INTRODUCCIÓN
En Guatemala sí que pesa ser de orígenes
humildes y sobre todo si se aspira a ser grande, pues nuestra muy competente y
harto nacionalista clase dirigente prefiere el abandono y el atraso antes que
el desarrollo y el progreso. Erick Barrondo, el “Rey de la Marcha” lo vivió en
carne propia a su retorno de los Juegos Panamericanos celebrados en
Guadalajara, México, no obstante haberse coronado campeón en su especialidad,
la marcha atlética. No importó la medalla dorada y el prestigio internacional que Guatemala ganaba. Por ser pobre y de orígenes humildes era
necesario invisibilizarlo, restarle mérito a su hazaña panamericana. Los
Juegos Olímpicos de Londres se avecinaban y esa era la gran prueba para Erick,
el jovencito de 21 años de edad que no se amilanó y como los
grandes con estirpe de campeón se llevó por delante a marchistas altamente
preparados de Rusia y China para hacerse con la medalla de plata y de paso
brindarle a este triste pueblo de Guatemala la enorme satisfacción de tener
entre los suyos a un atleta de categoría mundial. En lo particular y sin
fanfarronear, no me sorprendió la victoria del joven Barrondo, pues percibía
que el muchacho estaba para grandes cosas y que esta vez en Londres, Guatemala
obtendría su primera medalla, lo que efectivamente sucedió. Gracias Erick por
esa hermosa como heroica gesta, todo el pueblo de Guatemala te lo agradece.
¡Que viva el Rey de la Marcha carajo! Marvin Najarro.
UN CAMPEÓN DEL DEPORTE
GUATEMALTECO
QUE LOS DIRECTIVOS
PRETENDIERON INVISIBILIZAR
Por Luciano Castro Barillas
Agosto 6, 2012
Erick Barrondo es un jovencito de 21 años
originario del municipio de San
Cristóbal Verapaz, departamento de Alta Verapaz, Guatemala. Vive con sus padres
en la periferia del pequeño poblado, entre cafetales y lujuriosas y espléndidas plantas de bananos, ahora en una modesta y pequeña casa de bloques de
cemento y techo de zinc construida por las autoridades municipales después de
su triunfo en los Juegos Panamericanos; antes era de madera, cuyas rendijas se
disimulaban con papel. Allí, en el seno de esa familia humilde, honrada y
trabajadora nació y creció Erick con sus otros hermanos y hermanas. Grandes
pues, fueron las limitaciones, al punto que para llegar a su casa no hay un
camino formal sino senderos. Pese a todo, a Erick le entusiasmó el deporte ya
que en el departamento altaverapacense desde hace algunas décadas se promociona
el atletismo. Anualmente tiene lugar la Media
Maratón de Cobán, evento deportivo ahora ya internacional donde convergen
corredores de América, Europa y África. Esta prueba atlética en los últimos
años ha sido dominada invariablemente por corredores kenianos y rusos. Dentro
de ese contexto surge el interés de Barrondo por practicar el atletismo, aunque
inicialmente se había dedicado a otro deporte. Los resultados del sábado en la
calle Mall de Londres, cerca de la plaza Trafalgar, conmocionó a todos los
guatemaltecos que por más de 60 años esperaron el surgimiento de otro héroe
deportivo -Mateo Flores con su victoria
en la Maratón de Boston era el único referente de glorias deportivas, ya
bastante lejano y agotado- de talla
mundial y hoy todos los guatemaltecos llenos de satisfacción y rebosantes de
dignidad vimos a través de la televisión la lucha heroica mantenida por el
nacional contra el campeón defensor del título de marcha olímpica, el ruso
Válery Borchin, quien dramáticamente calló fulminado por agotamiento. Pero la
batalla fue inclemente por la combinación china: tres atletas de alto
rendimiento combinaron sus esfuerzos tácticos para doblegar al guatemalteco que
resistió y al final les aguó la fiesta los asiáticos que tenían pensado hacer
el uno, dos, tres. No contaban, claro está, con Barrondo. El atleta
guatemalteco se había preparado muy disciplinadamente bajo la dirección del
entrenador cubano Maca Medina, cuya valiosa orientación le hizo campeón
Panamericano en Guadalajara y también
acreedor del décimo puesto en el Mundial de Daegu en el 2011. Pero el éxito de
Barrondo se había igualmente refrendado en el Campeonato Nacional de España el
mismo año en la marcha de 50 kilómetros, su verdadera especialidad, por lo
tanto, tiene bastante lógica y sentido esperar una segunda medalla para
Guatemala del cristobalense. En Lugano, Suiza, hizo otro brillante papel al
ocupar el tercer lugar en esa competencia de carácter mundial. Estamos los
guatemaltecos, pues, a la vista de un auténtico campeón, como la buena noticia
de las tantas malas que hay. Ojalá que los prejuicios políticos no hagan pensar
a la ultraderecha guatemalteca y sus obsoletos servicios de inteligencia que
por “por
allí anda la mano de Fidel Castro” dado que el entrenador es de origen
cubano, sin embargo, lo que sí debiera hacerse es propinarle un contundente
puntapié o lanzarlo por la ventana o puerta principal de la Confederación
Deportiva Autónoma de Guatemala al directivo idiota que, luego del triunfo de
Barrondo en los Juegos Panamericanos, le instruyó para que cogiera una
camioneta cualquiera -hasta una sin
frenos, muy probablemente- y llegara a
su pueblo natal de manera desapercibida. No fue así. Las autoridades
municipales y el pueblo cristobalense montaron en santa ira por brillante idea
del descerebrado directivo guatemalteco y celebraron a lo grande. Hoy se hará
lo mismo y cuán merecido lo tiene Erick Barrondo, nuestro admirado y querido
campeón que nos ha devuelto los sueños, la ilusiones, la dignidad; ya lo dijo
el entrenador cubano Maca: “Yo me siento también guatemalteco y ahora Guatemala
no será mencionada solo por actos delincuenciales”. Gracias, Maca, por todo.
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