domingo, 30 de septiembre de 2012

EL SIONISMO…



El presente ensayo es el requisito previo al análisis de las declaraciones del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, durante su visita a Nueva York, con motivo de 67 Asamblea General de las Naciones Unidas 2012.






EL SIONISMO  EN SUS ORÍGENES
FUE UNA IDEA JUSTA

Chaim Wizmann

















Por Luciano Castro Barillas

Aquel gran acuerdo salido del Primer Congreso Sionista que tuvo lugar en la ciudad de Basilea, Suiza, en 1897; era en realidad un planteamiento justo, el cual aspiraba a “la creación para el pueblo judío de un hogar en Palestina garantizado por el derecho público”,  que fue echado a perder no por el ala sionista estadounidense presidida por el ideólogo Louis Brandeis en la primera mitad del siglo XX,  cuya posición moderada proponía únicamente el aliyá, la colonización de una tierra compartida desde tiempos profundos, ancestrales; por judíos y palestinos. Se buscaba únicamente el que se establecieran en Palestina de todos los judíos sin patria, pues la diáspora o dispersión del pueblo hebreo parte desde el año 586 antes de Cristo, cuando fueron conducidos en condición de esclavos a Babilonia en tiempos de Nabucodonosor II. La doctrina sionista del juez Brandeis no proponía la creación de un Estado judío, eso fue asunto de su rival Chaim Wizmann, un ruso (en realidad había nacido en Bielorrusia pero por esos años este país era parte de la Federación rusa) cuya doctrina del sionismo sintético compartía las ideas de la colonización pero con un agregado pernicioso para la aspiración de un simple hogar o patria judía: la política, que llevaba implícito el germen del potencial conflicto social, político y militar que hasta la fecha se vive en el Medio oriente: la creación de un Estado judío. Los judíos menos codiciosos estaban conscientes que el abandono del territorio por siglos suponía una disminución de sus derechos, se había modificado la tenencia de la tierra, además que muchos de ellos, étnicamente, habían dejado de ser semíticos. Eran étnicamente europeos blancos, rubios, de ojos claros, con raras excepciones por leyes de le herencia  de judíos europeos morenos, pequeños, de ojos y cabello negro. La gran mayoría como los esquenazis (judíos rusos o polacos) eran eslavos de cultura judía, pero no racialmente judíos: la nariz aguileña había desaparecido hacía muchos siglos. Esa aspiración del hogar judío, indudablemente, era justa, para una nación obligada a la dispersión y de andar, como dice el refrán popular, de Herodes a Pilatos. Después de la destrucción del templo de Jerusalem en el año 70 d.c. la dispersión judía se aceleró a raíz de la rebelión de los Barcokebas en el año 132-135 d.c. Tomaron inicialmente,  en su orden, rumbo de Asia Menor, luego Italia, después Francia, Alemania más tarde, Inglaterra, Escandinavia y por último en Europa oriental en el año 900 d.c. En el siglo XII (1,100) gracias al auge del Islam en el norte de África, los judíos se establecen en España (los sefardíes, que se quedaron hablando el castellano antiguo hasta la fecha) y de allí otra dispersión: hacia los Países Bajos, los Balcanes, Turquía, Palestina y América (Argentina y Estados Unidos en menor escala). Pero a donde llegaban los judíos  -pues gozan de la reputación de buenos para hacer dinero- sin tierra o medios de producción, no tenían otra opción que dedicarse a la especulación financiera, a ser banqueros por necesidad. Tenían que ser altamente disciplinados para poder sobrevivir en países y sociedades muchas veces hostiles (que les prohibían aprender oficios y adquirir propiedades) sobre todos las cristianas occidentales que les culpaban de ser los “asesinos de Cristo”, estigmatizando su actividad de sobrevivencia o sea de darle vuelta al dinero y hacerlo crecer. ¿Tendrían otra opción esos primeros judíos desterrados? Creo que no. Esa condición debe ser comprendida con amplitud, pues no es lo mismo hablar de los judíos desterrados en el siglo II con las actuales comunidades judías financieras contemporáneas, impulsores del neoliberalismo, constituidos por obra y gracia del dinero en los grandes hacedores de males de nuestro tiempo y sujetos odiosos a causa de la codicia a donde quieran que vayan, amén de su prepotencia, mañas y racismo. En la actualidad ellos practican el racismo invertido, como absurda revancha que no toma en cuenta sus antecedentes históricos. Esa condición de desclasados de los judíos no era la posición del sionismo socialista (de ideología marxista) que pese a sus contradicciones con principios fundamentales del marxismo como el internacionalismo proletario, se empeñaba con sinceridad de crear una sociedad justa y avanzada en Palestina que tenía sus raíces en sionismo tolstoiano (el socialismo ingenuo, utópico,  del novelista ruso León Tólstoi basada en la vinculación del hombre con la tierra).



NOTA: Para el martes 2 de octubre la segunda parte de esta lectura. 








Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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