INTRODUCCIÓN
En el sórdido ambiente del periodismo fafero
jutiapaneco, una figura, José Antonio “Tono” Alay, se destacaba por
su rectitud, honestidad y convicciones democráticas. Tuve la oportunidad de
compartir algunas veces con él, sobre todo en actividades de carácter
deportivo, pues a ambos nos gustaba el futbol y llegamos a jugar en el mismo
equipo -El Deportivo Jutiapa, del barrio Cerro Colorado- y aunque la diferencia
en edades no era tan abismal, sí lo era en cuanto a los conocimientos y
capacidades que Tono Alay poseía para percibir y analizar en
su justa dimensión los eventos de la vida cotidiana jutiapaneca y nacional.
Además de ser un excelente comentarista político y deportivo, el ya fallecido
Tono Alay, se destacó en el arte de la pintura y llegó a manejar con mucha
habilidad el arte de la caricatura. No extraña, entonces, que haya sido el
quien acuñó el término “procurapeor” para designar a la figura del
Procurador de los Derechos Humanos de Guatemala, país en el que constantemente
se violan los derechos colectivos e individuales, como lo demuestra el reciente
caso de la activista comunitaria Telma Yolanda Oquelí, herida gravemente de
bala por oponerse y demandar se respete el derecho a la vida de poblaciones hoy
en día amenazadas por las prácticas voraces e inhumanas del capitalismo
extractivista foráneo que, contando con la anuencia del gobierno, está
arrasando con los recursos naturales del país al tiempo que causa más despojo y
miseria a los sufridos y desamparados habitantes. ¿Qué hará el Procurador? ¿Se
investigará a fondo este hecho? o será lo de siempre: continúan las
investigaciones... Lo cierto del caso es que el cargo de Procurador de los
Derechos Humanos, que está investido de tanta responsabilidad moral, debe de
ser desempeñado por una persona íntegra y con plena independencia política para
poder cumplir a cabalidad con tan delicadas funciones. Todo lo contrario
ha sucedido con la designación del nuevo procurador. Las componendas
políticas han estado a la orden del día, al grado de que alguien, muy
atinadamente, se ha referido al nuevo procurador como el Hombre del Presidente
o sea El Procurapeor de los Derechos Humanos. Marvin Najarro.
EL PROCURAPEOR DE LOS
DERECHOS HUMANOS
Jorge de León Duque
Por Luciano Castro Barillas
Un periodista de provincia, valiente y hasta
temerario, fallecido hace casi dos
décadas -José Antonio Alay, más conocido
como Tono Alay y quien laboraba en un noticiero radial- fue quien acuñó este urticante y corrosiva
término, con una buena e infatigable puya en contra del papel por siempre
desteñido de cuanto Procurador de Derechos Humanos ha tenido el país, desde la
“era democrática”, como han dado en llamarle los políticos nacionales a ese
proceso de apertura político, que por momentos se elonga y a ratos se
constriñe. El papel anodino desempeñado por este tipo de funcionarios no
reporta beneficios visibles para los ciudadanos, sino gastos crecientes y
defraudación. Muchos asuntos sensibles, espinosos o acuciantes de violación de
derechos humanos son denunciados de manera más puntual y ágil por la prensa que
por este funcionario, atrapados ahora más que nunca, en una dinámica
burocrática donde se ha perdido por completo la imagen y función de defensor
del pueblo, desmarcado de los poderes públicos tradicionales y ahora peor con
la nueva persona electa por el Congreso Nacional, cargo al que fue propuesto
por el presidente Pérez Molina, además que este señor era diputado electo por
el partido político CREO , de
filiación conservadora, lo cual deslegitima aún más una elección que cumplió
las formalidades legales pero que no tendrá vigor instrumental porque no tiene
la fuerza de la autoridad moral. ¿Quién puede sentirse orgulloso, satisfecho o
realizado ser electo por el organismo más desacreditado y corrupto del Estado?
Claro, siempre lo ha sido, pero nunca como ahora. Su elección fue resultado de
ruinas componendas donde los verdaderos opositores políticos -la sociedad civil- fue excluida
políticamente, aunque tomada en cuenta a nivel de recepción de papeles o
expedientes. El candidato de la Iglesia (Nery Rodenas) opositora al capital
transnacional tampoco llegó lejos. Ni los académicos universitarios
especializados en la enseñanza en derechos humanos por décadas como el doctor
Sagastume Gemmell tuvieron la mínima oportunidad. La tuvo el politiquero, el
heredero de ideales inexistentes y de prosapias absurdas y podridas, que quizá
solo él se los cree, tal el caso del hijo de Ramiro de León Carpio, llamado por
algún tonto por allí El Caballero de la
Política. El nuevo Procurapeor, Jorge de León Duque, es un funcionario indigno desde el principio, fruto del abominable
concubinato de diputados y empresarios en sodomía con los altos mandos del
Partido Patriota. Nada bueno, pues espera a los ciudadanos, tan desencantados
que esa institución solo “defiende delincuentes” (por la observación del debido
proceso), pero quizá tengan razón y los únicos que no han visto este hecho sean
las personas sinceramente democráticas, quienes encerrados en el candor y la
buena fe, han dado por más de dos década el beneficio de la duda a institución
que sencillamente, no sirve para nada. Los defensores de los derechos humanos
en contra de la violación a los derechos de los trabajadores, de los hombres
del campo, de la naturaleza, de la salud y la educación, realmente están en las
calles. El pueblo de Guatemala no
necesita. Procurapeores así. No necesita de ese tipo de
institucionalidad huera y frívola y además costosa. No necesita de defensores
del pueblo, pues el pueblo pobre de Guatemala (no los ricos) siempre se ha
defendido solo. Y solo seguirá.
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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