Las cifras son alarmantes,
pero la buena noticia es que los estadounidenses rechazan cada vez más el viejo
mito de que los CEO ganan tanto dinero porque son mucho más inteligentes y
trabajadores que el resto de nosotros.
EL PRIMER DÍA LABORABLE DEL
NUEVO AÑO, EL DIRECTOR EJECUTIVO PROMEDIO
GANARÁ MÁS DE LO QUE GANA UN
TRABAJADOR PROMEDIO EN TODO UN AÑO
Si el típico director ejecutivo (CEO) de una gran empresa estadounidense
entra a trabajar a las 9 de la mañana del 2 de enero, a las 3:37 de la tarde
habrá ganado 58 260 dólares, el salario promedio anual de todas las profesiones
en Estados Unidos.
En otras palabras, en menos de siete horas del primer día laborable del
nuevo año, ese CEO habrá ganado tanto como el trabajador promedio
estadounidense en todo el año.
He analizado las disparidades aún mayores entre los distintos tipos de
trabajadores esenciales. Mis cálculos se basan en la remuneración promedio de
los CEO del S&P 500, de 18.3 millones de dólares en 2021 (la cifra más
reciente disponible), lo que equivale a 8 798 dólares por hora, o 147 dólares
por minuto.
Empecé por fijarme en los trabajadores de la industria de la comida rápida,
que a menudo trabajan sin descanso durante los feriados. La mayoría de los
restaurantes McDonald's están abiertos incluso el día de Navidad. El salario promedio
de esta mano de obra es de sólo 26 060 dólares para todo el año. Un director
ejecutivo típico se embolsaría esa cantidad al mediodía de su primer día de vuelta
en la oficina.
Luego pensé en los proveedores de atención domiciliaria, que pueden ser las
únicas personas que animen a aquellos ancianos y discapacitados confinados en
casa durante las festividades. En 2021 ganaron un promedio de 29 260 dólares.
El típico CEO de una gran empresa estadounidense se embolsaría esa cantidad a
la hora del almuerzo en su primer día laboral del año. Tendría que trabajar
menos de una hora más para ganar 36 460 dólares, el sueldo promedio anual de un
maestro de educación preescolar.
Los directores ejecutivos tendrían que dedicar un par de horas más para
ganar tanto como el salario anual de los techadores, muchos de los cuales están
desbordados ayudando a las familias asumiendo el traicionero trabajo de reparar
los daños causados por las tormentas invernales. Por este peligroso trabajo, el
techador promedio ganó 48 890 dólares en 2021. Los mecánicos de automóviles que
rescatan a los viajeros varados en las carreteras y les ayudan a llegar a donde
tienen que ir ganan más o menos lo mismo que los techadores, con un sueldo promedio
anual de 47 990 dólares.
El 2 de enero, a la hora de la merienda -o quizás a primera hora de la Happy
Hour-, los CEO habrán ganado tanto como el sueldo anual de otra peligrosa
ocupación de la que todos dependemos: los bomberos. Su salario promedio anual
de 55 290 dólares equivale a unas seis horas y 20 minutos del tiempo de trabajo
de un CEO.
Estas cifras son alarmantes, pero la buena noticia es que los
estadounidenses rechazan cada vez más el viejo mito de que los CEO ganan tanto
dinero porque son mucho más inteligentes y trabajadores que el resto de
nosotros. La indignación pública por estas diferencias salariales extremas es
ahora tan grande que una mayoría de estadounidenses de todo el espectro
político está a favor de limitar la remuneración de los CEO en relación con la
de los trabajadores, independientemente de los resultados de la empresa.
Cada vez vemos un mayor apoyo a una serie de estrategias para hacer frente
a estas obscenas brechas salariales, incluidas propuestas para utilizar las
políticas fiscales y de contratación para frenar los excesos de los ejecutivos.
En el nuevo año, comprometámonos a aprovechar este impulso hacia una economía
más equitativa.
Sarah Anderson, dirige el Proyecto de Economía Global del
Instituto de Estudios Políticos.
El
uso cada vez mayor de vectores legales para lograr fines político-estratégicos
en América Latina demuestra las perturbaciones que operan en el sistema
internacional y la negación ante un reacomodo geopolítico en proceso.
Las tácticas de cambio de régimen en América Latina han cambiado, desde
aquellas sangrientas invasiones y golpes de Estado el Norte Global ha migrado a
un espectro de métodos de golpes blandos entre los cuales se inscribe el
llamado lawfare. Según citan Camila Vollenweider y Silvina Romano,
se trata de "un método de guerra no convencional en el que la ley es usada
como un medio para conseguir un objetivo militar". De manera similar es
descrito en "Unrestricted
Warfare" (Guerra
irrestricta), un libro de 1999 sobre estrategia militar.
Agregan las investigadoras en "Lawfare.
La judicialización de la política en América Latina" que, en 2001, el concepto comenzó a
ser manejado en ámbitos diferentes a las Fuerzas Armadas estadounidenses, tras
la publicación de un artículo
escrito por el
general de Fuerza Aérea, Charles Dunlap, de la Duke Law School.
Afirman que Estados Unidos (por medio de la USAID) es uno de los
principales proveedores de asesoría para la reforma de los aparatos jurídicos
en América Latina y el Departamento de Justicia estadounidense ha estrechado en
los últimos años los vínculos
con los aparatos judiciales de la región en una supuesta lucha anticorrupción.
Siendo la demolición del Estado el objeto de los dogmáticos
neoliberales, este método les ha sido funcional, de tal manera que "la
persecución judicial se ha exacerbado contra funcionarios de gobiernos donde el
Estado recuperó su protagonismo en materia económico-social, agrandando al
Estado y revalorizando lo público", dice la investigación. Así ha pasado
con los expresidentes Manuel Zelaya, Fernando Lugo, Cristina Fernández de
Kirchner (CFK), Rafael Correa, Evo Morales y varios de sus seguidores. Además,
fue el instrumento para dar el golpe de Estado contra Dilma Rousseff y para
inhabilitar a Lula como candidato presidencial en 2018 cuando encabezaba todas
las encuestas y abrir el camino a Jair Bolsonaro en Brasil.
Durante este 2022, el lawfare ha gozado de buena salud,
aun cuando algunos casos se han cerrado o están en pausa.
CASOS AL ROJO VIVO: PEDRO CASTILLO EN
PERÚ Y CFK EN ARGENTINA
El pasado 7 de diciembre se agudizó otro capítulo telúrico en la política
peruana luego de que el, hasta ese día, presidente constitucional intentara
frenar el tercer
intento de
moción de vacancia en su contra, y el quinto para un presidente en ejercicio en
los últimos cinco años. Elegido para el periodo presidencial de 2021-2026 y
posteriormente abandonado por su partido, Pedro Castillo emitió un decreto que
disolvía temporalmente el Congreso pocas horas antes de que el parlamento
votara para aprobar una moción de vacancia en su contra y juramentara a la
vicepresidenta Dina Boluarte.
Además, el maestro rural y sindicalista dijo que convocaría elecciones para
una Asamblea Constituyente y que se gobernaría mediante decretos ley. También
mencionó que se impondría un toque de queda desde las 12 de la noche de ese
día, ante lo que parte de su gabinete y otros altos funcionarios renunciaron y
denunciaron que el mandatario había perpetrado un golpe de Estado. La Policía
de Perú le detuvo a la vez que la Fiscalía de la Nación inició acciones
preliminares para investigarle por "rebelión y conspiración", los
mismos delitos por los que Alberto Fujimori fue condenado a 25 años de cárcel.
Las amenazas de las élites económicas, y las élites políticas a su
servicio, contra Castillo tuvieron un momento cumbre anterior: el pasado 9 de
agosto se desplegó un "espectacular" operativo de allanamiento
y detención de personas vinculadas al entonces presidente, aludiendo, "sin pruebas mas
con diversas conjeturas" (Sergio Moro dixit), la existencia de
una supuesta organización criminal cuya cabeza sería Castillo. La Fiscalía
intervino en las instalaciones del Palacio de Gobierno, argumentando que ahí se
encontraba escondida su cuñada Yenifer Paredes, acusada, también sin pruebas,
de corrupción y otras imputaciones.
Otra maniobra que era el "Plan B" en el Congreso fue aprobar una
norma que permite “suspender” al presidente por incapacidad temporal con 66
votos en lugar de los 87 necesarios para la destitución a partir de una figura
que se refiere a a problemas de salud u otros que le impidan ejercer
temporalmente la presidencia.
Apenas días después del intento de golpe de Estado y destitución de Pedro
Castillo, las protestas en varias zonas de Perú ya dejaron un saldo de cinco
fallecidos (Foto: Ernesto Benavides / AFP)
En este caso se ha construido una narrativa repetida por los principales
medios de comunicación mientras, desde el ámbito judicial, la Fiscal General
Patricia Benavidez ha declarado que cuenta con más de 190 elementos probatorios
para sustentar una acusación contra Castillo. Le acusa de liderar una supuesta
red corrupta que, desde su Ejecutivo, otorgó licitaciones fraudulentas de obras
públicas. Se trata de una construcción de culpabilidad a quienes todavía se les
debe probar el delito.
Más al sur, la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kichner
(CFK), fue condenada el pasado 6 de diciembre por el Tribunal Oral Federal 2 de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) a seis años de prisión e inhabilitada
de por vida para ejercer cargos públicos por corrupción y fraude.
La expresidenta durante dos mandatos, entre 2007 y 2015, fue hallada
culpable de "administración fraudulenta" y de desviar casi 1 mil
millones de dólares en fondos del gobierno a través de contratos de obras
públicas durante su presidencia, pero rechazó otro cargo de dirigir una
organización criminal. Mientras, ella ha reiterado que los cargos y los
procesos en su contra tenían motivaciones políticas y ha denunciado la
existencia de "una mafia estatal y judicial paralela" que la
perseguía y condenaba por delitos que no cometió.
"Demostré absolutamente que de acuerdo a la
Constitución, yo no manejé las leyes ni el presupuesto que fue aprobado por los
legisladores. Dicen que cometí un delito por sanción de leyes, pero no legislé
ni sancioné las leyes. Y el Presidente de la República tampoco administra y ejecuta
el presupuesto", dijo CFK en su defensa.
La sentencia utilizó un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) para
acreditar el delito que supuestamente favorecía al empresario Lázaro Báez, lo
que fue previamente avalado por el Congreso. En septiembre pasado, tras el
intento de asesinato en su contra, dijo que "me quieren muerta o
presa", al tiempo que denunciaba discursos
de odio y aversión
expresados en los medios de comunicación por parte de las fuerzas opositoras.
CASOS CERRADOS O EN PAUSA: LULA EN BRASIL Y
GLAS EN ECUADOR
En el país más extenso, poblado y con la economía más grande de nuestra
región, octava en el mundo por su PIB, se incubó el lawfare de
manera temprana con el impeachment de la expresidenta Dilma
Rousseff en 2016.
El blanco principal ha sido Luiz Inacio Lula da Silva, quien fue habilitado
el 8 de marzo de 2021 para competir electoralmente cuando el Supremo Tribunal
Federal (SFT) lo absolvió de los falsos cargos que le formularon el juez Sergio
Moro y el fiscal Deltan Dallagnol. Pero ello no pudo borrar la imagen de un
corrupto desempeño gubernamental del exlíder sindical en el gobierno; esta fue
instalada en amplias capas de la población por la descomunal campaña de
mentiras desencadenada por los medios hegemónicos brasileños e internacionales.
Debido a esta campaña, la coalición política que acompañó a Lula no logró
mayoría en el Congreso y el candidato tuvo que pasar a segunda vuelta contra
Bolsonaro en la que venció con un margen de 50,9% a 49,1%. No importó que se
hubieran retirado los 25 casos en su contra; en aquel marzo el juez de la Corte
Suprema, Ricardo Lewandowski, dictaminó, como en los 24 casos anteriores, que
había un claro prejuicio contra el entonces expresidente.
El enjuiciamiento fue escandaloso porque Lula fue condenado y encarcelado
durante 580 días con "evidencias" poco firmes de haber aceptado un
apartamento de una empresa constructora mientras era presidente. Mucho más
escandaloso fue que el juez que le condenó, Sergio Moro, y que también juzgó la
mayoría de los 25 casos legales en su contra, se convirtió en el ministro de
Justicia del hoy saliente Bolsonaro, una confirmación impactante para muchos
brasileños de que la condena ha sido un montaje político.
Al salir de prisión, Lula acusó a la justicia, la policía y al Estado
brasileño de intentar criminalizar a la izquierda por los 580 días que
permaneció encarcelado en Curitiba (sur de Brasil) (Foto: Rodolfo Buhrer /
Reuters)
Analistas afirman que Moro y Dallagnol forman parte
del programa del Departamento de Estado de Estados Unidos para, con el pretexto
de combatir la corrupción, liquidar políticamente a candidatos o funcionarios
defensores de propuestas contrarias al neoliberalismo y favorables a las causas
populares. Así han servido de correa de transmisión acoplada a la labor de
desinformación y difamación del entramado de medios hegemónicos y estructuras
de redes digitales dirigidas desde élites transnacionales.
La ultraderecha brasileña apuesta permanentemente a la desestabilización y
hasta a la violencia estimulada por el propio Bolsonaro, quien se negó a
reconocer el resultado de la segunda vuelta del pasado 30 de octubre. A raíz de
ello, militantes de la extrema derecha bloquearon rutas en todo el país y se
manifestaron frente a cuarteles para exigir a los uniformados que intervinieran
para frustrar el retorno de Lula. Brasilia, la capital, ha sido escenario de
graves disturbios perpetrados por manifestantes bolsonaristas, que convirtieron
zonas de esa capital en un verdadero "escenario de guerra".
El mandatario saliente ha convencido a sus seguidores de que el proceso
electoral fue fraudulento y de que es intolerable que un hombre condenado por
corrupción acceda al poder. Aun cuando no ha mostrado evidencias de fraude y
que las 25 condenas fueron anuladas por el SFT.
En Ecuador, las acusaciones contra el exvicepresidente Jorge Glas
(2013-2017), de la misma coalición política del expresidente Rafael Correa
(2007-2017), se centran principalmente en los 13,5 millones de dólares que
supuestamente recibió de la constructora brasileña Odebrecht. Las acusaciones
tienen poca o ninguna evidencia contundente, y los procedimientos legales
están llenos
de irregularidadescomo la falta
de apelación, se aplicó una sentencia de seis años en lugar de cinco y, por
supuesto, su traslado a un penal de máxima seguridad donde su vida corre mucho
más peligro por el deterioro de su salud.
Glas se entregó a la justicia ecuatoriana en octubre de 2017 (año en que
fue reelecto) para limpiar su nombre porque, en sus propias palabras, "los
que son inocentes no tienen por qué huir". Durante el proceso de juicio
político, que comenzó en ese diciembre, fue declarado culpable de recibir
sobornos de la constructora brasileña y condenado a seis años de prisión. Las
irregularidades develaron las motivaciones políticas y el empeño de Lenín
Moreno, coordinado con la élites, de purgar al gobierno de cualquier oposición
a su agenda neoliberal.
El 28 de noviembre pasado, Glas salió de prisión tras una boleta de
libertad emitida horas antes por el juez de la Unidad Penal de Santo Domingo,
Emerson Curipallo. Las medidas cautelares precisan que el exvicepresidente se
presente una vez por semana en la Penitenciaría del Litoral, ubicada en la
ciudad de Guayaquil de la provincia de Guayas, así como la prohibición de
salida del país.
El 10 de noviembre, el Tribunal de Apelación de la Corte Nacional de
Justicia (CNJ) ecuatoriana había revocado la sentencia de ocho años de prisión
en su contra. El tribunal declaró por unanimidad la vulneración al debido
proceso y a la defensa de los procesados, permitiendo que el exvicepresidente
solicitara la unificación de penas para acceder a la prelibertad, luego de
haber cumplido más de 75% de la condena mayor en su contra. Tiene dos
sentencias firmes de seis y ocho años de prisión, respectivamente, siendo la
primera por un caso de asociación ilícita y la segunda por cohecho agravado.
Ya antes, en abril pasado, el presidente de la CNJ, Iván Saquicela, firmó
la orden de extradición de Correa, también acusado por el actual gobierno
neoliberal de Guillermo Lasso de recibir sobornos durante su última campaña
presidencial. En respuesta, Bélgica, donde Correa reside desde 2017, le concedió
asilo político. El expresidente ya tenía sus derechos políticos suspendidos por
25 años (pocas horas antes de su inscripción como candidato para las elecciones
de 2021) y fue sentenciado por cohecho en el denominado caso Sobornos
2012-2016. Ese delito, así como los de peculado, la concusión y el
enriquecimiento ilícito son imprescriptibles en Ecuador, también fue afectado
junto a Glas en noviembre pasado por el embargo de sus cuentas, bienes muebles
e inmuebles por parte de la Procuraduría General.
Tras encarcelar a Jorge Glas, Lenín Moreno lo destituyó de forma ilegal e
instaló en la Vicepresidencia a actores que no cuestionaran la traición al
proyecto político de la Revolución Ciudadana que lo llevó al poder (Foto:
Mateo Flores / AFP)
Aun cuando los casos son distintos en estatus y grados de conmoción
política, la búsqueda de crisis permanente persiste en países que puedan ser
sujetos o vías de proyectos políticos alternativos. El Norte Global no
necesariamente requiere hacerse con el poder en estos países a los que,
vía lawfare, convierte en satélites. Le basta con generar el caos,
la destrucción y/o niveles de fragmentación que no permitan el suficiente poder
para oponerse al saqueo de sus recursos.
Es evidente que seguirán las embestidas para retener la unipolaridad
global. Afganistán, Irak, Yemen, Siria, Somalia, Etiopía, Libia, Sudán,
Yugoslavia… han constituido dramáticos ejemplos de ello.
La ideología extremista y el
revanchismo encontraron un terreno fértil en las décadas de 1920 y 1930 en
Alemania. Si la crisis económica se agrava en Alemania, pueden volver a darse
condiciones similares. Sin duda, el extremismo está aumentando en Alemania.
LOS DEMONIOS SALEN SIGILOSAMENTE DEL DESVÁN DE EUROPA
La visita de la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock,
a Nueva Delhi tuvo un final anticlimático. Baerbock habló elocuentemente de
Alemania como dechado de valores democráticos y reivindicó su afinidad con
India. La ministra esperaba persuadir al gobierno de Modi para que abandonara
la asociación estratégica con la "autoritaria" Rusia.
Sin embargo, cuando Baerbock regresó a su país, lo inesperado había
sucedido: un (supuesto) intento de golpe de Estado en su país por parte del
grupo nacionalista de extrema derecha denominado movimiento
"Reichsbuerger", que niega la existencia del Estado alemán moderno y
sus trabas a la democracia.
Los miembros de Reichsbürger utilizan elementos de los mitos de la
conspiración antisemita propagados por los nazis y se aferran a la idea de que
las fronteras de Alemania deben ampliarse para incluir territorios de Europa
del Este, que fueron ocupados bajo el régimen nazi.
La presencia activa de redes de extrema derecha en los organismos de
seguridad y las fuerzas armadas alemanas es conocida desde hace años. En julio
del año pasado, la entonces ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer,
disolvió una compañía entera de las Fuerzas de Comandos Especiales de élite del
ejército alemán tras varios incidentes de extrema derecha, en los que
supuestamente se había utilizado el saludo a Hitler, que ha sido prohibido, y en
las fiestas se había puesto música de extrema derecha.
Es un secreto a voces que los seguidores de la ideología nazi encontraron
cobijo en la sociedad alemana en los años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial. Muchas personas con antecedentes nazis llegaron a ocupar altos cargos.
Y se ayudaron mutuamente en secreto para rehabilitarse y restablecer sus
credenciales y prosperar. Esas relaciones incestuosas entre los antiguos nazis
les permitieron una especie de privilegios que superaban con creces los de los
alemanes promedio.
La ideología extremista y el revanchismo encontraron un terreno fértil en
las décadas de 1920 y 1930 en Alemania. Si la crisis económica se agrava en
Alemania, pueden volver a darse condiciones similares. Sin duda, el extremismo
está aumentando en Alemania.
Dicho esto, la mayoría de la gente sospecha que la represión de Reichsbürger,
es en gran medida teatro político. ¿Es posible un golpe de extrema derecha en
Alemania, una insurrección armada "para acabar con el fundamento del orden
democrático libre" atacando a políticos, asaltando edificios
parlamentarios, derrocando al gobierno federal, disolviendo el poder judicial y
usurpando el ejército? Imposible.
Entonces, ¿qué trama el gobierno de coalición del canciller Olaf Scholz?
Claramente, crear tales mitos conspirativos sirve para fragmentar la opinión
política, que está creciendo como una bola de nieve contra las políticas del
Gobierno de Scholz. En segundo lugar, la represión de Reichsbürger puede desembocar
en la supresión del partido político Alternativa para la Democracia (AfD), que
está constantemente mejorando sus resultados electorales y es conocido por su
oposición a la UE y al atlantismo. En tercer lugar, es una distracción útil en
un momento en el que el malestar social debido a la crisis económica
(repercusiones a causa de las sanciones a Rusia) puede desencadenar disturbios
políticos. Hay noticias de que el Gobierno ha puesto en alerta a las fuerzas
policiales.
En un artículo publicado la semana pasada en la revista Foreign Affairs,
Scholz abrazó abiertamente la causa del militarismo. Scholz escribió: "Los
alemanes están decididos a convertirse en garantes de la seguridad europea...
El papel crucial de Alemania en este momento es convertirse en uno de los
principales proveedores de seguridad en Europa invirtiendo en nuestro ejército,
fortaleciendo la industria europea de defensa y nuestra presencia militar en el
flanco oriental de la OTAN... El nuevo papel de Alemania requerirá una nueva cultura
estratégica, y la estrategia de seguridad nacional que mi gobierno adoptará
dentro de unos meses reflejará este hecho....
"Esta decisión señala el cambio más perceptible en la política de
seguridad alemana desde la creación de la Bundeswehr en 1955... Estos cambios
reflejan una nueva mentalidad en la sociedad alemana... El Zeitenwende [punto
de inflexión] también condujo a mi gobierno a reconsiderar un principio de varias
décadas, bien establecido, de la política alemana sobre exportación de armas. Hoy,
por primera vez en la historia reciente de Alemania, estamos destinando armas a
una guerra librada entre dos países... Y Alemania seguirá manteniendo su
compromiso con los acuerdos nucleares de
reparto de responsabilidades de la OTAN, incluida la compra de cazas F-35
de doble capacidad..." [Énfasis añadido].
Scholz: "Alemania está dispuesta a alcanzar acuerdos para mantener la
seguridad de Ucrania como parte de un posible acuerdo de paz de posguerra. Sin
embargo, no aceptaremos la anexión ilegal de territorio ucraniano... Para poner
fin a esta guerra, Rusia debe retirar sus tropas".
Scholz se extralimita y pasa por alto no sólo el pasado de agresiones de
Alemania en Europa del Este, sino también su debilidad como potencia militar
cuando presenta al país como un baluarte contra Rusia. Incluso suponiendo que
Scholz pueda encontrar el dinero para un programa de militarización tan
ambicioso, Alemania provocaría conmociones en toda Europa si siguiera adelante
con un plan así.
Al tiempo que emprende esta vía militarista, Alemania se desvincula de
Francia. El eje franco-alemán ha sido el pilar de la política europea durante
las últimas décadas. Pero la iniciativa de Scholz, European Sky Shield, con
otros 14 Estados europeos, para crear un sistema conjunto de defensa aérea en
Europa, ¡excluye a Francia! En materia de tecnología de defensa, la cooperación
de Alemania con Francia está pasando rápidamente a un segundo plano.
A París también le molesta que la subvención de 200 000 millones de euros
de Scholz para la industria alemana se anunciara sin consultar a Francia. Una
vez más, la visita de Scholz a Pekín en noviembre, en la que señaló su
disposición a aceptar inversiones chinas, ignoró la sugerencia del presidente
francés, Emmanuel Macron, de planificar una iniciativa conjunta franco-alemana
hacia China.
Todo ello indica la ambición de Berlín de asumir la unificación del
liderazgo europeo en manos alemanas, tanto en términos políticos como
económicos. Un gran interrogante se cierne sobre el futuro del Tratado de Aquisgrán
de 2018, firmado por Macron y la entonces canciller, Angela Merkel. Scholz
aboga por que la votación en la Unión Europea sea por mayoría y no por
unanimidad. Al ser una potencia económica, Alemania ejerce una inmensa
influencia y el plan de Scholz es aprovecharla para establecer el predominio
del país en Europa.
Pero encontrará resistencia. Hungría se opone a nuevas sanciones de la UE a
Rusia. Vetó el afán de la Comisión de la UE por pedir dinero prestado (acumular
deuda) para financiar la decaída economía ucraniana y luchar contra Rusia. La
reciente declaración del presidente francés, Emmanuel Macron, de que cualquier
arquitectura de seguridad europea debería "garantizar" los intereses
de Rusia, también pone de manifiesto las divergencias.
Curiosamente, el veto contra la adhesión al Schengen de Rumanía y Bulgaria
ha procedido de los Países Bajos y Austria. El argumento es que ambos países no
han implementado sistemas suficientemente sólidos para registrar a los
refugiados en sus fronteras con países no pertenecientes a la UE. La política
de refugiados es donde Europa es más vulnerable y está más dividida.
Mientras tanto, el centro de gravedad de la política y la geoestrategia
europea se ha desplazado últimamente hacia "Mitteleuropa" -Alemania y
sus vecinos orientales- a medida que se acelera el conflicto en Ucrania.
Mientras que el tándem franco-alemán solía ser el motor de la integración
europea, París y Berlín se enfrentan ahora a la necesidad de buscar nuevos
puntos de apoyo dentro de la UE, eligiendo incluso interlocutores alternativos.
En el futuro, los principales intereses de Alemania se dirigirán hacia las
fronteras nororientales de la Unión Europea -Polonia, los Estados bálticos y
Finlandia-, lo que, unido a la continuación de la ayuda militar a Ucrania,
supondrá una mayor "atlantización" de la estrategia alemana.
Desde una perspectiva india, el Zeitenwende del que habla Scholz en su
ensayo, también implica que el enfoque de Alemania hacia el Indo-Pacífico se
caracterizará por su reticencia a buscar la confrontación con China.
La
Federación Alemana de Fútbol (en aleman: Deutscher Fußball-Bund, DFB) politizó
a la selección nacional. Y en la política y en la cancha les fue muy mal en
Qatar. Cosa merecida en ambos casos.
LA DERROTA POLÍTICA Y FUTBOLÍSTICA DE ALEMANIA EN QATAR
La Federación Alemana de Fútbol (en aleman: Deutscher Fußball-Bund,
DFB) politizó a la selección nacional. Y en la política y en la
cancha les fue muy mal en Qatar. Cosa merecida en ambos casos.
La memorable foto de la selección tapándose la boca antes de jugar su 1er
partido en la Copa obedeció a una protesta de los jugadores ante la
FIFA. Antes del mundial,Alemania y otras seis selecciones
anunciaron que lucirían el brazalete OneLove durante sus
partidos en Qatar 2022 para "denunciar la homofobia que se vive y defiende
el régimen catarí".
Ante la posibilidad de que varias selecciones expusiesen públicamente su
"activismo", la FIFA cerró filas en torno al país
anfitrión y, a pesar de que la organización asegura ser defensor del
"respeto", optó por apoyar a Qatar advirtiendo sobre sanciones
deportivas a las federaciones de fútbol.
"Con nuestro brazalete de capitán queríamos dar ejemplo de
valores que vivimos en la selección: la diversidad y el respeto mutuo. Ser
fuerte junto a otros países. No se trata de un mensaje político: los derechos
humanos no son negociables", ha indicado la Federación Alemana en su
perfil oficial de Twitter junto a la foto.
Pero si revisamos un poco a fondo la puesta en escena de los alemanes, esta
carece de mucha consistencia, pues representa en gran medida el espíritu
europeo fundado en la incongruencia, ahora con "nuevo" rostro
de progresismo neoliberal.
El meollo está en la arrogancia occidental de pretender imponer
o promover sus valores asumiendo que son universales, cuando no es así.
Más arrogante es la creencia de que simplemente podían llegar a Qatar a
promover su comparsa pseudo-ideológica, rompiendo las leyes locales, siendo
Qatar un país con una cultura que, nos guste o no (y créanme que escribo desde
el profundo rechazo a todas las religiones), tiene miles de años preservando
sus valores intrínsecos.
Debe llamarnos poderosamente la atención la absoluta hipocresía
occidental vestida de camiseta alemana sobre el tema de la discriminación.
En 2018, Mesut Özil renunció a la selección germana por el
hostigamiento luego tomarse una foto con el presidente de Turquía, Recep
Tayyip Erdogan. El jugador es hijo de turcos. Özil renunció alegando que
él "era alemán si ganaban, pero era turco si perdían". Habló de
persecución y discriminación por razones políticas. Aunque nació en Alemania,
el campeón mundial del 2014 dijo no sentirse adaptado, habló de racismo y
señalamiento por su religión musulmana.
Para entonces ni la selección alemana (ni ninguna otra
federación europea) se ufanaron en hacer mayor contraloría de daños y, por
el contrario, con declaraciones cosméticas sobre su
"tolerancia", aislaron a Özil y a sus denuncias.
¿Y qué decir de las críticas a Qatar? Luego de décadas de meter bases
militares gringas ahí, décadas de comprarles petróleo y gas en Europa, ahora sí
consideran que el dinero catarí es "dinero de la represión", justo
ahora que organizan un mundial.
¿Cuántos clubes y futbolistas famosos usaron una camiseta que decía
"Qatar Airways"? El Barcelona, el París Saint-Germain, la Roma. Ah,
como olvidar a Messi metiendo los mejores goles de su carrera con esa camiseta.
Ni hablar de Kylian Mbappé, quien es un crack y campeón mundial, bañado en
oro cortesía de los qataríes. Al "activismo" de políticos,
funcionarios y clubes franceses no les importa que Qatar haya comprado a
sus campeones luego de ganar la última Copa Mundial. En Francia no importa
quien paga los Ferraris de Mbappé.
Pues el dinero qatarí "manchado de sangre y represión" no es
malo si va a llenar los bolsillos de clubes y jugadores europeos y a darle
alegrías a la hinchada. Ah, pero que no se les ocurra a Qatar hacer
un Mundial, porque ahí si será "el Mundial de la infamia". Qué
hipócritas. A eso hay que llamarle doble estándar. Doble rasero.
El argumento sobre "los trabajadores muertos construyendo los estadios
de fútbol" es más débil todavía por la incongruencia. Qatar e igualmente
otras monarquías del Golfo Pérsico han sido desde hace años una vitrina del
"progreso" capitalista. Los neoliberales se han ufanado de vender sus
grandes rascacielos y su estilo de vida como un rasgo "indudable" de
desarrollo.
Allí van a dar las inversiones del "mundo libre". Pero el calor
abrazador que mató a trabajadores inmigrantes en Qatar al parecer que no
mató a nadie cuando se construyeron estos altares del capitalismo
internacional.
Nótese la incoherencia del progresismo neoliberal internacional de
gobiernos europeos, federaciones, clubes deportivos y jugadores que
hasta ahora, ni la DFB ni ninguna otra federación o club, ha dicho
absolutamente nada sobre el recientísimo acuerdo del gobierno alemán para comprar
gas (gas licuado, GNL) a Qatar por 15 años para paliar su crisis
energética que será al largo plazo.
¿Se ha puesto alguien a pensar que desde la óptica qatarí, pese a su
religión y cultura, son más pragmáticos, abiertos y más tolerantes que estos
"tolerantes" europeos? Hay que analizar más a fondo. A los
qataríes les importan tres cojones si sus petroeuros se usan en Europa
para hacer ricos y famosos a clubes y jugadores, los mismos que harán luego su
pseudo-activismo LGBTI+.
Para los qataríes eso es enviar dinero para financiar la obra del diablo en
la tierra. Pero entienden los valores y la cultura occidental y lo aceptan,
porque a fin de cuentas bussiness are bussiness.
¿Y es que esos jugadores que van al Mundial de Qatar no van a lucrarse
también? ¿O será que la mercadotecnia que produce dinero implica precisamente
que los jugadores formen parte de ese pseudo-activismo? Por ahí también va la
cosa, pues nadie que quiera un contrato con Nike o Adidas podrá ahora
resistirse al encanto pagado en euros de un brazalete por la
sexodiversidad. Marketing, puro marketing. Bussiness
are bussiness.
De ahí que la selección alemana sólo logró sintetizar en una foto la
incongruencia europea, en una estampa absolutamente ridícula. Pretendida y
fallida mofa a Qatar. Con piernas tan endebles, que no aguantan un primer
tiempo en un juego de coherencia política, cae derrotado todo el
progresismo neoliberal.
Y hablando de fútbol, bueno, la selección alemana cayó eliminada en la
ronda de grupos. No son lo que solían ser.
Adicionalmente, creo que una plantilla más concentrada en temas que son de
fuera del campo no tiene la concentración que necesitan para ganar. La pelota
es redonda y siempre pasa factura. Y eso es todo lo que hay que decir sobre
ellos hablando de fútbol.
La decimoséptima Cumbre de
Jefes de Estado y de Gobierno del G20, celebrada en Bali (Indonesia) los días
15 y 16 de noviembre, destaca como un acontecimiento trascendental desde muchos
puntos de vista. La política internacional se encuentra en un punto de
inflexión y la transición no dejará ilesa a ninguna de las instituciones
heredadas del pasado que se desvanece para siempre.
La decimoséptima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G20, celebrada
en Bali (Indonesia) los días 15 y 16 de noviembre, destaca como un
acontecimiento trascendental desde muchos puntos de vista. La política
internacional se encuentra en un punto de inflexión y la transición no dejará
ilesa a ninguna de las instituciones heredadas del pasado que se desvanece para
siempre.
Sin embargo, el G20 puede ser una excepción al tender un puente entre el pasado,
el presente y el futuro. Las noticias de Bali dejan una sensación de
sentimientos encontrados, de esperanza y desesperación. El G20 se concibió teniendo
como telón de fondo la crisis financiera de 2007: un intento, por excelencia,
de Occidente para darle vida a un deslucido G7, incorporando a las potencias
emergentes que estaban fuera de él, especialmente China, e inyectando así
contemporaneidad en los discursos globales.
El leitmotiv era la armonía. Hasta qué punto la cumbre de Bali estuvo a la
altura de esa expectativa es una cuestión debatible. Lamentablemente, el G7
introdujo de forma selectiva cuestiones ajenas a las deliberaciones y su alter
ego, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), hizo su primera
aparición en Asia-Pacífico. Podría decirse que esto último debe considerarse
como un suceso funesto durante la cumbre de Bali.
Lo que ha ocurrido es una negación del espíritu del G20. Si el G7 se niega
a descartar su mentalidad de bloque, la cohesión del G20 se ve afectada. La
declaración conjunta del G7 y la OTAN podría haberse emitido desde Bruselas,
Washington o Londres.¿Por qué Bali?
El presidente chino, Xi Jinping, fue certero al afirmar en un discurso
escrito en la Cumbre de Directores Generales de la APEC, celebrada en Bangkok
el 17 de noviembre, que "Asia-Pacífico no es el patio trasero de nadie y
no debe convertirse en un escenario para la competencia entre grandes
potencias. Ningún intento de librar una nueva guerra fría será permitido por
los pueblos ni los tiempos".
Xi advirtió que "tanto las tensiones geopolíticas como la evolución de
la dinámica económica han ejercido un impacto negativo en el entorno del
desarrollo y la estructura de cooperación de Asia-Pacífico". Xi, señaló, que
la región de Asia-Pacífico fue en su día terreno de rivalidad entre grandes
potencias, que había sufrido conflictos y guerras. "La historia nos dice
que la confrontación entre bloques no puede resolver ningún problema y que la
arrogancia sólo conducirá al desastre".
La regla de oro de que las cuestiones de seguridad no son competencia del
G20 se ha roto. En la cumbre del G20, los países occidentales obligaron al
resto de los participantes en la cumbre de Bali a actuar en contra de sus propios
intereses: "no hay otra alternativa que la nuestra". A menos que se
apaciguara a los intransigentes occidentales en la cuestión de Ucrania, no
habría una declaración de Bali, por lo que Rusia cedió. El sórdido drama
demostró que el ADN del mundo occidental no ha cambiado. La intimidación sigue
siendo su rasgo distintivo.
Pero, irónicamente, al final del día, lo que destacó fue que la Declaración
de Bali no denunció a Rusia en la cuestión de Ucrania. Países como Arabia Saudí
y Turquía dan motivos para esperar que el G20 pueda regenerarse. Estos países
nunca fueron colonias occidentales. Están dedicados a la multipolaridad, que
acabará obligando a Occidente a reconocer que el unilateralismo y la hegemonía
son insostenibles.
Este punto de inflexión dio mucho ímpetu a la reunión entre el presidente
estadounidense Joe Biden y el presidente chino Xi Jinping en Bali. Washington
solicitó esta reunión al margen de la cumbre del G20 y Pekín accedió. Un
aspecto llamativo de la reunión ha sido que Xi aparecía en la escena mundial
después de un Congreso del Partido enormemente exitoso.
La resonancia de su voz fue inconfundible. Xi dejó en claro que Estados
Unidos ha perdido el rumbo, cuando le dijo a Biden: "un estadista debe
pensar y saber hacia dónde dirigir su país. También debe pensar y saber cómo
llevarse bien con otros países y con el resto del mundo".
Los comunicados de la Casa Blanca dieron a entender que Biden era proclive
a la conciliación. Estados Unidos se enfrenta a un reto difícil para aislar a
China. Tal y como están las cosas, las circunstancias en general juegan a favor
de China.
La mayoría de los países se han negado a tomar partido por Ucrania. La
postura de China lo refleja ampliamente. Xi le indicó a Biden que China está
"muy preocupada" por la situación actual en Ucrania y apoya y espera
que se reanuden las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Dicho esto, Xi
también expresó su esperanza de que Estados Unidos, la OTAN y la UE
"lleven a cabo diálogos exhaustivos" con Rusia.
Las fisuras que aparecieron en Bali pueden adoptar nuevas formas para
cuando el G20 celebre su 18ª cumbre en la India el año que viene. Hay razones
para ser cautelosamente optimistas. En primer lugar, es improbable que Europa
siga la estrategia de EE UU. de usar las sanciones como arma contra China. No
pueden permitirse una desvinculación de China, que es la mayor nación comercial
del mundo y el principal motor de crecimiento de la economía mundial.
En segundo lugar, al igual que los gritos de guerra en Ucrania hicieron que
Europa se uniera a Estados Unidos, un profundo replanteamiento está teniendo
lugar. Mucho se agoniza con el asunto del compromiso de Europa con la autonomía
estratégica. La reciente visita del canciller alemán Olaf Scholz a China
apuntaba en esa dirección. Es inevitable que Europa se distancie de las
aspiraciones de guerra fría de Estados Unidos. Este proceso es inexorable en un
mundo en el que Estados Unidos no está dispuesto a invertir tiempo, dinero o
esfuerzo en sus aliados europeos.
La cuestión es que, en muchos sentidos, la capacidad de Estados Unidos para
ejercer un liderazgo económico mundial eficaz ha disminuido de forma
irreversible, al haber perdido su condición preeminente de mayor economía del
mundo por un amplio margen. Además, Estados Unidos ya no está dispuesto ni es
capaz de invertir mucho en asumir la carga del liderazgo. En pocas palabras,
todavía no tiene nada que ofrecer para igualar la Iniciativa del Cinturón y la
Ruta de China. Esto debería haber tenido una influencia aleccionadora y haber
provocado un cambio de mentalidad hacia las acciones políticas de cooperación,
pero la élite estadounidense está atrapada en su viejo proceder.
Por lo tanto, el multilateralismo se ha vuelto mucho más difícil en la
situación mundial actual. Sin embargo, el G20 es la única palestra que puede
reunir al G7 y a los países en desarrollo que aspiran a salir ganando con un
orden mundial democratizado. El sistema de alianzas occidental está anclado en
el pasado. La mentalidad de bloque tiene poco atractivo para los países en
desarrollo. La gravitación de Turquía, Arabia Saudí e Indonesia hacia los BRICS
transmite un poderoso mensaje de que la estrategia occidental al concebir el
G20 -crear un anillo de Estados subalternos en torno al G7- ya no sirve a
ningún propósito o fin.
La disonancia que se produjo en Bali puso de manifiesto que Estados Unidos
sigue aferrado a su privilegio y está dispuesto a jugar a ser el aguafiestas.
India tiene una gran oportunidad de orientar el G20 en una nueva dirección.
Pero también se requieren cambios profundos por parte de India, que se alejen
de su política exterior centrada en Estados Unidos, junto con una visión de
futuro y un enfoque audaz para forjar una relación de cooperación con China,
abandonando fobias pasadas y descartando narrativas egoístas y, de hecho, como
mínimo, evitando caer en políticas que perjudiquen al vecino.
A 41 años de lo sucedido,
cada mañana se pregunta ¿dónde están? y no pierde las esperanzas de obtener una
respuesta.Regresó a Guatemala para dar seguimiento al
caso en el Ministerio Público (MP) con apoyo del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y
por primera vez considera que hay avances y no pierde la esperanza de obtener
una respuesta.
ADRIANA PORTILLO, UNA MADRE QUE SOLO QUIERE SABER EL PARADERO DE SUS HIJAS
Adriana Portillo es una las víctimas del Conflicto Armado Interno, sufrió
la desaparición forzada de sus familiares de quienes no tiene razón desde
septiembre de 1981. Su misión en la actualidad es responder a una sola pregunta
que le de paz a su corazón ¿dónde están sus hijas?
Una niña 9 y otra de 10 años en ese entonces fueron desaparecidas
abruptamente por las fuerzas de seguridad del gobierno, explica Portillo. Ella
es una sobreviviente y junto a sus otras hijas se exiliaron en Estados Unidos.
A 41 años de lo sucedido, cada mañana se pregunta ¿dónde están? y no pierde
las esperanzas de obtener una respuesta. Regresó a Guatemala para dar
seguimiento al caso en el Ministerio Público (MP) con apoyo del Grupo de Apoyo
Mutuo (GAM) y por primera vez considera que hay avances y no pierde la
esperanza de obtener una respuesta.
“Me llamo Adriana Portillo soy
hermana, hija y madre de seis personas desaparecidas por el Estado de Guatemala
en 1981, 41 años han pasado y han sido de dolor, angustia, rabia e irá. No es
posible que un Estado califique de enemigo interno a niñas de 10, 9 y año y
medio. No hay día en qué yo no piense en mis hijas o en mi papá, hasta hoy no
he conseguido justicia”, detalló en una entrevista para La Hora.
Menciona que se vio forzada salir de Guatemala a finales de 1984, ya que
después del secuestro y desaparición de su familia no se sentía segura en el
país.
“Algunos de mis hermanos están en Canadá, México y Estados Unidos. Vi
patrullas de la Policía Nacional, jeeps y camiones del Ejército rodear la casa
donde vivía mi padre” recuerda Portillo.
LH: ¿Cómo se dio el
secuestro?
Adriana Portillo: Mí papa, su esposa y su niña habían
llegado a la ciudad a pasar unos días, el día jueves 10 de septiembre decidimos
todos hacer una fiestecita de cumpleaños para uno de mis sobrinos en la casa de
mi papá aquí en la capital. La fiesta la íbamos hacer el sábado 12 de
septiembre.
El 11 vienen ellos para acá y mi papá se trajo con él a mis dos niñas
mayores Chagüita de 10 y Glenda de 9 años. Mi cuñada con el cumpleañero, su
hermanita y yo teníamos que salir el día siguiente hacia la capital a las nueve
de la mañana.
Algo sucedió y ya no salimos de Jutiapa a la hora acordada, salimos más
tarde. Entonces cuando llegamos a la casa de mi papá notamos que había un gran
operativo militar en la zona 11 cerca del Trébol.
LH: ¿Cuál fue el escenario
que presenció cuando llegó a la casa de su padre?
AP: La casa tenía un garaje y la puerta estaba
abierta, nos quedamos paradas afuera en la acera viendo para adentro. El hombre
que parecía ser el jefe cabe mencionar que era muy refinado, y muy amable, nos
interrogó y yo fui la única que respondió a sus preguntas.
Las preguntas eran muy generales, quién vivía allí, qué relación teníamos
con las personas de la casa, etc. Respondí con la verdad, lo curioso de todo
esto es que los demás oficiales me decían que entrará a la casa, pero yo les
decía que mejor llamaran a mi papá para que saliera porque él nos estaba
esperando.
Me sentía terrible, sentí que mi espíritu se me salió del cuerpo. Mientras
contestaba todo yo miraba hacia dentro, y había unos hombres que estaban
lavando los pisos.
LH: ¿Qué piensa usted que le
ocurrió a su padre?
AP: Nunca he tenido el valor de detenerme a pensar en
eso que vi, por la significancia y es algo que evito pensar. Conociendo al
Estado de Guatemala especialmente en esos años, esa escena habla por sí misma.
Cuando yo vi que los policías estaban en ese juego de que entráramos y de
sí y no. Mejor decidimos irnos incluso hasta las gracias les di. No había
entendido lo que había sucedido, llegué a pensar que mi papá se había cambiado
de casa y no nos había dicho.
Cuando empezamos a caminar al Trébol, de golpe pensé que a mis familiares
se los habían llevado o los habían matado. Decidimos salir de allí, un taxi
tenía las puertas abiertas, entramos y partimos. No nos preguntó nada he
incluso no nos cobró, le di una dirección para que nos llevará.
LH: ¿Cómo se enteraron de lo
ocurrido?
AP: A las dos horas vimos en las noticias de parte
oficial del Ejército que habían encontrado una casa de seguridad de la
guerrilla con material para hacer bombas y todas esas cosas y que en esa casa
no había nadie, que los delincuentes posiblemente se habían dado a la fuga. Dos
horas más tarde me entero que a mi papá se lo habían llevado de su lugar de
trabajo. Los vecinos dicen que escucharon balazos.
LH: ¿Cuánto tiempo se
quedaron acá en Guatemala, después de lo sucedido?
AP: Nos quedamos tres años después de lo ocurrido acá
en la capital. Vivíamos en Jutiapa y nos venimos a la capital pensando que aquí
nos íbamos a perder en esta ciudad gigante. Pero no fue así, iban a dejar
cadáveres cerca de la casa. Vivíamos en la Primero de Julio a la orilla del
barranco de las Guacamayas y ahí era cosa diaria ver a los bomberos sacando
cuerpos descompuestos del fondo del barranco.
LH: ¿Con quiénes se fue a
Estados Unidos?
AP: Mis dos hijas menores, mi exesposo y yo. Cuando
llegamos a Estados Unidos mi exesposo estuvo con nosotras cinco meses, pero
luego se regresó sin decirnos nada. Entonces yo me quedé sola con mis hijas.
LH: ¿Cómo decidieron irse a
Estados Unidos?
AP: Si no hubiera sido por mi hermano que ya había
salido de Guatemala y se había contactado con el Movimiento Santuario de los
años 80 que era de personas de todas las denominaciones religiosas en los
Estado Unidos que apoyaban a personas como nosotros que no teníamos a donde ir;
nos ayudaron y así pudimos salir.
LH: ¿Cómo fue la travesía
del viaje a Estados Unidos?
AP: Salimos un día sin decir absolutamente nada a
nadie y se quedó todo en la casa. Mi hermano que tenía contacto con el
Movimiento nos mandó un dinero. En diciembre salimos ese día como que íbamos
para el mercado, yo llevaba una bolsa plástica solo con ropa interior y con
fotografías de la familia que fue lo que se me ocurrió. Agarramos para la
Terminal de buses, salimos para la frontera de noche, estando ahí dijimos que
solo íbamos a Tapachula, pasamos y tomamos un bus hacia la ciudad de México.
Durante el camino nos bajaron del autobús unas cuatro veces ya que había
puesto de Migración, nos separaban por hombres y mujeres y nos iban quitando el
dinero. Cuando llegamos a los Estados Unidos ya no llevábamos nada.
Caminamos tres días y tres noches por el desierto de Arizona, parábamos de
noche y nos quitábamos la ropa porque iba húmeda del sudor de caminar todo el
día. Nos metíamos en las bolsas de dormir. Para comer solo nos daban
chocolates, naranjas o manías.
Hasta que llegamos a Tucson, nos recibió el movimiento Santuario. Llegamos
a Estado Unidos arrastrándonos, yo le llamo el “país de las libertades”. Fuimos
a Texas. Tiempo después, conocí a mi actual esposo y ahora tenemos casi 28 años
de estar juntos.
LH: Tiempo después, ¿usted
buscó a sus hijas?
AP: Yo aquí en Guatemala no denuncie la desaparición
de mis hijas porque estaba aterrorizada, ya que aún me quedaban dos niñas y no
quería que les hicieran daño. Pero lo que yo hacía era que todas las mañanas
después que las niñas se fueran a la escuela y mi esposo para el trabajo, yo
tomaba un ruletero o un bus y me iba hacia el final de la “Línea” viendo a
todas las mujeres y niñas que bajan del bus, viendo sí talvez las miraba en
alguna calle o algo. Por supuesto nunca las encontré.
LH: ¿Cómo recuerda a sus
padres?
AP: Mi papá era indígena, un hombre muy bueno y
carismático. Él era salvadoreño y mi mamá también, aquí consiguió un trabajo de
Gerente de Seguros de Vida. Destaco que era un hombre de principios, nos
inculcó mucha conciencia social y la solidaridad humana.
Él en el Salvador fue sindicalista y fue expulsado por su propio gobierno.
Entregó su vida por el pueblo de Guatemala, no era un criminal (suspira) yo
creo que él está dentro de los héroes anónimos, no era un criminal. Él no fue a
la escuela, aprendió a leer hasta los 19 años y se puso su primer par de
zapatos con su primer sueldo.
Mi mamá era 28 años menor que mi papá, pertenecía a una familia adinerada
del Salvador. Mi mamá había sufrido mucho a pesar de que era adinerada, era
hija ilegítima porque su mamá estaba casada con otro hombre y la tuvo a ella
con un español. Físicamente era preciosa, toda la vida fue dedicada a sus hijos
y esposo. Lamentablemente murió a los 38 años de cáncer.
LH: ¿Puede contar alguna
anécdota de sus hijas?
AP: (Suspira) De eso sí no me atrevo a contar.
LH: ¿Ha recibido ayuda
psicológica?
AP: En Estados Unidos recibí mucha ayuda por un grupo
de guatemaltecos que viven allá que de igual forma pasaron lo mismo que yo.
Aprendimos terapia de grupo, asistí a psicología. Lo maravilloso de ese centro
es que le dan ayudan integral, nos conectan con Sacerdotes Mayas, Pastores o
Sacerdotes.
Si no hubiera sido por eso yo me hubiera suicidado, sigo compartiendo la
historia porque quiero sensibilizar a la gente.
LH: ¿Qué acciones legales
inició en Estados Unidos por el crimen cometido?
AP: Yo empecé a denunciar a nivel internacional el
crimen cometido, el caso lo llevé ante las Naciones Unidas. La Organización
Mundial de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional tomó el caso, pero lo
tuvo cómo por 20 años y nunca hubo respuesta del Estado.
Cuando se firmó la paz en Guatemala yo estaba aquí, tres meses después del
acontecimiento pude por primera vez denunciar en mi propio país lo que le
ocurrió a mí familia. Fui a los Derechos Humanos del Arzobispado, di mi
testimonio.
El caso está incluido en el reporte de Guatemala Nunca Más. En el 98 con
una firma de abogados y La Hora presentamos el caso ante el Ministerio Público.
LH: ¿Cómo llegó su caso al
GAM?
AP: Desde hace cinco años que el GAM tomó el caso y
es por ello que se ha movido el proceso en el Ministerio Público, porque se le
fue asignado un Fiscal que es de lo mejor, muy solidario, responsable y
profesional.
Hemos visto que ha avanzado y muchísimo. Yo estoy muy agradecida con ellos,
porque sí no es así el caso no inicia un proceso. Por primera vez yo empiezo a
deslumbrar la justicia que está por llegar no sé cuándo, pero sé que va a
llegar.
LH: ¿Aún tiene familia acá
en Guatemala?
AP: No tengo familia acá, cuando vengo me tengo que
quedar en un hotel y siento que en las noches me va a ir a sacar y no me quedo
más de una semana. Cuando pienso en Guatemala yo añoro mi patria, pero no puedo
volver. Ahora mis otras dos hijas están allá. No puedo volver por la situación
tan crítica, además el trabajo que estoy haciendo me pone en riesgo porque
estoy demandando justicia para mi familia.
LH: Finalmente ¿Qué le exige
al Estado de Guatemala?
AP: Así como el Estado es responsable de proteger la
vida de sus ciudadanos y sus derechos, también es su responsabilidad proteger y
garantizar la justicia para las víctimas de ese Conflicto Armado que ha vivido
Guatemala.
Demando y exijo mis derechos como madre, hermana e hija, merezco conocer la
verdad, no estoy pidiendo un favor.
Es evidente la angustia en
Washington, ya que la visita de Scholz a China puede debilitar el diseño
geopolítico de Estados Unidos para repetir la impresionante hazaña de la unidad
occidental sobre Ucrania, si las tensiones estallan en Asia-Pacífico y China se
ve obligada a actuar.
La diplomacia alemana exhibió un fascinante espectáculo de "contrastes"
con la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, recibiendo a sus
socios del G7 en Münster los días 3 y 4 de noviembre, mientras el canciller,
Olaf Sholz, abordaba un avión desde
Berlín a Pekín para una visita de un día.
La foto mostraba al secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken,
flanqueando a Baerbock en la mesa principal, con la subsecretaria de Estado
Victoria Nuland -más conocida como la maestra de ceremonias en el golpe de Estado
del "Maidan" de 2014 en Kiev- mirando desde atrás.
Alemania está alcanzando los niveles del fotoperiodismo. Francamente, la
foto no podría haber capturado de forma más significativa para la audiencia
mundial, la doble personalidad de la diplomacia alemana, en momentos en que el
actual gobierno de coalición tira en diferentes direcciones.
En definitiva, Baerbock, ha puesto de manifiesto su descontento con la visita
de Scholz a China al reunirse con sus homólogos del G7 que piensan de manera
similar. Se trata de un gesto excesivo, incluso según las normas de la política
de coalición. Cuando el máximo dirigente de un país está de visita en el
extranjero, una muestra de disonancia afecta negativamente la diplomacia.
Del mismo modo, los homólogos del G7 de Baerbock, decidieron no esperar el
regreso de Scholz a casa. Aparentemente, tienen la mente cerrada y las noticias
de las discusiones de Scholz en Pekín no cambiará eso.
Sin ninguna demora, Scholz, debería
pedir la dimisión de Baerbeck. Mejor aún, ésta debería presentar su dimisión.
Pero ninguna de las dos cosas va a suceder.
Previo a su visita a China, Scholz, se enfrentó a duras críticas por
emprender una misión de este tipo a Pekín con una delegación empresarial de
poderosos directores ejecutivos alemanes. Evidentemente, la Administración
Biden recurrió a Baerbock y a los influyentes círculos "atlantistas"
integrados en la economía política alemana para que encabezaran el ataque.
¿Ha mordido Scholz más de lo que podía masticar? La respuesta depende de
una contrapregunta: ¿Está Scholz contemplando un legado en la gran tradición de
sus predecesores en el Partido Socialdemócrata, Willy Brandt (1969-1974),
Helmut Schmidt (1974-1982)?
Estas dos figuras titánicas impulsaron iniciativas pioneras hacia la
antigua Unión Soviética y China, respectivamente, en momentos decisivos de la
historia moderna, desafiando las ataduras del atlantismo que frenaron la
autonomía estratégica de Alemania y consignaron a ese país como subalterno en
el sistema de alianzas liderado por Estados Unidos.
La diferencia fundamental hoy en día es que Brandt (que navegó la
Ostpolitik ignorando las furiosas protestas estadounidenses por el primer
gasoducto de la historia que conectaba los yacimientos de gas soviéticos con
Alemania) y Schmidt (que aprovechó el momento para sacar provecho de la
normalización entre Estados Unidos y China) -y también el canciller Gerhard
Schroeder (1998-2005), que amplió y profundizó la expansión de las relaciones
comerciales con Rusia y estableció una relación de trabajo sin precedentes con
los dirigentes del Kremlin, para irritación de Washington- fueron líderes que
mostraron firmeza.
Dicho de otro modo, todo depende de la voluntad colectiva de Alemania de
romper el techo de cristal de la OTAN, que Lord Ismay, el primer secretario
general de la Alianza, había resumido de forma sucinta como la intención de
"mantener a la Unión Soviética fuera, a los norteamericanos dentro y a los
alemanes abajo". Actualmente, la interacción de tres factores influye en
la política alemana.
En primer lugar, la estrategia Indo-Pacífica. No nos equivoquemos, la
guerra por delegación en Ucrania es un ensayo general del inevitable
enfrentamiento entre Estados Unidos y China por la cuestión de Taiwán. En ambos
casos, que involucran el equilibrio estratégico global, lo que está en juego es
la hegemonía global de Estados Unidos y la multipolaridad en el orden mundial.
Alemania juega un papel fundamental en esta lucha histórica, no sólo por
ocupar la extremadamente volátil posición en el centro de Europa, que también
arrastra restos de la historia, sino por ser la potencia económica del
continente en el umbral de convertirse en una superpotencia.
Es evidente la angustia en Washington, ya que la visita de Scholz a China
puede debilitar el diseño geopolítico de Estados Unidos para repetir la
impresionante hazaña de la unidad occidental sobre Ucrania, si las tensiones
estallan en Asia-Pacífico y China se ve obligada a actuar.
Por supuesto, ninguna analogía es completa, ya que es poco probable que China
opte por una operación militar especial gradual de 9 meses de duración para
"triturar" al ejército taiwanés, similar a Rusia para destruir el
Estado ucraniano. Será una guerra mundial desde el primer día.
Sin embargo, la analogía es completa, cuando se trata de las terribles
sanciones que la Administración Biden
impondrá a China y el bandolerismo de la confiscación de los "activos
congelados" de China (que superan el billón de dólares como mínimo),
además de paralizar las cadenas de suministro de China.
Baste decir que una "estratagema al estilo Ucrania" en China,
posee la clave para la perpetuación de la hegemonía global de los EE UU., ya
que los activos financieros de China serían expropiados para revitalizar la
maltrecha economía de los EE UU., mientras el estatus del dólar como moneda
mundial y el neo-mercantilismo y el control del movimiento de capitales, etc.
permanecen intactos.
En segundo lugar, una de las grandes victorias diplomáticas de la
Administración Biden hasta ahora ha sido en la política transatlántica, donde
logró consolidar su dominio sobre Europa al poner en el centro de la escena la
cuestión de Rusia. Se avivaron los temores maniqueos de los países europeos a
un resurgimiento histórico del poder ruso.
Después del famoso discurso del presidente Vladimir Putin en la Conferencia
de Seguridad de Múnich, en febrero de 2007, pocos esperaban un resurgimiento
ruso en tan poco tiempo
La versión occidental en ese momento, era que Rusia simplemente carecía de
la capacidad de regenerarse como potencia mundial, ya que la modernización
militar de Rusia era inviable. Podría decirse que toda la diplomacia de la
canciller Angela Merkel hacia Rusia (2005-2021) se fundamentó en esa versión
simplista.
Por lo tanto, cuando Putin, inesperadamente anunció, en una reunión de la
Junta del Ministerio de Defensa en Moscú, el 24 de diciembre de 2019, que Rusia
se ha convertido en líder mundial en armamento hipersónico y que "ni un
solo país posee armas hipersónicas, por no hablar de armas hipersónicas de
alcance continental", Occidente lo escuchó con indisimulado horror.
El equipo de Biden aprovechó el profundo malestar en las capitales europeas
para reunirlas y fomentar la "unidad occidental" respecto a Ucrania.
Pero la visita de Scholz a Pekín ha abierto una brecha. Blinken se apresuró a
volver a meter a Scholz en el redil.
En tercer lugar, tras lo anterior, una contradicción fundamental se hace
presente en este momento cuando las "terribles sanciones" de
Occidente contra Rusia han tenido un efecto bumerán sobre Europa, empujándola a
la recesión. Alemania se ha sido golpeada severamente y se enfrenta al espectro
del colapso de sectores enteros de su industria, con el consiguiente desempleo
y la agitación social y política.
El milagro industrial alemán se basaba en la disponibilidad de un
suministro de energía barato, ilimitado y garantizado desde Rusia, y la
interrupción está causando graves estragos. Por si fuera poco, el sabotaje de
los gasoductos Nord Stream descarta una reactivación del nexo energético entre
Alemania y Rusia (que la opinión pública alemana favorece).
Sin duda, con todos los datos disponibles del lecho marino del Mar Báltico,
Scholz tiene que estar muy consciente de las implicaciones geopolíticas de lo
que Estados Unidos ha hecho a Alemania. Pero no está en condiciones de armar un
escándalo y, en cambio, ha optado por interiorizar el sentimiento de amargura,
sobre todo porque Alemania se encuentra hoy en la humillante posición de tener
que comprar GNL a un precio espantosamente caro a empresas estadounidenses para
sustituir el gas ruso (que EE UU. comercializa en Europa a precios entre tres y
cuatro veces superiores al precio nacional).
La única opción que le queda a Alemania es contactar a China en una
búsqueda desesperada por reactivar su economía. Por cierto, la misión de Scholz
tenía como objetivo principal el traslado a China de las unidades de producción
de BASF, la multinacional química alemana y el mayor productor de productos químicos
del mundo, para que sus productos sigan siendo competitivos.
Sin embargo, es muy improbable que Washington le dé carta blanca a Scholz. Afortunadamente para
Washington, los socios de la coalición de Scholz -el Partido Verde (ecologista)
y el neoliberal, Demócratas Libres (FDP)- son atlantistas sin ambages y también
están dispuestos a jugar el juego estadounidense.
Brandt o Schroeder habrían contraatacado, pero Scholz no es un luchador
callejero, aunque intuye el gran diseño de Estados Unidos de transformar a
Alemania en un apéndice de la economía estadounidense e integrarla en una única
cadena de suministro. En pocas palabras, Washington espera que Alemania sea una
pieza indispensable en el engranaje del Occidente colectivo.
Mientras tanto, Washington goza de una posición ventajosa, ya que el sector
corporativo alemán se encuentra muy dividido, con muchas empresas bien situadas
para beneficiarse del cambio de modelo económico que Washington está
promoviendo, mostrando reticencias para apoyar a Scholz, aunque él mismo sea un
canciller al servicio de las corporaciones.
Estados Unidos tiene experiencia en explotar esas situaciones de
"divide y vencerás". Al parecer, algunas empresas alemanas del sector
de alta tecnología no aceptaron la invitación de Scholz para acompañarle a
Pekín, entre ellas los directores generales de Mercedes-Benz, Bosch,
Continental, Infineon, SAP y Thyssen Krupp.