un reflejo de la
"conciencia colectiva", lo que en términos de Durkheim se dice que es
reflejado por los individuos que conforman la población de una sociedad -en
este caso una "conciencia colectiva" socialista / comunista. El sistema
normativo socialista/comunista y los cambios estructurales en la sociedad rusa/soviética
habían creado una generación de modernos "decembristas", como los
soviéticos solían llamar a estos militantes revolucionarios, que estaban
dispuestos a luchar por una revolución mundial en el momento que les sea
indicado. [12] En todo aquellos lugares en que un movimiento comunista/socialista
o un movimiento revolucionario de tendencia socialista ha ganado popularidad,
las mujeres se han integrado en las fuerzas armadas, empezando por Cuba donde
Fidel Castro tenía una brigada de mujeres soldados rebeldes que combatían contra
el régimen de Batista apoyado por Estados Unidos y continuando con el Frente
Farabundo Martí y las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) en el Salvador, hasta llegar a las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) -que se creen tienen entre
un tercio y una quinta parte de sus fuerzas integradas por mujeres combatientes.
Los aspectos combativos de las ideologías socialistas/comunistas ligadas a la
revolución aplican por igual a la militarización de los hombres y las mujeres
como revolucionarios listos para luchar contra el capitalismo, la contra-revolución,
el fascismo y el colonialismo. Son estas circunstancias las que originan la
identidad de la "Mujer del Fusil Rojo", que incluye a figuras como la
intelectual marxista y activista contra la guerra, Rosa Luxemburgo.
En lo fundamental, las mujeres combatientes soviéticas refutan cualquier
noción de determinismo biológico de que las mujeres son incapaces de combatir o
hacer la guerra. Las mujeres resistirán y lucharán al igual que los
hombres en defensa de sus comunidades o sociedades:
Lo que es indiscutible es que las mujeres han estado en condiciones de
participar en situaciones específicas de combate. Como un ejemplo, la desesperada,
aunque en última instancia inútil participación de las mujeres nativas estadounidenses en la defensa de sus pueblos, es mencionada en
los diarios de los soldados de caballería de EE.UU. George Armstrong Custer
atestigua: "Antes de entrar en combate se dieron órdenes para prevenir la
muerte de cualquiera que no fuera parte de la fuerza de combate de la aldea,
pero en una lucha de esta naturaleza resulta del todo imposible discriminar,
sobre todo cuando (...) las squaws [un término despectivo aplicado a las
mujeres nativas/indígenas americanas] son adversarios tan peligrosos como los
guerreros [varones] "(2008:16-17) Maninger.
Este ejemplo de las mujeres aborígenes combatiendo para defender sus
comunidades puede ser pensado en términos universales y fácilmente aplicado a
las mujeres soviéticas. El recuento de Krylova(2010) de las experiencias de las mujeres
combatientes soviéticas no deja ninguna duda acerca del poder de las mujeres,
que ella retrata en la toma de sus decisiones para luchar como personal de
combate en la Segunda Guerra Mundial.
El retiro de las amazonas:
Retorno de la tradición o ¿la maldición del cuerpo materno?
Hacia la década de 1980, las mujeres constituían más del 50% del Komsomol,
incluyendo poco más del 57% de sus comités de nivel inferior, y el 25% de los miembros
del Partido Comunista –en la década de 1960 era del 20%- con los números incrementándose,
lo cual sustanció las afirmaciones soviéticas del aumento de la
participación femenina en la URSS (Browning 1985; campo 1968). La esposa de
Lenin, Krupskaya, era en realidad el más cercano contendiente político que
tenía Stalin antes de 1925 (Stites
1979). De 1924 a 1939 hubo tres mujeres que se desempeñaban como líderes
prominentes dentro del Comité Central del Partido Comunista, el máximo órgano
político de la Unión Soviética, cuando en otras sociedades del mundo las
mujeres eran prácticamente invisibles (Stites 1979). No había duda de que la
sociedad soviética fue la más progresista del mundo cuando se trataba de la
igualdad de los sexos. Sin embargo, había muchas deficiencias en el proyecto
soviético que impedía a la URSS alcanzar su meta de emancipar a las mujeres. Las
paradojas aquí fueron que muchos de los elementos que ayudaron a terminar con
los roles de género tradicionales de las mujeres, podrían también tener el
efecto contrario en la sociedad soviética. El concepto soviético de la ciudadanía
versus la perceptible identidad de las mujeres, las políticas poblacionales, y
la centralización de la Unión Soviética contribuyeron a debilitar el proyecto.
Los enfoques en la familia en lugar del énfasis sobre otras cuestiones de
género, y el fracaso soviético para desarrollar las estructuras necesarias para
transformar completamente el trabajo doméstico dentro del ámbito público
también se agrega a esto, por no hablar de que la familia era vista como la
unidad básica para la repoblación de la Unión Soviética -un estado emergiendo
de décadas de conflicto (s) a gran escala. Los puntos de vista tradicionales
también comenzaron a reaparecer en el período estalinista. La burocratización
del Estado soviético y el faccionalismo del Partido Comunista también debilitaron
al Zhenotdel.
Sin duda, la ideología marxista a través del socialismo de Estado ha sido
pionera en el trabajo para igualar a las mujeres con los hombres. La ideología
del Estado afirmaba que las mujeres y los hombres soviéticos no eran diferentes
y se esperaba que ambos fueran ciudadanos contribuyentes. En la URSS la
igualdad significaba iguales
obligaciones, lo que también explica la disposición de las mujeres soviéticas para
luchar en el Frente del Oriental en 1941. En este sentido, sin embargo, el
Estado soviético, además asumió prioridad sobre las mujeres.
La ciudadanía, como una identidad y guion social, vino antes que todo lo demás
en la sociedad soviética -incluyendo los roles de género o cualquier otro
estatus social- y la llamada "cuestión de la mujer" fue supuestamente
solucionada después de 1917 (Bisha y otros, 2002; Buckley 1985; Engel y
Posadskaya-Vanderbeck 1998; Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Hodgson 1998;
Marsh 1998; Pushkareva 1997). Sin embargo, pareció que con el declive demográfico
y la rápida industrialización de la URSS, para las mujeres, en la época
stalinista, ser un buen ciudadano estaba ligado a ser madre. Tampoco hay
evidencia alguna de que el Estado socialista haya implementado programas para
resocializar directamente a los hombres soviéticos.
La necesidad del Estado para repoblarse, ligada a este punto de vista de la
ciudadanía demostró socavar a las mujeres. En 1946, las mujeres superaban a los
hombres soviéticos en unos 26 millones (Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998).
Esto ayudó inicialmente a las mujeres durante las décadas de lucha, porque abrió
las puertas a los roles económicos para las mujeres soviéticas (Field 1968).
Sin embargo, la disminución de la población era un arma de doble filo. Mientras
que la población disminuyó, en términos de escasez de trabajadores, y la
necesidad que existía de dotar de personal a las fábricas que enfrentaban una creciente demanda de mano de obra, permitió
que las mujeres se volvieran activas y se ocuparan en empleos tradicionalmente
ocupados por hombres en el largo plazo. Cuando arribó la paz, la disminución de
la población de hecho limitó el papel de la mujer al de madres y esposas y
fueron empujadas a tener hijos para repoblar a la URSS. Esto conduce de nuevo
al asunto del cuerpo materno. La capacidad reproductiva de la mujer impidió a
la sociedad soviética romper su base patriarcal. Aquí es donde aparece la base
de las contradicciones de la sociedad soviética y la ideología; la reproducción
era central en una sociedad que creía en la planificación estatal bajo el
socialismo científico. En otras palabras, la planificación de la población y la
política demográfica -una manifestación del cuerpo materno- constituían la
mayor antítesis de las políticas soviéticas progresistas por la igualdad de los
sexos.
Otra gran deficiencia de la política soviética era que, “la abolición de la
familia, en vez del conflicto de genero dentro de ella, tenía la clave para la emancipación de la
mujer” (Goldman 1993:6). También se ha argumentado convincentemente que debido
a que la Unión Soviética tenía un sector de ventas al por menor y de consumo
menos desarrollado, la familia tuvo que permanecer intacta y las mujeres todavía
atadas a trabajos de cuello rosa. Como dijo un observador durante la última
parte de la Guerra Fría:
Las mujeres soviéticas disfrutan de muchas ventajas, las cuales las mujeres
de occidente aún no han podido obtener, como una amplia red de instituciones de
cuidado de niños apoyadas por el Estado, el libre acceso a una amplia gama de
oficios y profesiones, y un gran grado de igualdad económica con sus compañeros
de trabajo. Sin embargo, más de sesenta años después de la Revolución
Bolchevique, las mujeres soviéticas siguen soportando la mayor carga de trabajo
en el hogar, y son ellas quienes más han sufrido de la decisión a largo plazo
del gobierno de dar una prioridad baja a los bienes de consumo y la producción.
La falta de aparatos modernos para el hogar, la mala calidad de las comidas en
los comedores públicos, y la escasez, el alto costo y baja calidad de los
artículos de primera necesidad obliga a las mujeres a trabajar todas las horas
adicionales posibles fuera de sus puestos de trabajo para mantener sus hogares
(Hayden [1979] 1984: V-VI).
Esto fue parte del fracaso para resolver la doble carga que las exigencias
de la producción y reproducción en una sociedad moderna imponen a las mujeres que en un número cada
vez mayor se vieron obligadas a trabajar por salarios (Buckley 1985; Goldman
1993).
El pragmatismo resultó convirtiéndose en una dilución de la ideología y del
compromiso. El pragmatismo del Kremlin terminó perjudicando a las mujeres
soviéticas, la visión soviética original, y la democratización de la fábrica.
Algunos culpan de esto a los efectos de la guerra total que la URSS enfrentó desde
las llanuras de Ucrania soviética hasta las puertas de Stalingrado. De la misma
manera que la líder bolchevique Kollontai, como marxista se opuso al feminismo,
ella también se opuso a la divergencia del Partido Comunista del sistema soviético
original de control democrático-obrero de la fábrica, lo que trajo como
consecuencia el ser en esencia exiliada de la Unión Soviética a través de
asignaciones diplomáticas en los países escandinavos (Clemente 1979; Hayden
[1979] 1984). Lo que sucedió fue que las políticas y las leyes soviéticas que
fueron diseñadas para "desaparecer" el Estado -que algunos refieren como las ideas del comunismo anárquico
y comunismo libertario- fueron en su lugar revertidas a favor del fortalecimiento
de la URSS estalinista. Esto probablemente pudo haber estado vinculado a los
preparativos para un enfrentamiento con Alemania y otras fuerzas externas. Este
cambio en la URSS condujo a una feminista británica, después analizar
retrospectivamente las políticas soviéticas sobre las mujeres a explicar que
parecía que el marxismo no resultó más que ser una mera justificación de las
políticas soviéticas y no su origen (Buckley 1985).
La sociedad soviética existía en una paradoja, debido a la cohabitación o
modus vivendi de las tradiciones patriarcales con la ideología comunista
soviética. Hodgson afirma que la resurrección de los valores culturales
tradicionales pre-bolcheviques en la década de 1930 -que también revivieron los
sentimientos patrióticos de la época zarista que resucitó símbolos de género de
héroes masculinos como Iván el Terrible o Pedro el Grande y el concepto femenino
de la "Madre Rusia" -revocaron la legislación sobre el aborto y el
divorcio (Hodgson 1998). Las discusiones sobre el amor libre y la sexualidad
también desaparecieron de la prensa soviética (Pushkareva 1997). En un contexto
político el retorno a la tradición también puede ser descrito de este modo:
"La asociación entre la mujeres y la honestidad se basó en cierta medida
en la identificación de las mujeres con la esfera privada, que ofrecía alguna
protección contra la intromisión del estado, un espacio libre de consignas
políticas donde podrían encontrarse verdades más fiables" (Hodgson
1998:140).
La discusión sobre la tradición conduce a argumentaciones sobre la figura
de José Stalin. Stalin ha sido criticado como un tradicionalista y por poner
freno a los derechos de las mujeres. Bajo su mandato el Zhenotdel fue
erosionado y luego disuelto en 1930. Una mirada al registro de Stalin, sin
embargo, abre el espacio para el debate. En junio de 1936 se aprobaron nuevas
leyes soviéticas que establecieron sanciones legales sobre cualquier hombre que
no pagara la pensión alimenticia a las mujeres, pero las leyes también hicieron
el divorcio más difícil, y el aborto una medida de última opción que sólo
podría llevarse a cabo si la salud de la mujer estaba en peligro (Goldman 1991,
1993; Pushkareva 1997). El aborto no se legalizó de nuevo en la URSS hasta 1955
(Pushkareva 1997). Las nuevas leyes trataron de no apuntar hacia las mujeres y
parecían estar basadas en la planificación de la población a través del
fortalecimiento de la unidad familiar para apoyar el programa de
industrialización de Stalin; estas leyes estalinistas ampliaron el número de
guarderías en la URSS, se penalizaba con la muerte o dos años en la cárcel únicamente
a personas que realizaban y presionaban (presumiblemente en su mayoría hombres)
a las mujeres embarazadas a tener
abortos, se incrementaron los salarios y beneficios para las mujeres
embarazadas o con hijos pequeños, y se aplicaban sanciones penales a cualquier
empresario que se negara a contratar a mujeres embarazadas o las discriminara
(Goldman 1991, 1993 ; Pushkareva 1997). [13] También se impuso un impuesto
sobre "la falta de hijos" (Pushkareva 1997). A las mujeres también se
les ofreció mejores incentivos económicos y de vivienda para que tuvieran más
hijos (Goldman 1993; Pushkareva 1997) Golman escribe (1993:332): "A todas
las madres con siete hijos o más se les concedió 2,000 rublos por cinco años
por cada hijo nacido a partir de entonces. Las madres con once niños iban a
recibir 5,000 rublos por niño adicional por un año y 3,000 rublos por los
próximos cuatro años". Durante la era estalinista las últimas actividades
del Zhenotdel en efecto se intensificaron y aumentaron con las llamadas
"mujeres de Oriente", específicamente en Asia Central Soviética
(Hayden, 1979). En la década de 1930 también hubo campañas para lograr que las
mujeres se convirtieran en conductores de automóviles, pilotos, y para llevarlas
a puestos de responsabilidad y a posiciones anteriormente monopolizadas por los
hombres (Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998). El artículo 122 de la Constitución
soviética de 1936 deja en claro el compromiso hacia las mujeres de la Unión
Soviética bajo Stalin:
A las mujeres en la URSS les fueron concedidos igualdad de derechos con relación a los hombres
en todas las esferas de la vida económica, del estado, cultural, social y
política. Se les garantizó la posibilidad de ejercer estos derechos mediante la concesión del derecho a trabajar
al igual que los hombres, el pago por el
trabajo, el descanso y el ocio, la seguridad social y educación, y la
protección por parte del Estado de los intereses de la madre y el niño,
licencia de prematernidad y de maternidad con sueldo completo, y la provisión
de una amplia red de centros de maternidad, guarderías y jardines de infancia
(Beard 1996).
En definitiva Stalin estaba comprometido con el orden y el establecimiento
de un marco estructural para incrementar la población, que se materializo a
expensas de los antiguos programas comunistas dirigidos a la realización de la emancipación
de las mujeres en la sociedad soviética. [14]
Los mitos/cadenas de los
militares tradicionalistas y el patriarcado
Lo que impide cualquier reconocimiento consciente o aceptación por parte de
los militares tradicionalistas y de las fuerzas militares sobre la capacidad de
las mujeres para luchar en funciones de combate son los mitos perpetuados, como
las armas discursivas (1) del culto al cuerpo, que cree que la mayoría de las
mujeres no pueden luchar debido a sus características psicológicas y
fisiológicas, (2) el culto de la homogeneidad, que se basa en la presunción de
que la presencia de mujeres entre los militares interrumpirá la cohesión del
grupo, y la unión y el desempeño del grupo será inferior, y (3) el concepto del
cuerpo maternal, que para los hombres reduce a las mujeres a su fertilidad como
vasos reproductivos de la procreación destinadas a ser madres vis-à-vis sus
cuerpos femeninos (Carreiras y Kümmel 2008). Estos puntos de vista representan un
dualismo metafísico que denotan al
hombre en virtud de la razón, objetividad, disciplina, civilización, fortaleza,
lógica y ciencia, mientras que las mujeres son representadas en virtud de su
cuerpo, la subjetividad, lo salvaje, la naturaleza, la debilidad, el deseo,
lujuria y las emociones. Estas nociones reducen a las mujeres a simples cuerpos
impidiéndoles tener siquiera la posibilidad de trascender. En última instancia
convierten a las mujeres en propiedad.
Los dos volúmenes de Klaus Theweleit ([1977] 1987, [1978] 1989) sobre las Fantasías Masculinas es un trabajo que
incorpora las opiniones esencialistas que encarcelan a las mujeres dentro de
los confines del cuerpo materno. El cuerpo maternal ha sido una cruz para las
mujeres, porque ellas no pueden objetar a sus propios cuerpos. Theweleit no reconoce
verdades históricas y su metodología exige que la mujeres sean esencialmente
construidas como criaturas buenas que son por naturaleza ajenas a los
conflictos. Su obra se niega a reconocer incluso la sexualidad de los mismos
hombres en los Freikorps alemanes que él estudia, presentándolos como mentes
masculinas que se protegen de las debilidades del cuerpo representado por las mujeres;
ni una sola vez menciona que estos hombres lucharon en todas las brutales
campañas en las colonias africanas de Alemania y que el uso de la violación fue
predominante como una herramienta disciplinaria en el ejército alemán, sobre
todo en África (Amidon y Krier 2009).
El culto de la homogeneidad -que se puede argumentar es similar a una versión
sexista de apartheid racista- es fácilmente desarmado. Si no un mito, la
homogeneidad social puede ser fácilmente debatida sobre la base de que los
roles de género se construyen socialmente y por lo tanto sujetos a cambios.
Esto significa claramente que no existe un impulso natural por parte de los
hombres para estar en un ambiente exclusivamente masculino en el ejército, a no
ser que hayan sido socialmente condicionados de esta manera. Por lo tanto, si
son socializados y acondicionados de manera diferente, sus conceptos de
homogeneidad social serían diferentes.
El registro histórico de la Unión Soviética desafía todos estos puntos de
vista. Por otra parte, estos puntos de vista, que están profundamente
consagrados en Occidente, ni siquiera pueden avenirse con el éxito de la
movilización en masa de mujeres combatientes en primera línea en la URSS, y en su
lugar hace caso omiso de lo que tuvo
lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Tampoco pueden estas perspectivas y
creencias sociológicamente explicar por qué muchas mujeres soldados en la URSS
no veían una contradicción en sus roles de mujeres y combatientes (Krylova
2010).
La movilización militar de las mujeres soviéticas jugó un papel importante en
la derrota del Tercer Reich de Alemania en Europa. Las mujeres soviéticas
combatientes no tuvieron que elegir entre ser mujeres y soldados. Ellas fueron ambas
cosas, mujeres y soldados, o mujeres soldados, como resultado de la serie de
eventos y del sistema normativo socialista/comunista de la sociedad soviética.
A diferencia de la Unión Soviética, las mujeres en Occidente no fueron
vistas como auténticas soldados. Cuando combatían como tanquistas,
francotiradores, y pilotos para defender Bielorrusia, Rusia, Ucrania, y toda la
Unión Soviética, desde Sevastopol a Stalingrado, ellas en lo esencial no tenían
contrapartes occidentales. La visita a los Estados Unidos de una famosa
francotiradora soviética, Lyudmila Pavlichenko, es muy reveladora acerca de la
brecha. Después de luchar para defender a Crimea de los alemanes, Pavlichenko
se sorprendió por las percepciones occidentales acerca de cómo las mujeres
soldados en el frente deberían actuar. Durante su visita a los EE.UU para
presionar por la apertura de un frente occidental en Europa para aliviar a los
soviéticos de tener que lidiar con la mayor parte de los combates contra
Alemania, Pavlichenko se sorprendió al ver que la sociedad EE.UU estaba más
interesada en saber si las mujeres soldados soviéticas llevaban maquillaje, en
lugar de estar interesados en el papel que jugaban las mujeres soviéticas en la
resistencia a los nazis. A pesar de los antecedentes históricos, Occidente
sigue creyendo que es el pionero en la senda de las mujeres y de la igualdad de
género a nivel mundial, razón por la que los medios de comunicación
occidentales elogian el papel de sus mujeres como pilotos, sin ningún conocimiento
de que sociedades vistas como otredades, en lugares como Rusia han estado muy
por delante de ellos.
Traducido del inglés por Marvin Najarro
Notas
[1] Las escritoras rusas también fueron capaces de asumir un papel importante
durante la Gran Guerra Patriótica también (Marsh 1998; Hodgson 1998).
[2] Mikhailov argumentó que la educación de la mujer no sólo debe limitarse
a la socialización de género y de los roles de esposas y madres. Estaba en
contra del concepto del "amor libre", pero creía que una pareja con
buena educación tendría una unión más
feliz y por lo tanto mejoraría la sociedad y procrearía mejores familias (Hayden [1979]
1984).
[3] A diferencia de la mayoría de los hombres, el gobierno financiaría la
educación de las mujeres, excepto en los cursos de medicina para convertirse en
enfermeras, y gastó únicamente el 3% de su presupuesto de educación en las
mujeres de 1911 a 1912. A las mujeres tampoco se les permitía enseñar en los niveles
superiores y a las graduadas no se les daba puestos de trabajo en la
administración pública (Hayden [1979] 1984).
[4] La estricta oposición de Rosa Luxemburgo al nacionalismo (y el proyecto
nacionalista de dividir la Polonia rusa de Rusia) también es paralelo a este
punto de vista de la ortodoxia marxista en ese momento que se oponía a que las
mujeres y los hombres estuvieran divididos en sus luchas o que las mujeres trabajadoras
se unieran con las mujeres de la burguesía en lugar del resto del proletariado.
Así como la ortodoxia marxista se oponía a la división de los grupos étnicos en
sus luchas políticas o cognitivamente diversificados uniéndose no-socialistas/comunistas
y a la burguesía, también se oponía a la división entre hombres y mujeres. Fue
el capitalismo el que se benefició en razón de sexo y las divisiones étnicas.
Esta es la razón por la que el último grupo de mujeres rusas / soviética, que
incluía a Alexandra / Aleksandra Kollontai, no se afilió o formó
organizaciones feministas.
[5] Engels utilizó notas hechas por Marx, que había muerto en 1883,
sobre el estudio del antropólogo Lewis Morgan de la familia Iroquois (basado en
el parentesco matrilineal y matriarcado) para preparar su texto en 1884 (Hayden
[1979] 1984:32-34).
[6] Véase La situación de la clase
obrera (1845) por Engels para más información sobre los efectos de las
fábricas industriales en la mujer y los hijos.
[7] Cabe señalar que las opiniones de Pedro el Grande (r. 1682-1725), que
construyó San Petersburgo (que pasó a llamarse Leningrado en 1924 después de la
muerte de V.I Lenin), y las autoridades soviéticas tenían una similitud. El Zar
Pedro I vio a hombres y mujeres por igual, como herramientas para ser
utilizadas por el zarismo en el arte de gobernar, al igual que los funcionarios
soviéticos y los planificadores. Los programas de Pedro iban destinados a hacer
del imperio ruso una gran potencia europea a través de la re-socialización de
los hombres y las mujeres de la nobleza y la occidentalización de la alta
cultura (O'Malley 2007). En tiempos de Pedro los campesinos eran más o menos
considerados fuera del ámbito de la cultura, como alienígenas sociales, y todo
lo que implicaba la cultura. De ninguna manera los cambios aplicados por Pedro
el Grande estuvieron encaminados a corregir cualquier "desigualdad
percibida en la condición de la mujer dentro de la sociedad rusa [imperial]"
(Bisha y otros, 2002:2-3).
[8] Durante un tiempo a las parejas incluso se les permitió
utilizar un doble nombre formado por los apellidos de ambos, pero la ley fue
cambiada en la República Federativa Soviética de Rusia Socialista porque apellidos
con guiones estaban causando problemas (Luryi 1980).
[9] Kommunistka, mujer campesina
(Krestinka), y mujer trabajadora (Rabotnista) fueron los nombres de este
triunvirato de importantes publicaciones de las mujeres (Hayden [1979] 1984;
Pushkareva 1997).
[10] Las autoridades religiosas de los cristianos, musulmanes y de las
comunidades judías en el Imperio ruso/URSS también se opusieron y lo prohibieron.
[11] Olga Berggolts (Bergholz), la poeta del asedio de los novecientos días
de Leningrado, pasó la mayor parte de su tiempo haciendo programas de radio que
la transformó de una poeta relativamente desconocida al símbolo popular de la
resistencia de Leningrado, como la "Voz de Leningrado "y la"
Musa del Bloqueo"(Hodgson, 1998: 134).
[12] Este término viene del final de la era napoleónica. Muchos rusos nobles
y los oficiales que lucharon contra el Imperio Francés terminaron ocupando
Francia. A su regreso al imperio ruso trajeron nuevas ideas francesas sobre los
derechos cívicos y gubernamentales, que les motivaron para derrocar a
Alexander/Aleksandr I (r. 1801-1825), en diciembre de 1825. A muchos de los
conspiradores, llamados los "Decembristas" debido al mes de su golpe
de Estado, que fueron exiliados a Siberia también se les unieron sus esposas,
que fueron elevadas por los historiadores soviéticos como las primeras mujeres
revolucionarias de la sociedad rusa a pesar de que no eran políticamente activas
(Bisha y otros, 2002:2-3). Esto puede ser debido a que la primera organización
feminista jamás establecida en Rusia fue creada en 1859 por Maria Trubnikova,
la hija del decembrista V.P. Ivashev (Hayden [1979] 1984).
[13] Las mujeres que realizaron abortos sólo serían multadas con 300 rublos
si fueran atrapadas teniendo un aborto por segunda vez (Goldman 1993:331).
[14] las políticas de Stalin sobre las nacionalidades no rusas en la URSS eran
similares a su políticas sobre la mujer en muchos aspectos. Orden fue el
denominador común para ambos.
Trabajos citados
Amidon, Kevin S., and Dan Krier.
2009. “On Rereading Klaus Theweleit’s Male Fantasies.” Men and
Masculinity 11(4):488-496
Bisha, Robin et al.,
eds. and trans. 2002. Russian Women, 1689-1917: Experience and
Expression, An Anthology of Sources. Indianapolis: Indiana University
Press.
Botchlareva, Maria. 1918. Yashka:
My Life As Peasant, Exile and Soldier. Isaac Don Levine, trans. and
transcriber. London, UK: Constable and Company.
Browning, Genia. 1985. “Soviet
Politics – Were are the Women?” Pp.207-236 in Soviet Sisterhood:
British Feminists on Women in the USSR. Barbara Holland, ed. London, UK:
Fourth Estate.
Buckley, Marry. 1985. “Soviet
Interpretations of the Woman Question.” Pp.24-53 in Soviet Sisterhood:
British Feminists on Women in the USSR. Barbara Holland, ed. London, UK:
Fourth Estate.
Carreiras, Helena, and Gerhard
Kümmel, 2008. “Off Limits: The Cults of the Body and Social Homogeneity as
Discoursive Weapons Targeting Gender Integration in the Military.” Pp.29-47
in Women in the Military and Armed Conflict by Helena
Carreiras and Gerhard Kümmel, eds. The Netherlands: VS Verlag für
Sozialwissenschaften.
Clement, Barbara Evans.
1979. Bolshevik Feminist: The Life of Aleksandra Kollontai. London,
UK: Indian University Press.
Edmondson, Linda. 1992. “Women’s
rights, civil rights and the debate over citizenship in the 1905 Revolution.”
Pp.77-100 in Women and Society in Russia and the Soviet Union.
Linda Edmondson, ed.NYC: Cambridge University Press.
Engel, Barbara Alpern, and
Anastasia Posadskaya-Vanderbeck, eds. 1998. A Revolution of Their Own:
Voices of Women in Soviet History. Translated by Sona Hoisington. Oxford,
UK: Westview Press.
Engels, Friedrich, and Karl Marx.
1888 /2012. The Communist Manifesto. London, UK: Verso
Books.
Engelstein, Laura. 1991. Abortion
and Civic Order: The Legal and Medical Debates.” Pp. 185-207 in Russia’s
Women: Accommodation, Resistance, Transformation by Barbara Evans
Clements, Barbara Alpern Engel, and Christine D. Worobec, eds. Berkley:
University of California Press.
Field, Mark G. 1968. “Workers
(and Mothers): Soviet Women Today.” Pp.7-56 in The Role and Status of
Women in the Soviet Union by Donald R. Brown, ed. NYC: Teachers
College Press.
Goldman, Wendy. 1991. “Women,
Abortion, and the State, 1917-1936.” Pp.243-266 in Russia’s Women:
Accommodation, Resistance, Transformation by Barbara Evans Clements,
Barbara Alpern Engel, and Christine D. Worobec, eds. Berkley: University of
California Press.
Goldman, Wendy Z. 1993. Women,
The State, and Revolution: Soviet Family Policy and Social Life, 1917-1936.
NYC: Cambridge University Press.
Hayden, Carol Eubanks. 1979
/1984. Feminism and Bolshevism: The Zhenotdel and the Politics of
Women’s Emancipation in Russia, 1917-1930. Ann Arbor, Mich.: University
Microfilms International.
Hodgson, Katherine. 1998. “Under
an Unwomanly Star: War in the Writing of Ol’ga Berggol’ts” Pp.134-147 in Women
and Russian Culture: Projections and Self-Perceptions by Rosalind
Marsh, ed. Oxford, UK: Berghahn Books.
Krylova, Anna. 2010. Soviet
Women in Combat: A History of Violence on the Eastern Front. Cambridge:
Cambridge University Press.
Luryi, Yuri I. 1980. Soviet
Family Law. Buffalo, NY: William S. Hein and Company.
Mandel, William M. 1985. Soviet
But Not Russian: The ‘Other’ Peoples in the Soviet Union. Palo Alto,
California: University of Alberta and Ramparts Press.
Maninger, Stephan. 2008. “Women
in Combat: Reconsidering the Case Against the Deployment of Women in
Combat-Support and Combat Units.” Pp.9-27 in Women in the Military
and Armed Conflict by Helena Carreiras and Gerhard Kümmel, eds. The
Netherlands: VS Verlag für Sozialwissenschaften.
Marsh, Rosalind. 1998.
“Introduction.” Pp.ix-xix in Women and Russian Culture:
Projections and Self-Perceptions by Rosalind Marsh, ed. Oxford, UK:
Berghahn Books.
Meyer, Alfred G.1991. “The Impact
of World War I on Russian Women’s Lives.” Pp.209-224 in Russia’s Women:
Accommodation, Resistance, Transformation by Barbara Evans Clements,
Barbara Alpern Engel, and Christine D. Worobec, eds. Berkley: University of
California Press.
O’Malley, Lurana Donnels. 2007.
“Signs from Empress and Actress: Women and Theatre in the Eighteenth Century.”
Pp.9-23 in Women in Russian Culture and Society, 1700-1825 by
Wendy Rosslyn and Alessandra Tosi, eds. NYC: Palgrave Macmillan
Pushkareva, Natalia.1997. Women
in Russian History: From the Tenth to the Twentieth Century. Translated and
edited by Eve Levin. London, UK: M.E. Sharpe.
Stites, Richard. 1978. The
Women’s Liberation Movement in Russia: Feminism, Nihilism, and Bolshevism
1860-1930. Princeton, NJ: Princeton University Press.
Theweleit, Klaus.
1977/1987. Women, Flood, Bodies and History. Vol. 1 of Male
Fantasies. Erica Carter, Steven Conway, and Chris Turner, trans. Minneapolis,
Minn.: University of Minnesota Press.
Theweleit, Klaus.
1978/1989. Male Bodies: Psychoanalysing the White Terror. Vol. 2
of Male Fantasies. Erica Carter, Steven Conway, and Chris Turner,
trans. Minneapolis, Minn.: University of Minnesota Press.
Tosi, Alessandra. 2007. “Women
and Literature, Women in Literature: Female Authors of Fiction in the
Early Nineteenth Century.” Pp.39-62 in Women in Russian Culture and
Society, 1700-1825 by Wendy Rosslyn and Alessandra Tosi, eds. NYC:
Palgrave Macmillan
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.