lunes, 10 de junio de 2013

LA OEA, INSTITUCIÓN NEOCOLONIAL


La Organización de Estados Americanos es un ente por excelencia burocrático, recinto de viejas ideas coloniales que encuentran en esa institución pulso y lugar para seguir impulsando una política neocolonial en América Latina, en total contrasentido con la emergencia de instancias geopolíticas de mayor interés y beneficio para los pueblos irredentos de América como lo constituye el ALBA, sepulturero de esta organización concebida por los Estados Unidos y falsamente invocada cuando de atentar contra las libertades democráticas se ha tratado.

LA OEA,  INSTITUCIÓN NEOCOLONIAL,
EN RUTINA POR GUATEMALA


Por Luciano Castro Barillas

Se celebró en Guatemala la semana recién finalizada la 43 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, OEA, donde exposiciones anodinas de cancilleres y uno que otro primer mandatario y ex mandatarios (el mexicano Peña Nieto y Eduardo Frei, para variar), intentan dar vida a una institución que nunca ha servido para nada, excepto para violentar la dignidad de los pueblos de América Latina y atentar con las procesos democráticos y libertarios reales. Toda una exhibición alucinante de bestiarios y fósiles políticos, obsoletos, que lo mejor hecho pudo haber sido proponer desmantelar de una vez por todas una institución que únicamente ha sido eficaz cuando se trata de servir a los intereses del imperialismo norteamericano, coludido en estos cónclaves, con la hipócrita posición canadiense de siempre. Displicencias y conspiraciones se han movido en sus protocolos de diplomacia indigna, mal oliente a sentina o a muladar clandestino, en la Venezuela de décadas atrás y hoy en la Venezuela Bolivariana. En la Guatemala de la Primavera Democrática, cuando Foster Dulles, en un arranque de ira nada diplomático, afirmó que (…) los Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. En la agresión inglesa contra Argentina, ocasión donde no pudo convocar, ni mucho menos movilizar a un soldado de segunda, en la defensa de la soberanía latinoamericana violentada por una potencia extra continental y, lo más reciente, en Honduras; donde su manirroto accionar fue despreciable y cómplice de una atrocidad contra la democracia y la decisión de un pueblo que ha intentado por años empujar sus libertades políticas y civiles. El portaviones norteamericano (Honduras) anclado desde hace un siglo en las costas centroamericanas, sigue allí, recalado, a vista costanera; para repostar a las fuerzas reaccionarias hondureñas, invariables cipayos de los dictados de Washington, fuerzas oscurantistas siempre tan bien nutridas para atentar no solo contra las fuerzas progresistas hondureñas sino contra sus vecinos (en Honduras se fraguó e implementó la destrucción de la democracia guatemalteca y en Honduras también se organizó la contra que desmanteló a la Revolución Sandinista y en Honduras, igualmente, su fuerza armada era la retaguardia de los Estados Unidos ante la eventualidad de la victoria del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, en el año de la Ofensiva Final (1989).

El actual presidente de Guatemala sigue impulsando algo que no tiene viabilidad en países como el nuestro: la despenalización de la droga y una eventual legalización. Es la cortina de humo del régimen ante la gravedad de sus problemas sociales internos y la creciente conflictividad social, exponencialmente en ascenso, ahora que se invitó a invertir en Guatemala, paraíso fiscal, donde todo  -como dijera el alcalde de la ciudad de Guatemala-, (…) es bueno, bonito y barato  para los inversionistas, que recibieron exultantes y con godeo la entrega de los últimos recursos naturales que quedan a este paí, prácticamente desmantelado por la oligarquía antipatriótica nacional. La OEA es una aberración del derecho público internacional y debieran hacerse esfuerzos no para revitalizarla, pues realmente funcional mal disimuladamente como el Departamento de Colonias de los Estados Unidos;  sino para desmantelarla y ahorrarnos gastos innecesarios hoy que el gobierno neoliberal habla del ahorro, de  austeridad (con los sectores populares, claro). ¿Qué hace su holgazán embajador en Washington, sede de la organización multinacional? Pues nada. A no ser vacaciones ostentosas, bien pagadas, por los contribuyentes guatemaltecos. ¿Para qué nos sirve la OEA a los guatemaltecos? Para nada.

Por eso, como no sirve para nada  -solo para perjudicarnos-  esperamos que vaya muriendo de muerte natural, porque quienes han vivido de ella, cruzan deditos para seguir medrando de su no modesto presupuesto. Es otra manera de pasar la vida, de recinto de atorrantes, de malvivientes, de personas improductivas… que gozan del estatuto de: “Diplomáticos”.










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA. 

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