Si ocurriera, que la
desobediencia no fuera solamente civil sino también militar, difícilmente el
régimen de Maduro podría mantenerse en pie. ¿A qué se le teme realmente? ¿A los
gringos o a la desobediencia militar?
LA OPOSICIÓN VENEZOLANA
INVOCA LOS DERECHOS HUMANOS…
PERO MATA Y APALEA A LA
FUERZA PÚBLICA DEL ESTADO
Por Luciano Castro Barillas
La Cuna del Sol
La situación de algarada reaccionaria en algunas ciudades de Venezuela,
principalmente Caracas, no debiera ser asunto de alarma o preocupación alguna
entre el pueblo que respalda el proyecto bolivariano atípico de construcción del
socialismo, ni mucho menos para el Gobierno, en tanto las características de
las fuerzas de choque de derecha no lleguen a hechos insostenibles de
ingobernabilidad todavía, porque no cabe la menor duda que todas las personas
civilizadas de allí y de todas partes del mundo deben privilegiar, ante y sobre
todo; el diálogo para la resolución de conflictos. Apostarle a la paz nunca ha
sido una equivocación, cuando el interlocutor, en este caso el adversario
político, es válido como tal, es decir, que cree también que el camino para la
resolución de controversias es la discusión de las ideas políticas sobre
conducción y dirección por parte del
Estado del conjunto de la sociedad. Pero si ocurre lo contrario, que no su busca
realmente la discusión de una controversia sino derrotar por la vía de la manu
militari, el golpe, a quien como gobierno ha sido legítimamente electo, bueno;
allí la cosa es distinta. ¿A qué se debe apelar de manera tranquila y racional?
Yo, creo en mi condición de ciudadano común y corriente, que puede columbrar y
por lo mismo apelar al sentido común, que quien teniendo a su disposición las
fuerzas coactivas del Estado para poner orden y no lo hace (por temor a la
crítica internacional o a la agresión imperialista) no sabe hacer el debido uso
del ejercicio del poder. ¿O ya no hay obediencia, absoluta lealtad al régimen y
se teme, más que a una invasión extranjera; quedar en entredicho ante la
opinión pública -principalmente ante los
opositores violentos- que esa fuerza
pública convocada a poner orden NO lo haga? Si eso ocurriera, que la
desobediencia no fuera solamente civil sino también militar, difícilmente el
régimen de Maduro podría mantenerse en pie. ¿A qué se le teme realmente? ¿A los
gringos o a la desobediencia militar? ¿Cómo es posible que un general retirado
instruya en prácticas terroristas a los fascistas con eso de los hilos
invisibles instalados en medio de las calles para derribar motoristas, uno de
los cuales murió decapitado y que girada la orden de aprehensión por parte del
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA regresen
desvalidos informando a su jefe policial que no se dejó el viejo enloquecido
capturar? Si eso tan mínimo no tiene la fuerza pública, fuerza; qué se puede
esperar de acciones más temerarias y desafiantes. Salvando las proporciones,
vea usted lo que hace Putin con respecto al golpe de Estado en Ucrania: ordenar
inmediatamente al ejército ruso la rendición de los ocho cuarteles de Crimea y
posesionarse de la zona, conste que pasando por alto asuntos de mediocres
“soberanías”, porque Crimea a lo largo de su historia es lo que menos conoce.
No obstante allí hay intereses estratégicos rusos, espacios vitales para salir
al mar Mediterráneo desde el Mar Negro. En la política se necesita de buen músculo
para tener buenos reflejos. Y eso es lo que le falta a Maduro: mejores reflejos
políticos, porque podrá instalar una Conferencia Nacional por la Paz, hoy,
mañana y pasado; pero en tanto no haya voluntad de interlocución eso solo
permite la recomposición de un enemigo que sí tuvo buenos reflejos en las
elecciones de hace un año, donde Capriles, con un mes más de campaña, hubiera
derrotado a Maduro. Y esto no es especulación, la historia consigna ese triunfo
agónico de las fuerzas bolivarianas. Se tiene que aprender algo en la acción y
reflejo político: se debe apostar a la política de los hechos consumados, a dar
el primer golpe, porque el que da el primer golpe da dos veces; y ya consumado
el hecho todo mundo puede patalear, gritar vociferar, condenar… pero el as y la
razón está en nuestra mano. Así es la política y los políticos profesionales.
Los aficionados le temen a todo y pierden todo, claro está.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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