viernes, 7 de octubre de 2011

Indignados Ayer y Hoy.



Antes de entrar de lleno con la nota periodística, El Sueño Americano Tiene Una Pesadilla Perturbadora del profesor Luciano Castro Barillas, es necesario mencionar que, como el movimiento campesino de los Lucíos que se gesto en las montañas del Oriente de Guatemala en contra de la dictadura de Rafael Carrera en 1,847. Los movimientos espontáneos de masas o Indignados de hoy se manifiestan ó se revelan por las mismas razones. Desde la llamada Primavera Arabe, pasando por las violentas manifestaciones en Grecia y Gran Bretaña y las no menos en La Puerta del Sol en España, las manifestaciones estudiantiles en Chile, hasta llegar a las puertas de Wall Street en Nueva York, el clamor por justicia social y económica es el mismo. Aunque estos movimientos de indignados en muchos casos nacen cooptados o con la contra revolución pisándoles la cola, no se puede negar que su mayor efecto consiste en poner al descubierto las inequidades del sistema capitalista que cada día sume en la miseria y desesperanza a millones de personas de todo el mundo. Alguien que ha estado observando muy de cerca lo que está sucediendo con las manifestaciones en Wall Street dijo lo siguiente: “ Está sucediendo por las mismas razones expuestas por Karl Marx: Lucha de clases como respuesta al fracaso del capitalismo.”


EL SUEÑO AMERICANO TIENE UNA PESADILLA PERTURBADORA
Por Luciano Castro Barillas


          Los movimientos de indignación social no son nuevos. Jutiapa, por ejemplo, en la primera mitad del siglo XIX, vivió un levantamiento campesino que tuvo su origen en el pueblo de Palencia por los abusos de la mujer del dictador Rafael Carrera. La doña, por así decirlo, dio por acaparar cuanto grano básico estaba a su alcance y naturalmente, a la vuelta de los días, subirles de precio. Está competencia comercial desleal indignó a José Lucio López, campesino mediano productor, quien encabezó la primera rebelión contra el tirano, teniendo como baluarte de sus operaciones políticos-militares la aldea Encino Gacho, del municipio de Jutiapa.  El levantamiento tomó las características de insurrección popular y fue duramente reprimida por el caudillo conservador, todo porque la cónyuge de este presidente onocentauro hizo cundir el hambre en los pueblos de Guatemala.

           El actual movimiento social de “Los Indignados” en Estados Unidos debe verse con cautela y no sobredimensionarse. Expresa, eso sí, la inconformidad de las grandes mayorías de estadounidenses donde el 1% de la población multimillonaria oprime y explota  al 99% de habitantes de ese país. Hay muchas y puntuales razones para que el sentimiento de indignación anide y fructifique entre los norteamericanos pobres, pues el enfado e irritación por un sistema político y social injusto ha barrido ya con el artículo de marquesina  -las capas medias- otrora orgullo y paradigma deslumbrador de esta sociedad de consumo. La pobreza, ahora matizada con extrema pobreza, asuela a 25 millones de personas de todas las variedades étnicas. 

            Hay 14 millones de desempleados en errancia constante por calles y avenidas de todas las ciudades de Estados Unidos, 50 millones de personas sin seguro médico, con el agravante que son los USA el país más endeudado del mundo, cuya crisis financiera ya arrastró a Europa y a sus aliados del este asiático al barranco de la insolvencia. Hay un valor agregado: están inmersos también en una intriga y rapacidad politiquera que hace imposibles acuerdos de Nación entre demócratas y republicanos, por una sencilla razón, ambas agrupaciones partidarias son representantes fieles y portavoces estereofónicos incondicionales de los grandes capitalistas, cuya codicia insaciable es deglutida por bancos y bolsas de valores. El abuso empresarial, en sus distintas expresiones, ha llevado a miles de ciudadanos en Nueva York y en otras ciudades a protestar con el exceso y descomedimiento de la rentabilidad capitalista, lo cual pone de relieve ante los ojos del mundo, pero en primer lugar de los norteamericanos,  una realidad que nada se asocia con el american dreams. El sueño norteamericano se está volviendo la aterradora pesadilla de Fredy Kruger y las calles de sus ciudades en las pesadillas de la calle 13.  Pero, bueno, esto es una exageración. El movimiento de Los Indignados, tras catorce días de mediana virulencia y desobediencia civil, podría ser fácilmente mediatizado pese a las urgencias de la necesidad humana. Los movimientos espontáneos de masas tienen inicialmente una energía abrumadora, dado que las movilizaciones sociales como las políticas tienen un gran componente subjetivo: las emociones. Cuando estas emociones ceden el lugar a la reflexión, es muy posible que esa “generación espontánea de personas estén en condiciones de dar conducción y dirección (cómo se conduce el movimiento y hacia dónde se dirige) a la desobediencia civil espontánea de los indignados y éste pueda articularse en un auténtico movimiento político-social de largo plazo, con estructuras y programa político, que podría conmocionar al sistema político norteamericano corrupto y varado en la historia, en el tiempo; rompiendo el esquema de los dos partidos preponderantes e indiferenciados, es decir, absolutamente iguales. Podría avanza el movimiento de los indignados  hacia la constitución de un partido político alternativo, con sangre joven, tozudez y claridad, contrario a los momificados senadores y representantes del mundo bicameral de los Estados Unidos. O también puede ocurrir que los politiqueros gringos, torpes y pícaros como los guatemaltecos, capitalicen la inconformidad social con promesas y sea cualquiera de los dos partidos el que eventualmente resulte beneficiado. El negro Obama  -con corazón y cerebro de blanco y que nunca contestó las cartas de sus familiares de Africa pidiéndole una ayudita-  tendría más posibilidades de maniobrar, aunque disminuido en credibilidad, personaje que a estas alturas políticas sólo podría creerle sus ofrecimientos los infantes del kínder. Ahora bien, los republicanos se dan por descontados, pues por asunto de convicciones y no de principios, no simpatizan con todo aquello que tengan afeites comunistas, como lo es el simple hecho de protestar. La presencia de la fuerza laboral organizada  -los sindicatos-  agrega para los capitalistas y los politiqueros un componente no deseado por sus posibilidades de articulación política. Ellos están, teóricamente, en condiciones de dar conducción y dirección política, aunque es poco probable, dada la naturaleza de “aristocracia obrera” que disfrutan los directivos sindicales, quienes disponen de salarios semejantes a un alto burócrata o presidente empresarial.  Si no, todo quedará, como dijera un dirigente de masas del FMLN en los años del conflicto armado, en un simple “desvergue” o sea desfogue de frustraciones sociales, pero hasta allí. 

           La alta marea del espontaneísmo se transformará en plácido bajamar y todo volverá al nivel de siempre. Pero, irremediablemente, cualquiera que sea el desenlace, ese sistema injusto ha recibido una tremenda reprimenda moral. Los Indignados han puesto en entredicho al sistema y han dado su contribución, como lo es hacerle un hoyo más al ya agujereado  bote del imperialismo.




Publicado por Marvin Najarro.
CT, USA.

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