(…) Óiganme,
dirigentes populares y fieles reproductores del pensamiento dominante de esta
sociedad guatemalteca clasista y racista: Aquí no hay ninguna, ni la más mínima
violación a la soberanía nacional. Fue el cabal cumplimiento de un acto
administrativo de extradición ejecutado por la cancillería y el ministerio de
gobernación. Con este señor se cumplió y agotó el debido proceso. Nadie lo ha
atropellado en su dignidad humana y ni mucho menos esa acción constituye una
afrenta a la dignidad nacional simbolizada en el concepto de “soberanía”.
¡Qué se violó la
soberanía nacional porque se llevaron a Portillo a una cárcel de los Estados
Unidos! Ya ni que el fuera el ícono de la dignidad nacional.
LA EXTRADICIÓN DE ALFONSO PORTILLO
PUSO A BUEN RESGUARDO
LA MALTRECHA SOBERANÍA
NACIONAL
Por Luciano Castro Barillas
No se puede menos que reconocer que la
formación académica de Alfonso Portillo es destacada. Licenciado en ciencias
jurídicas y sociales por la Universidad de Guerrero y doctor en economía por la
Universidad Nacional Autónoma de México. Toda una perspectiva prometedora -aparentemente- para un joven guatemalteco que debidamente
informado tuvo una gran falencia: no tenía educación. Es decir, ateniéndonos a
lo que decía el gran pensador y educador norteamericano John Dewey que, en
última instancia, “el hombre se instruye no para saber, sino para la vida”. Es
decir, para que el hilo conductor de la razón, el saber y el conocimiento; le
haga un hombre educado en la vida, un hombre íntegro en todos los aspectos de
su vida, que no robará, no mentirá, no engañará; como proclamaba del diente al
labio la lengua luciferina de Efraín Ríos Montt en sus años de pastor demencial
con extraños “dones”, que a mi modo
de entender, no se los habría otorgado Dios por ser un varón virtuoso, sino el
mismísimo diablo, a quien este consumado hipócrita sirve y venera. A este par
de alhajas Dios lo crió pero el demonio los juntó. Hizo la yunta más sinérgica
de un “gobierno” de los últimos años
donde los olotes[1]
abundaron para los dos (el hijo de Ríos Montt estuvo cuestionado por el manejo
de 100 millones de quetzales del ejército) y $ 70 millones de dólares de la
imputación a Portillo. ¿De qué otra manera su hija Otilia y su primera esposa,
María Eugenia Padua, se daban en París la vida de grandes burguesas y atrevidas
inversionistas? No se necesitan razonamientos de profundidad dialéctica para
aprehender la realidad de esos dineros. De esos efectivos por los cuales a
Alfonso Portillo se caía la baba. Ya una vez su “gran amigo”, el banquero
Francisco Alvarado MacDonald, en ese momento ya
en condición de enemigo, hizo una confidencia de los apuros económicos
del Portillo soltero y en la llanura. Dice que le dijo: “Papaíto, ayudame con un dinerito…”.
No dijo el banquero si Portillo se le arrodilló, pero es bastante posible que
con el apuro que cargaba y sus dotes histriónicas lo haya hecho.
Ahora bien, me causó estupor y desconfianza la
declaración del obispo de Huehuetenango, Alvaro Ramazzini y de una comentarista
política y activista social de apellido Hernández, quienes se sumaron al
corifeo que proclama en estos días que con el hecho de llevarse a Portillo “precipitadamente y enfermito” en un
jet ambulancia por autoridades judiciales de Estados Unidos se violentó la “soberanía nacional”. Óiganme,
dirigentes populares y fieles reproductores del pensamiento dominante de esta
sociedad guatemalteca clasista y racista: Aquí no hay ninguna, ni la más mínima
violación a la soberanía nacional. Fue el cabal cumplimiento de un acto
administrativo de extradición ejecutado por la cancillería y el ministerio de
gobernación. Con este señor se cumplió y agotó el debido proceso. Nadie lo ha
atropellado en su dignidad humana y ni mucho menos esa acción constituye una
afrenta a la dignidad nacional simbolizada en el concepto de “soberanía”. Ah, allí si están prestas
las cajas de resonancia mediáticas para hacer ver lo que no es. ¿De qué
delicadeza soberana hablan? ¿Acaso las mineras de capital internacional no
atropellan la dignidad del pueblo de Guatemala contrario a la explotación
minera con la imposición de este tipo de industria nociva para la vida? ¿Qué
entienden por soberanía? ¿Acaso la peregrina idea de que un jet estadounidense
aterrizó en tierra guatemalteca y que soberanía es primordialmente el suelo
exclusivamente, el territorio? Por
favor, la soberanía nacional es la que reside en la voluntad del pueblo y se
ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos.
¡Qué se violó la soberanía nacional porque se
llevaron a Portillo a una cárcel de los Estados Unidos! Ya ni que el fuera el
ícono de la dignidad nacional. Este demagogo en su primera declaración ante el
juez neoyorkino indudablemente se declarará inocente y alegará persecución y linchamiento
político por su identificación con los pobres y el odio de los ricos. (Perdonen
la risotada). Él siempre ha sido así desde su juventud. Persuasivo, manejador
de artificios verbales, dado a la añagaza y a la fullería, como siempre ha
sido; pero sobre todo proclamándose izquierdista, solo que
pateando con la derecha. Hay una ligereza casi imperceptible en la
masa y peso del territorio nacional y es
porque, felizmente, Alfonso Portillo ya no está aquí. La soberanía nacional se
resguarda mejor sin él, porque uno con personas como los luchadores de los
derechos humanos aludidos al principio de este escrito, “uno solo sabe realmente que desconoce si conoce lo que cree conocer”.
[1] Marlo, corazón
de la mazorca de maíz, con los que en el verano se alimentan a las bestias de
carga y al ganado.
Publicado por LaQnadlSol
CT.,USA.
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