En este momento de
insumisión ciudadana en los países capitalistas más avanzados (Estados Unidos y
Europa) la expresión de las artes plásticas que más ha sufrido la vandalización
es el arte escultórico. Una especie de alucinantes, irracionales, fanáticas y
reprochables acciones contra los símbolos de bronce histórico y políticos de la
injusticia campea por las plazas, calles y avenidas de grandes metrópolis.
LA DESTRUCCIÓN DE LOS
SÍMBOLOS DEL OPROBIO
O LA VANDALIZACIÓN
INDISCRIMINADA
DE LAS OBRAS DE ARTE
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
En este momento de insumisión ciudadana en los
países capitalistas más avanzados (Estados Unidos y Europa) la expresión de las
artes plásticas que más ha sufrido la vandalización es el arte escultórico. Una
especie de alucinantes, irracionales, fanáticas y reprochables acciones contra
los símbolos de bronce histórico y políticos de la injusticia campea por las
plazas, calles y avenidas de grandes metrópolis, de parte de todos aquellos
grupos contestatarios que se sienten ofendidos con la presencia, por ejemplo,
del rey Leopoldo II, personaje cruel, sádico e inhumano que mutilaba una mano o
las dos manos a los nativos del antiguo Congo que desafiaban de una o de otra
manera a las autoridades coloniales belga. O el derribo de la estatua del
aristócrata sir Robert Baden-Powell, ex nazi y estrecho colaborador de Hitler;
además de espía infame, fundador de los Boy Scout. La estatua más atropellada y
que yace de bruces por todas partes es la de Cristóbal Colón, supuestamente
descubridor de América y responsable directo de la conquista y colonización.
La lista es larga y los pueblos que han sufrido
la represión y la muerte no podían permitirse, hasta ahora, la exhibición o
veneración pública de canallas consumados como el general confederado Lee o el
comerciante de esclavos Robert Milligan cuya estatua fue retirada de Londres
por orden del alcalde para evitar desórdenes públicos. En Guatemala han
ocurrido hechos semejantes, tal el caso del busto del Jefe de la Policía
Nacional del régimen genocida de Romeo Lucas, el coronel Germán Chupina
Barahona. Ese busto de bronce, por generaciones, fue martillado, aserrado,
limado, cubierto de heces fecales y al final de tantas acciones cólericas, el
busto quedó con una nariz chata de boxeador y la boca tan estirada hacia la
izquierda como paciente con un derrame cerebral severo. Por fin retiraron ese
adefesio, pues su única utilidad se limitó para asustar a los niños, a quienes
los padres los llevaban al pie del pedestal y decirles, reconviniéndoles
seriamente; que así se les pondría la cara si se portaban mal!
Pero también hay estatuas queridas, objeto de
la veneración pública como la de Negro
Primero (Pedro Camejo) soldado venezolano de las guerras de independencia y
aunque la estatua igualmente está para dar miedo a causa del malogrado
escultor, corresponde sí a un buen hombre y eso es lo que vale.
Las estatuas de los generales Confederados han
caído a lo largo y ancho de los Estados Unidos y la pregunta es ¿por qué no
retirarlas a la sala más oscura, si se quiere, de un museo, porque como sea, es
un atentado contra las artes? Esto sería como si los actuales habitante de la
ciudad de Segovia en España destruyeran
el acueducto romano o los vecinos de Mérida destruyeran el teatro romano porque
representan toda la ignominia de un estado esclavista y brutal como el Imperio
Romano. O la Revolución rusa hubiera destruido todas las catedrales ortodoxas
con cúpulas de cebolla porque representaban a la clase corrupta de señores
feudales y popes glotones y flojos. O que los cubanos destruyeran el Castillo
del Morro porque representa el dolor infligido por los colonizadores españoles
o se destruyera igualmente el centro histórico de La Habana por representar a
toda la rancia burguesía habanera.
No, por favor. No es destruyendo los bustos de
Nerón o Calígula como tuvo que caer el imperio romano. El actual sistema de
injusticia mundial, la dictadura de los archimillonarios, deber ser destruido
con la Revolución social, con los esfuerzos serios y sistemáticos por modificar
siquiera sea, para empezar y que es mucho; con la reforma profunda de la
superestructura del Estado (política, ideología y legislaciones). El sistema de
explotación y marginación social es lo que origina los actuales problemas. Es
una lucha de clases no declarada pero siempre presente en toda la historia de
la humanidad y no la simple destrucción de símbolos como preconiza las escuelas
académicas de antropología de la Universidad de Birminham en un NO SESUDO, sino
descerebrado análisis posmarxista.
¿De qué brillante calabaza, quiero decir
cabeza, surgen tan agudas reflexiones? La historia de la humanidad es la
historia de la lucha de clases por el mejoramiento del ingreso. Por vivir
mejor. Esas son las causas profundas. Los motivos son muchos y los más
recientes la muerte del moreno George Floyd. No destruyamos el legado del
pasado, es nuestra historia, luminosa como un amanecer o hedionda como un
chancro sifilítico. Pero irremediablemente es nuestra historia. La historia del
hombre, con sus luces y sus sombras.
Publicado por La Cuna del Sol
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