Cuando veamos que nuestra prepotencia no es si
no la más fiel medida de nuestro miedo y de nuestra debilidad…
CUANDO…
Por Manuel José Arce
Cuando aprendamos que nuestra más limpia
alegría es un crimen si está sustenta en el dolor de nuestros semejantes.
Cuando descubramos que nuestra prosperidad es
injusta si tiene por base la miseria de los demás.
Cuando aceptemos que nuestro triunfo es un
fracaso si se ha conseguido con la derrota de muchos otros seres humanos.
Cuando hallemos que nuestra generosidad es una
máscara amable que cubre el egoísmo con el que hemos despojado a muchos para
agradar a pocos.
Cuando aceptemos que, para cada minuto de grandes
y suntuosas satisfacciones nuestras, muchos pasan años y vidas de miseria e
insatisfacción.
Cuando nos demos cuenta de que los pobres no
son pobres por castigo de Dios, ni por ése haya sido su destino, ni porque no
sean capaces de otra cosa, ni porque así tiene que ser, ni por ninguna de las
justificatorias excusas y mentiras tradicionales, sino por la opulencia, la
voracidad y la falta de escrúpulos de los que defendemos egoístamente este
estado de cosas para nuestra conveniencia.
Cuando no tratemos de lograr solamente la
felicidad de nuestros hijos sino la de todos los niños.
Cuando dejemos de pensar en el futuro como en
la prolongación de esta guerra absurda entre mi YO y el resto de la humanidad,
y hallemos que es mejor ver ese mañana
-que siempre es hoy- como una
tarea común que debe hermanar y unir con justicia y alegría a todos los
hombres.
Cuando nos percatemos de que son más
importantes las similitudes que las diferencias y que es más sabroso el pan que
se comparte que el que se come a solas y de escondidas.
Cuando reconozcamos que si necesitamos
encaramarnos sobre los demás no es porque seamos más grandes que ellos sino
porque, por el contrario, nos sentimos o nos sabemos mucho más pequeños e
insignificantes.
Cuando vemos que nuestra prepotencia no es si
no la más fiel medida de nuestro miedo y de nuestra debilidad.
Cuando midamos nuestro valer en relación con lo
útiles que seamos para la humanidad, en vez de medirlo por lo que utilicemos a
la humanidad para exclusivo disfrute personal.
Cuando tengamos la valentía de reconocer que,
dentro de esta manera de relacionarnos unos con otros en la que vivimos, somos
lo que somos por lo que nuestros padres o nosotros mismos hemos o no hemos
arrebatado a nuestros semejantes por la fuerza, por la astucia, con falta de
escrúpulos y de sentido humano.
Cuando… ¡Pero cuándo será ese cuándo!
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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