Antes
de entrar de lleno con la nota periodística, El Sueño Americano Tiene Una Pesadilla Perturbadora del profesor
Luciano Castro Barillas, es necesario mencionar que, como el movimiento
campesino de los Lucíos que se gesto
en las montañas del Oriente de Guatemala en contra de la dictadura de Rafael
Carrera en 1,847. Los movimientos
espontáneos de masas o Indignados de hoy se manifiestan ó se revelan por
las mismas razones. Desde la llamada Primavera Arabe, pasando por las violentas
manifestaciones en Grecia y Gran Bretaña y las no menos en La Puerta del Sol en
España, las manifestaciones estudiantiles en Chile, hasta llegar a las puertas
de Wall Street en Nueva York, el clamor por justicia social y económica es el
mismo. Aunque estos movimientos de indignados en muchos casos nacen cooptados o
con la contra revolución pisándoles la cola, no se puede negar que su mayor
efecto consiste en poner al descubierto las inequidades del sistema capitalista
que cada día sume en la miseria y desesperanza a millones de personas de todo
el mundo. Alguien que ha estado observando muy de cerca lo que está sucediendo
con las manifestaciones en Wall Street dijo lo siguiente: “ Está sucediendo por
las mismas razones expuestas por Karl Marx: Lucha de clases como respuesta al
fracaso del capitalismo.”
EL SUEÑO AMERICANO TIENE
UNA PESADILLA PERTURBADORA
Por
Luciano Castro Barillas
Los movimientos de indignación social no son nuevos. Jutiapa, por ejemplo, en
la primera mitad del siglo XIX, vivió un levantamiento campesino que tuvo su
origen en el pueblo de Palencia por los abusos de la mujer del dictador Rafael
Carrera. La doña, por así decirlo, dio por acaparar cuanto grano básico estaba
a su alcance y naturalmente, a la vuelta de los días, subirles de precio. Está
competencia comercial desleal indignó a José
Lucio López, campesino mediano productor, quien encabezó la primera
rebelión contra el tirano, teniendo como baluarte de sus operaciones
políticos-militares la aldea Encino Gacho, del municipio de Jutiapa. El
levantamiento tomó las características de insurrección popular y fue duramente
reprimida por el caudillo conservador, todo porque la cónyuge de este
presidente onocentauro hizo cundir el hambre en los pueblos de Guatemala.
El actual movimiento social de “Los Indignados” en Estados Unidos debe verse
con cautela y no sobredimensionarse. Expresa, eso sí, la inconformidad de las
grandes mayorías de estadounidenses donde el 1% de la población multimillonaria
oprime y explota al 99% de habitantes de ese país. Hay muchas y puntuales
razones para que el sentimiento de indignación anide y fructifique entre los
norteamericanos pobres, pues el enfado e irritación por un sistema político y
social injusto ha barrido ya con el artículo de marquesina -las capas
medias- otrora orgullo y paradigma deslumbrador de esta sociedad de consumo. La
pobreza, ahora matizada con extrema pobreza, asuela a 25 millones de personas
de todas las variedades étnicas.
Hay 14 millones de desempleados en errancia constante por calles y avenidas de
todas las ciudades de Estados Unidos, 50 millones de personas sin seguro
médico, con el agravante que son los USA el país más endeudado del mundo, cuya
crisis financiera ya arrastró a Europa y a sus aliados del este asiático al
barranco de la insolvencia. Hay un valor agregado: están inmersos también en
una intriga y rapacidad politiquera que hace imposibles acuerdos de Nación
entre demócratas y republicanos, por una sencilla razón, ambas agrupaciones
partidarias son representantes fieles y portavoces estereofónicos
incondicionales de los grandes capitalistas, cuya codicia insaciable es
deglutida por bancos y bolsas de valores. El abuso empresarial, en sus
distintas expresiones, ha llevado a miles de ciudadanos en Nueva York y en
otras ciudades a protestar con el exceso y descomedimiento de la rentabilidad
capitalista, lo cual pone de relieve ante los ojos del mundo, pero en primer
lugar de los norteamericanos, una realidad que nada se asocia con el
american dreams. El sueño norteamericano se está volviendo la aterradora
pesadilla de Fredy Kruger y las calles de sus ciudades en las pesadillas de la
calle 13. Pero, bueno, esto es una exageración. El movimiento de Los
Indignados, tras catorce días de mediana virulencia y desobediencia civil,
podría ser fácilmente mediatizado pese a las urgencias de la necesidad humana.
Los movimientos espontáneos de masas
tienen inicialmente una energía abrumadora, dado que las movilizaciones
sociales como las políticas tienen un gran componente subjetivo: las emociones.
Cuando estas emociones ceden el lugar a la reflexión, es muy posible que esa “generación espontánea de personas”
estén en condiciones de dar conducción y dirección (cómo se conduce el
movimiento y hacia dónde se dirige) a la desobediencia civil espontánea de los
indignados y éste pueda articularse en un auténtico movimiento político-social
de largo plazo, con estructuras y programa político, que podría conmocionar al
sistema político norteamericano corrupto y varado en la historia, en el tiempo;
rompiendo el esquema de los dos partidos preponderantes e indiferenciados, es
decir, absolutamente iguales. Podría avanza el movimiento de los
indignados hacia la constitución de un partido político alternativo, con sangre joven, tozudez y claridad,
contrario a los momificados senadores y representantes del mundo bicameral de
los Estados Unidos. O también puede ocurrir que los politiqueros gringos,
torpes y pícaros como los guatemaltecos, capitalicen la inconformidad social
con promesas y sea cualquiera de los dos partidos el que eventualmente resulte
beneficiado. El negro Obama -con corazón y cerebro de blanco y que nunca
contestó las cartas de sus familiares de Africa pidiéndole una ayudita-
tendría más posibilidades de maniobrar, aunque disminuido en credibilidad,
personaje que a estas alturas políticas sólo podría creerle sus ofrecimientos
los infantes del kínder. Ahora bien, los republicanos se dan por descontados,
pues por asunto de convicciones y no de principios, no simpatizan con todo
aquello que tengan afeites comunistas, como lo es el simple hecho de protestar.
La presencia de la fuerza laboral organizada -los sindicatos-
agrega para los capitalistas y los politiqueros un componente no deseado por
sus posibilidades de articulación política. Ellos están, teóricamente, en
condiciones de dar conducción y dirección política, aunque es poco probable,
dada la naturaleza de “aristocracia
obrera” que disfrutan los directivos sindicales, quienes disponen de
salarios semejantes a un alto burócrata o presidente empresarial. Si no,
todo quedará, como dijera un dirigente de masas del FMLN en los años del
conflicto armado, en un simple “desvergue”
o sea desfogue de frustraciones sociales, pero hasta allí.
La alta marea del espontaneísmo se transformará en plácido bajamar y todo
volverá al nivel de siempre. Pero, irremediablemente, cualquiera que sea el
desenlace, ese sistema injusto ha recibido una tremenda reprimenda moral. Los
Indignados han puesto en entredicho al sistema y han dado su contribución, como
lo es hacerle un hoyo más al ya agujereado bote del imperialismo.
Publicado
por Marvin Najarro.
CT,
USA.
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