“Tenemos alrededor del 50%
de la riqueza mundial, pero solamente el 6.3% de su población. En esta
situación, nosotros no podemos dejar de ser el objeto de envidia y
resentimiento. Nuestra verdadera tarea en el periodo que se avecina es concebir
un patrón de relaciones, que nos permitirá mantener esta posición de
disparidad. Para hacerlo así tendremos que prescindir de todo sentimentalismo y
fantasía y nuestra atención tendrá que estar concentrada en nuestros inmediatos
objetivos nacionales. Tenemos que parar de hablar a cerca de objetivos vagos e
irreales tales como los derechos humanos, el incremento de los estándares de
vida y democracia. No está lejano el día en que vamos a tener que lidiar en
términos del poder concreto. Entre menos obstáculos tenemos con eslóganes
idealistas mucho que mejor”.
EL FRAUDE DE LA GUERRA
Por Sanford Kelson
Mi nombre es Sanford Kelson. Nací en 1944, graduado de escuela secundaria
en 1962 y ahora tengo 68 años de edad. Soy un abogado y además enseño en
un programa especial para estudiantes talentosos en escuelas públicas.
Conforme crecí mi educación me hizo creer en ciertas cosas. La educación no
es únicamente lo que ustedes aprenden en
la escuela. Es también lo que ustedes aprenden en casa, de la televisión, periódicos, las películas, la
música, arte, etc. Obtuve un mensaje consistente de todas estas fuentes. Aprendí
que nosotros los americanos somos especiales. Nosotros somos mejores que otros.
Nuestra forma de gobierno era la mejor, nuestro sistema económico el mejor,
nuestros líderes eran más inteligentes y justos, nosotros éramos más honestos, más
inteligentes, más dignos de confianza y valientes. Dios estaba de nuestro lado.
También aprendí que en el mundo había gente mala. En ese entonces los
comunistas eran unos malos. Nosotros usábamos sombreros blancos y la gente en
los países malos usaba sombreros negros. Y habían países débiles, que como
nosotros, anhelaban paz y libertad. Nosotros teníamos que protegerlos a ellos
de los malos. Un lindo y simple retrato para entender que el mundo había sido
pintado por nosotros. Buenos versus malvados.
Así, en 1963, joven y lleno de patriotismo, me enliste en el ejército de
EEUU por un periodo de tres años – una oportunidad para matar comunistas por
Dios y la patria. Tome algunos exámenes escritos y me dijeron que tenía
puntuaciones muy altas. Me dijeron que podría seleccionar mi propio MOS,
(military occupational specialty) i. e., trabajo.
Sin embargo, me ofrecí como voluntario para la infantería, para ser un
soldado de infantería. Visiones de ser John Wayne, un héroe, danzaban en mi
mente. Los héroes siempre obtienen los
carros más veloces y bellas chicas. Me sentía orgulloso de las notas altas en
mis exámenes. Pensé que era inteligente. Con retrospectiva me di cuenta que los
exámenes no median la inteligencia. Los resultados del test demostraban que la
socialización y la propaganda habían sido exitosas en mi formación. Mis altas
puntuaciones les indicaron a ellos que yo haría cualquier cosa que ellos
quisieran. Yo sería un buen robot.
Dos años y medio después de alistarme, en diciembre de 1965, yo tenía 21
años de edad y estaba estacionado en Alaska. Yo era sargento a cargo de un
escuadrón de ametralladoras. El escuadrón tenía dos ametralladoras M-60;
formidables y mortales armas.
Es importante recordar que los miembros de una unidad militar se vuelven
muy unidos, buenos amigos. Las tropas, 40 en total, dormían juntos en un
compartimiento de gran tamaño; un escuadrón de 10 en una fila; cuatro filas por
compartimiento; 4 compartimientos por compañía. Despertábamos juntos. Hacíamos
ejercicios físico juntos, comíamos juntos, entrenábamos juntos, nos bañábamos
juntos; pasábamos nuestro tiempo libre juntos, generalmente tomando cerveza. Hacíamos
todo juntos todos los días. Estábamos unidos. Nos volvimos amigos muy cercanos.
Ahora sé que esto no fue accidental. Se dan cuenta, todos nosotros habíamos
estado en el ejército por tan solo algunos meses o a lo sumo por unos cuantos
años mientras que nuestro gobierno tenía una tradición de más de 200 años de militarismo.
Nuestros líderes sabían que cuando éramos arrojados al combate todas nuestras
heroicas visiones habrían de desaparecer, que nuestro deseo de pelear por la
libertad, democracia o Dios rápidamente se desvanecería. Nosotros pelearíamos por permanecer vivos y
por el uno por el otro.
Un corolario necesario a esta atadura es la deshumanización que los
militares hacen de la gente con la que se va a pelear. Durante mi tiempo de
servicio los vietnamitas fueron deshumanizados. Nuestros líderes se referían a
ellos como amarillos mugres y ojos rasgados. Hoy en día el enemigo es referido
como cabezas de trapo y negros de las arenas. Es muy difícil matar seres
humanos por lo tanto deben de ser reducidos a algo menos que humano.
En diciembre de 1965, mi grupo recibió órdenes de embarcarse rumbo a
Vietnam. Éramos un puñado de asustados jóvenes muchachos. La inmediatez
de estar en el calor de un combate mortal empezó a funcionar en contra de mi
deseo de ser un héroe. Nos alistamos para ser embarcados. Afilamos nuestras
bayonetas y los bordes de nuestras palas plegadizas. Las palas estaban
diseñadas para cavar agujeros pero a alguien se le ocurrió que en un
combate cuerpo a cuerpo serian buenas
para golpear al enemigo y quizás cortarle la cabeza.
Se nos dijo el propósito de nuestra misión. Habían dos países: Vietnam del
Norte y Vietnam del Sur. El Norte era malvado y estaba tratando forzosamente de
imponer el comunismo sobre Vietnam del Sur, uno de esos países débiles que, como nosotros, deseaba paz y democracia
por lo que nosotros teníamos que protegerlo de la gente mala. Habíamos estado
recibiendo el mismo mensaje en la televisión, periódicos, revistas, en la
radio; en todas partes.
Poco antes de que mi grupo se embarcara, mi oficial a cargo, un capitán, me
llamó a su oficina. Él me explicó
que dado a que me restaban 90 días para cumplir con mis tres años de
servicio, yo no sería enviado a Vietnam. Mis órdenes fueron cambiadas y en
lugar de ir a Vietnam fui dado de baja del ejército y enviado de regreso a casa
en Pittsburg, Pensilvania, a salvo en el seno de mi familia, mientras que mi
grupo, mis amigos, estarían yendo a Vietnam, poniendo sus vidas en peligro. Fui
tan inocente y estúpido que no tenía idea de lo que esto significaría para mi
mas adelante.
Después de que llegué a casa, empecé a recibir cartas de mis amigos que
estaban en Vietnam. Las cartas hablan de horror tras horror. Uno de mis amigos,
Jimmy, de 18 o 19 años de edad, era alguien que nos hacia reír mientras el permanecía
muy serio, ni siquiera sonreía al vernos
reír a carcajadas. Solíamos mirarlo y nos dábamos cuenta que ni siquiera
sonreía y luego todos parábamos de reír momentáneamente para ponderar como él
era capaz de comportarse tan seriamente. Nuevamente soltábamos las carcajadas
porque nos parecía muy divertido que nos hiciera reír incontrolablemente
mientras el permanecía sin un atisbo de la menor sonrisa. Pues bien, Jimmy
estaba entre un grupo de sus compañeros cuando les fue lanzada una granada de mano.
Jimmy instintivamente salto sobre ella y la agarró firmemente por debajo
de su estómago. Ninguno de sus amigos resulto herido pero el voló partido por
la mitad. Yo llamé a sus padres. Su lamento era el mío. Lloramos con
un enorme dolor.
Recibí una carta de un compañero de Missouri. Él era un afroamericano de
seis pies de estatura, callado, honesto, gentil y respetuoso. Era una alegría
estar con él. Era obvio que él había sido criado con mucho cariño. El y su
escuadrón se desplazaban en un helicóptero. Una bala calibre .50 perforó la
parte inferior del aparato y alcanzando el asiento de lona en el que estaba
sentado penetró por sus nalgas y llegó hasta su espina dorsal.
Él se convirtió en un cuadripléjico. Postrado
sobre su espalda por siempre, nunca tendría un trabajo, una esposa,
hijos.
Luego recibí una carta a cerca de John. John y yo éramos amigos muy
cercanos. Él era de Nueva Inglaterra. Se mantenía en forma, fuerte y atlético. Él
era un joven hombre muy serio y honesto. Él era quien lideraba una patrulla en
la selva cuando caen en una emboscada tendida por el Vietcong. La emboscada
sucedió antes del tiempo y solamente John quedó atrapado en la zona de
la misma. El Vietcong lo capturó vivo. El Vietcong quería atraer al resto de la patrulla americana
dentro del área de la emboscada. Todo estaba lleno de trampas cazabobos y
explosivos. Para lograrlo ellos empezaron a torturar a John. Con sus bayonetas
ellos lo apuñalaron en sus brazos y piernas, cortaron sus orejas y lengua y su
pene, que luego introdujeron en su boca. John, mientras pudo, gritó
incontrolablemente de miedo y dolor, suplicando por ayuda, pero sus compañeros
sabían que rescatarlo significaría la
muerte instantánea. Cuando el cuerpo de John fue recuperado nadie pudo
reconocerlo porque había sido salvajemente mutilado. Como era de esperar me
enfermé. Sentí que había abandonado a mis amigos al retirarme del ejército y
volver a casa. Sentí que los había defraudado. Quizás lo hice.
Luego recibí la carta más importante que he
recibido. Un compañero escribió y dijo, Sandy, todo el mundo aquí nos odia. Me
pregunté, ¿cómo podría alguien de ellos odiarnos? Mis amigos estaban muriendo para
protegerlos del comunismo del Norte. Nosotros estábamos gastando billones de
dólares en Vietnam. ¿Cómo podrían ellos odiarnos? Nosotros éramos los buenos
muchachos, vestíamos los sombreros blancos. Yo estaba confundido. Las cosas no
sumaban. Empecé a pensar críticamente – posiblemente por primera vez en mi
vida. Hasta entonces, había creído de buena fe todo lo que el gobierno me había
hecho creer. Fe es la creencia en algo de lo que no existe ninguna prueba.
Empecé a ir a la biblioteca y leí todo lo que pude a cerca de Vietnam.
Previo a la Segunda Guerra Mundial, Vietnam era una
colonia francesa. Cuando la Segunda Guerra mundial empezó la mayor parte de las
fuerzas de ocupación francesas regresaron a Europa para combatir a los
alemanes. Al finalizar la guerra, Francia quería el retorno de Vietnam como una
colonia. Los Estados Unidos apoyaban a los franceses. Los EEUU transportaron
tropas francesas a Vietnam para combatir a Ho Chi Minh, un nacionalista que
quería libertad para Vietnam. El problema para el gobierno de los Estados
Unidos fue que él estaba infectado con un virus mortal, él era un comunista.
Sin embargo, los americanos enlistados en los transportes de carga protestaron
en una carta al entonces presidente de los EEUU, Harry Truman. Le escribieron
que iba contra los principios de EEUU ayudar a subvertir la libertad de un
pueblo y ayudar aquellos que los oprimirán. Truman los ignoró. Estados Unidos financió a los franceses en una
sangrienta guerra pero sin embargo los vietnamitas los derrotaron en una gran
batalla en Dien Bien Phu terminando así la guerra.
Las partes en guerra firmaron un tratado de paz,
los acuerdos de Ginebra. Los acuerdos establecían la división temporal de
Vietnam, norte y sur, tomar en consideración principalmente el hasta entonces poder relativo de las
respectivas fuerzas opositoras y estipulaba la celebración de elecciones libres
y justas que serían supervisados por la comunidad internacional. Los vietnamitas
iban finalmente a determinar su propio destino. Nunca iban a existir dos
naciones separadas. La CIA le dijo al entonces presidente, Eisenhower, que si
las elecciones se llevaban a cabo Ho Chi Minh ganaría con más del 80% del voto,
aun en la parte sureña de Vietnam. Eisenhower saboteo las elecciones y las
tropas de EEUU comenzaron a reemplazar a las derrotadas fuerzas francesas.
Demasiado para la democracia. Con esta historia, todo quedó muy claro para mí. Ya
no estaba confundido. Los Estados Unidos no estaban peleando en Vietnam para
prevenir la imposición por la fuerza de una forma de gobierno que los
vietnamitas no querían sino imponer sobre ellos uno que ellos no querían. Los
EEUU era el opresor. Eso era por lo que mis amigos eran odiados. Mis propios líderes
electos, a quienes había reverenciado, habían mentido a mis amigos y a mí y nos
habían engañado. Me sentí atropellado. Violado. Mis amigos estaban muriendo por
las mentiras que sus propios líderes electos les habían dicho. Yo estaba
enfurecido y herido. Continué leyendo.
Mi abuelo sirvió en la Primera Guerra Mundial. El
pueblo americano, antes de que EEUU entrara en la guerra, estaban
abrumadoramente en contra de la guerra. El gobierno formó una organización de
propaganda, la Comisión Creel. La comisión fue tan exitosa que en seis meses la
mayoría de americanos estaban a favor de la guerra. El presidente Woodrow
Wilson les dijo a los americanos que el propósito de la guerra era terminar con
todas las guerras. Que era una guerra
para hacer el mundo un lugar seguro para la democracia. Sin embargo, después de
la guerra, en un discurso en Ohio, el presidente Wilson dijo: “Hay algún hombre
aquí, alguna mujer, no algún niño, que no sepa que la Primera Guerra Mundial fue
causada por la rivalidad comercial e industrial”. Después de 10 millones de
muertos, después de no haber una inmediata necesidad por más guerreros, la
verdad fue dicha.
Estudie a cerca de Smedly D. Butler, un Mayor General
en los Marines de EEUU, a quien le fueron conferidas dos Medallas de Honor por
el Congreso, la más alta condecoración otorgada por el gobierno de los Estados
Unidos por valentía en combate. En 1938, en una amarga reflexión sobre su
carrera militar, dijo:
“Ayudé a hacer de México y especialmente Tampico,
seguro para los intereses petroleros en 1914. Ayudé a hacer de Haití y Cuba
un lugar decente para que los muchachos del National City Bank obtuvieran
buenos ingresos. Ayudé en la
expoliación de media docena de repúblicas de Centro América para el beneficio
de Wall Street. El record de chantaje sistematizado es extenso. Ayudé a
purificar a Nicaragua para el banco internacional Brown Brother en 1909 - 1912.
Traje electricidad a la Republica Dominicana para los intereses azucareros
americanos en 1916. Ayudé a hacer de Honduras adecuada para las compañías fruteras americanas en
1903. En China ayudé en 1927 para que Standard Oil procediera
libremente sin ser molestada. Dando una mirada hacia atrás yo podría haberle
dado a Al Capone algunos consejos. Lo mejor que él pudo hacer fue realizar sus
operaciones mafiosas en tres distritos de una ciudad. Nosotros los marines
operamos en tres continentes”.
Mis padres y tíos sirvieron en la Segunda Guerra
Mundial. En la escuela secundaria se nos dijo que en diciembre 7 de 1941 Japón
atacó sorpresivamente a Hawái (una colonia de EEUU en ese entonces), un día que
vivirá en la infamia. Se nos dijo que fue un ataque cobarde porque los
japoneses tenían delegados en Washington para hablar de paz. Las conversaciones
de paz en ese entonces estaban clasificadas como de alta confidencialidad.
Empecé a leer a cerca de las conversaciones de paz, que habían sido
desclasificadas. Me entere que los japoneses habían invadido la provincia de
Namking perteneciente a China. Los japoneses fueron unos invasores muy
violentos. Ellos ataban a seres humanos a postes telefónicos para prácticas de
bayoneta. Violaban niños, mujeres de mediana edad y ancianos. Usaban personas
vivas en experimentos de guerra bacteriológica, ártica y química. En las
conversaciones de paz los Estados Unidos nunca objetó lo que los japoneses
estaban haciendo a los ciudadanos de Namking. Lo que EEUU quería de los
japoneses era acceso a los mercados de Namking en las mismas condiciones que
los japoneses disfrutaban. Japón se rehusó. Los japoneses explicaron que EEUU tenía la Doctrina Monroe que le proveía
dominar a América Latina y proteger sus
mercados de la misma manera que los japoneses lo estaban haciendo en Namking.
Los japoneses prometieron reconocer la Doctrina Monroe y querían que EEUU
reconociera que Japón tenía los mismos derechos en Namking. Los Estados Unidos
se negaron y declararon un embargo sobre
las islas japonesas que efectivamente le negaba a Japón el petróleo que
necesitaba, acero y otros recursos. Solo después que el embargo estranguló la
industria japonesa, Japón decidió atacar. Sesenta millones de personas murieron
en la Segunda Guerra Mundial, otra guerra debida a las rivalidades comerciales
e industriales.
George Keenan era un oficial de alto rango del
Departamento de Estado. Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1948, el
delineó y el gobierno de EEUU adoptó el Policy Planning Study 23, el cual
proveía:
“Tenemos alrededor del 50% de la riqueza mundial,
pero solamente el 6.3% de su población. En esta situación, nosotros no podemos
dejar de ser el objeto de envidia y resentimiento. Nuestra verdadera tarea en
el periodo que se avecina es concebir un patrón de relaciones, que nos
permitirá mantener esta posición de disparidad. Para hacerlo así tendremos que
prescindir de todo sentimentalismo y fantasía y nuestra atención tendrá que
estar concentrada en nuestros inmediatos objetivos nacionales. Tenemos que
parar de hablar a cerca de objetivos vagos e irreales tales como los derechos
humanos, el incremento de los estándares de vida y democracia. No está lejano
el día en que vamos a tener que lidiar en términos del poder concreto. Entre
menos obstáculos tenemos con eslóganes idealistas mucho que mejor”.
PPS 23, en 1948, era un ultra secreto. En el PPS
23 los planificadores platicaban el uno al otro. Para mantener al público
quieto a cerca de las guerras los planificadores encontraron necesario, aun hasta
el día de hoy, como en el caso de Iraq, proclamar eslóganes idealistas.
Poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando
todavía la tierra estaba húmeda con la sangre de los 60 millones de muertos,
los grandes negocios norteamericanos alegremente contaban las ganancias de la
guerra. Los años de la Segunda Guerra Mundial fueron como nunca
los mejores. Los grandes negocios estadounidenses querían un país en permanente
pie de guerra porque era bueno para sus intereses comerciales. Una revista de
negocios de EEUU lamentó que Stalin podría aceptar las proposiciones de
paz e irrumpir las ganancias asociadas con el militarismo. El comunismo fue la amenaza perfecta para
excusar los conceptos del poder concreto del Señor Keenan y para mantener las
ganancias fluyendo. Al igual que hoy en día, el terrorismo es la amenaza
perfecta para justificar el uso de los “conceptos del poder concreto” para
retener la disparidad en riqueza de los Estados Unidos. Y las mentiras de
nuestros líderes continúan como río embravecido causando destrucción a la
gente y a la propiedad a su paso.
Thomas Jefferson, el tercer presidente de EEUU dijo:
“Nunca se empleó tanta falsa aritmética en algún sujeto como la que se ha
empleado para persuadir a naciones que es de sus interés ir a la guerra”.
Mis compañeros murieron creyendo que estaban
peleando por un mundo mejor, que ellos eran una fuerza del bien, de la misma
manera que muchos soldados de EEUU sirviendo en Iraq y como muchos soldados que
sirvieron a sus respectivos países a lo largo de los anos creyeron. Es una
buena señal que los líderes deban mentir a sus ciudadanos para hacerlos pelear.
Esto prueba que si la gente supiera la verdad ellos no pelearían. Una de las
mentiras más fundamentales en toda guerra es que los otros, los llamados
enemigos, son menos que humanos.
Si nosotros los que vivimos no dejamos de hacer
uso de la violencia para hacer del mundo uno mejor, mis compañeros y millones
de otros veteranos de todas partes del mundo quienes igualmente pensaron que
estaban peleando por el bien y lo correcto, habrán muerto en vano. Debemos de
darnos cuenta que la gente es complicada y que no todos visten sombreros negros
o blancos, los sombreros son grises. Nadie es del todo bueno o malvado, nadie
es mejor que ningún otro simplemente en razón del país en el que él o ella
hayan nacido. Para ser parte en el esfuerzo de materializar un mundo mejor y
así mis compañeros no hayan muerto en vano, lo que llamamos: Abolir la guerra – La última campaña, me uní a los Veteranos por la Paz. No abandonaré a mis
compañeros otra vez.
Le he estado hablando a estudiantes para contarles
mi historia. Pido que los estudiantes no tomen lo que digo como una verdad. Si
los estudiantes lo hacen, entonces, de alguna manera, les haré lo
que otros me hicieron cuando era una persona joven. Habré causado que ellos
crean algo aceptándolo ciegamente, por fe. Lo que les digo es mi verdad. Les
pido que no acepten lo que cualquiera les dice como verdad. Ni de sus padres,
ni de sus maestros, ni de sus líderes religiosos. Deben explorar, por medio de
la lectura, discutiendo y pensando críticamente y encontrar su propia verdad y
luego actuar basado en ella por el beneficio de todos los habitantes del mundo,
nuestros hermanos y hermanas.
Kelson es un abogado en Pensilvania
Traducción por: Delmar
Manuel
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.