viernes, 29 de junio de 2012

LA ECONOMÍA DEL ROBO...

“Nosotros, el pueblo” no somos soberanos  y los Estados Unidos de América  no es una nación soberana. El pueblo existe para el bien de la economía del robo, y cuando la nación complete su declive y colapse, nuestros mercaderes y aquellos en la profesión económica que les ayudaron convirtiéndose en cómplices, cargaran con la culpa.


LA ECONOMÍA DEL ROBO


Por Prof. John Kozy
Global Research

La ley que le levanta la cartera al consumidor

Bien, estamos escalando de nuevo el volcán. Aunque físicamente nada ha cambiado, la confianza de los negociantes ha sido sacudida por el intento de los Estados Unidos de hacer que otras naciones paren de comprar petróleo a Irán, en apoyo de Israel que teme que Irán desarrolle armas nucleares. Pero hasta el momento el flujo de petróleo no se ha reducido ni tan solo una gota. Sin embargo, la ley de la oferta y la demanda está siendo invocada anticipadamente en caso se dé una caída en la oferta del crudo y como una excusa para la subida en los precios de la gasolina tanto en los Estados Unidos como en muchas otras partes el mundo. ¡Cuán conveniente!

En un artículo publicado anteriormente con el título, “Los defectos de la oferta y la demanda” se demostraba que la llamada ley no era más que una noción sin soporte que funciona como una práctica de negocios en algunos segmentos de la economía. El artículo demostraba que la “ley” descansa, en lo absoluto, en ningún tipo de datos, como tampoco tiene; ni una gota de soporte empírico. De hecho, la refutación de la “ley” es tan simple que al menos algunos economistas a lo largo de todo el trayecto del capitalismo deben haberse dado cuenta. Sin embargo, los economistas le han dado a la “ley” un lugar prominente en los textos de economía, generación tras generación, como si fuera un edicto divinamente inspirado. ¿Cómo puede alguien entender por qué esto es así? ¿Por qué los economistas persisten en afirmar una noción sin sentido como una ley económica?

Démosle una mirada a lo que en verdad sucede cuando la ley es invocada. Asumamos que la oferta de petróleo (o cualquier otra materia prima) cae. Según la ley, los ofertantes suben el precio. ¿Por qué? Para reducir la demanda, se nos dice. ¿En serio?

Vamos a hablar a cerca de la demanda. En el contexto de la ley de la oferta y la demanda, hay ambigüedad. Digamos que la oferta de agua potable se encoje. ¿Disminuiría el número de personas demandando agua? No, en lo más mínimo. En los Estados Unidos, en donde los medios de transporte alternos al automóvil hacen falta, ¿disminuiría el número de personas necesitadas de gasolina relativo al número de personas anterior al encogimiento de la oferta? Unas cuantas, quizás, pero no muchas. De esta manera, cuando un economista dice que la demanda disminuye al subir los precios, todo lo que ella/él está en verdad diciendo es que unas pocas unidades de la mercancía están siendo compradas. Por lo tanto, la ley entonces significa que cuando los precios suben debido a la caída de la demanda; el precio es incrementado con el objetivo de vender menos unidades de la mercancía en cuestión. ¿Pero por qué querría cualquier vendedor vender menos unidades de una mercancía? Después de todo el negocio de  los vendedores es vender la mercancía  que ofrecen. Por lo tanto esta explicación no tiene ningún sentido.  Los precios  no se incrementan para reducir las ventas. Se aumentan para incrementar las ganancias. Eso es todo lo que hay en ello.

¿Qué función económica tiene entonces la ley de la oferta y la demanda? Al elevarse los precios no se produce una simple gota más de petróleo, por ejemplo. La gasolina disponible es vendida al más alto precio a cualquier comprador hasta que la oferta disponible es agotada. Lo mismo sucederá sin tomar en consideración el precio.  Aquellos que puedan permitirse pagar un precio más alto comprarán todo lo que quieran, aquello que no, compraran menos o desistirán de hacerlo. ¿Qué papel juega la ley en la economía? Simple y sencillamente provee a los ofertantes con la excusa para aumentar los precios y levantarles la cartera del bolsillo a los consumidores.

Tranquilos, dirá seguramente alguien. Precios más altos  crean un incentivo para que entren al mercado nuevos ofertantes. ¡No necesariamente! No si la ley de la oferta y la demanda funciona de verdad.

Observe como rápidamente los ofertantes suben los precios cuando se percibe una reducción en la oferta y como lentamente los precios bajan cuando la oferta se incrementa. Los precios de la gasolina están subiendo diariamente sin que se dé la reducción de tan siquiera una gota de petróleo en el mercado. Observen  cuan lentamente los precios bajan, si acaso sucede. Pero ahora, considere esto. Suponga que un nuevo ofertante empieza a producir petróleo con la esperanza de participar en el mercado y ser parte de las ganancias incrementadas a raíz del aumento en los precios. Si la ley de la oferta y la demanda funciona de verdad, por lo tanto, en el momento en que su oferta adicional de petróleo llega al mercado, el precio tendrá que bajar. ¿No es eso lo que la ley dice? Si ese fuera el caso, elevar los precios no sería un gran incentivo para incrementar las existencias del crudo en el mercado, ¿o sí?

Pero observando uno se da cuenta de que los nuevos productores entran al negocio cuando los  precios suben, incrementándose la oferta. Si, ellos lo hacen, pero únicamente cuando es improbable que el precio se reduzca. La ley se utiliza para proveer a los abastecedores con una excusa para subir los precios pero no tiene ningún efecto en reducirlos.

Cierto, los precios bajan cuando los vendedores tienen más que vender de lo que la gente quiere comprar, pero los precios no bajan solo porque la oferta exceda a la demanda, bajan porque los vendedores  quieren vender lo que tienen. Después de todo, las mercancías pueden ser fácilmente almacenadas, por lo que, la ley de la oferta y la demanda no tienen que ver nada con esto. Es un hecho, la ley no tiene que ver en nada.

Sin embargo, la ley de la oferta y la demanda es importante en términos de la economía clásica. Ejemplifica  la naturaleza de esta economía la cual existe con el mero propósito de enriquecer a los vendedores a expensas de los consumidores. La ley de la oferta y la demanda demuestra que los economistas que siguen la corriente dominante, no solo aprueban esta economía del robo, sino que, la estiman.

Bernie Sanders (congresista demócrata) afirma: “Olviden lo que ustedes hayan escuchado de la ley de la oferta y la demanda. Los precios del petróleo y del gas apenas tienen que ver con los fundamentos económicos… las existencias de petróleo y gasolina son más altas hoy en día de lo que eran hace tres años cuando el precio promedio nacional de un galón de gasolina era de $1.90.  Mientras tanto la demanda de petróleo en los Estados Unidos está en su nivel más bajo desde abril 1997.

¿Son los grandes productores de petróleo los culpables? Parcialmente. Las grandes compañías del petróleo les han estado sacando los ojos a los consumidores por años. Durante la última década ellos han hecho casi un trillón de dólares en ganancias…

Pero existe otra razón para la incontrolable subida en los precios de la gasolina. El culpable es Wall Street. Los especuladores están amasando enormes ganancias al especular en el mercado, escasamente regulado, del gas y el petróleo…

Así que, mientras los especuladores hacen su juego, millones de estadounidenses están pagando lo que equivale a un impuesto a favor de los especuladores (speculators tax) que alimenta la ambición desmedida de Wall Street. Si, la ambición es la culpable,  pero la ambición es posible, tan solo y debido  a las prácticas económicas que nuestros economistas ensalzan. La ambición no solo vacía los bolsillos de la gente sino que también pone en peligro la economía y la seguridad de la nación. Wall Street, conjuntamente con estas prácticas económicas, concluyentemente prueba las palabras de Jefferson: “Los mercaderes no tienen patria. El lugar donde actúan no constituye un vínculo. Sólo les interesa la ganancia".  ¿Cuándo aprenderemos? 

Los republicanos han afirmado por generaciones que; “los negocios de América son los negocios". Pero si los mercaderes no tienen patria, una nación cuyos negocios son los negocios, es una nación gobernada por aquellos sin ninguna lealtad hacia ella. Una idea más estúpida no podría ser encontrada.

“Nosotros, el pueblo” no somos soberanos  y los Estados Unidos de América  no es una nación soberana. El pueblo existe para el bien de la economía del robo, y cuando la nación complete su declive y colapse, nuestros mercaderes y aquellos en la profesión económica que les ayudaron convirtiéndose en cómplices, cargaran con la culpa.




Traducido del inglés por Marvin Najarro


John Kozy es un profesor en retiro de filosofía y lógica, quien además escribe sobre temas políticos, sociales y económicos. Después de haber servido en el ejército de EE.UU. durante la guerra de Corea, se desempeñó como  profesor universitario por 20 años y como escritor por igual número años. Comercialmente ha publicado un libro de texto sobre lógica formal, en diarios académicos y en un pequeño número de revistas comerciales y como columnista invitado ha escrito editoriales en varios periódicos.





jueves, 28 de junio de 2012

LA CAUSA Y EL MOTIVO…




INTRODUCCIÓN

Cuando se emiten  opiniones en el traicionero terreno de la política se debe tener mucho cuidado, es como andar pisando muy cerca de las arenas movedizas, un descuido o el desconocimiento de su existencia y uno termina hundido hasta el cuello. Cuando en este espacio, el día domingo 24 de junio  hicimos pública nuestra opinión http://lacunadelsol-indigo.blogspot.com/2012/06/las-necesarias-e-innecesarias.html a cerca de los acontecimientos políticos en Paraguay que culminaron con el golpe  de Estado “soft” en contra del presidente democráticamente elegido, Fernando Lugo, nos basamos en el inconsistente accionar político de Lugo como presidente, desde el inicio de su gestión hasta el día de su defenestración del cargo por parte del reaccionario congreso paraguayo. De ninguna manera, abierta o tácitamente, apoyamos la conspiración política en contra de Lugo, pues por principio nos oponemos a toda maniobra, venga de donde venga, que intente romper el orden democrático producto de la voluntad popular. Él habernos enfocado mayormente en Lugo y su posición de sumisión a los intereses de la oligarquía paraguaya, olvidando o relegando a aquellos movimientos sociales de izquierda que lo llevaron al poder, nos pareció como uno de los motivos que provocaron su caída. A este respecto, Atilio Boron, el politólogo argentino, remarca: (…) Pero él no entendió el [escenario] como debió haber sido. (…) A lo largo de todo su mandato el cedió múltiples concesiones a la derecha, ignorando el hecho de que no importaba cuanto él les favoreciera, ellos nunca iban a aceptar su presidencia como legítima. Gestos conciliatorios, de concesión, envalentonan a la derecha en vez de apaciguarla. Las causas tienen raíces mucho más profundas en un sistema político y económico dependiente y sujeto a los intereses y ordenanzas del gran poder global.  A Lugo y su grupo de asesores no les queda más que reconocer el grave error que cometieron que, como dice nuevamente Boron (…) es un error creer que un gobierno tímidamente progresista, como fue el de Lugo, pudiera prosperar transigiendo con los intereses oligárquicos e imperiales, sin articular a los movimientos sociales y a los partidos de izquierda. Marvin Najarro.







LA CAUSA Y EL MOTIVO
DE LA CAÍDA DE FERNANDO LUGO



Por Luciano Castro Barillas

Ninguna persona que se diga democrática podría, jamás, estar de acuerdo o respaldar el rompimiento de órdenes democráticos en ninguna parte del mundo y bajo ninguna circunstancia. No obstante, todos los hechos de los seres humanos tienen una u otra explicación. No se trata de ser espontáneos, emotivos, sino de ser racionales. La pasión política no necesariamente debe impulsar la acción y la posición política, sino los principios. Debe, pues, haber coherencia entre lo que se dice y hace. Y los latinoamericanos estamos, indudablemente, hastiados de la colusión histórica del imperialismo y las oligarquías conservadoras, sin embargo, el que las clases poseedoras sigan teniendo vigor y reflejo político es responsabilidad en muchos casos de nosotros los progres, los demo y los revolucionarios. Hemos sido incapaces de cohesionarnos, de integrarnos; de entender que ahora y siempre el factor estratégico del triunfo es la unidad. Pero resulta que esa palabra añeja y recurrente en el lenguaje ritual de todos los políticos adolece de claras líneas visuales a la hora de su práctica. El personalismo, el individualismo, el sectarismo o el docilismo ocupa con facilidad el primer lugar, como el burro de Ayarza, que sólo él quería ser. Insisto, los principios son principios y funcionan de manera inalterable, con su propia lógica, con propia realidad, con sus propios pasos históricos, sociales y políticos, independiente de nuestros deseos y caprichos. Los hechos políticos como los personales deben entenderse y situarse en su justa dimensión, porque si los fundamentalismos árabes los vemos como aberrantes, también es aberrante emprender defensas oficiosas, por algo que no se puede defender porque, sencillamente, es indefendible. ¿Qué existió una confabulación contra Lugo de parte de los partidos Colorado y Liberal? Sin ninguna duda así lo es. ¿Qué crea precedentes nefastos para el amplio movimiento de izquierda latinoamericano? No cabe la menor duda que así es. Pero más que agilidad para sancionar un hecho político irreprochable y que por el momento es irreversible, sin remedio, debemos detenernos en analizar las causas y los motivos de una acción política, no con el propósito de buscar elementos de culpabilidad sino de comprensión.  El motivo de la caída de Lugo los incidentes mortales de campesinos y policías. Ese fue el pretexto. Pero la causa es más profunda y no tan superficial como el motivo. La causa de su caída se vino fraguando desde el momento mismo de su toma de posesión como presidente de Paraguay. No supo dirigir la simpatía histórica por el cambio que le confirió el pueblo paraguayo al romper el monopolio de 60 años del Partido Colorado. Y ese trabajo de base o masas se reflejó en las raquíticas movilizaciones de los sectores populares en contra del golpe, por una sencilla razón: fue errático y timorato en su accionar político. No pudo cumplir un mínimo de sus promesas. Pai Oliva, sacerdote paraguayo y dirigente social lo dice: (…) Lugo fue flojo en la promoción de la Reforma Agraria; el pueblo, el campesinado, la pedían con más fuerza, pero Lugo no se atrevió a materializarla… la gestión de Lugo tuvo buenas intenciones, aunque bastante ineficiente. Su caída no es un fruto coyuntural, la empezó a edificar desde abril, en el 2008, cuando tomó posesión de su cargo. Todo lo que después hizo la oligarquía, como el juicio político que lo defenestró en 24 horas de manera ilegal al no observar el debido proceso en el caso de la defensa, tenía que ser el resultado de la debilidad institucional y la pérdida de prestigio de Fernando Lugo. La causa real de su destitución fue la falta de carácter y templanza política, sus alianzas pegadas con saliva, el descuido del apoyo popular e indudablemente sus errores privados. Digo, y no sé si me equivoco, si se tiene temor de enfrentar al imperialismo y a las oligarquías, bueno, entonces no hay que hacer promesas, no hay que crear falsas expectativas y no hay que andar ocupando cargos que queden demasiado grandes.










Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.

miércoles, 27 de junio de 2012

LA PALMA AFRICANA Y LA DEGRADACIÓN DEL INDÍGENA…

INTRODUCCIÓN

La descripción de la despiadada e inhumana explotación de los campesinos del Petén y del valle del Polochic tiene un nombre concreto: la familia Widmann y la Berger, ambas emparentadas y coludidas en sus acciones expoliadoras y explotadoras. Este ex presidente de la Gran Alianza Nacional, GANA, partido ultraconservador; durante sus cuatro años en el poder aprovechó esta circunstancia para impulsar a un ritmo frenético el despojo de las tierras indígenas en absoluta impunidad e incontenible voracidad. La sed internacional de bíocombustibles degrada los campos de Guatemala y agota el agua, pues su ritmo de crecimiento en la plantación de la palma africana pasó en menos de 24 meses de 31 mil a 90 mil hectáreas, con ganancias netas de 125 mil millones de dólares.  Sin embargo, el despojo de la tierra indígena no es nada nuevo. Primero lo hicieron los españoles con la encomienda, las mercedes reales, el repartimiento y el censo enfitéutico. Ya en la época independiente, en 1931,  Mariano Gálvez, hizo la primera reforma liberal decomisando las tierras realengas (o sea las que pertenecían al rey de España pero que no habían sido asignadas por el monarca a ninguna persona y de las cuales no se podía hacer uso por constituía un delito), pero no para dárselas a los mestizos ni mucho menos a los indígenas. Esas tierras estaban destinadas para los criollos o españoles peninsulares que llegan recomendados. Luego la segunda reforma liberal, de 1871,  de Justo Rufino Barrios; decomisó otra enorme cantidad de tierras vía confiscación: las grandes haciendas de la Iglesia, la nacionalización de las tierras indígenas que el decretó como baldías y la supresión del censo enfitéutico para darle estas propiedades a sus incondicionales y serviles y estimular a los migrantes alemanes. Por ello lo que pasa a los campesinos indígenas del Petén y Alta Verapaz es una variación del mismo tema: los expoliadores son los mismos (los Widmann descendientes de alemanes) y los Berger que al principio del siglo XX llegaron de Bélgica como dependientes de tienda y como criados de los Arzú. De allí la razón del odio y envidia de Oscar Berger  para con Alvaro Arzú: los Berger fueron los limpiabotas de los Arzú, familia de vieja prosapia encomendera. Luciano Castro Barillas.


LA PROSPERIDAD DE LA PALMA AFRICANA Y
LA DEGRDACIÓN DEL INDÍGENA COMO EN EL SIGLO XVI


Por Ollantay Itzamná
Guatemala, 2 de junio, 2012


Según los últimos informes oficiales, Guatemala se constituye en una referencia mundial en la producción de aceite de palma por hectárea cultivada. En el mundo, el promedio es de 3.2 toneladas métricas por hectárea, mientras que en Guatemala se saca 5 toneladas de una hectárea. Esta “eficiencia” agroindustrial estimula a que cada año se amplíe en 8 mil hectáreas las fronteras de las plantaciones de la palma africana en el país. Pasando de 31 mil hectáreas en el 2003, a 90 mil hectáreas para el 2010, generando un negocio de 125 mil millones de dólares por la exportación, y 17 mil fuentes de empleo. Los promotores de la palma africana prevén que cerca de 700 mil hectáreas de tierras de cultivo de Guatemala tendrían vocación para este cultivo. Pero callan sobre los costos socioambientales de este monocultivo. Las comunidades indígenas y campesinas son despojadas de sus tierras y fuentes de agua para ser convertidos en peones sobreexplotados. Las fuentes de agua se secan. La tierra se vuelve estéril (se requiere un cuarto de siglo para su regeneración). Se aniquilan los ecosistemas y desaparece la biodiversidad. La milpa y los frijolares desaparecen en un país que ya subsiste a las puertas de la hambruna.

Siglo XVI, el trabajo indígena y la economía colonial

En el siglo XVI, cuando la Corona Española, a petición de los misioneros, estableció las reducciones de indios “para preservar a éstos de los abusos de los invasores, y evangelizarlos”, las comunidades indígenas mayas ingenuamente cooperaron en la construcción de los más de 700 pueblos indios (unidades territoriales bajo la jurisdicción del encomendero, vigilado por el doctrinero del lugar). Pero este mecanismo sólo sirvió para asegurar la mano de obra esclava de los indígenas, la servidumbre en las haciendas y los conventos y para recaudar con facilidad el tributo real (cada indio pagaba 2 pesos, y las indias, un tostón (0.50) anuales. En la medida que los indígenas se acumulaban en los pueblos de indios, los territorios que abandonaban eran distribuidos entre los invasores. Así, los indígenas eran convertidos en “pobres sin tierra” en sus propias tierras y estaban obligados legalmente a salir a trabajar humillados en las haciendas aledañas. A este sistema de distribución de indios labradores se denominó repartimiento. ¿Cree Ud. que este sistema desapareció con la República?

Testimonios escritos como los de fray Miguel Agia (siglo XVII) describen lo indescriptible del sistema de explotación de aquel entonces. Todos los domingos, los indios mayores de edad, eran reunidos en las plazas para ser repartidos bajo lista e ir a trabajar por una semana al mes en las diferentes haciendas. Salían en fila los domingos (mientras otros retornaban) bajo la vigilancia de los caporales, cargando consigo sus comidas e instrumentos de trabajo. De lunes a sábado tenían que cumplir con las tareas agrícolas asignadas, cuyas extensiones variaban de acuerdo a la emoción del patrón.

Para garantizar los 2 pesos (16 reales en los bolsillos de los indios) para el tributo real, la ley establecía el pago de un real por la jordana de trabajo en el sistema del repartimiento. Pero casi ningún indígena sacaba los 4 reales a la semana (2 días caminaban para llegar y volver de las haciendas, 4 días trabajaban, y el séptimo debían acudir a la Iglesia para su adoctrinamiento).

En el siglo XVII, en Guatemala, con un real se podía comprar la mitad de una gallina, o un cuartillo de miel, o un cuarto de fanega de maíz. Pero, casi siempre sucedía que los hacendados jamás pagaban lo establecido, mucho menos a tiempo. Si se enfermaban o reaccionaban a los abusos de los capataces, se los despachaba sin pago alguno. Además, los pagos, de realizarlos, se hacían muchas veces en especie o simplemente eran obligados, bajo violencia, a comprar mercancías innecesarias para ellos. Como, por ejemplo, medias de seda para indígenas que desconocían los zapatos.

Este sistemático despojo y humillación material y espiritual, obligó a los indígenas a huir de los pueblos indios hacia las montañas y establecerse escondidos en las montañas (paujiles, los denominaban). Pero, igual los alcanzaba la mano del doctrinero, preocupado por la salvación de las almas y los restituía en los pueblos indios. A nadie convenía un indio libre, pero tampoco muerto. Se los requería para exprimirlos en sus propias tierras, con trabajo forzado y tributos. El indio era el complemento de las tierras usurpadas. La fuerza del indio era el combustible que movía los engranajes de la maquinaria de la economía colonial.

En pleno siglo XXI, cuando uno ve y escucha los testimonios de los trabajadores de las “pujantes” agroindustrias en Guatemala, no sólo le invade a uno la indignación, sino que con amargura y vergüenza se confirma que para los gobernantes y empresarios, los indígenas mayas siguen siendo el combustible necesario para mover la “pujante” economía neoliberal. Aquí, no sólo se evidencia que jamás hubo independencia, Estado, mucho menos, liberación para los indígenas, sino que la postura filosófica de Sepúlveda (siglo XVI), sobre la condición no humana del indígena, sigue vigente en Guatemala. De esta manera, el Estado mestizo se confabula con los agroindustriales para exprimir no sólo las tierras sino también a sus habitantes para producir agrocombustible. Igual o peor que hace 5 siglos atrás.

El indígena combustible para el agrocombustible del siglo XXI

Conozcamos el costo social sobre el que se sostiene este frenético y “próspero” negocio inhumano de la palma africana en las palabras de un trabajador indígena q’echí, de la empresa palmera Nacional Industrial Sociedad Anónima (NAISA).

Él es Vicente Saquic Coch, q’echí hablante. Quien en el marco de una capacitación comunitaria de CODECA (Comité de Campesinos), en la comunidad de Nueva Esperanza, Municipio de Sayaxché, departamento de Petén, nos concedió una entrevista con traductor. 

Ollantay (O) ¿Cómo se llama Ud., dónde y en qué condiciones trabaja? 

Vicente Saquic (VS). Soy Vicente Saquic Coch, del caserío Semoxan, municipio de Sayaxché. Tengo 35 años y 6 hijos. Soy trabajador de la empresa NAISA. Trabajo como peón, y me pagan 0.50 quetzales por chapear (limpiar con machete) una mata (extensión de 4 metros cuadrados). Por quincena a veces sacamos 650 quetzales. Por día, a veces nos pagan hasta 50 quetzales si sacamos la tarea, pero debemos trabajar sin levantar la cabeza. Los caporales no nos dejan descansar. Comenzamos a trabajar desde las 6 de la mañana hasta las 2 de la tarde sin descansar. Si no sacamos la tarea completa que el caporal nos deja, no nos pagan completo el día. La tarea consta de 150 a 180 matas de palma, dependiendo del ánimo del caporal. Si no logramos con las tareas se nos descuenta el jornal. Si nos enfermamos o nos cortamos con el machete, o nos sucede algo, los caporales simplemente nos mandan para la casa. No nos dan ningún medicamento, ni nos reconocen la jornada. El salario que nos pagan no alcanza para nada, pero no hallamos hacer otra cosa. Tengo que mantener 6 hijos. Ya hicimos tres huelgas solicitando el aumento de salario, transporte en camionetas (buses), medicinas. Ahorita nos trasladan en camiones. Como ver ganados nos tienen, jalados en los camiones. A veces, salimos cansados en el trabajo más el camión nos viene rebasando en el camino. 

O. ¿A qué hora sale de su casa y cuántos trabajadores son en la empresa?

VS. El camión pasa a recogerme a las 4 de la madrugada. A otros que viven más lejos los recogen a las 3 o 2 de la madrugada. Somos como 2000 trabajadores aproximadamente en la empresa NAISA. Cada quien lleva su comida y sus herramientas de trabajo. La empresa no nos da comida. No hay descanso. Comemos al terminar la jornada (frijoles con tortillas). Luego viajamos de retorno otras tres a dos horas en camiones. Una vez que llegamos a la casa, sino tenemos leña vamos a jalar leña o maíz, lo que haga falta. Todos los días trabajo en la empresa. Para sembrar maíz y frijol dedicamos uno o dos días, o los domingos.

O. ¿Conoce Ud. al dueño de la empresa y sabe qué hacen con la palma y dónde lo venden?

VS. No conocemos al dueño de la empresa. Sólo conocemos a los caporales. La única vez que vimos al mero dueño fue en Flores. Sólo lo vimos una vez en una reunión. No sabemos, no estamos enterados para qué lo producen, dónde se vende. Sólo trabajamos por trabajar. La verdad que ciertamente nosotros sabíamos que antes estas tierras eran de nuestros abuelos, donde sembraban maíz y frijol. Ahora, se cultiva sólo palma. Ahorita estamos en oscuros, sin luz, sin saber a dónde va la palma y para qué sirve.

O. ¿Qué siente Ud. al ver que, al igual que vuestros abuelos, Uds. son explotados en sus propias tierras?

VS. Siento que nos están matando. En aquel tiempo nuestros abuelos trabajaban en la finca, bajo órdenes del patrón. Ahora es igual o peor. Yo logro ayudarme un poquito porque aún tengo mi parcelita donde siembro milpa. Esas tierras grandes que tienen las empresas son tierras de los mismos campesinos que vendieron sus tierras a los finqueros, ahora esa misma gente están trabajando como peones comprando maíz y frijoles para comer.

O. ¿Quiénes y de dónde provienen los caporales? 

VS. Los caporales vienen de nuestras mismas comunidades. Son nuestros vecinos. Ellos fueron contratados porque tienen estudios y hablan castilla un poquito más que nosotros. Los caporales nos distribuyen las tareas por día a los trabajadores. A veces, por caerle mal a la gente, hacen solitos sus leyes, son abusivos, nos dan una terea más grande de lo que indica el patrón. Los supervisores vienen de Cobán. Existen como 40 o 50 caporales en la empresa. Un caporal controla como a 40 peones. Sobre ellos cae el supervisor técnico.

O. ¿Qué esperanzas tienen vuestros hijos en estas condiciones de vida?

VS. La gente va quedándose sin tierra cada día que pasa, y las empresas adquieren más tierras. La verdad, nosotros ya nos estamos dando cuenta de que estas empresas ya nos van a sacar de nuestro departamento. Ya se están haciendo dueño del departamento. Incluso ya tienen comprado casi la mitad de nuestro departamento Petén. Las pocas milpas que tenemos los tienen rodeados con palma. En el caso del Municipio de Sayaxché, casi todo el territorio del municipio ya tienen comprado. Los ganaderos, otros grandes billetudos, se están apropiándose de nuestras tierras. La verdad que esto nos molesta mucho. Ya no hallamos qué hacer en nuestra vida. Creo que hoy no nos queda de otro que luchar y salir para adelante. Las leyes dicen que tenemos derechos, pero aquí no hay derechos para nosotros.

No hay futuro para nuestros hijos. Lo único que nos queda es darle estudios. Ahorita ellos están creciendo. En unos diez años no sabemos. Si Dios nos presta la vida podremos verlos. Si no, pues, sólo Dios sabrá.






Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.

lunes, 25 de junio de 2012

EL GRAN HIPÓCRITA...


INTRODUCCIÓN…

El día de hoy, The One, como lo denominó su famosa amiga, Oprah, la millonaria filantropista del  show televisivo, recibió tremenda paliza a manos de uno de los jueces más reaccionarios de la actual Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. El Juez Antonin Scalia en una punzante crítica, al disentir del veredicto final de la Corte Suprema, que de paso, dejo sin efecto la mayoría de las provisiones de la ley anti – inmigrante del estado de Arizona, criticó  el anuncio hecho por Obama a principios de este mes de que detendría la deportación de jóvenes inmigrantes ilegales y sugirió que el gobierno federal no quiere poner en práctica sus leyes relacionadas con la inmigración ilegal. “El presidente dijo en una conferencia de prensa que el nuevo programa  es ‘lo correcto de hacer’ en vista de que el congreso ha fallado en aprobar la propuesta de la administración de revisar el Acta de Inmigración,” Scalia, nominado por Reagan, escribió en su disensión de 22 páginas. “Quizás sea así, aunque Arizona no lo cree de esa manera. Pero afirmar, como lo hace la corte, que Arizona contradice la ley federal  al hacer que se apliquen las disposiciones legales del Acta de Inmigración que el presidente declina poner en práctica, hace que uno se quede pasmado.”  En otro de los párrafos de su disensión, Scalia escribió: “Arizona soporta la carga de los problemas de la inmigración ilegal del país. Sus ciudadanos se siente bajo sitio por el gran número de inmigrantes ilegales que han invadido sus propiedades, agotan los servicios sociales e inclusive ponen sus vidas en peligro. Los oficiales federales han sido incapaces de remediar el problema y de hecho recientemente ha demostrado que no tienen la voluntad de hacerlo. Miles de los que se estiman son unos 400,000 inmigrantes ilegales – incluyendo no solo niños, sino, hombres y mujeres menores de 30 años – están ahora a salvo de la aplicación de la ley, y estarán en condiciones de competir abiertamente por empleos con los ciudadanos de Arizona”.  Estas son las palabras del honorable Juez de la Corte Sprema, Antonin Scalia. Obama no ha dicho semejantes cosas pero sus acciones lo hacen mucho más dañino que el anterior. Marvin Najarro.


EL GRAN HIPÓCRITA LE AVIENTA

UN HUESO A SU BASE



Por Mike Whitney

Entre todos los presidentes en la historia de Estados Unidos, Barack Obama ostenta el peor record en inmigración. Ningún otro presidente  se le compara. Durante los últimos tres años y medio, Obama ha atrapado, detenido y deportado más de 1.2 millones de inmigrantes, aproximadamente 400,000 por año. Eso es más del doble el número de deportaciones efectuadas bajo la administración de su predecesor, George W. Bush, en el mismo periodo de tiempo. Además, Obama puso en marcha el controversial programa conocido como Comunidades Seguras, el cual emplea a los departamentos locales de policía para colectar las huellas digitales para que luego las victimas puedan más fácilmente ser vigiladas, acosadas, detenidas, abusadas y deportadas por los brutos de la Gestapo en el Departamento de Inmigración y Aduanas (ICE). Obama tiene la intención de hacer el programa obligatorio para el 2013.

Ahora, después de aproximadamente 4 años de aterrorizar a la comunidad inmigrante, Obama ha ablandado su posición con el propósito de ganar de nuevo el 60% de los latino que votaron por él en el 2008, pero quienes ya no confían en él o aprueban sus políticas reaccionarias. Hace unos días, en un acto de cínica propaganda política  claramente dirigida a ganar votos, Obama ordenó al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) parar las deportaciones de inmigrantes menores de 30 años que ingresaron a los Estados Unidos antes de cumplir los 16 años de edad. Y, quienes no representen un riesgo para la seguridad nacional o para el bienestar público y reúnan las condiciones necesarias serán considerados dentro de las medidas que los libraran el ser removidos del país o de entrar en procedimientos de remoción.

El viraje en la política de Obama hacia la inmigración, fue con la intención de aventarles un hueso a sus constituyentes liberales, mientras que pone a los republicanos a la defensiva en un tema que divide profundamente a la base militante del partido. (56% de posibles votantes republicanos se oponen a la decisión, aunque el partido desesperadamente necesita el voto hispano para ganar las elecciones del 2012) Sin explicar cómo la nueva política encaja con tres años y medio de represión de Estado y, de encarcelamiento arbitrario. Alegremente Obama dijo que había cambiado de política porque, “es lo más correcto de hacer,” creando la falsa ilusión, de que la decisión fue basada en convicciones profundas, en vez de oportunismo político.

Para muchos la actuación de Obama es reminiscente  a su reciente cambio de opinión en el asunto de la igualdad en el matrimonio. De nuevo, Obama aseguró haber visto repentinamente, como en el “camino a Damasco,” la luz que le hizo darse cuenta que había estado equivocado en no defender el matrimonio gay. Matt Stroller, del Instituto Roosevelt nos provee con un poco de información sobre este punto. Esto es algo de una reciente publicación en nakedcapitalism.com: “Previo a manifestar su apoyo por el matrimonio gay, Obama se echó atrás sobre una orden ejecutiva que prohibía la discriminación entre contratistas del gobierno. El prometió firmar la orden que, luego después  no cumplió en hacerlo. Esto causó un tremendo malestar entre los billonarios gay que empezaron a parar sus donaciones para la campaña reeleccionista de Obama. Y puesto que Obama necesitaba el dinero de ellos para compensar por la falta de entusiasmo generada por su campaña entre sus donantes en Wall Street y entre aquellos  que contribuyen con pequeñas donaciones, el decidió actuar. Tibiamente anunció su apoyo personal al matrimonio gay, sin el correspondiente apoyo legal o político. Esto no es poca cosa; el presidente acarrea peso moral. Pero sucedió porque él necesitaba el dinero.”

Según el periodista Joseph Kishore, en la decisión de Obama hubo un elemento de craso cálculo financiero. El martes, envió un mensaje a quienes le apoyan destacando su nueva posición con relación al matrimonio gay, solicitando dinero. De acuerdo al Washington Post, la campaña recibió en respuesta una masiva oleada en contribuciones.

El jueves por la noche, Obama estuvo en Hollywood, en casa del actor George Clooney para una recaudación de dinero en la cual se esperaba recaudar la suma record de 15 millones de dólares en un solo día.

Prensa Asociada comentó: Hollywood es la casa  de algunos de los más destacados partidarios del matrimonio gay, y los 150 donantes que pagaran $40,000 para atender al cena de Clooney el jueves por la noche, sin duda se sentirán revigorizados por el histórico anuncio del día anterior.”

El repentino cambio de actitud de Obama resulto ser del todo exacto, de otra manera él no podría haber rastrillado en esa enorme montaña de dinero de Hollywood. Pero luego, esto resulta ser más de lo mismo de Obama, el fariseo en jefe. Uno puede solamente preguntarse si su apoyo al matrimonio gay y a la reforma migratoria, se desvanecerá repentinamente el instante que la última boleta sea contada en noviembre, como sucedió  con muchas de sus promesas a sus leales electores.

Las nuevas directivas presidenciales de Obama no acarrean el peso de la ley y pueden ser repelidas en cualquier momento. De hecho, podría ser solo una trampa para hacer que los inmigrantes indocumentados se registren (como tienen que hacerlo) con el Departamento de Seguridad Nacional, haciéndolo más fácil para el ICE  atraparlos, cuando ellos así lo consideren conveniente. Es un falso arreglo que no provee una vía para la ciudadanía y ninguna garantía  de que no serán acosados o encarcelados en el futuro. Y esto es lo que precisamente quiere Obama, un programa que aparenta un cambio de política, cuando en realidad la misma permanece igual.

El equipo de Obama se mofa de la idea de que el presidente prometiera detener las deportaciones por pura ganancia política, pero los hechos sugieren lo contrario. Denle una mirada a este extracto de un artículo publicado en el New York Times hace unos pocos días: “La Casa Blanca está tan convencida de la centralidad de los Hispanos para las actuales elecciones y sus secuelas  que (David, consejero de la Casa Blanca) Plouffe me dijo que él ha estado preparándose para una avalancha de anuncios de un grupo pro-Romney, atacando a Obama sobre inmigración desde la izquierda, argumentando que las políticas de Obama sobre deportaciones y seguridad en la frontera han sido demasiado Draconianas.”

Eso es correcto, a la Casa Blanca le preocupa que los votantes latinos piensen que las políticas sobre inmigración de Obama (redadas, encarcelamientos y deportaciones) son más punitivas e injustas que la del Partido Republicano. Y lo han sido. Obama ha estado capturando un  número record  de hombres trabajadores, mujeres y niños, echándolos dentro de los gulags federales en donde son separados de sus  familiares, abusados y muchas veces, violados. (chequear - ”How Much Sexual Abuse Gets “Lost in Detention?”, PBS Frontline or “New Prison Rape Rules Don’t yet cover Immigrant Detention sites”, PBS Frontline) En pocas palabras: No existe protección legal para estas personas. Una vez ellas son arrestadas, son despachadas a los sitios negros del gobierno federal donde todo puede suceder. Obama sabe esto y sin embargo, con su bendición, las mismas políticas persisten.

Democracy Now, dice lo siguiente: “Un nuevo reporte permite dar una mirada a las condiciones de miles de niños nacidos en los Estados Unidos, quienes están siendo enviados a centros de acogida temporal cuando sus padres sin documentación legal son detenidos o deportados. La investigación del Applied Research Center, “Familias Deshechas: La Peligrosa Intersección de la Ley de Inmigración y el Sistema de Bienestar Infantil, “encuentra que hay al menos 5,100 niños actualmente viviendo en guarderías  a quienes se les evita reunirse con  sus padres que están detenidos o han sido deportados. De no cambiar nada, los investigadores encontraron que unos 15,000 niños más podrían terminar en guarderías en los próximos cinco años.

¿Lindo, eh? No exactamente lo que usted esperaría del sensiblero presidente, ¿no es así? Tengan en mente, que este reporte – el cual muestra que 46,000 padres que vinieron a  los Estados en busca de un maldito trabajo han sido forzosamente separados de sus hijos – fue publicado en el 2011. El hecho de que muchos niños estuvieran sufriendo a causa de sus políticas no hizo que Obama las repensara. Lo que cambio su mente, fue la elección y la posibilidad de que Mitt Romney pueda capturar un mayor porcentaje del voto Latino. Eso fue lo que motivo este sorprendente cambio de actitud.

Era inevitable que Obama trataría de reconectarse con su base después de tres años de desilusiones y promesas incumplidas, ¿pero acaso piensa que puede conseguir su apoyo con estos patéticos intentos de lucir progresista?



Traducción : La Cuna del Sol



Publicado por Marvin Najarro
CT., USA. 

domingo, 24 de junio de 2012

LAS NECESARIAS E INNECESARIAS…




INTRODUCCIÓN


Lugo, el hombre que hace tan solo unas horas fue echado patitas a la calle, confiando quizás en que al someterse a esa modalidad del poder inventado en Estados Unidos en los años 1990 y que han dado por llamarle “soft power", él iba a ganar la confianza de la rancia oligarquía del Paraguay comandada por un tal Riquelme, uno de los mayores latifundistas de ese país. No fue así, a pesar de que Lugo desde un principio, traicionando la voluntad democrática de los sectores más empobrecidos que lo habían llevado al poder, inmediatamente se puso al servicio de los sectores política y económicamente más pudientes del Paraguay. Haciendo memoria de la actuación del ex presidente Lugo, Alba TV. comentó lo siguiente: (…) cuando necesitaba llegar al gobierno, el ex sacerdote Lugo rogaba por los votos campesinos, y como suelen hacer los politiqueros, prometió de todo: que reforma agraria, que viviendas dignas, que salud y educación para los hijos de los más humildes. Luego, una vez instalado en el sillón, priorizó las relaciones con la derecha, con los empresarios sojeros, con el latifundio descarado que hace que sólo diez familias concentren en sus manos el 90% de las tierras del Paraguay. Para darle protección a sus socios, el "progresista" gobierno paraguayo implementó medidas represivas, promulgó la ley antiterrorista y dio, en varias ocasiones anteriores a esta última masacre de Caraguatí, luz verde a los mandos militares para que repartieran terror entre el campesinado del norte y de las zonas fronterizas con Brasil. Entre otras de las inconsecuencias y metidas de pata de Lugo está el haber firmado, a los pocos días de asumir la presidencia, un acuerdo policial con Colombia, mediante el cual los sicarios del niño bonito de Washington, el “democrático” Uribe, adiestrarían  a las fuerzas de seguridad paraguayas para llenar a tiros a los campesinos que demandaban se les proveyera de tierra. Esta a grandes rasgos es la historia de un hombre en quien grades sectores del pueblo paraguayo pusieron toda su esperanza por un cambio realmente democrático, el cual él olvidó o no quiso cumplir. Con un discurso constitucionalista, de esos que Dick Cheney y sus compinches del lado sur de la frontera se los pasan por donde ya todos sabemos, el defenestrado y castrado Lugo quiso congraciarse con su pueblo al despedirse de este, como diciéndoles no todo está perdido, sigan luchando. Pírrica victoria para el pueblo paraguayo concedida de manos de un derrotado y sin honor que recibió el garrote del “soft power” al que de primas a primeras él se sometió. Marvin Najarro.






LAS NECESARIAS E INNECESARIAS EXPLICACIONES

SOBRE LA DEFENESTRACIÓN DE LUGO


Lugo, despues de ser removido hace un llamado por el retorno
a la democracia



Por Luciano Castro Barillas


Las diferentes expresiones de la izquierda, sus diferentes matices, y lo más seguro  -sus ambigüedades e irrelevantes prácticas resultado de sus inconsistencias políticas-  hacen que ocurra, que se dé, lo que acaba de pasar en Paraguay con la defenestración, por parte del Senado, altamente conservador, del ex presidente Fernando Lugo. El mapa regional Latinoamericano nos da dos clases de izquierdas. Las de centro izquierda, por ejemplo, están representadas por países distantes, inmediatos, grandes,  medianos y pequeños, territorialmente hablando, como El Salvador, Brasil, Uruguay, Argentina, Nicaragua y Paraguay. Los únicos, realmente izquierdistas a despecho de la pureza química, serían Venezuela, Ecuador y Bolivia, esta última república bajo acoso con sus flancos débiles y desguarnecidos. Si el imperialismo tiene en mente traerse al suelo los gobiernos progres de América Latina el próximo, sin lugar a dudas será Bolivia, donde las tareas conspirativas del imperio se combinan, cual fórmula letal, con los desaciertos del equipo gobernante de Morales. Ninguna medida antipopular crea respaldo y no se pueden utilizar revulsivospara crear democracia. Ningún gobierno, sea de la orientación que sea, se desbarata por némine discrepante, sino todo lo contrario; se viene abajo por el exceso de contradicciones de su conducción y dirección.

Ahora bien, lo sucedido con Lugo no es una sorpresa. Y, personalmente, no arriesgaría una defensa de un régimen izquierdista, que de izquierda solo tenía el nombre. Lugo fue electo con grandes ilusiones por los sectores populares ante los ofrecimientos de trabajo, salud, vivienda, educación. Sin embargo, conforme fueron pasando los meses, los ofrecimientos se fueron quedando en el plano de las promesas banales y sí; llegó puntual, preciso y primero el escarnio, la vergüenza y el estupor al pueblo paraguayo de este ex obispo católico de virilidad asombrosa y paternidad irresponsable  -un auténtico semental paraguayo-  que ligó inmediatamente al llegar al poder con los sectores más reacciones de los políticos stronisstas, olvidándose de todo lo ofrecido a un pueblo que votó por él con el más grande de los entusiasmos.

Personalmente no veo que se atente contra la comunidad de Estados de izquierda de América del Sur y que sea un mal precedente para las democracias el hecho que los sectores conservadores de Paraguay hayan lanzado a Lugo por la ventana. Es que Lugo con sus ambivalencias hizo todo para estar ante el mundo y principalmente ante su pueblo a cero credibilidad. Lugo es el caso de defender lo indefendible. Le hizo con su partida un favor, creo, a los movimientos progresistas de esa parte del continente porque, sin ser moralistas, con una conducta privada así y una conducta política pública de ese modo, hacía más mal que bien. Por ello la resignación de entregar el cargo sin chistar. Sin decir una palabra en contra de lo decidido. Sus errores privados, más que otra cosa en las sociedades hipócritas, lo debilitaron políticamente y le pasaron una extensa factura. Y es una lección para todo político: “No debe uno acercarse al fuego cuando se tiene la cola de papel”.  Yo creo  -por la tristeza de su mirada bovina-  que Lugo quería largarse y el que se tomara esa acción era lo mejor que, personalmente le podía ocurrir. ¿Qué sea un mal precedente para el pulso de la democracia? Tal vez un poco, porque la argucias de golpes de estado técnicos podrían repetirse en los países donde sus legislaciones lo permiten y las oligarquías postneoliberales están mejor articuladas. Pero la lección fundamental por aprender es la siguiente: no se puede ser un político de prestigio sin una potente  y formidable reputación, como Fidel Castro, por ejemplo. No basta con ser famoso, se tiene que tener prestigio. Y ese fue el error de Lugo y el de muchos “intelectuales” que tratan de establecer simetrías o paralelismos de lo ocurrido en Honduras con Zelaya y ver grandes conspiraciones de chompipes en bicicleta y hombres desnudos con las manos entre la bolsa. Lugo se alió inmediatamente de ser presidente con las 10 familias que son las propietarias del 90% de la tierra del Paraguay y habilitó a los policías y a los militares para dar callo a los valientes campesinos. Personalmente, yo no me atrevería, por los “sagrados principios” de la democracia, a defender un solo instante a personas como Lugo, con la disculpa de lo manifestado por los gobiernos democráticos de América Latina. Lugo era un lastre para las democracias izquierdistas de América Latina y su pérdida no significa nada. Si eso le ocurrió, lo único que hizo al final este flamante izquierdista fue servirles en bandeja de plata a los imperialistas la pérdida de credibilidad en la democracia y que muchos paraguayos añoren ahora el catolicismo militante e hipócrita  de Strossner.

Nadie botó a Lugo, él solo se cayó.











Publicado por Marvin Najarro
CT., USA. 

sábado, 23 de junio de 2012

SER O TENER…





INTRODUCCIÓN


Los niños  y  los jóvenes del ayer tenían aspiraciones más sencillas y más nobles. Por ejemplo, ser bombero para lucir su casco y manejar las potentes mangueras aspersoras para apagar un incendio. Ser médico para curar a las personas y veterinario para atender a los animalitos. Maestra o enfermera si eran niñas, para enseñar a los que no saben y cuidar al que sufre. Pero hace cosas de unos meses me quedé estupefacto y a la vez triste cuando a un niño de 12 años de Alta Verapaz  -en los días en que los narcotraficantes exhibían su riqueza mal habida y su prepotencia por las calles de Cobán- le preguntó su abuelo qué quería ser cuando fuera grande… Sin vacilar un momento y con la mirada rapaz le contestó:

-Yo quiero ser narco.
-¿Cómo? ¿Por qué?   -dijo sorprendido el anciano.
-Abue, es que quiero tener mi pick up de doble cabina, doble tracción, llantas gruesas, aros cromados, una casa con piscina y además, una buena pistola.

El abuelo se le quedó viendo y le dijo con desconsuelo:

-Bonito estás, vos.

Todo porque la sociedad de consumo enseña de muchas maneras, empezando por los padres, a tener antes que ser. El tener un coche, vivir un barrio distinguido de la ciudad, asistir a un colegio caro, vestirte con ropa de marca te da un estatus, un prestigio social; que ahora no se gana en ocasiones con el saber. Muchos excelentes  y honrados profesionales viven con modestia y para los codiciosos eso es no tener “éxito”. Éxito es tener dinero, no importa si estafando, robando, embaucando, asaltando o vendiendo droga. O de pérdida siendo politiquero. Lo importante es ser hombre de dinero. Es la máxima realización enseñada a generaciones por la doctrina capitalista. Sin embargo, conociendo como tienen lugar los procesos de acumulación monetaria, de hacer riqueza, no se debe pasar por alto dos sentencias famosas: “Detrás de cada fortuna hay una vergüenza” y “La causa de todos los males es el amor al dinero. Por eso el mundo está como está, digo yo. Y Manuel José Arce lo dice mejor. Luciano Castro Barillas.







SER O TENER


 


Por Manuel José Arce



“¿Qué vas a ser de grande…?”. Tal la preguntan que pronuncian los adultos, con una sonrisa benevolente, frente al deslumbramiento que un mañana virgen, inmenso, enciende espejismos en los ojos del niño.

¡Qué vas a ser!

Pero, con frecuencia, el niño confunde  -al igual que el adulto- el ser con el tener.

-Cuando se grande tendré un carro como mi papá, y una refrigeradora llena para mí solo, y una pistola grande de verdad, y una gran botella de whiskey...  Porque frente a los ojos limpios y asombrados del niño, cada día se planta, inexorable, la prisa de los adultos por tener cosas, por llenar de objetos su gran vacío de insatisfacción vital.

Y es que, además, el tener y el no tener determinan lo que se es en nuestro mundo: se es pobre porque no se tiene, se es rico porque se tiene. Y se plantean, entonces, contradicciones maravillosas.

Ya no se es médico, digamos a guisa de ejemplo, porque se sabe curar, sino porque se tiene el título de médico. Cada día vale menos lo inteligente que se sea, si no se posee, además, el cartón impreso, el objeto de uso en el que unas firmas y unos sellos así lo testifican.

Y en aras del tener se sacrifica muchas veces todo. La honorabilidad, la decencia, la amistad, la lealtad y tantas otras cualidades más que resultan a veces obstáculos en la veloz carrera posesiva. Al grado que la antigua expresión de “soy pobre pero honrado” está en calidad de obsoleta: muchas veces se es “pobre por honrado” (¿verdad señor Díaz Masvidal?)[1] y resultaría más propio decir: “Soy rico pero honrado”.

Y volviendo al principio, la importancia del tener algo sobre el ser algo se le inculca al niño desde que no se le trata de impulsar a que aprenda, sino a que gane el año, cuando el niño nota que la intención de sus padres no es la darle conocimientos que contribuyan a su formación, sino de ponerlo en posesión, lo antes posible, de los requisitos que la sociedad exige para permitir una vida más o menos decorosa.

Y ¿qué es esa vida decorosa? La posesión de casa, carro, televisor, chalet de descanso, lancha, teléfono, trajes a la moda, mausoleo propio. Es decir, la deformación tiene una clara finalidad: no es la de hacer gente capaz de la felicidad, sino gente con poder adquisitivo: consumidores.

Se me antoja pensar que mucho de eso hay en el desencantado rechazo de cierta juventud contra un modo de prosperidad feroz. Son muchachos que quieren ser, hacer, vivir consciente y plenamente. En lugar de esto, la sociedad los satura de objetos, de juguetes para adultos; los obliga a ser permanentes compradores.

Un sobrino mío, patojo muy inteligente, dio una respuesta hace unos años, que me erizó los pelos.

-¿Qué quieres ser de grande?   -le preguntamos.
-Quiero ser libre   -respondió.




[1] Este respetable empresario del mundo financiero guatemalteco, de origen cubano,  se hizo famoso por saquear un banco en la década de los años 70. Nota del autor.










Publicado por Marvin Najarro
Ct., USA.

viernes, 22 de junio de 2012

LOS DESAPARECIDOS DEL IMPERIO





INTRODUCCIÓN


Hablar de Atilio Borón, es hacer referencia a un periodista digno y a un académico consecuente, cuya lectura de sus enjundiosos artículos siempre confieren dirección intelectual. Sus posiciones antiimperialistas le han valido el odio de los Estados Unidos pero le han ganado el aprecio y prestigio de los hombres de buena voluntad esparcidos en todos los rincones del mundo. El pueblo de los Estados Unidos, con raras excepciones, está sometido a una constante desinformación y contrasta sus altos niveles de desarrollo material con su precario desarrollo humano. Como no afirmar esto cuando vemos que las constantes agresiones de la oligarquía financiera, industrial y militar necesita como aliento brutal la violación de los derechos humanos como la única doctrina consistente y sistemática de este país y como la una política de un Estado fundado en el terror y el saqueo. Su lucha por la “libertad y la democracia” no es otra cosa que la lucha por sus intereses egoístas y su desprecio por los subhumanos, que son todos los pueblos del tercer mundo. El único aparente pesar es por sus muertos, los demás “no cuentan”, “no existen” o sencillamente no merecen la pena. Podemos afirmar que son los Estados Unidos y sus clases dirigentes, no el pueblo norteamericano, el más colosal promontorio de heces fecales que contaminan la sana convivencia de los pueblos del mundo. Luciano Castro Barillas.







LOS DESAPARECIDOS DEL IMPERIO 



Atilio B. Boron

Rebelión, 12 – 01 - 2012


Un artículo reciente firmado por John Tirman, director del Centro de Estudios Internacionales del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y publicado en el Washington Post, plantea con crudeza una reflexión sobre un aspecto poco estudiado de las políticas de agresión del imperialismo: la indiferencia de la Casa Blanca y de la opinión pública en relación a las víctimas de las guerras que Estados Unidos libra en el exterior.1 Como académico “bienpensante” se abstiene de utilizar la categoría “imperialismo” como clave interpretativa de la política exterior de su país; su análisis, en cambio, revela a los gritos la necesidad de apelar a ese concepto y a la teoría que le otorga sentido. Tirman expresa en su nota la preocupación que le suscita, en cuanto ciudadano que cree en la democracia y los derechos humanos, la incoherencia en que incurrió Barack Obama –no olvidemos, un Premio Nóbel de la Paz- cuando en su discurso pronunciado en Fort Bragg (14 de Diciembre de 2011) para rendir homenaje a los integrantes de las fuerzas armadas que perdieron la vida en la guerra de Irak (unos 4.500, aproximadamente) no dijo ni una sola palabra de las víctimas civiles y militares iraquíes que murieron a causa de la agresión norteamericana. Agresión, conviene recordarlo, que no tuvo nada que ver con la existencia de “armas de destrucción masiva” en Irak o con la inverosímil complicidad del antiguo aliado de Washington, Saddam Hussein, con las fechorías que supuestamente cometía otro de sus aliados, Osama Bin Laden. El objetivo excluyente de esa guerra, como la que amenaza iniciar en contra de Irán, fue apoderarse del petróleo iraquí y establecer un control territorial directo sobre esa estratégica zona para el momento en que el aprovisionamiento del crudo deba hacerse confiando en la eficacia disuasiva de las armas en lugar de las normas de aquello que algunos espíritus ingenuos en la Europa del siglo XVIII dieron en llamar “el dulce comercio.”

En su nota Tirman acierta al recordar que las principales guerras que Estados Unidos libró desde el fin de la Segunda Guerra Mundial –Corea, Vietnam, Camboya, Laos, Irak y Afganistán- produjeron, según sus propias palabras, una “colosal carnicería”. Una estimación que este autor califica como muy conservadora arroja un saldo luctuoso de por lo menos seis millones de muertes ocasionadas por la cruzada lanzada por Washington para llevar la libertad y la democracia a esos infortunados países. Si se contaran operaciones militares de menor escala -como las invasiones a Grenada y Panamá, o la intervención apenas disimulada de la Casa Blanca en las guerras civiles de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, para no hablar de similares tropelías en otras latitudes del planeta- la cifra se elevaría considerablemente. No obstante, y pese a las dimensiones de esta tragedia, a las cuales habría que agregar los millones de desplazados por los combates y la devastación sufrida por los países agredidos, ni el gobierno ni la sociedad norteamericana han evidenciado la menor curiosidad, preocupación, ¡ni digamos compasión!, para enterarse de lo ocurrido y hacer algo al respecto. Esos millones de víctimas fueron simplemente borrados del registro oficial del gobierno y, peor aún, de la memoria del pueblo norteamericano mantenido impúdicamente en la ignorancia o sometido a la interesada tergiversación de la noticia. Cómo lúgubremente reiteraba el criminal dictador argentino Jorge R. Videla ante la angustiada pregunta de los familiares de la represión, también para Barack Obama esas víctimas de las guerras estadounidenses “no existen”, “desaparecieron”, “no están”.

Si el holocausto perpetrado por Adolf Hitler al exterminar a seis millones de judíos hizo que su régimen fuese caracterizado como una aberrante monstruosidad o como una estremecedora encarnación del mal, entonces ¿qué categoría teórica habría que usar para caracterizar a los sucesivos gobiernos de Estados Unidos que sembraron muertes en una escala por lo menos igual, si no mayor? Lamentablemente nuestro autor no se formula esa pregunta porque cualquier respuesta habría puesto en cuestión el crucial artículo de fe del credo norteamericano que asegura que Estados Unidos es una democracia. Más aún: que es la encarnación más perfecta de “la democracia” en este mundo. Observa con consternación, en cambio, el desinterés público por el costo humano de las guerras estadounidenses; indiferencia reforzada por el premeditado ocultamiento que se hace de aquellos muertos en la voluminosa producción de películas, novelas y documentales que tienen por tema central la guerra; por el silencio de la prensa acerca de estas masacres –recordar que, luego de Vietnam, la censura en los frentes de batalla es total y que no se pueden mostrar víctimas civiles y tampoco soldados norteamericanos heridos o muertos; y porque las innumerables encuestas que a diario se realizan en Estados Unidos jamás indagan cuál es el grado de conocimiento o la opinión de los entrevistados acerca de las víctimas que ocasionan en el exterior las aventuras militares del imperio.

Este pesado manto de silencio se explica, según Tirman, por la persistencia de lo que el historiador Richard Slotkin denominara el “mito de la frontera”, una de las constelaciones de sentido más arraigada de la cultura norteamericana según la cual una violencia noble y desinteresada -o interesada solo en producir el bien- puede ser ejercida sin culpa o cargos de conciencia sobre quienes se interpongan al “destino manifiesto” que Dios ha reservado para los norteamericanos y que, con piadosa gratitud, los billetes de dólar recuerdan en cada una de sus denominaciones. Solo “razas inferiores” o “pueblos bárbaros”, que viven al margen de la ley, podrían resistirse a aceptar los avances de la “civilización”. El violento despojo sufrido por los pueblos originarios de las Américas, tanto en el Norte como en el Sur, fue justificado por ese racista mito de la frontera y edulcorado con infames mentiras. En el extremo sur del continente, en la Argentina, la mentira fue denominar como “conquista del desierto” la ocupación territorial a sangre y fuego del habitat, que no era precisamente un desierto, de los pueblos originarios. En Chile la mentira fue bautizar como “la pacificación de la Araucanía” al nada pacífico y sangriento sometimiento del pueblo mapuche. En el norte, el objeto del pillaje y la conquista no fueron las poblaciones indígenas sino una fantasmagórica categoría, apenas un punto cardinal: el Oeste. En todos los casos, como lo anotara el historiador Osvaldo Bayer, la “barbarie” de los derrotados, que exigía la perentoria misión civilizatoria, era demostrada por su … ¡desconocimiento de la propiedad privada!

En suma: esta constelación de creencias -racista y clasista hasta la médula- presidió el fenomenal despojo de que fueron objeto los pueblos originarios y liberó a los píos cristianos que perpetraron la masacre de cualquier sentimiento de culpa. En realidad, las víctimas eran humanas sólo en apariencia. Esa ideología reaparece en nuestros días, claro que de forma transfigurada, para justificar el aniquilamiento de los salvajes contemporáneos. Sigue “oprimiendo el cerebro de los vivos”, para utilizar una formulación clásica, y fomentando la indiferencia popular ante los crímenes cometidos por el imperialismo en tierras lejanas. Con la invalorable contribución de la industria cultural del capitalismo hoy la condición humana le es negada a palestinos, iraquíes, afganos, árabes, afrodescendientes y, en general, a los pueblos que constituyen el ochenta por ciento de la población mundial. Tirman recuerda, como ya lo había hecho antes Noam Chomsky, el sugestivo nombre asignado a la operación destinada a asesinar a Osama Bin Laden: “Gerónimo”, el jefe de los apaches que se opuso al pillaje practicado por los blancos. El lingüista norteamericano también decía que algunos de los instrumentos de muerte más letales de las fuerzas armadas de su país también tienen nombres que aluden a los pueblos originarios: el helicóptero Apache, el misil Tomahawk, y así sucesivamente.

Tirman concluye su análisis diciendo que esta indiferencia ante los “daños colaterales” y los millones de víctimas de las aventuras militares del imperio socava la credibilidad de Washington cuando pretende erigirse en el campeón de los derechos humanos. Agregaríamos: socava “irreparablemente” esa credibilidad, como quedó elocuentemente demostrado en 2006 cuando la Asamblea General de la ONU creó el Consejo de Derechos Humanos, en reemplazo de la Comisión de Derechos Humanos, con el voto casi unánime de los estados miembros y el solitario rechazo de Estados Unidos, Israel, Palau y las Islas Marshall.3 Lo mismo ocurre cuando año tras año la Asamblea General condena por una mayoría aplastante el criminal bloqueo a Cuba impuesto por Estados Unidos.

Pero no es sólo la credibilidad de Washington lo que está en juego. Más grave aún es el hecho de que la apatía y el sopor moral que invisibilizan la cuestión de las víctimas garantiza la impunidad de quienes perpetran crímenes de lesa humanidad en contra de poblaciones civiles indefensas (como en los casos de My Lai en Vietnam o Haditha en Irak, para no mencionar sino los más conocidos). Pero esto viene de lejos: recuérdese la patética indiferencia de la población norteamericana ante las noticias del bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki, y los cables que enviaba el corresponsal del New York Times destacado en Japón diciendo que ¡no había indicios de radioactividad en la zona bombardeada! Impunidad que alentará futuras atrocidades, motorizadas por la inagotable voracidad de ganancias que exige el complejo militar-industrial, para el cual la guerra es una condición necesaria, imprescindible, de sus beneficios. Sin guerras, sin escalada armamentista el negocio arrojaría pérdidas, y eso es inadmisible. Y son las ganancias de esos tenebrosos negocios, no olvidemos, las que financian las carreras de los políticos norteamericanos (y Obama no es excepción a esta regla) y las que sostienen a los oligopolios mediáticos con los cuales se desinforma y adormece a la población. No por casualidad Estados Unidos ha guerreado incesantemente en los últimos sesenta años. Los preparativos para nuevas guerras están a la vista y son inocultables: comienzan con la satanización de líderes desafectos, presentados ante la opinión pública como figuras despóticas, casi monstruosas ; sigue con intensas campañas publicitarias de estigmatización de gobiernos desafectos y pueblos díscolos; luego vienen las condenas por presuntas violaciones a los derechos humanos o por la complicidad de aquellos líderes y gobiernos con el terrorismo internacional o el narcotráfico, hasta que finalmente la CIA o algún escuadrón especial de las fuerzas armadas se encarga de fabricar un incidente que permita justificar ante la opinión pública mundial la intervención de los Estados Unidos y sus compinches para poner fin a tanto mal. En tiempos recientes eso se hizo en Irak y luego en Libia. En la actualidad hay dos países que atraen la maliciosa atención del imperio: Irán y Venezuela, por pura casualidad dueños de inmensas reservas de petróleo. Esto no significa que la funesta historia de Irak y Libia vaya necesariamente a repetirse, entre otras cosas porque, como lo observara Noam Chomsky, Estados Unidos sólo ataca a países débiles, casi indefensos, y aislados internacionalmente. Washington ha hecho lo imposible para establecer un “cordón sanitario” que aísle a Teherán y Caracas, pero hasta ahora sin éxito. Y no son países destruidos por largos años de bloqueo, como Irak, o que se desarmaron voluntariamente, como Libia, seducida por las hipócritas demostraciones de afecto de una nueva camada de imperialistas. Afortunadamente, ni Irán ni Venezuela se encuentran en esa situación. De todos modos habrá que estar alertas.


NOTAS

1. “ Why do we ignore the civilians killed in American wars?” (The Washington Post, 5 Diciembre 2011)

2. Expertos internacionales aseguran que el número de víctimas ocasionadas por Estados Unidos en Vietnam ronda las cuatro millones de personas. La estimación total de seis millones subestima grandemente la masacre desencadenada por el imperialismo norteamericano en sus diferentes guerras.

3. Añadamos un dato bien significativo: cuando la Asamblea General tuvo que decidir la composición del Consejo, el 9 de Mayo del 2006, Estados Unidos no logró los votos necesarios para ser uno de los 47 países que debía integrarlo. ¡Toda una definición sobre la nula credibilidad internacional de Estados Unidos como defensor de los derechos humanos!














Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.