Hoy la opacidad en las acciones de los entes gubernativos, en las instituciones autónomas, no en los ministerios del ejecutivo, está llegando a niveles escandalosos. Acciones inconstitucionales que vulneran una y otra vez el Artículo 35 de la Constitución Política de la República de Guatemala, la cual consagra (…) es libre el acceso a las fuentes de información y ninguna autoridad podrá limitar ese derecho.
GUATEMALA,
EL PAÍS DE TODOS LOS SECRETOS
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
El actual gobierno, del doctor Bernardo
Arévalo, tiene dos prioridades en su política general de Estado: la lucha
contra la corrupción y la transparencia. La primera, la corrupción, tuvo una
escalada violenta desde el gobierno del pillo Alfonso Portillo, asesino confeso
y prófugo de la justicia mexicana por el crimen cometido en la ciudad de
Chilpancingo, Estado de Guerrero, contra tres estudiantes universitarios. Él
inauguró la era de la corrupción descarada en Guatemala, al punto que este
truhan estuvo preso en una cárcel de los Estados Unidos donde fue condenado por
una donación en efectivo que le hizo el inefable y corrupto gobierno de Taiwán
para dotar de bibliotecas a las escuelas.
Siendo justo con el señor Portillo, por mi
condición de maestro por esos años, no todo lo de la donación taiwanesa se lo
robó. Muchas escuelas del oriente, sino todas, fueron dotadas de una excelente
dotación de libros. Al final delinquió por poco dinero pues alguien le aconsejó
“que no fuera tonto y metiera la uña”. Portillo era un zacapaneco buenote,
chabacán, porfiado para comer sin trabajar y dispensado por su buena formación
académica de una retórica izquierdista altamente demagógica. Portillo era abogado
y doctor en economía, grados académicos que solo le sirvieron para refinar sus
mañas. Para tener sofisticación en la comisión de sus delitos. Su gran problema
fue siempre creer tontos a los demás, por eso cometió esos delitos. Su voz
incierta fue del agrado de sus electores quienes le endilgaron el apodo de
“Pollo Ronco”, esos animalitos, proyectos de gallo, que antes de llegar a la
adultez tienen un canto desafinado.
Con el gobierno de Portillo principió la
opacidad en casi todos los actos de gobierno porque tenía que andar escondiendo
por aquí, por allá y acullá las sinvergüenzadas del genocida Ríos Montt que lo
había adoptado como su hijo mañoso y Portillo a Ríos Montt como su padrastro
hijo de la gran puta. Ambos se odiaban pero se necesitaban. Hoy la opacidad en
las acciones de los entes gubernativos, en las instituciones autónomas, no en
los ministerios del ejecutivo, está llegando a niveles escandalosos. Acciones
inconstitucionales que vulneran una y otra vez el Artículo 35 de la
Constitución Política de la República de Guatemala, la cual consagra el (…) es
libre el acceso a las fuentes de información y ninguna autoridad podrá limitar
ese derecho.
Los doctores de la ley, los caraduras de la
Corte de Constitucionalidad, están obviamente enterados de este Artículo
Constitucional pero no lo respetan, serían ellos los primeros indicados en
respetar la Constitución. Han limitado este derecho pretextando que los
dispositivos de seguridad respecto de sus actuaciones oficiales, no privadas,
¡¡¡son irrevelables!!! Sinvergüenzas hay de toda clase, pero estos magistrados
de Guatemala son unos tipos muy especiales, no cabe la menor duda. Al parecer
no se tienen confianza entre ellos y lo más seguro que uno teme al otro que lo
mandé al otro mundo, como toda una sociedad mafiosa en que se transformó la
Corte de Constitucionalidad. Solo emitió ese acuerdo ilegal la Corte
Constitucional y casi inmediatamente la Contraloría General de Cuentas emitió
un acuerdo semejante, ilegal, donde se vedaba el acceso a algunas informaciones
cruciales que allí se manejan. La prensa nacional comprometida con la
democracia jugó muy bien su papel y tras una andanada de críticas por sus
estúpida acciones, derogaron su propio acuerdo.
Esos acuerdos ilegales venían en cadena pues
hay muchas instituciones autónomas que son contrarias al avance y consolidación
de la democracia guatemalteca. Aquí casi todos, funcionarios o ciudadanos de
dudosa reputación, tienen sus caletas, sus escondrijos con dinero sucio. Son
unas ratas de lujo, muy gordas, de gran hartazgo y ferocidad. Por eso andan con
tantos secretos y es por lo que se empeña el gobierno de Bernardo Arévalo: nada
de secretitos, los mañosos enquistados en instituciones autónomas deben jugar
limpio. Ya es tiempo que paren las zurradas que, como las moscas, las depositan
por todos lados.
Publicado por La Cuna del Sol