INTRODUCCIÓN
Lugo, el hombre que hace tan solo unas horas
fue echado patitas a la calle, confiando quizás en que al someterse a esa
modalidad del poder inventado en Estados Unidos en los años 1990 y que han dado
por llamarle “soft power", él iba a ganar la confianza de la rancia
oligarquía del Paraguay comandada por un tal Riquelme, uno de los mayores
latifundistas de ese país. No fue así, a pesar de que Lugo desde un principio,
traicionando la voluntad democrática de los sectores más empobrecidos que lo
habían llevado al poder, inmediatamente se puso al servicio de los sectores
política y económicamente más pudientes del Paraguay. Haciendo memoria de la
actuación del ex presidente Lugo, Alba TV. comentó lo siguiente: (…) cuando necesitaba llegar al gobierno, el
ex sacerdote Lugo rogaba por los votos campesinos, y como suelen hacer los
politiqueros, prometió de todo: que reforma agraria, que viviendas dignas, que
salud y educación para los hijos de los más humildes. Luego, una vez instalado
en el sillón, priorizó las relaciones con la derecha, con los empresarios
sojeros, con el latifundio descarado que hace que sólo diez familias concentren
en sus manos el 90% de las tierras del Paraguay. Para darle protección a sus
socios, el "progresista" gobierno paraguayo implementó medidas
represivas, promulgó la ley antiterrorista y dio, en varias ocasiones
anteriores a esta última masacre de Caraguatí, luz verde a los mandos militares
para que repartieran terror entre el campesinado del norte y de las zonas
fronterizas con Brasil. Entre otras de las inconsecuencias y metidas de pata de Lugo está el haber
firmado, a los pocos días de asumir la presidencia, un acuerdo policial con
Colombia, mediante el cual los sicarios del niño bonito de Washington, el
“democrático” Uribe, adiestrarían a las fuerzas de seguridad paraguayas
para llenar a tiros a los campesinos que demandaban se les proveyera de tierra.
Esta a grandes rasgos es la historia de un hombre en quien grades sectores del
pueblo paraguayo pusieron toda su esperanza por un cambio realmente
democrático, el cual él olvidó o no quiso cumplir. Con un discurso
constitucionalista, de esos que Dick Cheney y sus compinches del lado sur de la
frontera se los pasan por donde ya todos sabemos, el defenestrado y castrado
Lugo quiso congraciarse con su pueblo al despedirse de este, como diciéndoles
no todo está perdido, sigan luchando. Pírrica victoria para el pueblo paraguayo
concedida de manos de un derrotado y sin honor que recibió el garrote del “soft
power” al que de primas a primeras él se sometió. Marvin Najarro.
LAS NECESARIAS E INNECESARIAS EXPLICACIONES
SOBRE LA DEFENESTRACIÓN DE LUGO
Lugo, despues de ser removido hace un llamado por el retorno
a la democracia
Por Luciano Castro Barillas
Las diferentes expresiones de la izquierda, sus
diferentes matices, y lo más seguro -sus ambigüedades e irrelevantes
prácticas resultado de sus inconsistencias políticas- hacen que ocurra,
que se dé, lo que acaba de pasar en Paraguay con la defenestración, por parte
del Senado, altamente conservador, del ex presidente Fernando Lugo. El mapa
regional Latinoamericano nos da dos clases de izquierdas. Las de centro izquierda,
por ejemplo, están representadas por países distantes, inmediatos,
grandes, medianos y pequeños, territorialmente hablando, como El
Salvador, Brasil, Uruguay, Argentina, Nicaragua y Paraguay. Los únicos,
realmente izquierdistas a despecho de la pureza química, serían Venezuela,
Ecuador y Bolivia, esta última república bajo acoso con sus flancos débiles y
desguarnecidos. Si el imperialismo tiene en mente traerse al suelo los
gobiernos progres de América Latina el próximo, sin lugar a
dudas será Bolivia, donde las tareas conspirativas del imperio se combinan,
cual fórmula letal, con los desaciertos del equipo gobernante de Morales.
Ninguna medida antipopular crea respaldo y no se pueden utilizar revulsivospara
crear democracia. Ningún gobierno, sea de la orientación que sea, se desbarata
por némine discrepante, sino todo lo contrario; se viene abajo por el exceso de
contradicciones de su conducción y dirección.
Ahora bien, lo sucedido con Lugo no es una
sorpresa. Y, personalmente, no arriesgaría una defensa de un régimen
izquierdista, que de izquierda solo tenía el nombre. Lugo fue electo con
grandes ilusiones por los sectores populares ante los ofrecimientos de trabajo,
salud, vivienda, educación. Sin embargo, conforme fueron pasando los meses, los
ofrecimientos se fueron quedando en el plano de las promesas banales y sí;
llegó puntual, preciso y primero el escarnio, la vergüenza y el estupor al
pueblo paraguayo de este ex obispo católico de virilidad asombrosa y paternidad
irresponsable -un auténtico semental paraguayo- que ligó
inmediatamente al llegar al poder con los sectores más reacciones de los
políticos stronisstas, olvidándose de todo lo ofrecido a un pueblo que votó por
él con el más grande de los entusiasmos.
Personalmente no veo que se atente contra la
comunidad de Estados de izquierda de América del Sur y que sea un mal
precedente para las democracias el hecho que los sectores conservadores de
Paraguay hayan lanzado a Lugo por la ventana. Es que Lugo con sus ambivalencias
hizo todo para estar ante el mundo y principalmente ante su pueblo a
cero credibilidad. Lugo es el caso de defender lo indefendible. Le
hizo con su partida un favor, creo, a los movimientos progresistas de esa parte
del continente porque, sin ser moralistas, con una conducta privada así y una
conducta política pública de ese modo, hacía más mal que bien. Por ello la
resignación de entregar el cargo sin chistar. Sin decir una palabra en contra
de lo decidido. Sus errores privados, más que otra cosa en las sociedades
hipócritas, lo debilitaron políticamente y le pasaron una extensa factura. Y es
una lección para todo político: “No debe uno acercarse al fuego
cuando se tiene la cola de papel”. Yo creo -por la tristeza
de su mirada bovina- que Lugo quería largarse y el que se tomara esa
acción era lo mejor que, personalmente le podía ocurrir. ¿Qué sea un mal
precedente para el pulso de la democracia? Tal vez un poco, porque la argucias
de golpes de estado técnicos podrían repetirse en los países donde sus
legislaciones lo permiten y las oligarquías postneoliberales están mejor
articuladas. Pero la lección fundamental por aprender es la siguiente: no se
puede ser un político de prestigio sin una potente y formidable
reputación, como Fidel Castro, por ejemplo. No basta con ser famoso, se tiene
que tener prestigio. Y ese fue el error de Lugo y el de muchos “intelectuales”
que tratan de establecer simetrías o paralelismos de lo ocurrido en Honduras
con Zelaya y ver grandes conspiraciones de chompipes en bicicleta y hombres
desnudos con las manos entre la bolsa. Lugo se alió inmediatamente de ser presidente
con las 10 familias que son las propietarias del 90% de la tierra del Paraguay
y habilitó a los policías y a los militares para dar callo a los valientes
campesinos. Personalmente, yo no me atrevería, por los “sagrados principios” de
la democracia, a defender un solo instante a personas como Lugo, con la
disculpa de lo manifestado por los gobiernos democráticos de América Latina.
Lugo era un lastre para las democracias izquierdistas de América Latina y su
pérdida no significa nada. Si eso le ocurrió, lo único que hizo al final este
flamante izquierdista fue servirles en bandeja de plata a los imperialistas la
pérdida de credibilidad en la democracia y que muchos paraguayos añoren ahora
el catolicismo militante e hipócrita de Strossner.
Nadie botó a Lugo, él solo se cayó.
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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