jueves, 20 de octubre de 2011

LA CUNA DEL SOL

Cuando decidimos nombrar este  espacio de opinión La Cuna del Sol, no nos impulso ningún ánimo localista. Simple y sencillamente lo hicimos con el ánimo o con el deseo de rendirle un homenaje a ese mítico pedazo de tierra incrustado en el Oriente guatemalteco, Jutiapa. Nos impulso el deseo de rendirle homenaje a esa cálida y acogedora tierra, a su gente, sus tradiciones culturales, su historia, sus bellezas naturales, en fin a todo aquello que hace de Jutiapa un lugar muy especial dentro de la diversidad nacional guatemalteca. Sabido es que los embates de la Madre Naturaleza han asolado todo el territorio nacional y que hoy por primera vez y después de 11 diluviales días el refulgente sol hizo presencia con todo su esplendor sobre las áridas, hoy empapadas, tierras jutiapanecas. Por todo eso y como un agradecimiento supremo nos permitimos publicar y con dedicatoria especial a todo el pueblo jutiapaneco, la siguiente crónica literaria: La Cuna del Sol. Extraída del libro Crónicas y Tradiciones Orales de Jutiapa, escrito y publicado por el Profesor y Cronista Oficial de La Ciudad de Jutiapa, Luciano Castro Barillas. Tan esplendida crónica es el relato de los eventos que rodearon el origen de tan singular como bella metáfora. Marvin Najarro.
















LA CUNA DEL SOL


C
orría el año de 1959 cuando tres jóvenes, Dagoberto Samayoa, Leonel Oliveros y Carlos Barillas se reunieron a tomar unas copas en la cantina Los Tres Sietes de don Pedro Ortiz, negocio que se ubicaba donde hoy está el sanatorio del doctor Mendoza, frente a la casa de doña Elena Chicas. En animada charla se encontraban los alegres parroquianos cuando llegó el cartero, entregándole a Leonel Oliveros una carta que provenía de Antigua Guatemala, y remitida por un condiscípulo del Instituto Normal Antonio Larrazábal, quien la encabezaba con un peculiar saludo: “Desde aquí, de esta tierra de las perpetuas rosas, te escribo”. Entusiasmados por la redacción de la carta y reflexionando que la ciudad de Jutiapa no tenía nombre poético, Leonel Oliveros puntualizó en su respuesta: “Aquí, desde esta tierra donde nace el sol y jamás se oculta, te escribo”.
            
Animados por los tragos tomaron rumbo al Barrio Arriba, a la cantina Mañanitas de Xelajú de don Tono Puac, para seguir conversando sobre el tema. Al calor de las abundantes copas la inspiración se instaló entre ellos e hizo entrar en estado de gracia al joven Dagoberto Samayoa, quien secundando la expresión de Leonel la recompuso y agregó: “Jutiapa, la cuna de los hombres valientes y del sol”.            Lo dicho fue festejado y siguieron los aportes de los concurrentes. Unos eran aceptados, otros rechazados por asuntos de forma o contenido, pero lo esencial de los conceptos de sol y cuna era hasta ese momento el descubrimiento o creación más importante e incontrovertible. Alrededor de estos conceptos giraban los esfuerzos por construir la frase literaria más adecuada.
            
En un momento de raptus creador Carlos Barillas propuso un brindis, anunciando que era presa de la revelación o que posiblemente los tragos ya le habían pegado. Afirmó que ya tenía el nombre y pidiendo un brindis a los presentes chocaron los vasos de una manera descomedida que por poco las rajan. Orondo y solemne dijo: “Jutiapa, la cuna del sol”. De esa manera, con el aporte de tres personas, nacía la frase poética de Jutiapa, metáfora con que sería conocida la cabecera departamental a la vuelta de los años. Todo fue producto de las circunstancias, sin que nadie estuviera en la búsqueda de la trascendencia. Leonel Oliveros por su lado empezó a escribir en los remitentes de sus cartas la frase poética. Carlos Barillas hizo lo propio y asumieron un acuerdo epistolar con su amigo Aníbal Pato: toda la correspondencia que se cruzara entre ellos debería llevar ese remitente.
            
Pasó el tiempo y los autores de la frase, aparentemente desconocidos, reclamaron su autoría ante la falsa acreditación que de dicha metáfora le hicieran a Adolfo Soto Juárez, cuya única participación en dicho proceso fue el de la difusión de la metáfora, pues su familia era la propietaria de Radio Nuevo Mundo.            De allí el equívoco. Esa autoría nunca la admitió públicamente dicho hombre de radio, aunque tampoco la negó. Lo que aconteció realmente fue que Adolfo Soto Juárez en sus visitas a Jutiapa solía relacionarse con las personas mencionadas por asuntos de inmediata vecindad. Carlos Barillas, Dagoberto Samayoa y Adolfo Soto Juárez vivían en la misma manzana y Leonel Oliveros en la manzana de enfrente. La frase, indudablemente, fue del agrado de Adolfo Soto Juárez y empezó a difundirla a través de la emisora de su propiedad. Repito: el jamás afirmó ser el autor de la metáfora. La autoría se la dieron otras personas, hecho del cual no tenía ninguna responsabilidad. También las cartas portadoras de saludos que enviaban los jóvenes a la emisora iban siempre remitidas con la frase poética. Adolfo Soto Juárez se enteró, probablemente, por dos vías de la existencia de la frase: por la relación asidua que los vecinos de Jutiapa tenían con Radio Nuevo Mundo o porque en algún momento haya sido objeto de comentario de amigos en sus visitas a Jutiapa. Otro detalle. Adolfo Soto Juárez solía mencionar la metáfora La Cuna del Sol cuando se difundía la música de los compositores jutiapanecos Dagoberto Samayoa y José Manuel Grijalva a través del concierto en marimba de don Gabriel Mencos, un popular programa de música nacional que tenía gran audiencia en todo el país.
            
Queda, pues, en esta crónica, constancia de quienes son los verdaderos autores de la metáfora La Cuna del Sol, los pormenores de su gestación, esperando para el verdadero sentido de la justicia dar a cada cual lo que le pertenece y saldar la controversia de muchos años sobre su autoría. Quizá ésta crónica sea un sencillo reconocimiento a esta muestra de creación colectiva a cincuenta y cuatro años de distancia.




Publicado por Marvin Najarro
CT, USA.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante!!!!

Unknown dijo...

Don Pedro Sandoval Godoy, uno de los jutiapanecos mas lúcidos agrego que: Jutiapa donde el sol es de oro, la luna es de plata y la cultura es una peste

Anónimo dijo...

Don Pedro Sandoval Godoy fue un poquito más lejos cuando afirmo que Jutiapa era el lugar donde el sol es de oro, la luna es de plata y la cultura una peste. Algo verdadero en este arranque apasionado de don Pedro. Salud!

Anónimo dijo...

Adolfo Soto Juarez;:era mi padre, al que recordamos con mucho amor. Agradecemos esta publicacion; ya que es un recuerdos de el.

Anónimo dijo...

Y aún vive Don Pedro?? Me gustaría platicar con él... Soy de Jerez. Saludos.