La superioridad absoluta no
es la única característica distintiva de los EE.UU. Es probablemente el único
país en el mundo donde el capitalismo está incorporado a la identidad nacional.
SOBRE EL PATRIOTISMO
ECONÓMICO: EL NACIONALISMO
CAPITALISTA Y LA CREACIÓN DE
LA IDENTIDAD POLÍTICA AMERICANA
Por Alan Nasser
Con frecuencia se dice que los estadounidenses son la población más
patriótica del mundo. Desde la infancia se nos enseña que somos el país con los
sentimientos y principios morales más elevados, el más libre, más democrático
y, por lo tanto, el más apto para ser el hegemón global. Los niños escolares no
entienden lo de 'hegemón', por lo que se
les enseña que su país es la única superpotencia del mundo, y que, por la
seguridad del mundo, debe permanecer así. Seguramente algo para sentirse orgulloso.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, un inflado establishment mediático
y de entretenimiento ha machacado incesantemente este mensaje en nuestras
cabezas. La eficacia de este tipo de adoctrinamiento es evidente en un fenómeno
exclusivamente estadounidense, la exhibición de la bandera en todas partes -en
los mostradores de las tiendas, en los automóviles, en el engramado, en las
ventanas de las casas. Sólo en los EE.UU. Incluso cuando los estadounidenses
desaprueban esta o aquella guerra, la bandera nunca es arriada.
La mayoría de nosotros somos inclinados a llamar a esto una expresión de súper-patriotismo.
Pero el nacionalismo es lo que está en marcha en los EE.UU. El patriotismo es
un término inexacto, connotando el amor por el país. ¿Pero los estadounidenses
"aman a su país", sin importar como uno interpreta esa frase, más que
los franceses o los brasileños? El "nacionalismo" no es tan vago. El
fenómeno es una fuerza política importante, sin embargo, ya no recibe la atención
de la izquierda como lo hizo en los viejos tiempos. Tal vez el uso más amplio
del término fue durante la Primera Guerra Mundial, cuando los socialistas
marxistas (la mayoría) se opusieron a la guerra como un caso paradigmático de
rivalidad interimperialista, con las potencias coloniales luchando por
repartirse el mundo en beneficio de los intereses económicos y políticos de sus
clases dominantes.
Socialistas, comunistas y anarquistas exhortaron a sus conciudadanos a
oponerse a la guerra argumentando que sus únicos beneficiarios eran los
iniciadores de la guerra, las clases dominantes. El apoyo a la guerra implicaba
la perversa convicción de que los trabajadores tenían más en común con la clase
de sus gobernantes que con los demás trabajadores del mundo. El "interés
nacional" era en realidad el interés de la clase dominante, y el apoyo a
la guerra, presentado como compromiso con la nación, era en realidad una identificación
con los amos y señores más que con
aquellos con quienes uno compartía los intereses más profundos, la clase obrera
global. En esta controversia el significado del nacionalismo era claro: era una
cuestión de identificación. Y aquello con lo que uno se identifica es, por
extraño que parezca inicialmente, parcialmente constitutivo de la propia
identidad. La aparente extrañeza de esta idea desaparece cuando reflexionamos
sobre el significado preciso del nacionalismo.
¿Qué es el nacionalismo? Consideremos el racismo y el sexismo
Lo que todo el mundo sabe sobre racismo y sexismo es directamente
transferible al nacionalismo. La ideología racista enseña que, p. ej. la raza
blanca es superior a otras razas, e igualmente importante, el racista blanco se
ve a sí mismo como esencialmente blanco. Su blancura es un elemento de su
propia naturaleza o identidad, y un elemento del cual está espléndidamente
orgulloso. Él es personalmente superior en virtud de la superioridad de ser
blanco. Por lo tanto, erra burdamente cuando dice: "Si yo fuera negro, no
apoyaría la acción afirmativa". La declaración es un devaneo. El
"yo" que quita el color de la piel para ponerse un color de piel
diferente, presumiblemente de la manera en que uno cambia de camisa, elimina
también su historia de vida y todas las experiencias de vida de su yo blanco y
las reemplaza con las experiencias históricas de su yo negro inexistente. Sin
embargo, el referente del "yo" se supone que conserva su identidad
durante el cambio. ¿Quién puede darle sentido a esto? Hablar de raza es hablar
de identidad personal; perder su raza es perder su identidad. (Estoy
escribiendo aquí del uso y del entendimiento habitual, el tema apropiado para
esta discusión. Prescindo de la falta de fundamento científico del concepto de
raza biológica). Y si su identidad racial le confiere un yo superior, un
desafío al racismo es un golpe a su orgullo personal e integridad. Es la
pérdida de un estatus preciado, una degradación personal. Por supuesto, es
confrontado con una feroz resistencia.
El punto es quizá más evidente en el caso de la identidad sexual. El hombre
machista habla cosas sin sentido, dice algo que no es ni verdadero ni falso,
cuando proclama: "Si yo fuera una mujer, no apoyaría la acción
afirmativa". Si soy un hombre, eso no es una característica meramente
contingente de mí ser, como es el color de mi cabello. Sé lo que sería si mi
cabello fuera rojo en vez de negro (léase: cano). No tengo idea de cómo sería
si fuera "yo" una mujer. Tomamos nuestro género como un componente
esencial de nuestra individualidad. Cuando se considera que la condición de ser
hombre es es superior a la de ser mujer -una mayor capacidad de liderazgo,
superiores poderes analíticos (el axioma de Lawrence Summers), el predominio de
la razón clara sobre la emoción ciega, etc., la personalidad del hombre es
exaltada. Desafiar el sexismo no es meramente rechazar una ideología política,
es, para el sexista, una disminución de su propia condición de persona. Él resiste
como loco.
Hay mucho en juego en el racismo y el sexismo. Igual que hay tanto en juego
con respecto al nacionalismo, y por las mismas razones.
La nacionalidad de una persona es parte de lo que ella es. "Si yo
fuera chino..." ¿Eh? La incorporación de uno a una comunidad lingüística y
cultural no es un contribuyente menos poderoso a la identidad de uno que, la historia de las experiencias raciales o de
género. Ser aculturado como un estadounidense
es adquirir una identidad que comparte en la extraordinaria grandeza del país.
"Orgulloso de ser un americano" tiene mucho más robustez que
"orgulloso de ser español". Como un amigo mío, heredero de una
herencia de fondos fiduciarios, declaró recientemente, "la gente pobre
aquí no se queja porque saben que si fueran pobres en África no tendrían coches
y televisores como los pobres aquí". Dejemos a un lado la matryoshka de
falsedades implícitas en esta observación. El espíritu del comentario refleja
el americanismo: no importa lo miserable que se pueda ser, se está mejor siendo
americano. Porque América es el mejor lugar del mundo. Y tú, lo sepas o no,
eres un beneficiario de esa grandeza.
La superioridad absoluta no es la única característica distintiva de los
EE.UU. Es probablemente el único país en el mundo donde el capitalismo esta
incorporado a la identidad nacional.
Antiamericanismo y
anticomunismo
El distinguido economista político e historiador económico Robert
Heilbroner comentó en una ocasión que los estadounidenses eran la única
población que exhibe lo que él llamó "patriotismo económico". Por las
razones antes expuestas, prefiero el "nacionalismo económico" como más
preciso. La caza de brujas de la posguerra de los comunistas destacó al absurdo
Comité del Congreso sobre Actividades Antiamericanas. Durante el apogeo de la
histeria anticomunista, ser un comunista, esencialmente alguien que rechazaba el
capitalismo, se definió como ser antiamericano. Ser un americano era por
naturaleza (pero por supuesto no exclusivamente) agitar la bandera del
capitalismo. Rechazar el capitalismo era rechazar, renunciar a los EE.UU, estar
"contra América". Igual por denunciar la política exterior estadounidense,
es decir derrocamientos y guerras, realizadas en nombre del anticomunismo. En
ningún otro país ser un comunista es considerado, p.ej. renunciar a Italia, o a
Suecia o.... Si la identidad de uno como
americano es incluir el compromiso de uno con el capitalismo, un americano es
la viva encarnación de la auto-expansión del valor de cambio. El comunismo es
entonces una amenaza para la integridad personal de los estadounidenses de la
manera en que exigencias por la igualdad de sexos y racial crucifica la
identidad personal del racista y el sexista. Los comunistas americanos eran, en
efecto, estadounidenses que se odiaban a sí mismos, tal como los antisionistas
judíos que son llamados por los sionistas, judíos que se odian a sí mismos. Así como,
para los sionistas, el compromiso con Israel es parte de lo que significa ser
judío, así mismo para los estadounidenses ser anticomunistas se supone que es
esencial para ser estadounidense. No es de extrañar la terquedad del
anticomunismo entre los estadounidenses. ¿Quiénes quieren dejar de ser quiénes
son?
Un gran número de norteamericanos fueron aculturados con éxito en esta
metafísica. Esto debe ser un elemento de una respuesta del "¿Por qué no
hay socialismo en América?" Es al menos en parte relacionado con el
nacionalismo económico.
¿Está la identidad americana
experimentando una transformación?
Hay un aspecto positivo en esta situación. Es un acontecimiento de gran
relevancia histórica el que el dominio del nacionalismo económico se ha relajado
en los últimos tiempos. Dos desarrollos históricos han contribuido.
La acometida contra el comunismo estuvo siempre asociada con una
correspondiente acusación de traición. La política anti-comunista se había
asociado en sus años formativos de la Guerra Fría con el archienemigo de
Washington, la Unión Soviética. Se decía que los comunistas o
"simpatizantes comunistas" habían prometido lealtad a un enemigo
extranjero. "Si usted piensa que el comunismo es superior al capitalismo,
¿por qué no se muda a Rusia?" El anticomunismo estadounidense necesitaba
de la Unión Soviética para mantenerse vivo y próspero. La disolución de la
Unión Soviética disolvió gran parte de lo tangible del anticomunismo. La
"amenaza" comunista había desaparecido. Pensar sobriamente sobre el
socialismo pasó de ser amenazante. Un obstáculo importante para reflexionar
sobre alternativas al capitalismo había mordido el polvo.
Los estadounidenses siempre han mezclado el comunismo y el socialismo. Que ahora
el político más popular en Estados Unidos, según encuestas realizadas por Fox
News y otros, sea un socialista declarado es algo que ninguno de nosotros habría
creído posible hace unos años. No importa que Sanders no sea socialista. Se ha
roto un precedente americano: ahora es posible en muchos círculos plantear la
cuestión de la superioridad del socialismo sobre el capitalismo sin ser
desestimado como un chiflado. Una encuesta nacional de 2009 de Rasmussen Reports
reveló que "sólo una ligera mayoría de adultos estadounidenses cree que el
capitalismo es mejor que el socialismo". No importa que la mayoría de los
encuestados probablemente tuviera sólo la vaga idea de lo que significa
"socialismo". Lo que importa es que muchos estadounidenses son ahora
capaces de interpretar el sistema económico como una construcción externa a
ellos mismos y sujeta a cambios sin amenaza para su integridad como estadounidenses.
Si este es el caso, entonces la identidad política de los estadounidenses está
en proceso de transformación. Con esto pueden venir posibilidades
transformadoras sociales y políticas. Me parece que hemos entrado en una nueva
era. En sí mismo, no promete nada. Pero con una eficaz educación popular y
organización militante, puede contribuir a hacer toda la diferencia en el
mundo.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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