El matrimonio entre las
protestas post-Lockdown y George Floyd ha alimentado a una bestia tosca que
todavía es inmune a cualquier forma de debate civilizado en los Estados Unidos:
la Comuna de Seattle.
SIRIA EN SEATTLE: LA COMUNA
DESAFÍA
AL RÉGIMEN ESTADOUNIDENSE
Por Pepe Escobar
El matrimonio entre las protestas post-Lockdown y George Floyd ha
alimentado a una bestia tosca que todavía es inmune a cualquier forma de debate
civilizado en los Estados Unidos: la Comuna de Seattle.
Pero, ¿de qué se trata la Zona Autónoma de Capital Hill y la República
Popular?
¿Son los comuneros unos simples tontos útiles? ¿Es este un experimento
refinado del movimiento Ocupar Wall Street? ¿Podría sobrevivir, logísticamente,
y ser replicado en Nueva York, Los Ángeles y Washington D.C.?
El presidente Trump, indignado lo ha descrito como un complot de
"terroristas domésticos" en una ciudad "dirigida por demócratas
de la izquierda radical". Trump ha hecho un llamado a la "LEY Y EL ORDEN"
(en mayúsculas, de acuerdo con su Tuitología).
Indicios de Siria en Seattle son visiblemente discernibles. Bajo este
escenario, la Comuna es una versión de Idlib luchando contra los "puestos de
avanzada de contrainsurgencia del régimen" (en la terminología comunera).
Para la mayoría de las facciones de la derecha estadounidense, Antifa es el
equivalente del ISIS. George Floyd, de acuerdo con lo que me dijo un agente de
inteligencia, no solo es considerado un comunista mártir de Antifa, sino que además
un vulgar “criminal y vendedor de drogas”.
Entonces, ¿cuándo atacarán las "fuerzas del régimen" -en este caso
sin cobertura aérea rusa? Después de todo, según lo sugerido por el secretario
Esper, le corresponde al Pentágono "dominar el campo de batalla".
Pero tenemos un problema. La Zona Autónoma de Capitol Hill (CHAZ, por sus
siglas en inglés) cuenta con el apoyo de la ciudad de Seattle, dirigida por un
demócrata, que cuenta con el respaldo del gobernador del estado de Washington,
también demócrata.
No hay posibilidad de que el estado de Washington haga uso de la Guardia
Nacional para aplastar a CHAZ. Y Trump no puede hacerse cargo de la Guardia Nacional
del estado de Washington sin la aprobación del gobernador, a pesar de haber
tuiteado: “Recupere su ciudad AHORA. Si no lo hace, lo haré yo. Esto no es un
juego."
Es esclarecedor observar como la "contrainsurgencia" puede ser
aplicada en Afganistán y las áreas tribales; para ocupar Irak; para proteger el saqueo del petróleo y gas en
el este de Siria, pero no en casa. Incluso si el 58% de los estadounidenses
realmente lo apoyara, porque para muchos de ellos, la Comuna puede ser tan mala,
incluso peor, que el saqueo
Pero luego están aquellos que se oponen firmemente, entre ellos: “El
Carnicero de Faluya”, Mad Dog Mattis; los practicantes de las revoluciones de
colores NED, Nike, JP Morgan, todo el establishment del Partido Demócrata, y
prácticamente todo el establishment del ejército de los EE.UU.
Bienvenidos al movimiento Ocupar Únicamente a los Otros.
Sin embargo, aún queda la pregunta: ¿cuánto tiempo podrá "Idlib"
desafiar al "régimen"? Eso es suficiente para provocar en un supuesto
"bravucon", el Fiscal General Barr, muchas noches de insomnio.
Poder negro real
Trump y Barr han amenazado con declarar a Antifa como una
"organización terrorista" –aun y cuando Black Lives Matter ha pintado
una daga amarilla apuntando a la Casa Blanca sobre el asfalto de la 16th St. en
Washington D.C.
Y eso nos lleva a la amplia legitimidad que disfruta Black Lives Matter. ¿Cómo
es eso posible? Aquí tenemos un buen escenario para empezar.
Black Lives Matter, fundada en 2013 por un trío de mujeres negras queer de
clase media en franca lucha contra el "hetero-patriarcado", es un
producto de lo que Peter Dauvergne de la Universidad de Columbia Británica
define como "corporativización del activismo".
Con el paso del tiempo, Black Lives Matter ha evolucionado como una marca
de marketing, como Nike (que lo respalda por completo). Las protestas
generalizadas de George Floyd lo han elevado a la categoría de una nueva religión. Sin embargo, Black
Lives Matter en realidad posee escaso atractivo revolucionario, posiblemente
cero. Esto no es “Say It Loud, I’m Black and I’m Proud” de James Brown. Y ni siquiera se acerca al "Poder
para el pueblo" de Black Power y Black Panthers.
El paradigma de los derechos civiles, el Dr. Martin Luther King, en 1968, de
manera concisa definió el núcleo -estructural- del asunto:
“La revolución negra es mucho más que una lucha por los derechos de los
Neogroes. Es forzar a Estados Unidos a enfrentar todas sus aberraciones:
racismo, pobreza, militarismo y materialismo. Es exponer los males que están
profundamente arraigados en toda la estructura de nuestra sociedad. Ello revela
las fallas sistémicas más que superficiales y sugiere que la reconstrucción
radical de la sociedad misma es el verdadero problema a enfrentar”.
Las Panteras Negras, jóvenes intelectuales extremadamente articulados que
habían mezclado a Marx, Lenin, Mao, W.E.B. Du Bois, Malcolm X y Frantz
"Los condenados de la tierra" Fanon llevaron el diagnóstico de MLK a
un nivel completamente nuevo.
Tal y como lo resumió el ministro de Información de las Panteras, Eldridge
Cleaver: “Creemos en la necesidad de un movimiento revolucionario
unificado…inspirado por los principios revolucionarios del socialismo
científico”. Eso sintetizaba las ideas de MLK, quien, de manera significativa,
rechazaba la existencia de los prejuicios raciales.
Fred Hampton, blanco de un asesinato de Estado de facto en diciembre de
1969, se aseguró de que la lucha trascendiera la raza: “Tenemos que enfrentar
algunos hechos. Que las masas son pobres, que las masas pertenecen a lo que
ustedes llaman la clase baja, y cuando hablo a cerca de las masas, estoy
hablando de las masas blancas, estoy hablando de las masas negras y las masas
marrones, y las masas amarillas también. Tenemos que confrontar el hecho de que
algunas personas dicen que es mejor combatir el fuego con fuego, pero nosotros
decimos que es mejor apagar el fuego con agua. Nosotros creemos que el racismo
no se combate con racismo. Vamos a combatir el racismo con solidaridad.
Afirmamos que no se combate el capitalismo con capitalismo negro; el
capitalismo se combate con con el socialismo".
Así es que no se trata de la raza únicamente. Ni tampoco es únicamente a
cerca de la clase. Se trata del Poder para el Pueblo luchando por la justicia
social, política y económica bajo un sistema intrínsecamente desigual. Esto lo
amplia Gerald Horne en The Dawning of the Apocalypse, un profundo análisis que
disecciona el siglo XVI, incluyendo el “mito de la creación” de los EE.UU.
Horne muestra cómo una sangrienta invasión en las Américas generó una feroz
resistencia por parte de los africanos y sus aliados en las poblaciones
indígenas, debilitando la España imperial y finalmente posibilitando que
Londres enviara los colonos a Virginia en 1607.
Ahora comparemos la profundidad de este análisis con el tímido eslogan,
casi suplicando piedad, "Black Lives Matter". Nos viene a la memoria,
una vez más, la agudeza de Malcolm X: "Tuvimos la mejor organización que el
hombre negro haya tenido alguna vez: ¡los niggers
la arruinaron!"
Para esclarecer la cuestión de Black Lives Matter, tenemos, una vez más,
que seguirle la pista al dinero.
Black Lives Matter se benefició, en 2016, de una enorme donación de $ 100
millones de la Fundación Ford y otros poderosos partidarios del capitalismo
filantrópico como JPMorgan Chase y la Fundación Kellogg.
La Fundación Ford está estrechamente ligada al Estado Profundo de los EE.UU.
La junta directiva está repleta de CEOs corporativos y mandamases de Wall
Street. En pocas palabras; Black Lives Matter, la organización, hoy está
completamente castrada; mayormente integrada en la máquinaria del Partido
Demócrata; adorada por los principales medios de comunicación; y ciertamente no
representa una amenaza para el 0.001%
El liderazgo de Black Lives Matter, por supuesto, argumenta que esta vez
"es diferente. Elaine Brown, la formidable ex lider de Black Panthers, no
se anda con rodeos: Black Lives Matter tiene una "mentalidad de
plantación".
Intentando prender la noche
Set the Night on Fire es un libro extraordinariamente fascinante coescrito
por Jon Wiener y el inestimable Mike Davis autor de City of Quartz y Planet of
Slums.
Documentado de manera exhaustiva el libro nos sumerge en Los Ángeles de los
años sesenta, en los disturbios del vecindario Watts en 1965; el movimiento
antibelicista uniéndose a las Panteras Negras para formar el Peace and Freedom
Party exclusivamente californiano; la evolución del ethos del Poder Negro entre
las bases políticas; el club Che-Lumumba del Partido Comunista, que se
convertiría en la base política de la legendaria Angela Davis; y la masiva
ofensiva desplegada por el FBI y el LAPD (Departamento de Policía de los
Ángeles) para destruir a las Panteras Negras.
Tom Wolfe de manera infame -y vilmente- caracterizó a los partidarios de
Los Ángeles de las Panteras Negras como "radicales chic". Una vez
más, Elaine Brown pone las cosas en claro: "Nos estábamos muriendo, y
todos ellos, los más fuertes y los más frívolos, nos estaban ayudando a sobrevivir
otro día más".
Una de las secciones más desgarradoras del libro relata cómo el FBI
persiguió a los simpatizantes de las Panteras, incluido el sublime Jean Seberg,
la estrella de Saint Joan de Otto Preminger (1957) y Breathless de Godard
(1960).
Jean Seberg contribuyó anónimamente a las Panteras con el seudónimo
"Aretha" (sí, como el nombre de Aretha Franklin). El FBI a través de COINTELPRO
(Programa de Contrainteligencia) se dedicó a perseguir despiadadamente a
Seberg, involucrando a la CIA, la inteligencia militar y el Servicio Secreto.
Seber, una actriz blanca, fue difamada como una "pervertida sexual",
en el sentido de tener aventuras amorosas con radicales negros. Su carrera en
Hollywood fue destruida. Entró en una profunda
depresión, sufrió la pérdida de un bebe por muerte fetal (el bebé no era
negro), emigró y su cuerpo descompuesto fue encontrado en su automóvil en París
en 1979.
En contraposición, han habido estruendos académicos que identifican la
abundancia de conversos a la religión de Black Lives Matter mayormente como
resultado del matrimonio entre la sensibilización (concerniente a la justicia
social y racial) y la interseccionalidad -el conjunto de rasgos interconectados
que desde el nacimiento privilegia a los hombres blancos heterosexuales, que
ahora intentan expiar su culpa.
La Generación Z, compuesta de egresados de los campus universitarios de los
EE.UU y lanzados en masa al mercado laboral, es un prisionero de este fenómeno;
de hecho un esclavo de lo que -políticamente correcto- se denomina política
identitaria. Y una vez más, sin ningún potencial revolucionario.
Comparémoslo una vez más con los inmensos sacrificios políticos de las
Panteras Negras. O cuando, por ejemplo, Angela Davis, que ya era un ícono pop,
se convirtió en la presa política negra más famosa en la historia de los Estados
Unidos. Aretha Franklin, cuando se ofreció voluntariamente para pagar la fianza
de Davis, estupendamente lo expresó así: "Me han encerrado por perturbar
la paz, y sé que tienes que perturbar la paz cuando no puedes conseguir la
paz".
Elaine Brown: “Sé lo que fue el BPP [Black Panther Party]. Sé las vidas que
perdimos, la lucha que pusimos en marcha, los esfuerzos que hicimos, los
asaltos a nosotros por parte de la policía y el gobierno. Sé todo eso. No sé
qué hace Black Lives Matter ".
Si Black Lives Matter es intrínsecamente racista e incluso violento, está
sujeto a un debate sin fin.
Y también es debatible si arrodillarse, ahora un ritual familiar practicado
por políticos (con pañuelos Kente de Ghana), policías y corporaciones,
realmente amenaza los cimientos del Imperio.
Noam Chomsky ha expresado que la oleada de protestas hasta el momento
carece de articulación política, y necesita urgentemente de una dirección
estratégica, mucho más allá de la evidente revuelta contra la brutalidad
policial.
Las protestas se están extinguiendo justo cuando emerge la Comuna.
Dependiendo en su evolución, eso puede representar un serio problema para Trump
/ Barr. El presidente simplemente no puede darse el lujo de permitir que se
desarrolle una revolución de colores en el medio de una gran ciudad
estadounidense. Por otra parte, como autoridad federal Trump es impotente como para
poder disolver la Comuna.
Lo que la Casa Blanca puede hacer es enviar señales discretas a sus propias
unidades de contrainsurgencia, que no son otra cosa que las milicias
supremacistas blancas armadas hasta los dientes, para atacar y aplastar las ya
débiles líneas de suministro de la multitud de CHAZ.
Después de todo, el movimiento Ocupar después de haber ocupado durante
meses áreas importantes es en 60 ciudades estadounidenses terminó por disolverse
repentinamente en el éter.
Por otro lado, el Estado Profundo ya ha ensayado muchos escenarios de
guerra para lidiar con situaciones de asedio mucho más complejas que la Comuna.
Pase lo que pase después, un vector clave es inalterable. Un estado de
insurrección permanente solo beneficia al 0.00001% de la plutocracia cómodamente
situada mientras la plebe prende fuego a la noche.