martes, 30 de mayo de 2017

La historia del atentado de Manchester comenzó en la Guerra contra Libia iniciada en 2011

La guerra civil libia y lo que ocurrió después allí tienen una influencia poderosa en el atentado de Manchester, lo que no quiere decir que haya una relación causa-efecto directa. El dirigente laborista, Jeremy Corbyn, pronunció un discurso este viernes en el que estableció una conexión entre el atentado y las guerras fracasadas en Oriente Medio y Asia Central desde 2001.


LA HISTORIA DEL ATENTADO DE MANCHESTER COMENZÓ
EN LA GUERRA CONTRA LIBIA INICIADA EN 2011


Por Octubre
   
En 2011, cuando desató la agresión contra Libia, el gobierno británico tenía la opción de impedir que los exiliados libios en el Reino Unido se trasladaran a su país a combatir, en especial los relacionados con grupos islamistas o yihadistas. Apostó por hacer lo contrario. Incluso aquellos que estaban sometidos a arresto domiciliario recibieron de vuelta sus pasaportes. Algunos habían fracasado en su intento de derrocar a Gadafi en los años 90. Ahora contaban con la oportunidad que antes se les había negado.

La guerra civil libia y lo que ocurrió después allí tienen una influencia poderosa en el atentado de Manchester, lo que no quiere decir que haya una relación causa-efecto directa. El dirigente laborista, Jeremy Corbyn, pronunció un discurso este viernes en el que estableció una conexión entre el atentado y las guerras fracasadas en Oriente Medio y Asia Central desde 2001.

Las declaraciones de David Cameron cuando en diciembre de 2006 dirigía la oposición, no eran muy diferentes al mensaje de Corbyn. Cameron dijo que la amenaza terrorista era mayor después de la invasión de Irak y apoyó un documento difundido por el Partido Conservador que decía: “Tenemos que reconocer que un elemento central de la política exterior, la intervención en Irak, ha fracasado de una forma tan clara que la amenaza a este país es en realidad mayor que lo que era antes”.

El mismo día en que Corbyn pronunció su discurso, el Financial Times publicó un reportaje con el titular: “La guerra de Libia vuelve a casa en Manchester”. Daba por hecho que Salmán Abedi, el autor del atentado, había estado en esa guerra con 16 años. Puede que con esa edad su papel fuera muy secundario, no así en el caso de su padre que también estaba allí, pero fue sin duda un momento decisivo en su vida, en la suya y en la numerosa comunidad libia de Manchester.

“Manchester se convirtió en un centro de financiación de la guerra. Los imanes viajaban entre los dos países, animando a la gente a luchar, definiendo el conflicto como una yihad”, decía el artículo del Financial Times.

Gadafi fue derrocado y asesinado con la ayuda de países como Gran Bretaña. Los vencedores de la guerra fueron incapaces de construir un nuevo Estado. Hoy hay dos gobiernos en Libia, y ninguno es capaz de garantizar el orden, y los yihadistas han encontrado un terreno fértil.

El imperialismo británico dio vía libre para luchar contra Gadafi

En 2011, todo eso quedaba aún muy lejos y Londres tenía claras las prioridades. Varios exiliados libios en Reino Unido han contado que en ese momento el gobierno facilitó el viaje de todos aquellos libios que querían luchar contra Gadafi, incluidos los más peligrosos, los que eran considerados una amenaza para la seguridad.

Uno de estos últimos cuenta sin dar su nombre que quedó perplejo cuando supo que podía volver a Libia. Sus movimientos estaban restringidos por una orden del gobierno que en la práctica suponía el arresto domiciliario y la prohibición de salir del país. La justificación es que las fuerzas de seguridad sospechaban que podía unirse a un grupo insurgente y viajar a Irak para combatir. “Me dejaron ir. Sin hacer preguntas”, ha dicho.

Otras personas en su misma situación tuvieron la misma oportunidad, para ellos completamente inesperada. “No tenían sus pasaportes. Estaban buscando cómo conseguir pasaportes falsos o una forma de salir de forma clandestina”. Muy poco tiempo después, les levantaron las restricciones y les devolvieron los pasaportes.

Los más veteranos eran miembros del LIFG (siglas en inglés del Grupo Islámico Combatiente). Sus fundadores habían combatido en Afganistán contra los soviéticos. El grupo lo crearon los imperialistas creó en 1990 para llevar la yihad a Libia, donde terminaron siendo derrotados en 1996. En 2005 pasaron a ser considerados un grupo terrorista por el gobierno británico– y antes por el Consejo de Seguridad de la ONU–, tanto por sus relaciones con Al Qaeda como para cumplir el acuerdo al que se había llegado con Gadafi, que a finales de 2003 había renunciado a su programa de investigación de armas nucleares.

A partir de 2001 el MI6, colaboró en el secuestro de varios miembros libios de LIFG, por su relación con Al Qaeda, y en su entrega al gobierno libio. Uno de ellos, Abdelhakim Belhadj, emir del LIFG, fue capturado en Kuala Lumpur con información conseguida por el MI6 y enviado por la CIA a Libia, donde pasó siete años en prisión. Tras la caída de Gadafi, Belhaj dirigió el Consejo Militar de Trípoli con la ayuda económica del gobierno de Qatar. Hoy es dirigente de un partido islamista libio.

En 2011, el MI5 decidió dar vía libre a todas esas personas cuya presencia estaba controlada. Uno de ellos hizo una visita a Reino Unido y fue detenido en el aeropuerto. Dice que un agente del MI5 le preguntó. “¿Estás dispuesto a ir a la guerra?”. “Mientras me tomaba tiempo para responder, se giró y me dijo que el gobierno británico no ponía ningún inconveniente a que la gente luchara contra Gadafi”, dice. “La inmensa mayoría de los tipos de Reino Unido que iban tenían algo menos de 30 años. Había algunos de 18 ó 19. La mayoría de los que vinieron [a Libia] eran de Manchester.

Abedi tenía entonces unos 16 años. Demasiado joven para tener un papel relevante en la guerra. Sin duda, si estuvo allí, esa experiencia formó parte de su educación política. Había crecido en un hogar de exiliados para los que luchar en Libia por sus ideas islamistas era la mayor oportunidad de sus vidas. Fuentes de su familia han contado a medios británicos que el padre de Abedi formó parte del LIFG, aunque no lo consideraban un yihadista. Antes de ser detenido la semana pasada en Trípoli, trabajaba en el Ministerio de Interior en una función aún desconocida.

La colaboración británica no se limitaba a propiciar la llegada de combatientes de ideas yihadistas. Otro de los libios que se unió en su país a la lucha contra Gadafi cuenta que se ocupaba de montar vídeos de propaganda durante la guerra en los que mercenarios británicos e irlandeses, que habían sido de las fuerzas especiales, impartían adiestramiento militar a los insurgentes en Bengasi, el baluarte de la rebelión contra Gadafi. No hubo sólo mercenarios. Militares británicos y norteamericanos entrenaron también a esas fuerzas.

La ayuda directa más efectiva fue la zona de exclusión aérea impuesta por la OTAN y los ataques aéreos de norteamericanos, británicos y franceses contra los blindados del Ejército.

La mayoría de los miembros de grupos radicales procedía del exterior. La presencia significativa de gente procedente de Gran Bretaña, y en concreto de Manchester. Los discursos de los predicadores en favor de la sharia y en contra del laicismo.

Uno de esos libios –hoy vive en Canadá– recuerda que algunos se quejaron al embajador británico de la extensión del mensaje radical entre los que venían de suelo británico. No les hicieron caso. “El Reino Unido, dice, quería apoyarles porque veía a los grupos islamistas como una alternativa más viable contra Gadafi que los grupos laicos locales”.

La guerra en Libia estaba dejando una huella inquietante. “Manchester tiene la mayor comunidad de libios en Gran Bretaña y su gente sabe exactamente lo que está pasando. Hay una política de reclutamiento. Hemos estado avisando desde hace años”, dijo a The Guardian  Salah Suhbi, un diputado libio que creció en Sheffield. “La gente lleva hablando de esto desde hace tres o cuatro años, hablan de que los que reclutan son implacables. Buscan a la segunda o tercera generación de británicos libios u otros árabes británicos”.

Tras el derrocamiento de Gadafi, Cameron y Sarkozy viajaron a Libia para saborear su momento de victoria. Hicieron promesas que no cumplieron. De inmediato, supieron detectar las oportunidades de negocio para sus empresas. “Espero que las empresas británicas, e incluso los directores de ventas británicos, estén ahora haciendo las maletas para ir a Libia cuanto antes y tomar parte en la reconstrucción”, dijo el ministro británico de Defensa. El ministro italiano de Exteriores presumió de que la petrolera Eni sería “la número 1 en el futuro” de Libia. Meses antes, en abril, el principal grupo de la oposición libia se había comprometido a garantizar a Francia el 35 por ciento de la explotación del petróleo.

Sin duda, era tiempo de euforia y en algún caso hasta de orgullo imperial reprimido. Bernard-Henri Levy, siempre dispuesto a apoyar la última guerra que esté disponible, dijo que “Libia es la primera guerra que Francia ha ganado desde 1918”.

El dividendo económico de la guerra de Libia nunca se produjo. El país se hundió en un caos sin gobierno y con un numeroso grupo de milicias que sólo responden ante su jefe. Egipto, Qatar y los Emiratos financiaron a sus socios internos favoritos. Estados Unidos y Europa apoyaron sin grandes alardes a uno de los dos gobiernos, que durante mucho tiempo sólo controló el hotel de Tobruk donde tenía su sede. Ese vacío de poder fue aprovechado por el Califato Islámico que creó un baluarte en Sirte, del que fue expulsado con gran pérdida de vidas.


Lo que no desapareció fue la influencia de las ideas yihadistas en muchos de esos libios que habían hecho la guerra en su país.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

sábado, 27 de mayo de 2017

Michel Temer, un sicario político, que empieza a ser medido con la misma vara que midió a Dilma Rousseff

Lo de responsabilidad fiscal de Dilma es un pálido reflejo para lo que se le viene encima: hay un maletín con mucho dinero filmado y de allí no lo salva nadie. Cabal, justo e incomparable el aforismo cristiano: “Con la vara que midas te medirán, y una cuarta más”.


MICHEL TEMER, UN SICARIO POLÍTICO,
QUE EMPIEZA A SER MEDIDO CON LA MISMA VARA
QUE MIDIÓ A DILMA ROUSSEFF


Por Luciano Castro Barillas
La Cuna del Sol         

Para entender lo que pasa actualmente en Brasil con Michel Temer se tiene que ir al pasado, al desenvolvimiento político de este país a lo largo del siglo XX, donde la oligarquía terrateniente agroexportadora y ganadera, más la presencia de inversores nazis, configuraron la clase dominante blanca, que fue colocando de manera sucesiva a sus representantes, siendo el más conocido, porque era El Perón Brasileño, don Getulio Vargas, gobernante legal en ocasiones e ilegal en otras, que impulsaba políticas de Estado demagógicas (hoy ha dado por llamársele populistas, en una inapropiada aplicación del término) y que terminara descerrajándose tamaño plomazo directo al corazón donde ya no aguantó el acoso de sus contradicciones políticas, en todo caso, existenciales.

Todos los grandes partidos políticos de Brasil tienen esa herencia maldita, incluso el nuevo Partido de los Trabajadores de Luiz Inácio Lula de Silva, creado en 1980, y el otro Partido de los Trabajadores constituido en 1947, cuya convergencia natural, no forzada del sindicalismo espontáneo y la intelectualidad de la izquierda ilustrada, hicieron posible ese experimento político de crear un socialismo democrático, como el que se impulsa en Venezuela y Bolivia, que han tomado al marxismo-leninismo como un referente ético, axiológico; pero no como modelo para la edificación de su socialismo real latinoamericano, es decir, se sienten decepcionados de los procesos de edificación socialistas soviéticos, chinos y no digamos cubanos, lo que no obsta relaciones cordiales; razón y sentido de la creación del Foro de Sao Paulo: solidaridades y declaraciones políticas, pero hasta allí, lo demás, cada cual por su lado.

Es una extraña deformación del internacionalismo proletario marxista-leninista, light, descafeínado, pero con afeites de independencia política y sesuda pose doctrinaria de novo pensamiento. Esa ambivalencia ideológica, no clara en el posicionamiento político e ideológico, es también su debilidad. Para subsistir ha necesitado de alianzas variadas donde con tales amigos no se necesita de enemigos, tal el caso del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, con mayoría de diputados y senadores. Esa es la razón de la presencia de individuos como Michel Temer que, proviniendo de una familia de refugiados católicos maronitas del norte del Líbano, llegaron en 1925 tirados con honda desde su aldea Btaaboura a la exuberante naturaleza del Brasil. Michel Temer tiene su ancestro en los antiguos fenicios, los grandes comerciantes de la antigüedad, donde el valor de cambio, la mercancía y el dinero; es lo único que les importaba. De allí que Líbano sea actualmente una de las sociedades más alienadas, más occidentalizadas del Medio Oriente, y sus ciudadanos de los más avorazados y trinqueteros del mundo árabe. Ese es uno de los contextos culturales de Michel Temer, abogado de profesión, y mañoso por vocación.


Cuando la predictibilidad del impeachment contra Dilma Rousseff tomó visos de realidad, alguien dice que le veía en casa (cuidado con la servidumbre) ensayando frente al espejo el discurso de toma de posesión. Y bueno, se le hizo y tuvo la ocasión inmadura de quejarse pues, no siendo socialista y visto como libanés mañoso y de no fiar, se llenó de resentimientos quejándose de haber sido menospreciado, marginado y humillado. Pero este viejo rabo verde (pues tiene por esposa a una jovencita 42 años menor que él, entre otras de sus mañas de asalta cunas), este anciano, está sufriendo lo indecible a sus 75 años. Se le ha metido una tremenda desconfianza, unos celos incontrolables con su joven esposa que según parece ya no quiere pellejos en su lecho sino carne maciza). Todo empezó a salirle mal porque el encargo de la oligarquía brasileña para destruir la democracia social del Partido de los Trabajadores le está ahora pasando factura. Lo de responsabilidad fiscal de Dilma es un pálido reflejo para lo que se le viene encima: hay un maletín con mucho dinero filmado y de allí no lo salva nadie. Cabal, justo e incomparable el aforismo cristiano: “Con la vara que midas te medirán, y una cuarta más”.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

domingo, 21 de mayo de 2017

América Latina tan cristiana como ninguna, y tan anticomunista sin igual

En América Latina, en especial en los empobrecidos/cristianizados países centroamericanos, quién se presente como comunista es satanizado y censurado como el mismo anti Cristo. Y, quién se proclame anticomunista es adulado y reverenciado como el máximo Apóstol de Jesucristo.


AMÉRICA LATINA TAN CRISTIANA COMO NINGUNA,
Y TAN ANTICOMUNISTA SIN IGUAL


Ollantay Itzamná                               Rebelión

De los más de 7.5 mil millones de habitantes del planeta, cerca de 2 mil millones son cristianos (casi mil millones de católicos, y el resto entre evangélicos y otras iglesias).

Del total de cristianos del mundo, actualmente más de la mitad viven en el Continente de América (más de mil millones). Es decir, no hay región alguna en el mundo demográfica y culturalmente más cristiana que América, y Latinoamérica, en particular.

Durante la invasión y la Colonia europea, la cruz y la Biblia (en manos de los curas doctrineros) fueron las herramientas más eficientes para la dominación de los pueblos y la implantación de la cristiandad.

En América Latina, durante el primer siglo de la era republicana (siglo XIX), los liberales para mantenerse en el poder, abrieron las puertas de sus países a los cristianos protestantes para intentar deshacerse de la hegemonía católica conservadora vigente.

En las últimas décadas del pasado siglo, ante el fantasma del posible contagio del comunismo cubano en la región, y ante proliferación de la “enfermedad” de las teologías de liberación, los gobiernos de los EEUU. promovieron e infestaron a toda América Latina de eficientes sectas pentecostales y neopentecostales, y así perpetuar la dominación y saqueo actual de los pueblos.

Los primeros comunistas fueron los primeros cristianos

En la teología oficial católica o evangélica, el mensaje cristiano se condensa en la convivencia fraterna, producto de la obediencia y cumplimiento de la voluntad divina resumida en el amor a Dios y al prójimo.

El libro de los Hechos de los Apósteles (historia de las primeras comunidades cristianas) narra con detalles expresivos, no sólo la comunidad de bienes (“lo ponían todo en común”) en la que convivían aquellos, sino también el amor mutuo que unos y otros sentían por su comunidad, incluso hasta la inmolación (“No hay amor más grande que el dar la vida por los demás”, dirá Jesús de Nazareth).

En ese esfuerzo de la construcción de la comunidad de bienes, fundada y orientada en el amor, se narra el caso de Ananías y Safira, ambos castigados con pena de muerte por resistirse a entregar la totalidad de sus bienes a la comunidad. (Hch.5).

La comunidad de bienes, fundada y orientada en el amor por los demás, no era una doctrina utópica para los primeros cristianos, sino una práctica cotidiana, cuyo incumplimiento se castigaba con pena de muerte.

Si asumimos el comunismo (en su sentido genuino) como la convivencia humana, con comunidad de bienes materiales y simbólicas, entonces, la primeras comunidades cristianas legaron a la humanidad una de las vivencias comunistas más nítidas de la historia. Jesús de Nazareth llevó la propuesta comunista a su máxima expresión al inmolarse en el calvario para que “todos tengan vida, y vida en abundancia”, dice la Biblia.

Si para los cristianos, antes, el comunismo fue sagrado, ¿por qué, ahora, es diabólico?

América, y en particular, América Latina (siglo XVI), conoció y bebió de un cristianismo ya prostituido.

La auténtica fe cristiana, promotora del comunismo de bienes, fue traicionada allá a finales del siglo IV, cuando el cristianismos fue estratégicamente asumido, por el Imperio Romano, como la cohesionadora religión oficial. Desde entonces, progresivamente el cristianismo se escribe ya no con la c de comunismo, sino con la c de capitalismo.

Al grado que, ahora, casi ninguno de esos cerca dos mil millones de cristianos en el mundo sospecha de lo comunista que fue (y debería ser) la fe religiosa que profesan.

La manipulación (consciente e inconsciente) de la fe cristina, por parte de las cúpulas religiosa-política-económicas, fue tan honda que no sólo sirvió/legitimó para el histórico y actual saqueo de las grandes mayorías cristianas, y para la inmoral opulencia de un reducido grupo de predilectos, sino que la gran mayoría de cristianos empobrecidos (de ayer y hoy), con sus indiferencias y espiritualismos, se constituyen en guardianes/misioneros defensores de los intereses de los promotores del criminal sistema económico-político hegemónico.

Latinoamérica de ayer y hoy es una fotografía elocuente de las consecuencias nefastas de la práctica de un cristianismo prostituido.

En América Latina, en especial en los empobrecidos/cristianizados países centroamericanos, quién se presente como comunista es satanizado y censurado como el mismo anti Cristo. Y, quién se proclame anticomunista es adulado y reverenciado como el máximo Apóstol de Jesucristo.


Esta es una de las mayores evidencias del rol colonizador de la hegemónica fe religiosa en la región. Aunque bajo las cenizas de la cristiandad capitalista hegemónica siempre quedan las brazas del comunismo cristiano originario, sea como nostalgia o como utopía.





Publicado por La Cuna del Sol
USA.

martes, 16 de mayo de 2017

Hacia una «primavera latina»?

Va en ascenso la inquietud en Latinoamérica, donde Estados Unidos y el Reino Unido están implementando una «primavera» al estilo de las «primaveras árabes». Por supuesto, como prácticamente todos los latinoamericanos son cristianos, no se tratará en este caso de sembrar la guerra enemistando a los pueblos con argumentos religiosos. Se buscará más bien la manera de recurrir a ciertos aspectos de las identidades locales. Pero el objetivo seguirá siendo el mismo: no se trata de reemplazar un gobierno por otro sino de destruir los Estados para eliminar así toda posibilidad de resistencia nacional frente al imperialismo.


HACIA UNA «PRIMAVERA LATINA»?


Por Thierry Meyssan

Con el tiempo, numerosos líderes políticos del mundo entero han reinterpretado las «primaveras árabes». Lo que al principio parecía ser una serie de revoluciones espontáneas contra gobiernos autoritarios se ve hoy en día como lo que realmente es: un plan anglosajón de desestabilización de toda una región del mundo para poner en el poder a la Hermandad Musulmana. El recuerdo de la «revuelta árabe de 1916», durante la cual Lawrence de Arabia sublevó la región en contra del Imperio Otomano haciendo que los pueblos soñaran con la libertad para acabar sometiéndolos al Imperio Británico, está ahí para demostrarnos que Londres dispone de la experiencia necesaria para ello.

Los anglosajones están preparando al parecer una nueva ola de seudo revoluciones en Latinoamérica. Todo comenzó con un decreto del entonces presidente Barack Obama, emitido el 9 de marzo de 2015, que declaraba un estado de emergencia ante la extraordinaria amenaza que la situación en Venezuela supuestamente representaba para Estados Unidos. Ese documento suscitó en todo el continente una ola de indignación que obligó al presidente estadounidense a presentar excusas durante una cumbre regional. Obama se excusó… pero no anuló el decreto y los preparativos para una nueva guerra siguieron adelante.

Es importante observar que el texto de Obama sobre Venezuela no es una ley, como la Syrian Accountabilty Act adoptada bajo la administración de George W. Bush, en 2003, sino un decreto presidencial. Eso implica que el poder ejecutivo no está obligado a rendir cuentas al legislativo sobre los preparativos que lleva a cabo al respecto.

En el mundo árabe en general, y en el caso de Siria en particular, los anglosajones necesitaron 8 años para iniciar las acciones. Pero numerosos elementos hacen pensar que necesitarán menos tiempo para emprender un programa de destrucción en Latinoamérica.

En Brasil, justo antes de los Juegos Olímpicos, estalló una serie de desórdenes contra el gobierno de la presidente Dilma Rousseff. Esta última fue destituida como resultado de un procedimiento parlamentario, legal pero totalmente en contradicción con el espíritu de la Constitución.

El golpe parlamentario contra Dilma Rousseff fue implementado, bajo el control del Banco Central –cuyo segundo al mando tiene doble nacionalidad brasileña e israelí–, por un grupo de diputados hoy metidos hasta el cuello en graves escándalos de corrupción. Los servicios de seguridad brasileños se mantuvieron extrañamente pasivos durante el golpe. ¿Cómo se explica eso? Con vista a los Juegos Olímpicos, se hallaban bajo la supervisión de expertos israelíes. Actualmente, el nuevo presidente, Michel Temer –quien tiene doble nacionalidad brasileña y libanesa–, es objeto del más amplio rechazo popular.

La situación no es mucho mejor en México, país ya de hecho dividido en cuatro. El norte exhibe un fuerte crecimiento mientras que el sur está en plena recesión. Los dirigentes políticos mexicanos han vendido Pemex, la empresa petrolera nacional, y todas sus reservas a Estados Unidos, que por consiguiente ya no necesita el petróleo del Medio Oriente. Sólo el ejército parece creer aún en el concepto de patria.

En Venezuela, la oposición ha logrado capitalizar algunos errores económicos del gobierno para realizar unas pocas grandes manifestaciones pacíficas. Pero también organiza simultáneamente minúsculas concentraciones extremadamente violentas durante las cuales han sido asesinados tanto policías como manifestantes. Creando la confusión, las agencias de prensa internacionales dan la impresión de que ha comenzado una revolución contra los chavistas, lo cual no tiene absolutamente nada que ver con la realidad.

O sea, los tres principales Estados latinoamericanos están siendo desestabilizados al mismo tiempo. Tal parece como si los neoconservadores estadounidenses, previendo un posible restablecimiento de la paz en Siria, estuviesen acelerando la aplicación de sus planes en Latinoamérica.


El viernes, en una alocución transmitida por televisión, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, puso en guardia al pueblo sobre el proyecto anglosajón de «primavera latina». El presidente Maduro citó amplia y repetidamente los precedentes de Libia y Siria ante una audiencia de intelectuales latinoamericanos, a quienes tuve la oportunidad de unirme, como sirio de corazón.






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USA.

sábado, 13 de mayo de 2017

El poder constituyente o el empoderamiento del poder popular


La convocatoria para crear un poder originario, un empoderamiento popular es solo un paliativo en esta larga espera de darle sentido marxista a la revolución chavista, quizá por temor también a que se diga que el borrador viene directo de La Habana. Pero los revolucionarios del mundo somos aliados y hermanos, de la misma manera como los reaccionarios son aliados y demonios del mismo infierno.


EL PODER CONSTITUYENTE        
O EL EMPODERAMIENTO DEL PODER POPULAR


Por Luciano Castro Barillas
La Cuna del Sol         

Todo lo que pase actualmente por el voto, por ese juego republicano de las democracias burguesas, no le conviene ahora ni nunca a la Revolución Bolivariana, a la Revolución Socialista, a las ideas en tránsito todavía y vigentes sobre la dictadura proletaria. ¿O no hacen lo mismo las dictaduras burguesas que gobiernan para los ricos y por los ricos? Cambie usted, entonces, esa ecuación y yo me conformaré, aceptaré que las ideas sobre la dictadura proletaria, la dirección colectiva y el centralismo democrático ya son poco importantes y convendría que son en verdad obsoletas. Pero si esa realidad burguesa no es así, si esa realidad neoliberal decadente no es, en efecto, así;  entonces tendré que admitir, irremediablemente, que mi pensamiento va a la deriva y que esos principios fundamentales de la doctrina de los trabajadores ya no sirven para nada. Desmiéntame, por favor, esa realidad burguesa y le respetaré ampliamente, pero de lo contrario váyase al diablo con todos esas agresivas personas que proclaman hipócritamente la paz y ya en las calles arremeten contra todo y todas las personas que están a su alcance.

El derecho a la manifestación pública pacífica debe ser respetado, sin embargo, para eso están, para eso existe la fuerza pública, para poner orden a los desmanes, a los escándalos, a los abusos de ciudadanos que no tienen el derecho de atropellar, hasta con heces fecales, a esa autoridad del Estado representada en esos momentos por los agentes policiales. A nada contribuye ese exceso de lenidad, de blandura en castigar las faltas de los violentos, que destruyen propiedad pública pagada por el pueblo. La fuerza pública bolivariana es todavía un ejemplo concreto de fortaleza y firmeza cuando, sin uso de armas letales; tiene capacidad de neutralizar a los violentos. Pero, la provocación irá creciendo en tanto no se acabe el dinero que los financia, porque vaya a saber usted, ¿con qué dinero podría usted funcionar si no trabaja un mes, si se mantiene en las calles haciendo desmadres? Hay, sin duda, un dinero sucio que corre a borbotones y pareciera inacabable porque, ningún costo o esfuerzo parece poco para los violentos en su propósito de derrocar al gobierno legítimo de Venezuela. Todavía hay  -y ojalá siempre-  firmeza y fuerza ante los violentos que matando están a sus propios convocados, pues tiradores furtivos disparan al azar y sin pena,  para crear el caos y transmitir con los medios de prensa cómplices de occidente la condición represiva del gobierno de Maduro.


La convocatoria para crear un poder originario, un empoderamiento popular es solo un paliativo en esta larga espera de darle sentido marxista a la revolución chavista, quizá por temor también a que se diga que el borrador viene directo de La Habana. Pero los revolucionarios del mundo somos aliados y hermanos, de la misma manera como los reaccionarios son aliados y demonios del mismo infierno. Nadie puede condenarnos porque la causa boliviana sea lo mismo que la causa cubana, venezolana o guatemalteca. Estamos aquí para el frente común contra los enemigos de clase, pero me temo, que pese a la bondad de la Revolución Bolivariana, un ir a las urnas, a un referendo de lo resuelto en la Constituyente, daría el mismo resultado de las elecciones parlamentarias. Como revolucionarios, o tenemos todo el poder, compañeros, o no tenemos nada. Al diablo con la democracia burguesa y sus elecciones.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

sábado, 6 de mayo de 2017

Sobre el patriotismo económico: El nacionalismo capitalista y la creación de la identidad política americana

La superioridad absoluta no es la única característica distintiva de los EE.UU. Es probablemente el único país en el mundo donde el capitalismo está incorporado a la identidad nacional.


SOBRE EL PATRIOTISMO ECONÓMICO: EL NACIONALISMO
CAPITALISTA Y LA CREACIÓN DE LA IDENTIDAD POLÍTICA AMERICANA


Por Alan Nasser

Con frecuencia se dice que los estadounidenses son la población más patriótica del mundo. Desde la infancia se nos enseña que somos el país con los sentimientos y principios morales más elevados, el más libre, más democrático y, por lo tanto, el más apto para ser el hegemón global. Los niños escolares no  entienden lo de 'hegemón', por lo que se les enseña que su país es la única superpotencia del mundo, y que, por la seguridad del mundo, debe permanecer así. Seguramente algo para sentirse orgulloso. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, un inflado establishment mediático y de entretenimiento ha machacado incesantemente este mensaje en nuestras cabezas. La eficacia de este tipo de adoctrinamiento es evidente en un fenómeno exclusivamente estadounidense, la exhibición de la bandera en todas partes -en los mostradores de las tiendas, en los automóviles, en el engramado, en las ventanas de las casas. Sólo en los EE.UU. Incluso cuando los estadounidenses desaprueban esta o aquella guerra, la bandera nunca es arriada.

La mayoría de nosotros somos inclinados a llamar a esto una expresión de súper-patriotismo. Pero el nacionalismo es lo que está en marcha en los EE.UU. El patriotismo es un término inexacto, connotando el amor por el país. ¿Pero los estadounidenses "aman a su país", sin importar como uno interpreta esa frase, más que los franceses o los brasileños? El "nacionalismo" no es tan vago. El fenómeno es una fuerza política importante, sin embargo, ya no recibe la atención de la izquierda como lo hizo en los viejos tiempos. Tal vez el uso más amplio del término fue durante la Primera Guerra Mundial, cuando los socialistas marxistas (la mayoría) se opusieron a la guerra como un caso paradigmático de rivalidad interimperialista, con las potencias coloniales luchando por repartirse el mundo en beneficio de los intereses económicos y políticos de sus clases dominantes.

Socialistas, comunistas y anarquistas exhortaron a sus conciudadanos a oponerse a la guerra argumentando que sus únicos beneficiarios eran los iniciadores de la guerra, las clases dominantes. El apoyo a la guerra implicaba la perversa convicción de que los trabajadores tenían más en común con la clase de sus gobernantes que con los demás trabajadores del mundo. El "interés nacional" era en realidad el interés de la clase dominante, y el apoyo a la guerra, presentado como compromiso con la nación, era en realidad una identificación con los amos y señores  más que con aquellos con quienes uno compartía los intereses más profundos, la clase obrera global. En esta controversia el significado del nacionalismo era claro: era una cuestión de identificación. Y aquello con lo que uno se identifica es, por extraño que parezca inicialmente, parcialmente constitutivo de la propia identidad. La aparente extrañeza de esta idea desaparece cuando reflexionamos sobre el significado preciso del nacionalismo.

¿Qué es el nacionalismo?  Consideremos el racismo y el sexismo

Lo que todo el mundo sabe sobre racismo y sexismo es directamente transferible al nacionalismo. La ideología racista enseña que, p. ej. la raza blanca es superior a otras razas, e igualmente importante, el racista blanco se ve a sí mismo como esencialmente blanco. Su blancura es un elemento de su propia naturaleza o identidad, y un elemento del cual está espléndidamente orgulloso. Él es personalmente superior en virtud de la superioridad de ser blanco. Por lo tanto, erra burdamente cuando dice: "Si yo fuera negro, no apoyaría la acción afirmativa". La declaración es un devaneo. El "yo" que quita el color de la piel para ponerse un color de piel diferente, presumiblemente de la manera en que uno cambia de camisa, elimina también su historia de vida y todas las experiencias de vida de su yo blanco y las reemplaza con las experiencias históricas de su yo negro inexistente. Sin embargo, el referente del "yo" se supone que conserva su identidad durante el cambio. ¿Quién puede darle sentido a esto? Hablar de raza es hablar de identidad personal; perder su raza es perder su identidad. (Estoy escribiendo aquí del uso y del entendimiento habitual, el tema apropiado para esta discusión. Prescindo de la falta de fundamento científico del concepto de raza biológica). Y si su identidad racial le confiere un yo superior, un desafío al racismo es un golpe a su orgullo personal e integridad. Es la pérdida de un estatus preciado, una degradación personal. Por supuesto, es confrontado con una feroz resistencia.

El punto es quizá más evidente en el caso de la identidad sexual. El hombre machista habla cosas sin sentido, dice algo que no es ni verdadero ni falso, cuando proclama: "Si yo fuera una mujer, no apoyaría la acción afirmativa". Si soy un hombre, eso no es una característica meramente contingente de mí ser, como es el color de mi cabello. Sé lo que sería si mi cabello fuera rojo en vez de negro (léase: cano). No tengo idea de cómo sería si fuera "yo" una mujer. Tomamos nuestro género como un componente esencial de nuestra individualidad. Cuando se considera que la condición de ser hombre es es superior a la de ser mujer -una mayor capacidad de liderazgo, superiores poderes analíticos (el axioma de Lawrence Summers), el predominio de la razón clara sobre la emoción ciega, etc., la personalidad del hombre es exaltada. Desafiar el sexismo no es meramente rechazar una ideología política, es, para el sexista, una disminución de su propia condición de persona. Él resiste como loco.

Hay mucho en juego en el racismo y el sexismo. Igual que hay tanto en juego con respecto al nacionalismo, y por las mismas razones.

La nacionalidad de una persona es parte de lo que ella es. "Si yo fuera chino..." ¿Eh? La incorporación de uno a una comunidad lingüística y cultural no es un contribuyente menos poderoso a la identidad de uno que,  la historia de las experiencias raciales o de género. Ser aculturado como un  estadounidense es adquirir una identidad que comparte en la extraordinaria grandeza del país. "Orgulloso de ser un americano" tiene mucho más robustez que "orgulloso de ser español". Como un amigo mío, heredero de una herencia de fondos fiduciarios, declaró recientemente, "la gente pobre aquí no se queja porque saben que si fueran pobres en África no tendrían coches y televisores como los pobres aquí". Dejemos a un lado la matryoshka de falsedades implícitas en esta observación. El espíritu del comentario refleja el americanismo: no importa lo miserable que se pueda ser, se está mejor siendo americano. Porque América es el mejor lugar del mundo. Y tú, lo sepas o no, eres un beneficiario de esa grandeza.

La superioridad absoluta no es la única característica distintiva de los EE.UU. Es probablemente el único país en el mundo donde el capitalismo esta incorporado a la identidad nacional.

Antiamericanismo y anticomunismo

El distinguido economista político e historiador económico Robert Heilbroner comentó en una ocasión que los estadounidenses eran la única población que exhibe lo que él llamó "patriotismo económico". Por las razones antes expuestas, prefiero el "nacionalismo económico" como más preciso. La caza de brujas de la posguerra de los comunistas destacó al absurdo Comité del Congreso sobre Actividades Antiamericanas. Durante el apogeo de la histeria anticomunista, ser un comunista, esencialmente alguien que rechazaba el capitalismo, se definió como ser antiamericano. Ser un americano era por naturaleza (pero por supuesto no exclusivamente) agitar la bandera del capitalismo. Rechazar el capitalismo era rechazar, renunciar a los EE.UU, estar "contra América". Igual por denunciar la política exterior estadounidense, es decir derrocamientos y guerras, realizadas en nombre del anticomunismo. En ningún otro país ser un comunista es considerado, p.ej. renunciar a Italia, o a Suecia o.... Si la identidad  de uno como americano es incluir el compromiso de uno con el capitalismo, un americano es la viva encarnación de la auto-expansión del valor de cambio. El comunismo es entonces una amenaza para la integridad personal de los estadounidenses de la manera en que exigencias por la igualdad de sexos y racial crucifica la identidad personal del racista y el sexista. Los comunistas americanos eran, en efecto, estadounidenses que se odiaban a sí mismos, tal como los antisionistas judíos que son llamados por los sionistas,  judíos que se odian a sí mismos. Así como, para los sionistas, el compromiso con Israel es parte de lo que significa ser judío, así mismo para los estadounidenses ser anticomunistas se supone que es esencial para ser estadounidense. No es de extrañar la terquedad del anticomunismo entre los estadounidenses. ¿Quiénes quieren dejar de ser quiénes son?

Un gran número de norteamericanos fueron aculturados con éxito en esta metafísica. Esto debe ser un elemento de una respuesta del "¿Por qué no hay socialismo en América?" Es al menos en parte relacionado con el nacionalismo económico.

¿Está la identidad americana experimentando una transformación?

Hay un aspecto positivo en esta situación. Es un acontecimiento de gran relevancia histórica el que el dominio del nacionalismo económico se ha relajado en los últimos tiempos. Dos desarrollos históricos han contribuido.

La acometida contra el comunismo estuvo siempre asociada con una correspondiente acusación de traición. La política anti-comunista se había asociado en sus años formativos de la Guerra Fría con el archienemigo de Washington, la Unión Soviética. Se decía que los comunistas o "simpatizantes comunistas" habían prometido lealtad a un enemigo extranjero. "Si usted piensa que el comunismo es superior al capitalismo, ¿por qué no se muda a Rusia?" El anticomunismo estadounidense necesitaba de la Unión Soviética para mantenerse vivo y próspero. La disolución de la Unión Soviética disolvió gran parte de lo tangible del anticomunismo. La "amenaza" comunista había desaparecido. Pensar sobriamente sobre el socialismo pasó de ser amenazante. Un obstáculo importante para reflexionar sobre alternativas al capitalismo había mordido el polvo.


Los estadounidenses siempre han mezclado el comunismo y el socialismo. Que ahora el político más popular en Estados Unidos, según encuestas realizadas por Fox News y otros, sea un socialista declarado es algo que ninguno de nosotros habría creído posible hace unos años. No importa que Sanders no sea socialista. Se ha roto un precedente americano: ahora es posible en muchos círculos plantear la cuestión de la superioridad del socialismo sobre el capitalismo sin ser desestimado como un chiflado. Una encuesta nacional de 2009 de Rasmussen Reports reveló que "sólo una ligera mayoría de adultos estadounidenses cree que el capitalismo es mejor que el socialismo". No importa que la mayoría de los encuestados probablemente tuviera sólo la vaga idea de lo que significa "socialismo". Lo que importa es que muchos estadounidenses son ahora capaces de interpretar el sistema económico como una construcción externa a ellos mismos y sujeta a cambios sin amenaza para su integridad como estadounidenses. Si este es el caso, entonces la identidad política de los estadounidenses está en proceso de transformación. Con esto pueden venir posibilidades transformadoras sociales y políticas. Me parece que hemos entrado en una nueva era. En sí mismo, no promete nada. Pero con una eficaz educación popular y organización militante, puede contribuir a hacer toda la diferencia en el mundo.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

lunes, 1 de mayo de 2017

El enemigo de clase busca aplastarlos, camaradas venezolanos, y la sangre que hoy les da pena derramar por ser hombres de paz, más adelante será la sangre de ustedes la que será derramada en abundancia…

Las luchas armadas de liberación siguen siendo válidas ahora y lo serán siempre en tanto no se resuelva la contradicción fundamental del sistema capitalista: la producción social y la apropiación individual. No será nunca trasnochado aplastar, destruir a nuestros enemigos de clase; porque los reaccionarios si llegan al poder derramarán tanta sangre y eso ¿será trasnochado? No, claro que no. Pero si lo hacen los revolucionarios serán tildados de obsoletos.              


EL ENEMIGO DE CLASE BUSCA APLASTARLOS,
CAMARADAS VENEZOLANOS, Y LA SANGRE QUE HOY
LES DA PENA DERRAMAR POR SER HOMBRES DE PAZ,  MÁS  
ADELANTE SERÁ LA SANGRE DE  USTEDES
LA QUE SERÁ DERRAMADA EN ABUNDANCIA… 

      
Por Luciano Castro Barillas

La historia enseña, y cuando sus lecciones se aprenden de la manera debida, los errores se minimizan o no se cometen. Para el caso, Guatemala. El coronel democrático Jacobo Arbenz Guzmán, ante el acoso del gobierno norteamericano y su agencia de variopintas conspiraciones, la CIA, se decidió a dejar el poder en aras de no derramar la sangre de los ciudadanos guatemaltecos, pues se temía un enfrentamiento entre los mercenarios que entraban por Honduras y las débiles y escasas milicias armadas en la coyuntura de la agresión. Gran candor político de un hombre civilizado, de gran corazón y bondad, cuya impolítica decisión resultó en la más grande efusión de sangre del pueblo de Guatemala lo largo de 63 años. ¡Sesenta y tres años! Ningún pueblo de América Latina tiene tantos asesinados, desaparecidos, desplazados internos y exiliados como este pequeño país centroamericano. Que no son poca cosa, pues desde 1954 son los sectores que destruyeron su democracia los que siguen en el poder y sitúan a Guatemala como el país con el menor desarrollo social y material del continente americano, solo precedido por Haití.

Sesenta y tres años, donde al final, lo de Colombia resulta poco y un pálido reflejo. Este país es la imaginable nación de los horrores inenarrables, sumida en la más abyecta de las miserias y con efusión de sangre incontenible, que no para, resultado de ese razonamiento pacifista del presidente Arbenz, muy honrado, no cabe la menor duda; pero poco realista y con dificultades de instrumentalizarse ante la colisión de los intereses de clase nacionales e internacionales. Venezuela está cercada mediáticamente, al punto, que el mismo papa Francisco, aliado de las causas justas y democráticas, le ha convencido la propaganda incesante de la oposición fascista que el camino es la convocatoria inmediata a elecciones, pasando por alto que en las actuales circunstancias de limitaciones que tiene la mayoría del pueblo venezolano y cuya inconformidad ha sido debidamente trabajada a través del estómago, un evento eleccionario dará los peores resultados para las fuerzas democráticas y revolucionarias. Esa es la trampa, la ratonera, a la que no se debe entrar. Urgiría sí, conferirle los verdaderos principios fundacionales de un Estado Socialista y vamos, apostarle a lo que se le tiene miedo: disolución del Congreso y constitución del Partido Único, el Partido Comunista de Venezuela. ¿Una locura? No lo creo. ¿Qué más locura que la ocurrida en Estados Unidos con la elección de Donald Trump? Porque ocurrirá algo con una medida así, se neutralizarán a las fuerzas reaccionarias nacionales y una agresión directa a Venezuela por parte de Estados Unidos es inviable, porque el lío candente está en la península coreana, donde no hay de por medio problemas de partiduchos políticos, sino está en juego la extinción misma de tres naciones: Corea del Norte, Corea del Sur y los Estados Unidos. Eso sí es temeridad y no el miedo por proclamar al partido único.


Las luchas armadas de liberación siguen siendo válidas ahora y lo serán siempre en tanto no se resuelva la contradicción fundamental del sistema capitalista: la producción social y la apropiación individual. No será nunca trasnochado aplastar, destruir a nuestros enemigos de clase; porque los reaccionarios si llegan al poder derramarán tanta sangre y eso ¿será trasnochado? No, claro que no. Pero si lo hacen los revolucionarios serán tildados de obsoletos. En fin, si el ejército bolivariano todavía está graníticamente unido, Padrino, el jefe del ejército, debiera pronunciarse. Pero su silencio eventualmente le hace sospechoso. Podría neutralizar los alborotos. El trancazo contra Maduro, de repente, podría venir por allí y no necesariamente por un trancazo oceánico de Donald Trump, con portaviones en las costas de Venezuela. Por eso es necesario conocer la posición de Padrino, de manera pública, abierta y franca. De lo contrario, si yo fuera Maduro, no me fiaría de él. Aprendamos la lección de Guatemala camaradas venezolanos, que hay mucho que aprender.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.