La Organización de
Estados Americanos es un ente por excelencia burocrático, recinto de viejas
ideas coloniales que encuentran en esa institución pulso y lugar para seguir
impulsando una política neocolonial en América Latina, en total contrasentido
con la emergencia de instancias geopolíticas de mayor interés y beneficio para
los pueblos irredentos de América como lo constituye el ALBA, sepulturero de
esta organización concebida por los Estados Unidos y falsamente invocada cuando
de atentar contra las libertades democráticas se ha tratado.
LA OEA, INSTITUCIÓN NEOCOLONIAL,
EN RUTINA POR
GUATEMALA
Por Luciano Castro Barillas
Se celebró en Guatemala la semana recién
finalizada la 43 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos,
OEA, donde exposiciones anodinas de cancilleres y uno que otro primer
mandatario y ex mandatarios (el mexicano Peña Nieto y Eduardo Frei, para
variar), intentan dar vida a una institución que nunca ha servido para nada,
excepto para violentar la dignidad de los pueblos de América Latina y atentar
con las procesos democráticos y libertarios reales. Toda una exhibición
alucinante de bestiarios y fósiles políticos, obsoletos, que lo mejor hecho
pudo haber sido proponer desmantelar de una vez por todas una institución que
únicamente ha sido eficaz cuando se trata de servir a los intereses del
imperialismo norteamericano, coludido en estos cónclaves, con la hipócrita
posición canadiense de siempre. Displicencias y conspiraciones se han movido en
sus protocolos de diplomacia indigna, mal oliente a sentina o a muladar
clandestino, en la Venezuela de décadas atrás y hoy en la Venezuela
Bolivariana. En la Guatemala de la Primavera Democrática, cuando Foster Dulles,
en un arranque de ira nada diplomático, afirmó que (…) los Estados Unidos no tiene
amigos, sino intereses. En la agresión inglesa contra Argentina,
ocasión donde no pudo convocar, ni mucho menos movilizar a un soldado de
segunda, en la defensa de la soberanía latinoamericana violentada por una
potencia extra continental y, lo más reciente, en Honduras; donde su manirroto
accionar fue despreciable y cómplice de una atrocidad contra la democracia y la
decisión de un pueblo que ha intentado por años empujar sus libertades
políticas y civiles. El portaviones norteamericano (Honduras) anclado desde
hace un siglo en las costas centroamericanas, sigue allí, recalado, a vista
costanera; para repostar a las fuerzas reaccionarias hondureñas, invariables
cipayos de los dictados de Washington, fuerzas oscurantistas siempre tan bien
nutridas para atentar no solo contra las fuerzas progresistas hondureñas sino
contra sus vecinos (en Honduras se fraguó e implementó la destrucción de la
democracia guatemalteca y en Honduras también se organizó la contra que
desmanteló a la Revolución Sandinista y en Honduras, igualmente, su fuerza
armada era la retaguardia de los Estados Unidos ante la eventualidad de la
victoria del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, en el
año de la Ofensiva Final (1989).
El actual presidente de Guatemala sigue
impulsando algo que no tiene viabilidad en países como el nuestro: la
despenalización de la droga y una eventual legalización. Es la cortina de humo
del régimen ante la gravedad de sus problemas sociales internos y la creciente
conflictividad social, exponencialmente en ascenso, ahora que se invitó a
invertir en Guatemala, paraíso fiscal, donde todo -como dijera el alcalde de la ciudad de
Guatemala-, (…) es bueno, bonito y barato
para los inversionistas, que recibieron exultantes y con godeo la
entrega de los últimos recursos naturales que quedan a este paí, prácticamente
desmantelado por la oligarquía antipatriótica nacional. La OEA es una
aberración del derecho público internacional y debieran hacerse esfuerzos no
para revitalizarla, pues realmente funcional mal disimuladamente como el Departamento
de Colonias de los Estados Unidos; sino para desmantelarla y ahorrarnos gastos
innecesarios hoy que el gobierno neoliberal habla del ahorro, de austeridad (con los sectores populares,
claro). ¿Qué hace su holgazán embajador en Washington, sede de la organización
multinacional? Pues nada. A no ser vacaciones ostentosas, bien pagadas, por los
contribuyentes guatemaltecos. ¿Para qué nos sirve la OEA a los guatemaltecos?
Para nada.
Por eso, como no sirve para nada -solo para perjudicarnos- esperamos que vaya muriendo de muerte
natural, porque quienes han vivido de ella, cruzan deditos para seguir medrando
de su no modesto presupuesto. Es otra manera de pasar la vida, de recinto de
atorrantes, de malvivientes, de personas improductivas… que gozan del estatuto
de: “Diplomáticos”.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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