sábado, 26 de noviembre de 2022

El G20 ha muerto, viva el G20

La decimoséptima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G20, celebrada en Bali (Indonesia) los días 15 y 16 de noviembre, destaca como un acontecimiento trascendental desde muchos puntos de vista. La política internacional se encuentra en un punto de inflexión y la transición no dejará ilesa a ninguna de las instituciones heredadas del pasado que se desvanece para siempre.

 

EL G20 HA MUERTO, VIVA EL G20



M. K. Bhadrakumar
Indian Punchline

La decimoséptima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G20, celebrada en Bali (Indonesia) los días 15 y 16 de noviembre, destaca como un acontecimiento trascendental desde muchos puntos de vista. La política internacional se encuentra en un punto de inflexión y la transición no dejará ilesa a ninguna de las instituciones heredadas del pasado que se desvanece para siempre.

Sin embargo, el G20 puede ser una excepción al tender un puente entre el pasado, el presente y el futuro. Las noticias de Bali dejan una sensación de sentimientos encontrados, de esperanza y desesperación. El G20 se concibió teniendo como telón de fondo la crisis financiera de 2007: un intento, por excelencia, de Occidente para darle vida a un deslucido G7, incorporando a las potencias emergentes que estaban fuera de él, especialmente China, e inyectando así contemporaneidad en los discursos globales.

El leitmotiv era la armonía. Hasta qué punto la cumbre de Bali estuvo a la altura de esa expectativa es una cuestión debatible. Lamentablemente, el G7 introdujo de forma selectiva cuestiones ajenas a las deliberaciones y su alter ego, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), hizo su primera aparición en Asia-Pacífico. Podría decirse que esto último debe considerarse como un suceso funesto durante la cumbre de Bali.

Lo que ha ocurrido es una negación del espíritu del G20. Si el G7 se niega a descartar su mentalidad de bloque, la cohesión del G20 se ve afectada. La declaración conjunta del G7 y la OTAN podría haberse emitido desde Bruselas, Washington o Londres.  ¿Por qué Bali?

El presidente chino, Xi Jinping, fue certero al afirmar en un discurso escrito en la Cumbre de Directores Generales de la APEC, celebrada en Bangkok el 17 de noviembre, que "Asia-Pacífico no es el patio trasero de nadie y no debe convertirse en un escenario para la competencia entre grandes potencias. Ningún intento de librar una nueva guerra fría será permitido por los pueblos ni los tiempos".

Xi advirtió que "tanto las tensiones geopolíticas como la evolución de la dinámica económica han ejercido un impacto negativo en el entorno del desarrollo y la estructura de cooperación de Asia-Pacífico". Xi, señaló, que la región de Asia-Pacífico fue en su día terreno de rivalidad entre grandes potencias, que había sufrido conflictos y guerras. "La historia nos dice que la confrontación entre bloques no puede resolver ningún problema y que la arrogancia sólo conducirá al desastre".

La regla de oro de que las cuestiones de seguridad no son competencia del G20 se ha roto. En la cumbre del G20, los países occidentales obligaron al resto de los participantes en la cumbre de Bali a actuar en contra de sus propios intereses: "no hay otra alternativa que la nuestra". A menos que se apaciguara a los intransigentes occidentales en la cuestión de Ucrania, no habría una declaración de Bali, por lo que Rusia cedió. El sórdido drama demostró que el ADN del mundo occidental no ha cambiado. La intimidación sigue siendo su rasgo distintivo.

Pero, irónicamente, al final del día, lo que destacó fue que la Declaración de Bali no denunció a Rusia en la cuestión de Ucrania. Países como Arabia Saudí y Turquía dan motivos para esperar que el G20 pueda regenerarse. Estos países nunca fueron colonias occidentales. Están dedicados a la multipolaridad, que acabará obligando a Occidente a reconocer que el unilateralismo y la hegemonía son insostenibles.

Este punto de inflexión dio mucho ímpetu a la reunión entre el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente chino Xi Jinping en Bali. Washington solicitó esta reunión al margen de la cumbre del G20 y Pekín accedió. Un aspecto llamativo de la reunión ha sido que Xi aparecía en la escena mundial después de un Congreso del Partido enormemente exitoso.

La resonancia de su voz fue inconfundible. Xi dejó en claro que Estados Unidos ha perdido el rumbo, cuando le dijo a Biden: "un estadista debe pensar y saber hacia dónde dirigir su país. También debe pensar y saber cómo llevarse bien con otros países y con el resto del mundo".

Los comunicados de la Casa Blanca dieron a entender que Biden era proclive a la conciliación. Estados Unidos se enfrenta a un reto difícil para aislar a China. Tal y como están las cosas, las circunstancias en general juegan a favor de China.

La mayoría de los países se han negado a tomar partido por Ucrania. La postura de China lo refleja ampliamente. Xi le indicó a Biden que China está "muy preocupada" por la situación actual en Ucrania y apoya y espera que se reanuden las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Dicho esto, Xi también expresó su esperanza de que Estados Unidos, la OTAN y la UE "lleven a cabo diálogos exhaustivos" con Rusia.  

Las fisuras que aparecieron en Bali pueden adoptar nuevas formas para cuando el G20 celebre su 18ª cumbre en la India el año que viene. Hay razones para ser cautelosamente optimistas. En primer lugar, es improbable que Europa siga la estrategia de EE UU. de usar las sanciones como arma contra China. No pueden permitirse una desvinculación de China, que es la mayor nación comercial del mundo y el principal motor de crecimiento de la economía mundial.

En segundo lugar, al igual que los gritos de guerra en Ucrania hicieron que Europa se uniera a Estados Unidos, un profundo replanteamiento está teniendo lugar. Mucho se agoniza con el asunto del compromiso de Europa con la autonomía estratégica. La reciente visita del canciller alemán Olaf Scholz a China apuntaba en esa dirección. Es inevitable que Europa se distancie de las aspiraciones de guerra fría de Estados Unidos. Este proceso es inexorable en un mundo en el que Estados Unidos no está dispuesto a invertir tiempo, dinero o esfuerzo en sus aliados europeos.

La cuestión es que, en muchos sentidos, la capacidad de Estados Unidos para ejercer un liderazgo económico mundial eficaz ha disminuido de forma irreversible, al haber perdido su condición preeminente de mayor economía del mundo por un amplio margen. Además, Estados Unidos ya no está dispuesto ni es capaz de invertir mucho en asumir la carga del liderazgo. En pocas palabras, todavía no tiene nada que ofrecer para igualar la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China. Esto debería haber tenido una influencia aleccionadora y haber provocado un cambio de mentalidad hacia las acciones políticas de cooperación, pero la élite estadounidense está atrapada en su viejo proceder.

Por lo tanto, el multilateralismo se ha vuelto mucho más difícil en la situación mundial actual. Sin embargo, el G20 es la única palestra que puede reunir al G7 y a los países en desarrollo que aspiran a salir ganando con un orden mundial democratizado. El sistema de alianzas occidental está anclado en el pasado. La mentalidad de bloque tiene poco atractivo para los países en desarrollo. La gravitación de Turquía, Arabia Saudí e Indonesia hacia los BRICS transmite un poderoso mensaje de que la estrategia occidental al concebir el G20 -crear un anillo de Estados subalternos en torno al G7- ya no sirve a ningún propósito o fin.

La disonancia que se produjo en Bali puso de manifiesto que Estados Unidos sigue aferrado a su privilegio y está dispuesto a jugar a ser el aguafiestas. India tiene una gran oportunidad de orientar el G20 en una nueva dirección. Pero también se requieren cambios profundos por parte de India, que se alejen de su política exterior centrada en Estados Unidos, junto con una visión de futuro y un enfoque audaz para forjar una relación de cooperación con China, abandonando fobias pasadas y descartando narrativas egoístas y, de hecho, como mínimo, evitando caer en políticas que perjudiquen al vecino.




Publicado por La Cuna del Sol

jueves, 17 de noviembre de 2022

Adriana Portillo, una madre que solo quiere saber el paradero de sus hijas

A 41 años de lo sucedido, cada mañana se pregunta ¿dónde están? y no pierde las esperanzas de obtener una respuesta. Regresó a Guatemala para dar seguimiento al caso en el Ministerio Público (MP) con apoyo del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y por primera vez considera que hay avances y no pierde la esperanza de obtener una respuesta.

 

ADRIANA PORTILLO, UNA MADRE
QUE SOLO QUIERE SABER EL
PARADERO DE SUS HIJAS



Por Mónica Duarte -15 noviembre, 2022
La Hora

Adriana Portillo es una las víctimas del Conflicto Armado Interno, sufrió la desaparición forzada de sus familiares de quienes no tiene razón desde septiembre de 1981. Su misión en la actualidad es responder a una sola pregunta que le de paz a su corazón ¿dónde están sus hijas?

Una niña 9 y otra de 10 años en ese entonces fueron desaparecidas abruptamente por las fuerzas de seguridad del gobierno, explica Portillo. Ella es una sobreviviente y junto a sus otras hijas se exiliaron en Estados Unidos.

A 41 años de lo sucedido, cada mañana se pregunta ¿dónde están? y no pierde las esperanzas de obtener una respuesta. Regresó a Guatemala para dar seguimiento al caso en el Ministerio Público (MP) con apoyo del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y por primera vez considera que hay avances y no pierde la esperanza de obtener una respuesta.

 “Me llamo Adriana Portillo soy hermana, hija y madre de seis personas desaparecidas por el Estado de Guatemala en 1981, 41 años han pasado y han sido de dolor, angustia, rabia e irá. No es posible que un Estado califique de enemigo interno a niñas de 10, 9 y año y medio. No hay día en qué yo no piense en mis hijas o en mi papá, hasta hoy no he conseguido justicia”, detalló en una entrevista para La Hora.

Menciona que se vio forzada salir de Guatemala a finales de 1984, ya que después del secuestro y desaparición de su familia no se sentía segura en el país.

“Algunos de mis hermanos están en Canadá, México y Estados Unidos. Vi patrullas de la Policía Nacional, jeeps y camiones del Ejército rodear la casa donde vivía mi padre” recuerda Portillo.

LH: ¿Cómo se dio el secuestro?

Adriana Portillo: Mí papa, su esposa y su niña habían llegado a la ciudad a pasar unos días, el día jueves 10 de septiembre decidimos todos hacer una fiestecita de cumpleaños para uno de mis sobrinos en la casa de mi papá aquí en la capital. La fiesta la íbamos hacer el sábado 12 de septiembre.

El 11 vienen ellos para acá y mi papá se trajo con él a mis dos niñas mayores Chagüita de 10 y Glenda de 9 años. Mi cuñada con el cumpleañero, su hermanita y yo teníamos que salir el día siguiente hacia la capital a las nueve de la mañana.

Algo sucedió y ya no salimos de Jutiapa a la hora acordada, salimos más tarde. Entonces cuando llegamos a la casa de mi papá notamos que había un gran operativo militar en la zona 11 cerca del Trébol.

LH: ¿Cuál fue el escenario que presenció cuando llegó a la casa de su padre?

AP: La casa tenía un garaje y la puerta estaba abierta, nos quedamos paradas afuera en la acera viendo para adentro. El hombre que parecía ser el jefe cabe mencionar que era muy refinado, y muy amable, nos interrogó y yo fui la única que respondió a sus preguntas.

Las preguntas eran muy generales, quién vivía allí, qué relación teníamos con las personas de la casa, etc. Respondí con la verdad, lo curioso de todo esto es que los demás oficiales me decían que entrará a la casa, pero yo les decía que mejor llamaran a mi papá para que saliera porque él nos estaba esperando.

Me sentía terrible, sentí que mi espíritu se me salió del cuerpo. Mientras contestaba todo yo miraba hacia dentro, y había unos hombres que estaban lavando los pisos.

LH: ¿Qué piensa usted que le ocurrió a su padre?

AP: Nunca he tenido el valor de detenerme a pensar en eso que vi, por la significancia y es algo que evito pensar. Conociendo al Estado de Guatemala especialmente en esos años, esa escena habla por sí misma.

Cuando yo vi que los policías estaban en ese juego de que entráramos y de sí y no. Mejor decidimos irnos incluso hasta las gracias les di. No había entendido lo que había sucedido, llegué a pensar que mi papá se había cambiado de casa y no nos había dicho.

Cuando empezamos a caminar al Trébol, de golpe pensé que a mis familiares se los habían llevado o los habían matado. Decidimos salir de allí, un taxi tenía las puertas abiertas, entramos y partimos. No nos preguntó nada he incluso no nos cobró, le di una dirección para que nos llevará.

LH: ¿Cómo se enteraron de lo ocurrido?

AP: A las dos horas vimos en las noticias de parte oficial del Ejército que habían encontrado una casa de seguridad de la guerrilla con material para hacer bombas y todas esas cosas y que en esa casa no había nadie, que los delincuentes posiblemente se habían dado a la fuga. Dos horas más tarde me entero que a mi papá se lo habían llevado de su lugar de trabajo. Los vecinos dicen que escucharon balazos.

LH: ¿Cuánto tiempo se quedaron acá en Guatemala, después de lo sucedido?

AP: Nos quedamos tres años después de lo ocurrido acá en la capital. Vivíamos en Jutiapa y nos venimos a la capital pensando que aquí nos íbamos a perder en esta ciudad gigante. Pero no fue así, iban a dejar cadáveres cerca de la casa. Vivíamos en la Primero de Julio a la orilla del barranco de las Guacamayas y ahí era cosa diaria ver a los bomberos sacando cuerpos descompuestos del fondo del barranco.

LH: ¿Con quiénes se fue a Estados Unidos?

AP: Mis dos hijas menores, mi exesposo y yo. Cuando llegamos a Estados Unidos mi exesposo estuvo con nosotras cinco meses, pero luego se regresó sin decirnos nada. Entonces yo me quedé sola con mis hijas.

LH: ¿Cómo decidieron irse a Estados Unidos?

AP: Si no hubiera sido por mi hermano que ya había salido de Guatemala y se había contactado con el Movimiento Santuario de los años 80 que era de personas de todas las denominaciones religiosas en los Estado Unidos que apoyaban a personas como nosotros que no teníamos a donde ir; nos ayudaron y así pudimos salir.

LH: ¿Cómo fue la travesía del viaje a Estados Unidos?

AP: Salimos un día sin decir absolutamente nada a nadie y se quedó todo en la casa. Mi hermano que tenía contacto con el Movimiento nos mandó un dinero. En diciembre salimos ese día como que íbamos para el mercado, yo llevaba una bolsa plástica solo con ropa interior y con fotografías de la familia que fue lo que se me ocurrió. Agarramos para la Terminal de buses, salimos para la frontera de noche, estando ahí dijimos que solo íbamos a Tapachula, pasamos y tomamos un bus hacia la ciudad de México.

Durante el camino nos bajaron del autobús unas cuatro veces ya que había puesto de Migración, nos separaban por hombres y mujeres y nos iban quitando el dinero. Cuando llegamos a los Estados Unidos ya no llevábamos nada.

Caminamos tres días y tres noches por el desierto de Arizona, parábamos de noche y nos quitábamos la ropa porque iba húmeda del sudor de caminar todo el día. Nos metíamos en las bolsas de dormir. Para comer solo nos daban chocolates, naranjas o manías.

Hasta que llegamos a Tucson, nos recibió el movimiento Santuario. Llegamos a Estado Unidos arrastrándonos, yo le llamo el “país de las libertades”. Fuimos a Texas. Tiempo después, conocí a mi actual esposo y ahora tenemos casi 28 años de estar juntos.

LH: Tiempo después, ¿usted buscó a sus hijas?

AP: Yo aquí en Guatemala no denuncie la desaparición de mis hijas porque estaba aterrorizada, ya que aún me quedaban dos niñas y no quería que les hicieran daño. Pero lo que yo hacía era que todas las mañanas después que las niñas se fueran a la escuela y mi esposo para el trabajo, yo tomaba un ruletero o un bus y me iba hacia el final de la “Línea” viendo a todas las mujeres y niñas que bajan del bus, viendo sí talvez las miraba en alguna calle o algo. Por supuesto nunca las encontré.

LH: ¿Cómo recuerda a sus padres?

AP: Mi papá era indígena, un hombre muy bueno y carismático. Él era salvadoreño y mi mamá también, aquí consiguió un trabajo de Gerente de Seguros de Vida. Destaco que era un hombre de principios, nos inculcó mucha conciencia social y la solidaridad humana.

Él en el Salvador fue sindicalista y fue expulsado por su propio gobierno. Entregó su vida por el pueblo de Guatemala, no era un criminal (suspira) yo creo que él está dentro de los héroes anónimos, no era un criminal. Él no fue a la escuela, aprendió a leer hasta los 19 años y se puso su primer par de zapatos con su primer sueldo.

Mi mamá era 28 años menor que mi papá, pertenecía a una familia adinerada del Salvador. Mi mamá había sufrido mucho a pesar de que era adinerada, era hija ilegítima porque su mamá estaba casada con otro hombre y la tuvo a ella con un español. Físicamente era preciosa, toda la vida fue dedicada a sus hijos y esposo. Lamentablemente murió a los 38 años de cáncer.

LH: ¿Puede contar alguna anécdota de sus hijas?

AP: (Suspira) De eso sí no me atrevo a contar.

LH: ¿Ha recibido ayuda psicológica?

AP: En Estados Unidos recibí mucha ayuda por un grupo de guatemaltecos que viven allá que de igual forma pasaron lo mismo que yo. Aprendimos terapia de grupo, asistí a psicología. Lo maravilloso de ese centro es que le dan ayudan integral, nos conectan con Sacerdotes Mayas, Pastores o Sacerdotes.

Si no hubiera sido por eso yo me hubiera suicidado, sigo compartiendo la historia porque quiero sensibilizar a la gente.

LH: ¿Qué acciones legales inició en Estados Unidos por el crimen cometido?

AP: Yo empecé a denunciar a nivel internacional el crimen cometido, el caso lo llevé ante las Naciones Unidas. La Organización Mundial de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional tomó el caso, pero lo tuvo cómo por 20 años y nunca hubo respuesta del Estado.

Cuando se firmó la paz en Guatemala yo estaba aquí, tres meses después del acontecimiento pude por primera vez denunciar en mi propio país lo que le ocurrió a mí familia. Fui a los Derechos Humanos del Arzobispado, di mi testimonio.

El caso está incluido en el reporte de Guatemala Nunca Más. En el 98 con una firma de abogados y La Hora presentamos el caso ante el Ministerio Público.

LH: ¿Cómo llegó su caso al GAM?

AP: Desde hace cinco años que el GAM tomó el caso y es por ello que se ha movido el proceso en el Ministerio Público, porque se le fue asignado un Fiscal que es de lo mejor, muy solidario, responsable y profesional.

Hemos visto que ha avanzado y muchísimo. Yo estoy muy agradecida con ellos, porque sí no es así el caso no inicia un proceso. Por primera vez yo empiezo a deslumbrar la justicia que está por llegar no sé cuándo, pero sé que va a llegar.

LH: ¿Aún tiene familia acá en Guatemala?

AP: No tengo familia acá, cuando vengo me tengo que quedar en un hotel y siento que en las noches me va a ir a sacar y no me quedo más de una semana. Cuando pienso en Guatemala yo añoro mi patria, pero no puedo volver. Ahora mis otras dos hijas están allá. No puedo volver por la situación tan crítica, además el trabajo que estoy haciendo me pone en riesgo porque estoy demandando justicia para mi familia.

LH: Finalmente ¿Qué le exige al Estado de Guatemala?

AP: Así como el Estado es responsable de proteger la vida de sus ciudadanos y sus derechos, también es su responsabilidad proteger y garantizar la justicia para las víctimas de ese Conflicto Armado que ha vivido Guatemala.

Demando y exijo mis derechos como madre, hermana e hija, merezco conocer la verdad, no estoy pidiendo un favor.







Publicado por La Cuna del Sol

sábado, 12 de noviembre de 2022

El viaje de Scholz a China levanta ampollas

Es evidente la angustia en Washington, ya que la visita de Scholz a China puede debilitar el diseño geopolítico de Estados Unidos para repetir la impresionante hazaña de la unidad occidental sobre Ucrania, si las tensiones estallan en Asia-Pacífico y China se ve obligada a actuar.

 

EL VIAJE DE SCHOLZ A CHINA
LEVANTA AMPOLLAS



M. K. Bhadrakumar
Indian Punchline

La diplomacia alemana exhibió un fascinante espectáculo de "contrastes" con la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, recibiendo a sus socios del G7 en Münster los días 3 y 4 de noviembre, mientras el canciller, Olaf Sholz,  abordaba un avión desde Berlín a Pekín para una visita de un día.

La foto mostraba al secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, flanqueando a Baerbock en la mesa principal, con la subsecretaria de Estado Victoria Nuland -más conocida como la maestra de ceremonias en el golpe de Estado del "Maidan" de 2014 en Kiev- mirando desde atrás.

Alemania está alcanzando los niveles del fotoperiodismo. Francamente, la foto no podría haber capturado de forma más significativa para la audiencia mundial, la doble personalidad de la diplomacia alemana, en momentos en que el actual gobierno de coalición tira en diferentes direcciones.

En definitiva, Baerbock, ha puesto de manifiesto su descontento con la visita de Scholz a China al reunirse con sus homólogos del G7 que piensan de manera similar. Se trata de un gesto excesivo, incluso según las normas de la política de coalición. Cuando el máximo dirigente de un país está de visita en el extranjero, una muestra de disonancia afecta negativamente la diplomacia.

Del mismo modo, los homólogos del G7 de Baerbock, decidieron no esperar el regreso de Scholz a casa. Aparentemente, tienen la mente cerrada y las noticias de las discusiones de Scholz en Pekín no cambiará eso.

Sin ninguna demora, Scholz,  debería pedir la dimisión de Baerbeck. Mejor aún, ésta debería presentar su dimisión. Pero ninguna de las dos cosas va a suceder.

Previo a su visita a China, Scholz, se enfrentó a duras críticas por emprender una misión de este tipo a Pekín con una delegación empresarial de poderosos directores ejecutivos alemanes. Evidentemente, la Administración Biden recurrió a Baerbock y a los influyentes círculos "atlantistas" integrados en la economía política alemana para que encabezaran el ataque.

¿Ha mordido Scholz más de lo que podía masticar? La respuesta depende de una contrapregunta: ¿Está Scholz contemplando un legado en la gran tradición de sus predecesores en el Partido Socialdemócrata, Willy Brandt (1969-1974), Helmut Schmidt (1974-1982)?

Estas dos figuras titánicas impulsaron iniciativas pioneras hacia la antigua Unión Soviética y China, respectivamente, en momentos decisivos de la historia moderna, desafiando las ataduras del atlantismo que frenaron la autonomía estratégica de Alemania y consignaron a ese país como subalterno en el sistema de alianzas liderado por Estados Unidos.

La diferencia fundamental hoy en día es que Brandt (que navegó la Ostpolitik ignorando las furiosas protestas estadounidenses por el primer gasoducto de la historia que conectaba los yacimientos de gas soviéticos con Alemania) y Schmidt (que aprovechó el momento para sacar provecho de la normalización entre Estados Unidos y China) -y también el canciller Gerhard Schroeder (1998-2005), que amplió y profundizó la expansión de las relaciones comerciales con Rusia y estableció una relación de trabajo sin precedentes con los dirigentes del Kremlin, para irritación de Washington- fueron líderes que mostraron firmeza.

Dicho de otro modo, todo depende de la voluntad colectiva de Alemania de romper el techo de cristal de la OTAN, que Lord Ismay, el primer secretario general de la Alianza, había resumido de forma sucinta como la intención de "mantener a la Unión Soviética fuera, a los norteamericanos dentro y a los alemanes abajo". Actualmente, la interacción de tres factores influye en la política alemana.

En primer lugar, la estrategia Indo-Pacífica. No nos equivoquemos, la guerra por delegación en Ucrania es un ensayo general del inevitable enfrentamiento entre Estados Unidos y China por la cuestión de Taiwán. En ambos casos, que involucran el equilibrio estratégico global, lo que está en juego es la hegemonía global de Estados Unidos y la multipolaridad en el orden mundial.

Alemania juega un papel fundamental en esta lucha histórica, no sólo por ocupar la extremadamente volátil posición en el centro de Europa, que también arrastra restos de la historia, sino por ser la potencia económica del continente en el umbral de convertirse en una superpotencia.

Es evidente la angustia en Washington, ya que la visita de Scholz a China puede debilitar el diseño geopolítico de Estados Unidos para repetir la impresionante hazaña de la unidad occidental sobre Ucrania, si las tensiones estallan en Asia-Pacífico y China se ve obligada a actuar.

Por supuesto, ninguna analogía es completa, ya que es poco probable que China opte por una operación militar especial gradual de 9 meses de duración para "triturar" al ejército taiwanés, similar a Rusia para destruir el Estado ucraniano. Será una guerra mundial desde el primer día.

Sin embargo, la analogía es completa, cuando se trata de las terribles sanciones  que la Administración Biden impondrá a China y el bandolerismo de la confiscación de los "activos congelados" de China (que superan el billón de dólares como mínimo), además de paralizar las cadenas de suministro de China.

Baste decir que una "estratagema al estilo Ucrania" en China, posee la clave para la perpetuación de la hegemonía global de los EE UU., ya que los activos financieros de China serían expropiados para revitalizar la maltrecha economía de los EE UU., mientras el estatus del dólar como moneda mundial y el neo-mercantilismo y el control del movimiento de capitales, etc. permanecen intactos.

En segundo lugar, una de las grandes victorias diplomáticas de la Administración Biden hasta ahora ha sido en la política transatlántica, donde logró consolidar su dominio sobre Europa al poner en el centro de la escena la cuestión de Rusia. Se avivaron los temores maniqueos de los países europeos a un resurgimiento histórico del poder ruso.

Después del famoso discurso del presidente Vladimir Putin en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en febrero de 2007, pocos esperaban un resurgimiento ruso en tan poco tiempo

La versión occidental en ese momento, era que Rusia simplemente carecía de la capacidad de regenerarse como potencia mundial, ya que la modernización militar de Rusia era inviable. Podría decirse que toda la diplomacia de la canciller Angela Merkel hacia Rusia (2005-2021) se fundamentó en esa versión simplista.

Por lo tanto, cuando Putin, inesperadamente anunció, en una reunión de la Junta del Ministerio de Defensa en Moscú, el 24 de diciembre de 2019, que Rusia se ha convertido en líder mundial en armamento hipersónico y que "ni un solo país posee armas hipersónicas, por no hablar de armas hipersónicas de alcance continental", Occidente lo escuchó con indisimulado horror.

El equipo de Biden aprovechó el profundo malestar en las capitales europeas para reunirlas y fomentar la "unidad occidental" respecto a Ucrania. Pero la visita de Scholz a Pekín ha abierto una brecha. Blinken se apresuró a volver a meter a Scholz en el redil.

En tercer lugar, tras lo anterior, una contradicción fundamental se hace presente en este momento cuando las "terribles sanciones" de Occidente contra Rusia han tenido un efecto bumerán sobre Europa, empujándola a la recesión. Alemania se ha sido golpeada severamente y se enfrenta al espectro del colapso de sectores enteros de su industria, con el consiguiente desempleo y la agitación social y política.

El milagro industrial alemán se basaba en la disponibilidad de un suministro de energía barato, ilimitado y garantizado desde Rusia, y la interrupción está causando graves estragos. Por si fuera poco, el sabotaje de los gasoductos Nord Stream descarta una reactivación del nexo energético entre Alemania y Rusia (que la opinión pública alemana favorece).

Sin duda, con todos los datos disponibles del lecho marino del Mar Báltico, Scholz tiene que estar muy consciente de las implicaciones geopolíticas de lo que Estados Unidos ha hecho a Alemania. Pero no está en condiciones de armar un escándalo y, en cambio, ha optado por interiorizar el sentimiento de amargura, sobre todo porque Alemania se encuentra hoy en la humillante posición de tener que comprar GNL a un precio espantosamente caro a empresas estadounidenses para sustituir el gas ruso (que EE UU. comercializa en Europa a precios entre tres y cuatro veces superiores al precio nacional).

La única opción que le queda a Alemania es contactar a China en una búsqueda desesperada por reactivar su economía. Por cierto, la misión de Scholz tenía como objetivo principal el traslado a China de las unidades de producción de BASF, la multinacional química alemana y el mayor productor de productos químicos del mundo, para que sus productos sigan siendo competitivos.

Sin embargo, es muy improbable que Washington le dé  carta blanca a Scholz. Afortunadamente para Washington, los socios de la coalición de Scholz -el Partido Verde (ecologista) y el neoliberal, Demócratas Libres (FDP)- son atlantistas sin ambages y también están dispuestos a jugar el juego estadounidense.

Brandt o Schroeder habrían contraatacado, pero Scholz no es un luchador callejero, aunque intuye el gran diseño de Estados Unidos de transformar a Alemania en un apéndice de la economía estadounidense e integrarla en una única cadena de suministro. En pocas palabras, Washington espera que Alemania sea una pieza indispensable en el engranaje del Occidente colectivo.

Mientras tanto, Washington goza de una posición ventajosa, ya que el sector corporativo alemán se encuentra muy dividido, con muchas empresas bien situadas para beneficiarse del cambio de modelo económico que Washington está promoviendo, mostrando reticencias para apoyar a Scholz, aunque él mismo sea un canciller al servicio de las corporaciones.

Estados Unidos tiene experiencia en explotar esas situaciones de "divide y vencerás". Al parecer, algunas empresas alemanas del sector de alta tecnología no aceptaron la invitación de Scholz para acompañarle a Pekín, entre ellas los directores generales de Mercedes-Benz, Bosch, Continental, Infineon, SAP y Thyssen Krupp.




Publicado por La Cuna del Sol

miércoles, 9 de noviembre de 2022

La diáspora contra la diáspora

El odio es una fuerza que sabe cambiar de forma y que goza de capacidades de adaptación tremenda, de manera tal que su deriva toma forma de bucle, es inagotable y puede ir en cualquier dirección, en cualquier momento.

 

LA DIÁSPORA CONTRA
LA DIÁSPORA



Franco Vielma
Misión Verdad

¿Qué decir de las diásporas venezolanas en Estados Unidos? Para empezar, que no se puede hablar solo de una, sino de varias, muchas. No se puede hablar de estas como si fueran idénticas a las que han ido a dar a otros países, pues en este caso el viaje no es el viaje en sí mismo, es el destino. Este tema implica un punto y aparte.

El Darién dejó de ser noticia. Ahora será el lugar que siempre ha sido, de migrantes que van desde varios países latinoamericanos, donde algunos o muchos pueden morir, pero no nos enteraremos.

Las grabaciones de videos de TikTok desde el Darién ya dejaron de ser, pues quienes siempre cruzaron y seguirán cruzando, que no son venezolanos, no se molestan en grabarse y hacérnoslo saber. Ni nos enteraremos.

Las últimas medidas migratorias del gobierno de Joe Biden dirigidas a la migración venezolana, dieron al traste con una tétrica comparsa que ese mismo gobierno propició una vez que el Status de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) favorable a venezolanos, aupara una oleada rumbo a ese país bajo una falsa promesa de acogida. Pero además la migra se encargó de recibir y encarcelar migrantes, hasta que los gobernadores republicanos del sur "gustosamente" los llevaran a estados gobernados por demócratas.

Del Darién ya no hablamos, pero sí nos quedan las múltiples opiniones a favor y en contra de esa medida y la diáspora que terminó o en Times Square o en el Río Bravo.

Primera apreciación: todo lo que queda en el aire como objeto de ese "debate" da a pensar que hay venezolanos que se odian entre sí, que la inmensa mayoría de ellos, antichavistas, se odian entre sí.

"VENECOS" ACOMPLEJADOS

¿Han visto el video de unos venezolanos obreros "pobres pero en Estados Unidos", que se comen una hamburguesa de McDonald's de 1 dólar en un parque en su rato de descanso alardeando de su status? Hay un TikTok de un carajito delivery que supuestamente va a repartir en un Mercedes Benz. Hay otro caso de un venezolano en Gringolandia que celebró que no dejaran entrar "la basura" a ese país.

¿Recuerdan el video de la señora (probablemente vivía en una casa de INAVI en Cabudare) que estaba enlodada en medio del Darién que dijo que Biden ya no los iba a dejar entrar porque encontraron escupitajos de chimó en Times Square y "qué pena con esa gente, Dios mío"? ¿Qué decir del video de la muchacha llorando porque no pudieron entrar "al país de las hamburguesas"?

Bueno, casi todo el mundo sí logró ver el video de Yoaibimar "la tierrúa en niu yol", la misma que salió con su hijo discapacitado, que se hizo viral, más que por la misma puesta en escena, por las reacciones que generó. Nunca un video recibió tantos comentarios de parte de l@s chic@s Visa venezolanos. Nunca jamás.

Una imagen fresca es la de un grupo de venezolanos tratando de cruzar el Río Bravo con una bandera tricolor, siendo recibidos a perdigones, para luego correr de vuelta al agua y al lado mexicano.

Solo dos veces en la historia reciente se han visto banderas venezolanas cruzar (o más bien intentando cruzar) una frontera para terminar humilladas en una escena de derrota televisada y ampliamente difundida. El día en que venezolanos intentaron entrar con "ayuda imaginaria" en los puentes entre Colombia y Venezuela, y este hace días, entre México y Estados Unidos.

La triste épica es la misma. Venezolanos tratando de tomar algo a la fuerza guiados por un ímpetu político y/o personal, pero humillando una bandera que solía cruzar fronteras solo para derrotar a España y fundar naciones.

Fijémonos en lo que nos han querido convertir. Esto empezó desde el robo de Capriles a la gorra tricolor de 8 estrellas de Chávez y evolucionó a ser la gorra opositora. Pero pasó a ser símbolo de la identidad migrante. Inclúyanse también en este pack los bolsos tricolor que deberían estar en hombros de un carajito estudiando en Venezuela.

Nótese que los que migraron con la gorra comenzaron a odiar a los de los bolsos tricolor, porque los segundos seguramente son más pobres (o aparentan serlo) que los primeros. El odio comenzó a tomar forma política cuando se comenzó a decir que esos venezolanos pobres (con bolsito tricolor) que afuera vomitan la serpiente contra el país o contra Maduro, supuestamente "son chavistas". Pero no nos caigamos a mentiras, no son chavistas un carajo.

Poco generó tanta indignación entre la diáspora como cuando le tomaron una foto al famoso bolso escolar frente a la Torre Eiffel en París.

Las redes se volvieron un campo de fuego cruzado indiscriminado. L@s chic@s Visa, versus los que cruzaron el Darién, venezolanos blancos mayameros, versus venezolanos negros en un refugio para indigentes en Nueva York, pero más allá de ellos, venezolanos en Colombia, Perú o Chile, versus venezolanos en Estados Unidos.

No olvidar que muchos que se fueron rumbo al corazón del imperio vía Darién ya estaban fuera de Venezuela. Así que no huían de la "crisis humanitaria" chavista, sino que se iban de las "prósperas" economías vecinas, y que cualquier intento en cruzar una selva llena de sádicos, narcos, paracos, cocodrilos y afines, es mejor que el "tablas en la cabeza" back to home.

No olvidar que si un venezolano "negrito" con "pinta de reguetonero" (eufemismo policial para "malandro") es visto en algún lugar del "país de las hamburguesas", podría ser "un bochorno, Dios mío", pues qué irá a pensar esa gente civilizada de la primera potencia mundial.

Miremos a fondo, que el nudo central y sentimental de toda locura está en lo acomplejada y ridícula que son las diásporas venezolanas, entre ellas la única en toda la historia que transmitió su paso por el Darién. Pero también la que vive en "los yunaited", la que no logró entrar, todas, incluida la que regresa a Venezuela en un vuelo desde México por el Plan Vuelta a la Patria, pero que ya no tiene internet y por eso no lo publica.

Los que ya vivían en Gringolandia son más insólitos. Para poner solo un ejemplo, hablo del complejo de creer que unos "negritos de Petare" van a "afear" la cosa en Nueva York.

Amigos y amigas que siguen leyendo, en Nueva York hay gente que se caga dentro del tren del Metro. Las ciudades de Estados Unidos están abarrotadas de carpas en plena vía pública y refugios abarrotados de personas sin hogar e indigentes.

En Estados Unidos hay "calles de drogas", o donde hay cientos de "zombies" a simple vista en un espectáculo degradante y tolerado. Estados Unidos es el país sede del estilo rapero y centro de referencia de la imagen "urbana" que ha uniformado a un segmento del hampa a escala global. Y para ponerlo más preciso, Estados Unidos es la capital mundial de lo chabacano, del mal gusto, de gente ridícula, que conviven en tensas relaciones sociales por su diversidad racial. Allá viven las Kardashians. Dense cuenta.

Entonces, para ser honestos, un "negrito de Petare" ni se va a notar entre millones y millones de estadounidenses e inmigrantes coloreados y uniformados con la usanza urbana gringa que impuso la globalización.

Pero para ponerlo en perspectiva profunda, no es el "negrito", es el clasismo, el racismo, el complejo, la atorrancia.

"BUENOS CONTRA MALOS"

El imaginario antichavista hecho diáspora estadounidense, o aspirante a ello, hace nuevamente alarde de esa lógica binaria que impusieron en Venezuela desde los "mejores" tiempos del oposicionismo político. En aquellos tiempos, era "la clase educada y pensante del país" versus el "chavismo criminal y chabacano".

La lógica hoy entre esas diásporas es de "buenos contra malos", "gente bien", contra "gente mala". Los que ya estaban adentro versus los que llegan o quieren entrar. Los que "se portan bien" versus "los que se portan mal".

Pero esa es una disputa endeble, sin ánimos de generalizar, pues colocan a ese "lumpen" migrante como la gente "mala" que quiere ingresar, así sea ilegal, mientras que hay otros venezolanos que "han hecho las cosas bien", tratándose de papeleo.

Es como si hablaran de "gente honesta" para referirse a tantos venezolanos que han ingresado a Estados Unidos en años anteriores, bajo la condición de "perseguidos políticos" y "refugiados", cuando sabemos que 99% de ellos emplearon la categoría de la "persecución política" para bypassear el sistema migratorio estadounidense, ganar preferencias y tener una Green Card, sin ser objeto de presión alguna, requerimiento de la justicia u objeto de alguna amenaza a su vida en Venezuela. Son unos farsantes.

A los venezolanos con años en "el país de las hamburguesas" les irrita que un venezolano pobre y diezmado gracias a un bloqueo económico que ellos aplaudieron ingrese allá sin haber hecho el papeleo. Ellos llevan la "meritocracia" desde 2002 adonde van y sigue siendo el cristal con que siguen mirando todo.

A fin de cuentas, hablando de "gente buena", hay que mirar cómo se compone buena parte de la comunidad de venezolanos en Florida: banqueros prófugos, empresarios fuga divisas (estafadores del cadivismo), narcos, corruptos de las dos últimas repúblicas, "modelos" (o más bien prostitutas high class) y para colmo media Mesa de Unidad Democrática y los séquitos más allegados de Guaidó. ¿Pueden haber peores referentes hamponiles entre esa "gente de bien"? Al lado de ellos, cualquier "malandro" salido del Darién es un niño de pecho.

La lógica de "unos contra otros", "buenos contra malos", en suelo venezolano se fundaba sobre un país que no existía, pero que algunos sentían arrebatado. "Opositores decentes" versus "chavistas marginales". Pero fuera de Venezuela es una disputa desbocada, donde en términos reales concluye entre un gentilicio que tiene en común un desprecio por el chavismo que a veces es extensivo al país.

Pero el centro de esa disputa ya no es Venezuela, ahora es el "sueño americano", ese país y su "derecho a estar", el "derecho" de algunos a poseer una miga del sueño, el mérito, el logro. Es el discurso de "los que se pueden adaptar" y "los que no podrán". Otra vez el repetido discurso de "los formados" versus "los que tienen el rancho en la cabeza". Y por ahí se decanta esa narrativa.

Cuando l@s chic@s Visa culparon a los harapientos en el Darién de los cambios en las medidas migratorias, no se molestaron en afirmar que Trump, haciendo campaña política por las elecciones de medio término, afirmó que Maduro estaba "liberando presos de las cárceles para llevar violadores y asesinos" a ese país.

También obviaron que Marco Rubio señaló que la migración a Estados Unidos "era creada por Maduro para perjudicar" a su país.

A los venezolanos con visa poco o nada les interesa que los políticos gringos estigmaticen a su gentilicio y a ellos mismos, porque lo importante es el comentario descabellado antichavista en la ramplona campaña estadounidense.

Entre las diásporas hay escaso o nula reflexión sincera sobre si bloquear la economía venezolana tiene o no un vínculo con la migración fuera del país, aunque haya una matemática contundente. Venezuela dependía en más de un 90% del ingreso de divisas por vía del petróleo y el bloqueo a las exportaciones de crudo menguó enormemente la base de las finanzas públicas, donde dependía de todo, desde los servicios públicos hasta la nómina del Estado.

El propósito de bloquear a Venezuela era precisamente fabricar "gente jodida". Claro, había la esperanza de derrocar al chavismo, pero a fin de cuentas la "gente jodida" dentro y fuera de Venezuela es una colateralización de esa mal llamada "diatriba política" llevada a niveles aberrantes. En la oposición al día de hoy, nadie se hace responsable. Nadie dice "yo fui a pedir sanciones". Pero todos siguen explotando políticamente a la gente que jodieron.

Pocos han sido más usados que los migrantes. Los han explotado para todo, para sostener la narrativa del "gobierno interino", para pedir dinero a nombre de ellos, para alimentar mafias y fraudes, coyotes, comparsas, shows políticos, paremos de contar.

Otros que miran desde afuera al país, e incluso a sus iguales que están afuera, suelen hacerlo con desdén. No les importa la gente, les importa el "argumento" y fundar una supuesta "razón" política, un "sentido común". Les interesa la diatriba, el estigma, señalar, vilipendiar. ¿A quiénes? A todos "los demás". A quienes viven en Venezuela, a quienes migran si son "tierrúos", si son "malandros", si son "gente mala", si escupen chimó en Nueva York. Pongan miles de etcéteras.

Un segmento del país fue amaestrado para odiar automáticamente. Todas las derivas del trato de una diáspora contra otra es de odio con distintos tipos y niveles de matices.

Los estigmas, la instrumentalización y/o explotación de la gente jodida, la burla y la supuesta superioridad moral de unos frente a los otros, son expresiones de odio. El clasismo y el racismo son odio en su más pura denominación. Explotar la migración es otra forma de odio. El supuesto "sentido común" del mal llamado "debate" de los venezolanos afuera es viral y visceral porque permite desahogar el odio. Todo coincide en el odio.

La raíz del odio está en el propio antichavismo y la construcción de su subjetividad política. La oposición se hizo oposición gracias al vehículo del odio al chavismo, pero luego fueron contra sí mismos, dividiéndose, confrontándose entre sí, llegando al punto de pedir el bloqueo a un país entero aunque sus propios compañeros opositores, gente común, lo sufriría igualmente. Eso explica cómo unos "que llegaron primero" odian a "los otros".

El odio es una fuerza que sabe cambiar de forma y que goza de capacidades de adaptación tremenda, de manera tal que su deriva toma forma de bucle, es inagotable y puede ir en cualquier dirección, en cualquier momento.




Publicado por La Cuna del Sol

domingo, 6 de noviembre de 2022

¿Quién teme a las tropas estadounidenses en Ucrania?

Es casi seguro que la revelación de Washington sobre la presencia de tropas estadounidenses en Ucrania, no ha tomado a Moscú por sorpresa. Es muy poco probable que Rusia reaccione de manera impulsiva.

 

¿QUIÉN TEME A LAS TROPAS
ESTADOUNIDENSES EN UCRANIA?



M. K. Bhadrakumar
Indian Punchline

La Administración Biden, de manera inocua, le ha "notificado" a la opinión mundial que las tropas estadounidenses están efectivamente presentes en suelo ucraniano, en la vecindad inmediata de Rusia. Washington ha realizado un "suave aterrizaje", un alto funcionario del Pentágono, no identificado, hizo la revelación a la Associated Press y al Washington Post.

El funcionario ofreció la ingeniosa explicación de que las tropas estadounidenses "han comenzado a realizar inspecciones in situ para asegurarse" que Ucrania está "rindiendo cuentas adecuadamente" de las armas occidentales que ha recibido. Afirmó que esto formaba parte de una campaña más amplia de Estados Unidos, anunciada la semana pasada por el Departamento de Estado, "destinada a garantizar que las armas suministradas a Ucrania no acaben en manos de las tropas rusas, sus mercenarios u otros grupos extremistas".

En realidad, el presidente Biden, al haber declarado que no desplegaría "tropas" en el territorio de Ucrania bajo ninguna circunstancia, se está tragando sus propias palabras.  Siempre existe el peligro real de que el grupo de estadounidenses de viaje por Ucrania se vea sometido al fuego de las fuerzas rusas. De hecho, el despliegue estadounidense se produce en el contexto de los intensos ataques rusos con misiles y aeronaves no tripuladas que se están produciendo sobre las infraestructuras críticas de Ucrania.

En pocas palabras, consciente o inconscientemente, Estados Unidos está  escalando el conflicto. Hasta ahora, la intervención de Estados Unidos ha consistido en el despliegue de asesores militares en el mando militar ucraniano, el suministro de información de inteligencia en tiempo real, la planificación y ejecución de operaciones contra las fuerzas rusas y la autorización para que mercenarios estadounidenses lleven a cabo los combates, además del suministro constante de armamento por valor de decenas de miles de millones de dólares.

La diferencia cualitativa ahora es que la guerra por delegación puede convertirse en una guerra candente entre la OTAN y Rusia. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, ha declarado recientemente, en una reunión conjunta de los ministerios de Defensa de Rusia y Bielorrusia, que el número de fuerzas de la OTAN en Europa Oriental y Central se ha multiplicado por dos y medio desde febrero y podría aumentar aún más en un futuro próximo.

Shoigu subrayó que Moscú entiende perfectamente que Occidente está llevando a cabo una estrategia concertada para destruir la economía y el potencial militar de Rusia, haciendo imposible que el país lleve a cabo una política exterior independiente.

Señaló que el nuevo concepto estratégico de la OTAN sugería pasar de la contención de Rusia "mediante la presencia permanente" a la creación de "un sistema de defensa colectiva a gran escala en el flanco oriental", con el despliegue de tropas de los miembros no regionales del bloque en los países bálticos y en Europa Oriental y Central, y la formación de nuevos grupos tácticos de batallones multinacionales en Bulgaria, Hungría, Rumanía y Eslovaquia.

Puede que no sea una coincidencia que Washington haya reconocido la presencia de su personal militar en Ucrania, en un momento en el que los rusos han alegado la participación de la inteligencia británica en el reciente acto de sabotaje de los oleoductos Nord Stream, y en los recientes ataques con drones en la base de la Flota rusa del Mar Negro en Sebastopol.

Hay zonas grises, históricamente hablando, en la llamada "relación especial" entre Estados Unidos y el Reino Unido. La crónica de esa relación está repleta de casos en los que el perro pasea al amo en momentos críticos. La cuestión es que, curiosamente, sobre el ataque a Sebastopol, Moscú está señalando con el dedo a los agentes del MI6 más que a Kiev.

Originalmente, el cálculo de EE UU. y el Reino Unido fue empantanar a los rusos en Ucrania, e incitar una insurrección dentro de Rusia que se opusiera a la "guerra de Putin". Pero ha fracasado. EE UU. ve ahora como más de 300 000 exmilitares entrenados de Rusia están siendo desplegados en Ucrania para lanzar una gran ofensiva que ponga fin a la guerra en los próximos 3-4 meses.

Es decir, se está derrumbando el techo de todo el edificio de mentiras y propaganda engañosa que formaba la narrativa occidental sobre Ucrania. La derrota en Ucrania podría tener consecuencias desastrosas para la imagen y la credibilidad de Estados Unidos como superpotencia, no sólo en Europa sino en la escena mundial, podría socavar su liderazgo de la alianza transatlántica e incluso desactivar la OTAN.

Por extraño que parezca, sin embargo, Washington no puede pasar por alto que, incluso en esta coyuntura, Moscú está presionando a Kiev para que reanude el proceso de negociación. Por cierto, en un hecho significativo el martes, Ucrania dio garantías por escrito al centro de coordinación conjunto de Estambul (formado por Turquía, Rusia y la ONU) de que el corredor humanitario y los puertos ucranianos designados para la exportación de productos agrícolas, no serán utilizados para operaciones militares en lo sucesivo contra la Federación Rusa. Kiev aseguró que "el corredor humanitario marítimo sólo se utilizará de acuerdo con las disposiciones de la Iniciativa del Mar Negro y el reglamento correspondiente del CCC".

En retrospectiva, la Administración Biden cometió un terrible error al estimar que la guerra conduciría a un cambio de régimen en Rusia tras el colapso de la economía rusa bajo el peso de las sanciones occidentales. Por el contrario, incluso el FMI admite que la economía rusa se ha estabilizado.

Se espera que la economía rusa registre un crecimiento para el próximo año. La comparación con las economías occidentales, que se hunden en la alta inflación y la recesión, es demasiado evidente como para que el público mundial no la vea.

Basta con decir que Estados Unidos y sus aliados han agotado las sanciones para golpear a Rusia. La dirigencia rusa, por otra parte, se está afianzando al impulsar el cambio hacia un orden mundial multipolar que desafía el dominio mundial ejercido por Estados Unidos.

En esencia, es el propio sistema capitalista el responsable de esta crisis. Actualmente estamos sufriendo los efectos de la crisis más larga y profunda que el sistema ha conocido desde la repartición del mundo que tuvo lugar en la Segunda Guerra Mundial. Las potencias imperialistas se preparan una vez más para la guerra con el fin de repartir el mundo con la esperanza de salir de su crisis, al igual que se prepararon antes de la Segunda Guerra Mundial.

La gran interrogante es cuál va a ser la respuesta de Rusia. Es casi seguro que la revelación de Washington sobre la presencia de tropas estadounidenses en Ucrania, no ha tomado a Moscú por sorpresa. Es muy poco probable que Rusia reaccione de manera impulsiva.

La llamada "contraofensiva" de Ucrania se ha desvanecido. No ha logrado ganancias territoriales ni ningún avance significativo. Sin embargo, los militares ucranianos han sufrido miles de bajas y enormes pérdidas de material militar. Rusia ha logrado el control de la situación y es consciente de ello. A lo largo de toda la línea del frente, es evidente que las fuerzas rusas están tomando la iniciativa. 

Ni Estados Unidos ni sus aliados de la OTAN están en condiciones de librar una guerra continental. Por lo tanto, dependerá enteramente de las tropas estadounidenses que se mueven en las estepas de Ucrania, auditando el armamento de fabricación estadounidense, no meterse en problemas y poder sobrevivir. Quién sabe, el Pentágono puede incluso decidir elaborar un mecanismo de "reducción de riesgos" con Moscú, ¡como en Siria! 

Dicho esto, para ser exactos, desde la perspectiva rusa, la fiscalización del armamento estadounidense en suelo ucraniano puede no ser algo malo en sí. Existe un peligro real de que las armas suministradas por EE UU. lleguen a Europa y, como en la despampanante metáfora utilizada recientemente por Josep Borrell, jefe de la política exterior de la UE.,  conviertan ese hermoso y muy cuidado jardín en una jungla (como Ucrania o Estados Unidos).




Publicado por La Cuna del Sol

jueves, 3 de noviembre de 2022

Qué esperar de Brasil con la victoria de lula

Lula ha indicado que su administración será más centrista. El presidente electo parece estar buscando revivir el pragmatismo que encarnó durante su primer mandato, centrándose en la economía con el tradicional manual social del PT, que buscaría una mejora en las condiciones de desigualdad del pueblo brasileño.

 

QUÉ ESPERAR DE BRASIL
CON LA VICTORIA DE LULA



Misión Verdad

Los resultados electorales en Brasil dieron como victorioso a Lula da Silva, quien asumirá su tercer mandato presidencial con 50,90% de los votos, poco más de 2 millones de votos de ventaja sobre Jair Bolsonaro.

Por el contexto y los actores involucrados, esta es una elección histórica para el país sudamericano. Lula gobernará Brasil desde el próximo 1° de enero de 2023, luego de haber pasado por prisión en una conjura vía lawfare y salir, 580 días después, en libertad para arrancar una carrera política que parecía necesitar respiración artificial, y a la cabeza del Partido de los Trabajadores (PT).

El aún presidente brasileño, al cierre de esta nota, no se ha pronunciado sobre los resultados de este domingo 30 de octubre, si bien sus aliados políticos reconocieron la victoria de su antagonista, lo que le da poco espacio de maniobra para lanzar el anunciado reclamo de fraude, sin basamento real ni comprobable.

Los ojos de todo un continente estaban en el desenlace del sufragio presidencial brasileño porque da un vuelco definitivo al pregonado "segundo ciclo progresista", en un país que ha sufrido una continua crisis económica desde 2015, un golpe parlamentario en 2016 contra Dilma Rousseff (última representante del PT en ejercicios de gobierno), el encarcelamiento leonino de Lula y el auge del bolsonarismo como una opción política estable.

  1. POLARIZACIÓN Y GOBERNABILIDAD

Es cierto que el mapa electoral de este domingo 30 da cuenta de un panorama bastante definido en cuanto a la polarización se refiere. Básicamente, cada bando tiene sus bastiones en términos territoriales: las grandes ciudades apoyan a Bolsonaro (Belo Horizonte, Brasilia, Río de Janeiro), mientras que las vastas poblaciones del agro y el noreste brasileño hacen lo mismo con Lula.

Pero más allá de lo electoral, la polarización es un fenómeno que tiene claras invocaciones políticas y sociales que generan tensiones en y entre los poderes estatales, los grupos políticos y la población activa políticamente, tanto en Brasil como en otros países del mundo.

La composición del Congreso y el Senado se reparte con mayoría dominante por parte del bolsonarismo, representado por el Partido Liberal (PL), por lo que las alianzas serán determinantes para la gobernabilidad de la próxima administración de Lula.

Sin embargo, en el espacio parlamentario existe una representatividad de unos 30 partidos, sumamente fragmentada, que tiene al PL como real contraposición en tanto baluarte político, unificado, lo que jugará en contra del PT y la presidencia de da Silva que cuenta con 10 partidos aliados.

No en balde, el mensaje de Lula fue de reconciliación: "Voy a gobernar para 215 millones de brasileños y no solo para aquellos que votaron por mí", dijo, y remató: "No hay dos Brasiles. Somos un país, un pueblo, una gran nación".

Al tiempo que la mediática hace lo propio, la polarización no parece tener una reducción en su influjo en el futuro próximo, sobre todo en un Brasil donde los medios fungen como actores políticos y el bolsonarismo intentará capitalizar políticamente todo desafío negativo de la nueva administración.

El pragmatismo pudiera llevar a generar alianzas inéditas entre las rendijas de ambos bloques en el Congreso, pues hay grupos dentro de las coaliciones que a partir de enero de 2023 serán opositores y estarían dispuestos a negociar y ser cooptados por una que otra agenda del petismo, por ejemplo, alrededor de la reforma fiscal, la privatización de las empresas estatales y el gasto público.

Pero en el Senado, con la mayoría a favor de la agenda bolsonarista, pudiera impulsarse nuevos procesos de lawfare, sea contra funcionarios del Tribunal Supremo Federal con los que el actual presidente ha tenido enfrentamientos declarativos y judiciales, sea contra los líderes del PT. La historia reciente indica que esta última opción es probable junto con la campaña que se ha entronizado en los últimos años sobre la supuesta "corrupción" aún no demostrada de Lula da Silva durante sus dos periodos de gobierno consecutivos (2003-2011).

  • Por el contrario, Bolsonaro, ya desvestido de la inmunidad presidencial, podría enfrentarse a cargos por investigaciones en la malversación de fondos públicos, el robo de salarios de personal público y mala gestión de la pandemia del covid.

De igual manera, el gobierno petista va a tener que lidiar con estados gobernados por su principal rival político, en especial Sao Paulo (donde también ganó en balotaje Tarcísio de Freitas, exministro de Energía y Minas de Bolsonaro), quizás la entidad federativa más importante del país, por su inmensa capacidad industrial.

Desde que el PT tomó las riendas del gobierno en Brasil a comienzos del siglo XXI, no había habido un contexto como el actual en el que la polarización tuviera una contundencia tan rígida. Si bien la oposición al petismo ha tenido acentos derechistas y conservadores en el pasado, hoy se manifiesta de una manera coherente en el liderazgo de Bolsonaro y demás personalidades alrededor del PL, entre ellos destacadas figuras religiosas (protestantes y sectas afines) y personalidades de redes digitales.

  1. ECONOMÍA Y SOCIEDAD

El legado de Bolsonaro en la presidencia está marcado, sobre todo, por el hecho de que fallecieron más de 700 mil personas en Brasil durante la pandemia del covid, el peligro ambiental en la Amazonía y la miseria multiplicada entre la población.

Al menos 33 millones de ciudadanos brasileños están sumidos en el hambre, una cifra que Lula ha puesto en la mesa en cada debate y promesa electoral. Asimismo, 115 millones de personas luchan contra la "inseguridad alimentaria". Nada menos que 79% de las familias son rehenes de altos niveles de deuda personal.

La economía se ha estado recuperando lentamente de la caída pandémica, basada en el aumento de los precios de las materias primas durante 2022. Pero el historial económico a largo plazo de Brasil, especialmente desde la crisis de 2008, es de desaceleración del crecimiento del PIB y la productividad, aumento de la deuda pública y privada y, sobre todo, de extrema desigualdad en la riqueza y los ingresos.

Para tener una perspectiva: entre 2010 y 2014, Brasil ocupó el séptimo lugar entre las economías más grandes del mundo. En 2020, cayó al puesto 12. En 2021 llegó al puesto 13, según la calificadora de riesgo Austin Rating. La tasa de crecimiento tendencial ha ido cayendo, como bien lo demuestra el economista británico Michael Roberts.

Caída del PIB real de Brasil del año 2000 a 2022 (Foto: Archivo)

El economista marxista brasileño Adalmir Marquetti analiza la razón de por qué durante los gobiernos de Lula hubo un crecimiento tendencial:

"Los gobiernos del PT combinaron elementos del desarrollismo y el neoliberalismo en una construcción contradictoria, organizando una gran coalición política de trabajadores y capitalistas que permitió ampliar el salario real y reducir la pobreza y la desigualdad manteniendo las ganancias de los capitales productivos y financieros. La caída de la rentabilidad después de la crisis de 2008 rompió la coalición de clases construida durante la administración de Lula. El gobierno de Dilma Rousseff adoptó una serie de estímulos fiscales para la acumulación de capital privado con magro crecimiento económico. Después de su reelección, el gobierno implementó un programa de austeridad que resultó en tasas de crecimiento negativas. Con la profundización de la crisis económica y sin apoyo político, Rousseff fue destituida del poder".

La ruptura de la coalición política organizada por el PT y el liderazgo de Lula, cristalizada en el golpe contra Dilma en 2016, fue en parte un producto de esa caída en el crecimiento económico, a su vez consecuencia de la crisis de 2008 y la caída en los precios de las materias primas en la década de 2010. "La caída simultánea de la tasa de ganancia y la rentabilidad financiera fue el principio del fin de la coalición de clases construida por el gobierno de Lula", concluye Marchetti.

Es cierto que ha habido una cierta recuperación económica desde el año pasado en Brasil, pero la inflación creciente (6,85% anual) y las perspectivas económicas del año que viene no parecen favorecer a un contexto de gobernanza por parte de la administración de Lula similar al de sus dos anteriores gobiernos.

Roberts es tajante en cuanto a la prospectiva económica de Brasil:

"El FMI pronostica un crecimiento del PIB real de solo 1% para Brasil el próximo año. Al mismo tiempo, más de la mitad de la población de Brasil permanece por debajo de un ingreso mensual per cápita de R$ 560. Reducir este nivel de pobreza por debajo de 25% requeriría una productividad cuatro veces más rápida que la tasa actual. Y no hay perspectiva de eso bajo el capitalismo en Brasil".

Sin embargo, el presidente electo declaró que, para sus planes de gobierno económico, plantea una nueva relación comercial con potencias del Atlántico Norte como Estados Unidos y la Unión Europea: "No nos interesan los acuerdos comerciales que condenen a nuestro país al eterno papel de exportador de materias primas. (…) Para que dejen de ver a nuestro país como una fuente de lucro inmediato y depredador, y pasen a ser nuestros socios en la recuperación del crecimiento económico, con inclusión social y sostenibilidad ambiental".

Para llevarlo a cabo, Lula ha indicado que su administración será más centrista. El presidente electo parece estar buscando revivir el pragmatismo que encarnó durante su primer mandato, centrándose en la economía con el tradicional manual social del PT, que buscaría una mejora en las condiciones de desigualdad del pueblo brasileño.

  1. BRASIL, EL IMPERIO Y LA MULTIPOLARIDAD

Lula fue uno de los fundadores de los BRICS en 2006 y ya ha manifestado que desea insistir en nuevos relacionamientos multilaterales, como una reforma a la dinámica del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Al mismo tiempo, el próximo gobierno brasileño tiene la intención de "ampliar la cooperación" con Estados Unidos.

Habría que destacar el hecho de que Bolsonaro jugó para el bando estadounidense en las relaciones internacionales hasta que, producto de la guerra en escalada de Washington y la OTAN contra Rusia (y China), se sentó también a participar en los foros geopolíticos y geoeconómicos del bloque multipolar en asunción. De la misma manera, pero arropado por un estilo ya reconocido en el máximo líder del PT, Lula buscaría balancear sus relaciones con uno y otro bloque.

Sin duda, Brasil volverá a enfocarse en sus relaciones con Sudamérica, teniendo en cuenta que sus aliados más cercanos se encuentran en la región y gobiernan en diferentes países, como Argentina, Chile y Colombia, y en menor medida Cuba y Venezuela. Esto inclina mucho más la balanza a una especie de "segundo ciclo progresista" en la región, donde podrían activarse mecanismos de integración sobre todo desde el lado económico, comercial y financiero.

  • Recordemos que Lula está promoviendo la idea de crear una moneda única en América Latina, una que remite al SUCRE, propuesta del presidente Hugo Chávez en el marco de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).

La conexión globalizada entre países ha creado una compleja red de cadenas de suministros donde Brasil es un factor fundamental en este lado del mundo. Reino de materias primas, como productos del petróleo y la agroindustria, este país seguirá fortaleciendo su músculo exportador que tiene a China como principal socio (con 67,9 mil millones de dólares en exportación), muy por delante de Estados Unidos (con 21,9 mil millones de dólares) y Argentina (con 8,57 mil millones de dólares).

Con Bolsonaro estas relaciones tuvieron su cauce regular, sin problemas políticos de ningún tipo, a pesar de las presiones (fallidas) de Washington para que el Palacio de Planalto condenara a Rusia por sus acciones militares en Ucrania. Eso sí, con Donald Trump, la relación de Brasilia con Washington era mucho más fluida por afinidades ideológicas y políticas que con la actual administración demócrata, que saluda con entusiasmo un nuevo gobierno del PT.

Pero con Lula, de acuerdo a lo dicho durante la campaña electoral, habrá un mayor afinque en la participación brasileña en los BRICS (que en 2023 muy probablemente se expandirá con nuevos miembros, tal vez entre ellos Arabia Saudí, Argentina e India) y una profundización en la relación con China, punto crucial de la política exterior del petismo desde el primer gobierno de da Silva.




Publicado por La Cuna del Sol