La
convocatoria para crear un poder originario, un empoderamiento popular es solo
un paliativo en esta larga espera de darle sentido marxista a la revolución
chavista, quizá por temor también a que se diga que el borrador viene directo
de La Habana. Pero los revolucionarios del mundo somos aliados y hermanos, de
la misma manera como los reaccionarios son aliados y demonios del mismo
infierno.
EL PODER CONSTITUYENTE
O EL EMPODERAMIENTO DEL
PODER POPULAR
Por Luciano Castro Barillas
Todo lo que pase actualmente por el voto, por ese juego republicano de las
democracias burguesas, no le conviene ahora ni nunca a la Revolución
Bolivariana, a la Revolución Socialista, a las ideas en tránsito todavía y
vigentes sobre la dictadura proletaria. ¿O no hacen lo mismo las dictaduras
burguesas que gobiernan para los ricos y por los ricos? Cambie usted, entonces,
esa ecuación y yo me conformaré, aceptaré que las ideas sobre la dictadura
proletaria, la dirección colectiva y el centralismo democrático ya son poco
importantes y convendría que son en verdad obsoletas. Pero si esa realidad
burguesa no es así, si esa realidad neoliberal decadente no es, en efecto,
así; entonces tendré que admitir,
irremediablemente, que mi pensamiento va a la deriva y que esos principios
fundamentales de la doctrina de los trabajadores ya no sirven para nada.
Desmiéntame, por favor, esa realidad burguesa y le respetaré ampliamente, pero
de lo contrario váyase al diablo con todos esas agresivas personas que
proclaman hipócritamente la paz y ya en las calles arremeten contra todo y
todas las personas que están a su alcance.
El derecho a la manifestación pública pacífica debe ser respetado, sin
embargo, para eso están, para eso existe la fuerza pública, para poner orden a
los desmanes, a los escándalos, a los abusos de ciudadanos que no tienen el derecho
de atropellar, hasta con heces fecales, a esa autoridad del Estado representada
en esos momentos por los agentes policiales. A nada contribuye ese exceso de
lenidad, de blandura en castigar las faltas de los violentos, que destruyen
propiedad pública pagada por el pueblo. La fuerza pública bolivariana es
todavía un ejemplo concreto de fortaleza y firmeza cuando, sin uso de armas
letales; tiene capacidad de neutralizar a los violentos. Pero, la provocación
irá creciendo en tanto no se acabe el dinero que los financia, porque vaya a
saber usted, ¿con qué dinero podría usted funcionar si no trabaja un mes, si se
mantiene en las calles haciendo desmadres? Hay, sin duda, un dinero sucio que
corre a borbotones y pareciera inacabable porque, ningún costo o esfuerzo
parece poco para los violentos en su propósito de derrocar al gobierno legítimo
de Venezuela. Todavía hay -y ojalá
siempre- firmeza y fuerza ante los
violentos que matando están a sus propios convocados, pues tiradores furtivos
disparan al azar y sin pena, para crear
el caos y transmitir con los medios de prensa cómplices de occidente la
condición represiva del gobierno de Maduro.
La convocatoria para crear un poder originario, un empoderamiento popular
es solo un paliativo en esta larga espera de darle sentido marxista a la
revolución chavista, quizá por temor también a que se diga que el borrador
viene directo de La Habana. Pero los revolucionarios del mundo somos aliados y
hermanos, de la misma manera como los reaccionarios son aliados y demonios del
mismo infierno. Nadie puede condenarnos porque la causa boliviana sea lo mismo
que la causa cubana, venezolana o guatemalteca. Estamos aquí para el frente
común contra los enemigos de clase, pero me temo, que pese a la bondad de la
Revolución Bolivariana, un ir a las urnas, a un referendo de lo resuelto en la
Constituyente, daría el mismo resultado de las elecciones parlamentarias. Como
revolucionarios, o tenemos todo el poder, compañeros, o no tenemos nada. Al
diablo con la democracia burguesa y sus elecciones.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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