Cuando México fue el anfitrión de la reunión del G-20 en junio, él estuvo
del lado de Obama y de otros pesos pesados del globo apoyando las reformas de
mercado y los rescates financieros del FMI como las claves para la recuperación
y el desarrollo. Dado el giro en años recientes de Latinoamérica hacia la
izquierda, Calderón se ha convertido en aliado cercano de Estados Unidos, Canadá,
España e Inglaterra, al contrario de lo que ha hecho con sus vecinos del patio
trasero.
BUENAS NOCHES AL PRESIDENTE
FELIPE CALDERON, EL GUERRERO
DE LA DROGA
Por Paul Imison
Recuerdan la clásica escena en la película Scarface en donde el furioso y borracho Tony Montana les dice a los
clientes de un restaurante lleno con el 1% de los ricos de Miami: “¡Digan
buenas noches al chico malo! ¡Es la última vez que ustedes van a ver a un chico
malo como este”!
Esas son seguramente las palabras que al presidente mexicano Felipe
Calderón le gustaría gritar al despedirse, metafóricamente tambaleando, (los
rumores de su alcoholismo abundan) de la presidencia el 1 de diciembre. La
portada de semanario de izquierda Proceso lo dice todo: “La pesadilla se ha
acabado”. En los últimos seis años, el hombre ha sido culpado por todo: Si en
verdad se lo merece o no él pasará a ser considerado como uno de los peores
presidentes en la historia de México.
Digámosle buenas noches al chico malo; amigo querido de dos de las
administraciones de la Casa Blanca, leal defensor del FMI, extraordinario
“guerrero de la droga” y, un hombre a quien miles de mexicanos han pedido que
sea investigado por la Corte Criminal Internacional por crímenes de guerra.
Cualquier otra cosa que él haya logrado, la presidencia de Calderón
será recordada ultimadamente por una cosa: los 90,000 asesinatos que ocurrieron
bajo su mandato; la mayoría de ellos como resultado de su multibillonaria ($),
completamente cargada, “Guerra contra las Drogas”, que ha visto como los
militares y los grupos del crimen organizado del país armados hasta los dientes
se disputan todo. Bajo esas circunstancias, la pobreza, desempleo y salarios de
hambre son solo el equivalente a la era del NAFTA.
Como despedida el “sexenio de la maldición” de Calderón deja en el poder al
Partido Institucional Revolucionario (PRI) al cual los votantes que abandonaron
a su Partido de Acción Nacional re -eligieron el pasado mes de julio. La vieja
guardia - que gobernó México como una
dictadura de facto durante 71 años – retorna el sábado en la figura del ultra
telegénico Enrique Peña Nieto, en estos momentos todo un hit en You Tube
por sus metidas de pata al estilo Bush,
un inglés crudo y apariciones en público con traficantes de droga. ¿La
pesadilla se ha acabado? Ni soñarlo.
En el clásico estilo del PRI, Peña Nieto sobrepasó en más del 1000% el
límite de gastos de campaña de $25 millones y fue fuertemente apoyado por las
corporaciones que controlan los medios informativos en lo que los movimientos
de protesta dieron por llamar una imposición sobre el electorado. Después del
blanqueo de una investigación sobre supuesta coerción y compra de votos, el
Tribunal Federal Electoral del país ratifico la elección el 6 de septiembre.
A pesar de que en enero pasado Calderón le dijera a todo el mundo que
“solamente muerto él” el PRI retornaría al poder, la transición ha
transcurrido con toda calma, llevando a muchos a sospechar de la existencia de
un pacto entre los dos para para dejar afuera al populista (i.e. chavista) de izquierda. Calderón hasta
se apartó de su partido rehusando condenar la mala jugada del PRI. Después de
todo, parece que los chicos malos se llevan bien.
Hay que darle un chance a la
guerra
Desde el inicio estos seis años fueron de escándalo y derramamiento de
sangre. En julio 2 del 2006, Calderón derrotó al izquierdista
candidato Manuel López Obrador del Partido Revolucionario Democrático (PRD) por
tan solo el 0.56% del voto y enfrentó meses de protestas al estilo “Occupy” en
la Ciudad de México por manifestantes que reclamaban que su victoria había sido
un fraude. Las protestas siguieron a
Calderón hasta el día de su inauguración siendo introducido al congreso a media
noche bajo fuerte protección armada mientras que los diputados del PAN y PRD
reñían literalmente sobre el piso de la cámara.
Un mes después de llegar a la presidencia, Calderón hizo las de “George
Dubya” y notoriamente vestido de militar se presentó en la base de las
fuerzas armadas de Michoacán. Listo para declarar oficialmente, con el apoyo de
Washington, su guerra al crimen organizado, publicitó con bombos y platillos
el imparable poderío de las fuerzas armadas mexicanas; muchos de cuyos
oficiales de alto rango han esencialmente administrado el negocio del
narcotráfico por años.
Por cierto en México ha existido una rivalidad sangrienta entre las mafias
de la droga pero solamente el 16% de sus ciudadanos creen que el país es más
seguro desde que Calderón envió a las calles del país a miles de soldados. Las
masacres y los encuentros armados ocurren todos los días; la extorsión, el
secuestro y otros crímenes han aumentado conforme los carteles se diversifican.
Calderón alardea de haber capturado o matado a 25 de los más buscados señores
de la droga del país (“la estrategia del cabecilla”) pero en la víspera de su
partida, el crimen organizado luce más fuerte y más profundamente enraizado que
nunca.
La “guerra” no ha sido más que un intento de unificar los $40 - 60 billones
del negocio mexicano de la droga bajo la sombrilla del Cartel de Sinaloa, el narcogrupo
favorito de Calderón. La toma por el cartel de Sinaloa de las ciudades
fronterizas como Tijuana, Ciudad Juárez y Nuevo Laredo apoyado por los
militares y la policía federal simplemente ha conducido a una brutal violencia,
pero lo que más choca es la impunidad. En el 2010, el Fiscal General de México
admitió que únicamente el 5% de los asesinatos relacionados con las pandillas
habían sido investigados mientras que apenas el 28% de los arrestos federales fueron
llevados a juicio.
Con un sistema legal débil, la estrategia ha sido pura represión. Miembros
de las pandillas callejeras son carne de cañón; los ricos señores de
la droga no son molestados o se les ofrece un trato de protección confortable.
Usualmente cualquiera de ellos que resulte una inconveniencia termina muerto.
En cuanto al rol de los militares, denuncias oficiales en contra del ejército
por abusos de los derechos humanos se dan por miles.
Trapos sucios continuaran emergiendo sobre cuán profundamente la
administración de Calderón fue penetrada por el cartel de Sinaloa. Contrario al
mito de que los periodistas han sido silenciados por la violencia en el país,
ha habido algunos trabajos absolutamente
sobresalientes que demuestran hasta donde llega la corrupción. Entre el 60 –
70% de las elecciones en México muestran evidencia de haber sido penetradas por
el crimen organizado y los tres partidos mayoritarios - incluyendo la izquierda
- han sido implicados en lo que el ex consejero de seguridad de la ONU, Edgardo
Buscaglia, llama un “pacto de impunidad” entre la clase política del país.
Es la economía, estúpido
En cuanto a la economía, hay que ignorar la exageración de que México es el
siguiente BRIC en la pared, o la ‘m’ en TIMBI - cualquiera sea la novedad más
reciente entre los gurús del libre comercio. La extrema pobreza se ha
incrementado aproximadamente un 20% bajo los doce años de los supuestamente
inclusivos, “democráticos” gobiernos del PAN. El país es oficialmente el
segundo con mayor desigualdad entre los estados miembros de la OECD, con
programas sociales inefectivos y corrupción institucionalizada tan claves como
NAFTA en el lento y sobrecargado crecimiento de México.
El mandato de Calderón fue todo a
cerca de “reformas estructurales - energía, trabajo y reforma fiscal – que
fueron bloqueadas repetidamente por el izquierdista PRD y el falso populista
PRI (su nombre, el “Partido Institucional Revolucionario”, resume
la paradoja ideológica que representa).
El PRI sin embargo proseguirá exactamente con las mismas reformas a
instancias de la elite de México; el cabecilla del partido en el congreso,
Manlio Fabio Beltrones, ha dicho que tales reformas son esenciales si el país
quiere emerger de la mediocridad.
Por “mediocridad”, él quiere decir que de los 115 millones de habitantes
del país el 70% vive en la pobreza, 8 millones de jóvenes no tienen trabajo o
no estudian y aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo labora duramente
en la economía informal. La respuesta del gobierno es simplemente hacer todo más
fácil para los inversionistas extranjeros con la esperanza que sean ellos
quienes arreglen el desastre. Wal - Mart es actualmente el mayor empleador en el país.
Uno de los muy publicitados logros de Calderón fue la expansión de
programas de salud pública en las comunidades rurales más aisladas a través del
Seguro Popular; es lo mínimo que el
gobierno le debe a su gente. Pero sin una seria inversión en el futuro, tales
programas ni siquiera empiezan por abordar la problemática detrás de la
desigualdad en el país. Muy temprano en este año, por ejemplo, los
indios Raramuri en el árido norteño estado de Chihuahua estaban muriendo de
hambre. En tanto que países como Brazil y Venezuela han sido elogiados por la reducción
de la pobreza, en México, similares programas sociales han tenido poco efecto.
El capital foráneo, por su puesto, tiene su propia agenda. Parte del pacto
entre Calderón y Peña Nieto después de las elecciones de este año fue
claramente el apoyo del PRI a una controversial reforma laboral con la cual han
estado obsesionados los halcones del NAFTA desde la década de los 90. Designada
para hacer de la fuerza laboral lo más maleable y desechable posible, la
iniciativa no iba a ser aprobada sin ser previamente negociada; el presidente desestimaría
la evidencia de fraude electoral y la medida sería agilizada antes que la nueva
legislatura dominada por la izquierda la pudiera bloquear.
Un incuestionable y positivo aspecto de la administración de Calderón fue
la aprobación de la muy necesitada reforma migratoria (¿Mr Obama, lo está
leyendo?) designada para proteger a los vulnerables migrantes, mayormente de Centro
América que hacen uso de México como un escalón en su viaje al norte. La
reforma fue aprobada unánimemente debido a la horrenda masacres en Tamaulipas
hace dos años que dejó 70 migrantes muertos. Sin embargo activistas y
promotores de los derechos humanos permanecen escépticos; se estima que unos
70,000 migrantes han desaparecido en México desde el 2006. El cambio en la ley -
que otorga un estatus semi legal a tales personas - es más bien un rayito de
esperanza que una victoria.
Abajo el PAN
Una de las grandes interrogantes es lo que se avecina para el PAN; el
naufragio humeante de un partido que fue decisivamente derrotado en las
elecciones del 1 de julio, en gran medida gracias al fiasco de la “Guerra contra
las Drogas”. Cuando llegó el momento de seleccionar al candidato para las
elecciones de este año, el partido se distanció del escogido por Calderón,
el Ministro de Finanzas, Ernesto Cordero - probablemente la apuesta más segura -
y se decidió por la peso liviano Josefina Vázquez Mota cuya campana fue un
estrepitoso fracaso.
El partido está ahora dividido entre los calderonistas y el actual jefe del partido Gustavo Madero que sabe
que el partido necesita una cirugía facial antes de que pueda nuevamente
competir con el PRI. El PAN, fundado en 1939 por católicos de la derecha es hoy en día un
partido conservador representante de los grandes negocios que está en riesgo de
hundirse en la irrelevancia y ver como el centro izquierda PRD se transforma en
el mayor partido de oposición del país. A partir del 1 de diciembre el PRD y
sus aliados serán al segunda mayor fuerza en el congreso además de contar con
una buena presencia en el senado.
El PRD tiene todo para ganar. Inmensamente popular en la Ciudad de México,
la que ha gobernado desde 1997, en los próximos seis años el partido rehuirá la
retórica antiimperialista de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y a través de
la candidatura del saliente alcalde de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, se
reposicionará como una alternativa centrista “segura”.
Dependiendo de lo que haga Ebrard en atraer los votos de la clase media, el PRD
podría desplazar al PAN por siempre.
Las cosas, sin embargo, nunca son tan simples en la izquierda mexicana. En
septiembre 9, AMLO, el dos veces candidato presidencial anunció que
finalmente y después de 23 años cortaba sus lazos con el PRD para convertir a
su base activista del Movimiento Nacional de Regeneración (MORENA) en un
partido político. Esto ciertamente dividirá el voto de la izquierda y
probablemente resulte en otra victoria para el PRI en el 2018.
¡Harvard le espera!
Mientras que en México divide a la opinión como ningún otro, Felipe Calderón
ha sido ampliamente elogiado a nivel
internacional; por ser exactamente la clase de líder que los peces gordos de
Washington y Bruselas quieren ver dirigiendo el show en el sur. Cuando México
fue el anfitrión de la reunión del G-20 en junio, él estuvo del lado de Obama y
de otros pesos pesados del globo apoyando las reformas de mercado y los
rescates financieros del FMI como las claves para la recuperación y el
desarrollo. Dado el giro en años recientes de Latinoamérica hacia la
izquierda, Calderón se ha hecho aliado cercano de Estados Unidos, Canadá, España
e Inglaterra, al contrario de lo que hace con sus vecinos del patio trasero.
Sus relaciones con ambas administraciones, las de George W. Bush y Barack
Obama, han sido ejemplares (en un sentido neocolonial), aun si como cualquier presidente
mexicano ocasionalmente tenga que regañar al Big Gringo por su desmedido apetito
por las drogas, leyes anti armas terriblemente
flojas y el degradante trato de los inmigrantes. Mientras que el voto latino
fue crucial en las recientes elecciones de EEUU, México fue notable por su
ausencia en los debates.
No debería sorprender entonces que en breve Calderón mueva a su familia a
los Estados Unidos. Con una petición de grupos de ciudadanos a la Corte Criminal Internacional acusándolo de
crímenes contra la humanidad por la muerte de más de 70,000 en la “Guerra
contra la Drogas”, se habrá sentido animado por las noticias de que Washington le
ha otorgado inmunidad al ex presidente (y profesor de Yale) Ernesto Zedillo
quien está siendo demandado en un caso civil por su papel en 1977 en la masacre
de Acteal.
Calderón había sido ligado a un puesto de enseñanza en Austin hasta que un
numeroso grupo de estudiantes hispanos de la UT protestaron con vehemencia la idea de que él formara parte de su
facultad. Harvard luce ahora como un lugar más seguro, donde sin dudadas
predicará las virtudes del libre comercio y de la “seguridad democrática” al estilo
colombiano. Como la mayoría de ex “guerreros de la droga” de América Latina,
seguramente y en cierto momento él saldrá en favor de la legalización -
seis años ya muy tarde.
En cuanto a México, aquellos votantes que se alejaron del calderonismo este julio
pasado con la esperanza de que el PRI restaurará la muy necesitada
seguridad pública y el crecimiento económico, con seguridad serán desilusionados.
El PRI, antes muy nacionalista, es ahora simplemente otro partido neoliberal y
hasta aquí es poco lo que ha ofrecido en cuanto a un cambio en la lucha contra el crimen
organizado. Protestas de estudiantes, sindicatos y otros movimientos sociales están
planeados para la inauguración de Peña Nieto el sábado en el momento que otro “chico
malo” toma las riendas del poder.
Traducción: Delmar Manuel
Paul Imison reside en México.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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