INTRODUCCIÓN
Hay iniciativas
empresariales que no teniendo mejores ideas y huérfanas absolutas de
creatividad -como la New Economic
Foundation, NEF- producen para amplio consumo “estudios de opinión”, encuestas
de muestras mínimas y bajísima confiabilidad, que se difunden por la red como
verdades incontrovertibles de sesudos científicos sociales, que hacen de la
investigación seria, con método y científica una auténtica bola de sandeces,
ebriedades y alucinaciones. Decir que Costa Rica ocupa en el mundo el primer
lugar como país más feliz (y por segunda
vez, pues la medición es cada dos años) es ignorar, entre otras cosas, que la
oligarquía costarricense desde años atrás construyó un artefacto
propagandístico y que se ha vuelto cultura,
para difundir mentiras al estilo de Gobbels, que de ser tan reiterativas
se han vuelto verdad para un gran número de personas, tanto nacionales como
extranjeros. Costa Rica, según los propagandistas de estas patrañas, es el
paradigma de la democracia, la paz y la educación. Lo que obstan decir es que
Costa Rica es la sociedad más alienada de América Latina por considerarse
químicamente puros de blancura
-despreciando la sangre africana que corre por sus venas los cuales
existen marginalmente. Es ignorar también que los costarricenses reaccionarios
son los amos y señores de las estadísticas, donde claro, van en primer lugar en
todo. Menos en la libertad sindical de sus trabajadores, en la marginación y
desconocimiento de los derechos de su pueblo indígena, en la creciente
población de niños y niñas de la calle y jóvenes desempleados y sin esperanzas;
sin incluir en esas estadísticas luminosas, por supuesto, la explotación y el
desprecio por los migrantes de Nicaragua, de manera especial. O la exponencial
violencia contra la mujer, los homosexuales y las personas transgénero. La
democracia, la paz y la educación costarricense es un mito, pues de esa
“educación” tica han salido individuos como
El Palidejo, traficante de drogas internacional y asesino de Facundo
Cabral. Ahora resulta que Costa Rica es el país más feliz del mundo, afirmación
que viene a ser otra copa más en la borrachera tica de ser lo mejor en todo.
Así son los ebrios: nunca les hace falta nada. Y en ese pedo[1]
va Guatemala y Colombia, entre los diez países donde campea la felicidad, tal
si como si los pensamientos y sentimientos optimistas de la vida no tuvieran
una base material. Guatemala ocupa el subcampeonato -antes que Haití- en índices de desarrollo humano y material,
por lo tanto lo dicho por la New Economic Foundation, es un estudio mariguano
de elucubración pestilente . Luciano Castro Barillas.
UN PARAÍSO LLAMADO COSTA RICA
Familia indígena en la comunidad Yorkín, Costa Rica © Angela Martin/TNC, 2006
Por Luis Paulino
Vargas Solís
Mayo 17, 2012
Las clases dirigentes de Costa Rica han
poseído históricamente una singular capacidad para construir de Costa Rica una
imagen gloriosa y almibarada de la cual desaparece cualquier posible mancha o
defecto. Y justo es reconocer que conservan intacto tan singular talento.
Más, sin embargo, lo anterior tan solo tiene
una validez relativa. Igual hay que reconocer que, como pueblo, nos hemos
acomodado al discursito hegemónico, no tan solo con mansa complacencia, sino
incluso con indisimulada vanidad y presunción. Entonces, por ejemplo, andamos
convencidísimos de que somos un pueblo blanco-casi-europeo, pacífico y muy
educado (¡la Suiza de Centroamérica!). No niego que algunas de esas cosas
tienen su dosis de verdad; el problema está en no percatarse de los múltiples
manchones que ensucian esa túnica presuntamente inmaculada. Si hasta nos
tragamos con llamativa facilidad la rueda de carreta que inventó el siniestro
OAS, según la cual, y sin falla ni interrupción, somos democracia desde 1889.
Nuestro concepto de patriotismo va siendo más
y más ligth conforme pasa el tiempo. Nos sale, pero ya con
tinte patriotero, cuando a Ortega y sus muchachos les da por ponerse a talar
árboles y abrir diques en Isla Calero. Justo es reconocer que, sin embargo, a
veces tenemos arrebatos de lúcido patriotismo. Por ejemplo, respecto del
nefasto y devastador proyecto de minería a cielo abierto en Crucitas. E
imposible olvidar que, contra la amenaza y el chantaje, hubo un 48% de
valientes electores costarricenses que votamos contra el TLC. Y, sin embargo,
impasibles dejamos pasar los procesos de apropiación de muchas riquezas
naturales por parte de capitales extranjeros, y muy poquita gente levanta la
voz contra lo abusivos regímenes de privilegio con que se beneficia a tales
inversores.
La verdad es que, hoy día, este pueblo se
siente patriota casi solamente cuando juega “la sele…”, o sea, “el equipo de
todos” (así, sin inclusión de género). Por supuesto, me refiero a la selección
nacional masculina mayor de fútbol. Ninguna otra es “la sele”. La selección
femenina es solo eso: la selección femenina, no “el equipo patrio”. De ahí que
las hazañas de Bryan Ruíz convoquen muchísima más atención que las Hazañas –así
con mayúscula- de Shirley Cruz. O sea, claramente a la patria se le asigna
rostro de hombre heterosexual y presuntamente blanco. En concreto el rostro de
las estrellas masculinas del fútbol. Digamos que no es una forma muy
inclusiva y democrática de imaginar la patria.
Pero, en fin, acontece que cuando juega “la
sele” todo mundo se vuelve patriota apasionado, incluidas La Nación y Repretel
y Coca Cola ¿Ven por qué digo que nuestro patriotismo es cada vez más light?
Incluso sucede que, más y más, va tomando la forma de mercancía para la
publicidad y el consumo.
Podría decirse que construimos nuestra
identidad como si fuera una especie de narrativa poblada de personajes hermosos
e historias de luminosa redención: democracia, paz, blancura, educación…y las
jornadas gloriosas de “la sele”.
Y como cultivamos con tal ahínco la paz, la
democracia y la educación, de forma consecuente cuidamos de la naturaleza con
especial fruición y esmero y nos afanamos con inagotable amor por lograr la más
plena observancia y validez de los derechos humanos en todas sus múltiples
expresiones. No por nada somos “el país más feliz del mundo”.
Por estos días, la presidenta Chinchilla
estará de gira por Europa, lo cual incluye una visita destinada a besarle el
anillo al Papa. De Hija Predilecta de la Virgen a Santo Padre, lo que ahí se
dará es un efluvio de bendiciones que perpetuarán por saecula
saeculorum nuestra devoción por la naturaleza y los derechos humanos.
Así, doña Laura viajará por Europa dando
cumplimiento al cometido heredado de quienes la precedieron en el sillón más
visible de la élite y el poder: reafirmar frente al mundo nuestros lauros como
país blanco y europeo; pacífico, democrático y educado; amante de la naturaleza
y los derechos humanos. La hará muy bien porque, finalmente, se trata de una
escuela de muy vieja data. Hace ya muchos años las élites ticas aprendieron a
montar el teatro y jugar la mascarada ante el mundo. Y también hace mucho que ese
mundo se tragó el cuento. La Presidenta será aplaudida, y en su persona toda
Costa Rica recibirá el tributo.
Y, sin embargo, con Serrat uno podría
recordar que nuestros ríos ya no cantan. Pero al menos en su inconsciencia,
ellos no sentirán la humillación. Distinto es para quienes oirán discursos
gloriosos sobre derechos humanos, sabiendo que a diario se violentan los suyos.
Es el dolor centenario de pueblos indígenas
cuyos derechos culturales y autonomía siguen siendo ignorados. Es el atropello
que viven cotidianamente trabajadores y trabajadoras a quienes se les niega el
derecho a la sindicalización independiente. Son las mujeres invisibilizadas o
las parejas que, no pudiendo tener hijos, se les niega el derecho a criar una
familia. Son los niños y niñas de la calle; las juventudes desempleadas y sin
oportunidades; las personas mayores en abandono; el estigma contra las personas
afrodescendientes; la explotación y el desprecio que sufre la población
migrante. Es la violencia machista que asesina mujeres y gais y personas
transgénero.
Son las minorías sexualmente diversas a
quienes se les repite una y otra vez “ustedes no son prioridad de nada” que es
tanto como decir: ustedes en esta sociedad no son más que un desecho
repugnante.
Y tratando de evitar malentendidos, diré para
cerrar: Costa Rica y su pueblo tienen grandes logros históricos de los cuales
enorgullecerse. Y, sin embargo, estos nunca serán completos, ni serán realmente
sinceros, hasta tanto no se redima las deudas históricas acumuladas contra esa
Costa Rica invisible, jamás mencionada en los discursos del poder.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario